No es tiempo de «palabras elocuentes y bonitas», sino más bien de «oración silenciosa», de «estar simplemente con la gente», reflexionaba el arzobispo de Berlín tras el atentado del lunes
«Es de noche en Berlín», decía el arzobispo, Heiner Koch, en un encuentro de oración al día siguiente del atentado que costó la vida a una docena de personas y heridas de consideración a cerca de 50. «No es momento de palabras piadosas», sino de reconocer que hay situaciones que «no podemos comprender», añadía ante la canciller Merkel, varios ministros y centenares de fieles en la llamada iglesia del recuerdo, templo luterano que conserva las huellas de los bombardeos de la II Guerra Mundial.
El terrorismo ha golpeado Alemania al comienzo de las fiestas navideñas, y también de lo que se anuncia ya como una larguísima campaña electoral hasta septiembre, con el corrosivo debate sobre la acogida a los refugiados que impulsó la canciller, especialmente en 2015, año en que el país recibió a más de un millón de solicitantes de asilo, la mayoría procedentes de Siria, Irak y Afganistán. Desde la populista y xenófoba Alternativa por Alemania se ha hablado de «los muertos de Merkel». De ahí que, en su primera reacción pública, el cardenal Marx, arzobispo de Múnich y presidente del episcopado alemán, resaltara que «en estos momentos difíciles para la ciudad de Berlín y para nuestro país es importante que estemos juntos como sociedad, que nos mantengamos unidos».
Tiempo para «la oración silenciosa»
La noticia del atentado sorprendió a monseñor Koch en Leipzig, a unos 200 kilómetros al sur de la capital. Lo primero que hizo fue hablar por teléfono con sus colaboradores y enviar a capellanes a los hospitales para atender a los heridos y a sus familiares.
«Naturalmente, en Berlín temíamos que algo así pudiera pasar», pero igualmente «el atentado ha provocado una fuerte conmoción», decía el prelado este martes en declaraciones a Dom Radio, emisora del Arzobispado de Colonia.
«Experimentamos aquí nuestra propia impotencia» y la incapacidad de encontrar sentido a unos hechos frente a los que «no es posible decir nada». Lo que sí pedía el arzobispo es «no ceder a la ira», aunque tampoco «trivializar los hechos», puesto que la gente tiene miedo y necesita comprender lo ocurrido.
Preguntado por la cercanía de la Navidad, Koch resaltaba que «realmente celebramos una noche. Era de noche en Belén, no solo en el sentido de la hora del día, sino también una noche de la impotencia y la desposesión del pueblo de Israel. Y en medio de esa noche ha venido Dios». «Hoy, igual que entonces, es de noche en Berlín».
Estos momentos de dificultad y desconcierto –afirmaba el prelado– «no son para las palabras elocuentes y bonitas», sino más bien para «la oración silenciosa». Y para «simplemente acompañar». «Igual que Dios permaneció entre nosotros, ahora debemos estar simplemente con la gente».
Ricardo Benjumea
Alfa y Omega