viernes, 19 de mayo de 2017

Un Papa que gobierna


En un plazo de solo dos semanas el Papa Francisco ha hecho un viaje sin precedentes a El Cairo y una peregrinación al santuario de Fátima. Los medios internacionales los han seguido, como siempre, con el máximo interés. En la Universidad de Al-Azhar, centro teológico de los musulmanes sunníes, Francisco ha dado su apoyo al decidido esfuerzo de los líderes religiosos para desautorizar cualquier violencia en nombre de Dios. En Fátima, ha honrado a la Virgen y canonizado a los pastorcitos que fallecieron jóvenes, Francisca y Jacinto.
Pero la visibilidad de los viajes del Papa y de los encuentros que mantiene en Roma –la próxima semana recibe a Donald Trump– deja a veces en segundo plano la importancia de su trabajo ordinario, en sintonía cercana con los obispos de todo el mundo.
Las visitas ad limina, por ejemplo, tienen ahora un tono muy familiar. Son una especie de manantial oculto que mejora la alegría de los pastores y dinamiza el trabajo de evangelización en países fáciles –si los hay– o problemáticos. En la visión de una Iglesia más colegial y más sinodal ese trabajo de equipo con los obispos está al mismo nivel que el de la Curia vaticana, donde el Papa ha enseñado a muchos monsignori a valorar y respetar cada vez más el trabajo que los sucesores de los apóstoles realizan en todos los lugares del planeta. De puertas adentro, al cabo de cuatro años ha quedado claro que el gobierno de la Iglesia corresponde al Papa y no a la Curia vaticana, que es un simple equipo de colaboradores.
Francisco tiene buena información de primera mano, pues recibe muchas visitas, mantiene una correspondencia intensa, hace frecuentes llamadas telefónicas y vive en la misma casa que sus colaboradores directos. Los ve en su estudio, pero también en el comedor o en los pasillos. Es fácil trabajar en tiempo real. Cada tres meses, el Papa dedica tres días enteros a reuniones con el consejo de nueve cardenales que, a su vez, están en contacto estrecho con los obispos de los respectivos continentes.
Francisco es un Papa que gobierna. Que agarra el toro por los cuernos cuando hay que cesar al obispo de Dax o al gran maestre de la Orden de Malta por el bien de sus respectivas organizaciones.
A veces aconseja un trío de virtudes que facilitan la tarea de gobernar: «Humildad, firmeza, mansedumbre». Rodeada por las otras dos, la firmeza se ve menos. Pero, envuelta en ellas, multiplica su eficacia.
Juan Vicente Boo
Alfa y Omega

La Justicia no ve «ni un solo razonamiento» para que el Ayuntamiento de Zaragoza reclame La Seo



Varapalo judicial para el Ayuntamiento de Zaragoza, liderado por Zaragoza en Común (ZEC), en su reclamación de la titularidad de dos edificios de la Iglesia –La Seo y la iglesia de la Magdalena–, pues el Tribunal Superior de Justicia de Aragón acaba de decidir la suspensión del acuerdo, tras ser recurrido por el Arzobispado de Zaragoza, por el que el Gobierno municipal decidió llevar a los tribunales las inmatriculaciones de los citados templos.
El tribunal da así la razón a la Iglesia, decisión que justifica al no ver razones que puedan justificar las acciones legales anunciadas en el informe del consistorio de la capital aragonesa. «No contiene un solo razonamiento explícito sobre la viabilidad de la acción y sobre la procedencia o no de adoptar el acuerdo de interposición de acciones judiciales», explica el auto. Y añade: «Tampoco consta el más mínimo indicio a los posibles derechos que pudiera ostentar el Ayuntamiento de Zaragoza sobre los referidos templo».
Así, le recuerda que para iniciar acciones judiciales se debe tener «una previa opinión experta para hacer más difícil que un órgano administrativo inicie un pleito irreflexivamente o sin conocimiento de lo que son sus derechos, el modo de ejercitarlos y las razonables posibilidades de obtener una respuesta favorable».
Tras conocer la decisión, el Arzobispado de Zaragoza manifestó «satisfacción» y destacó que reconoce que su petición tiene «una apariencia de buen derecho especialmente intensa, que subraya que el acuerdo carece del informe preceptivo que señale la viabilidad y las acciones emprendidas por parte del Gobierno municipal, que lo que está en juego es el interés general».
Por su parte, el Ayuntamiento anunció que va a estudiar el auto para decidir el siguiente paso a dar.
F. Otero

EVANGELIO DE HOY: NADIE TIENE AMOR MÁS GRANDE QUE EL QUE DA LA VIDA POR SUS AMIGOS




Lectura del santo evangelio según san Juan (15,12-17):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Este es mí mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado.

Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.

Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando.
Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.

No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca.

De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros».

Palabra del Señor

La persona humana tiene una dignidad que nadie ni nada le puede quitar: el Papa a los enfermos de Huntington


Queridos hermanos y hermanas:
Los recibo con alegría y los saludo a cada uno de los que están aquí presentes en esta reunión y reflexión dedicada a la enfermedad de Huntington. Doy las gracias sinceramente a todos los que se han esforzado para que esta jornada se pudiera realizar. Agradezco a la señora Cattaneo y al señor Sabine sus palabras de presentación. Me gustaría extender mi saludo a todos los que llevan en su cuerpo y en su vida las huellas de esta enfermedad, así como a los que sufren otras enfermedades denominadas raras.
Sé que algunos de ustedes han tenido que realizar un viaje muy largo y difícil para estar hoy aquí. Se los agradezco y me alegro de su presencia. He escuchado sus historias y las dificultades que cada día tienen que afrontar; conozco la tenacidad y la dedicación con que sus familias, los médicos, el personal sanitario y los voluntarios están a su lado en este camino lleno de cuestas arriba, algunas muy duras.
Durante mucho tiempo, los temores y las dificultades que han caracterizado la vida de las personas enfermas de Huntington han provocado a su alrededor malentendidos, barreras, verdaderas marginaciones. En muchos casos, los enfermos y sus familias han experimentado el drama de la vergüenza, del aislamiento, del abandono. Pero hoy estamos aquí porque queremos decir a nosotros mismos y al mundo: «HIDDEN NO MORE!», «NUNCA MÁS OCULTA», «MAI PIÙ NASCOSTA!». No se trata simplemente de un eslogan, sino de un compromiso que todos debemos asumir. La fuerza y ​​la convicción con que pronunciamos estas palabras se derivan precisamente de la misma enseñanza de Jesús. Durante su ministerio, Él se encontró con muchos enfermos, se hizo cargo de su sufrimiento, derribó los muros del estigma y de la marginación que a muchos de ellos les impedía sentirse respetados y queridos. Para Jesús, la enfermedad nunca ha sido obstáculo para acercarse al hombre, sino todo lo contrario. Él nos ha enseñado que la persona humana es siempre valiosa, que tiene siempre una dignidad que nada ni nadie le puede quitar, ni siquiera la enfermedad. La fragilidad no es un mal. Y la enfermedad, que es expresión de la fragilidad, no puede y no debe llevarnos a olvidar el inmenso valor que siempre tenemos ante Dios.
También la enfermedad puede ser una oportunidad para el encuentro, la colaboración, la solidaridad. Los enfermos que se encontraban con Jesús quedaban regenerados sobre todo por esta toma de conciencia. Se sentían escuchados, respetados, amados. Ninguno de ustedes se debe sentir nunca solo, ninguno se debe sentir una carga, ninguno debe sentir la necesidad de escapar. Ustedes son valiosos para Dios, son valiosos para la Iglesia.
Me dirijo ahora a las familias. Quien sufre la enfermedad de Huntington sabe que nadie puede superar la soledad y la desesperación si no tiene a su lado personas que con abnegación y constancia se transforman en «compañeros de viaje». Ustedes son todo esto: padres, madres, esposos, esposas, hijos, hermanos y hermanas, que cada día, de manera silenciosa pero eficaz, acompañan a sus familiares en este duro camino. También para ustedes el camino se hace a veces cuesta arriba. Por eso los animo también a que no se sientan solos; a que no cedan a la tentación del sentimiento de vergüenza y de culpa. La familia es un lugar privilegiado de vida y dignidad, y pueden contribuir a crear esa red de solidaridad y de ayuda que sólo la familia es capaz de asegurar y a la que está llamada a vivir en primer lugar.
Y me dirijo a ustedes, médicos, personal sanitario, voluntarios de las asociaciones que se dedican a la enfermedad de Huntington y a las personas afectadas por ella. Entre ustedes hay también personal del Hospital «Casa Sollievo della Sofferenza» que, con su atención y su investigación, son una manifestación de la aportación que la Santa Sede quiere dar en este ámbito tan importante a través de una obra suya. El servicio de todos ustedes es muy valioso, porque la esperanza y el impulso de las familias que se confían a ustedes depende ciertamente de su compromiso e iniciativa. Son muchos los retos que plantea la enfermedad desde el punto de vista diagnóstico, terapéutico y asistencial. Que el Señor bendiga su trabajo: que sean un punto de referencia para los pacientes y sus familias, que en muchas ocasiones se ven obligados a hacer frente a las ya duras pruebas que la enfermedad comporta en un contexto socio-sanitario que, con frecuencia, no corresponde a la dignidad de la persona humana. Así las dificultades aumentan. Con frecuencia, la enfermedad se agrava por la pobreza, las separaciones forzadas y una sensación general de confusión y desconfianza. Por eso, las asociaciones y los organismos nacionales e internacionales son decisivos. Son como las manos de Dios que siembran esperanza. Son la voz de estas personas que quieren reivindicar sus derechos.
Por último, están aquí presentes genetistas y científicos que sin escatimar energías se dedican desde hace tiempo al estudio y la búsqueda de una terapia para la enfermedad de Huntington. Es obvio que se mira a su trabajo con mucha expectativa: la esperanza de encontrar un camino para la curación definitiva de la enfermedad depende de sus esfuerzos, pero también para la mejora de las condiciones de vida de estos hermanos y para su acompañamiento, especialmente en la etapa delicada del diagnóstico, cuando aparecen los primeros síntomas. Que el Señor bendiga sus esfuerzos. Los animo a realizarlo siempre con medios que no contribuyan a alimentar esa «cultura del descarte» que a veces se insinúa también en el mundo de la investigación científica. Algunas líneas de investigación, de hecho, utilizan embriones humanos provocando inevitablemente su destrucción. Pero sabemos que ningún fin, aunque en sí mismo sea noble ―como la posibilidad de una utilidad para la ciencia, para otros seres humanos o para la sociedad―, puede justificar la destrucción de embriones humanos.
Hermanos y hermanas, como ven son una comunidad grande y motivada. Que la vida de cada uno de ustedes, marcada directamente por la enfermedad de Huntington o comprometida cada día en acompañar el dolor y la dificultad de los enfermos, sea un testimonio vivo de la esperanza que Cristo nos ha dado. Incluso a través del dolor pasa un camino fecundo de bien que podemos recorrer juntos.
Gracias a todos. Por favor, no se olviden de rezar por mí, igual que yo rezaré por ustedes.

(from Vatican Radio)

Papa: El amor de Jesús es infinito, no a los amores mundanos


El amor de Jesús es sin medidano como los “amores mundanos” que buscan el poder y la vanidad. Lo afirmó el Santo Padre en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta. El Papa Francisco subrayó que la misión cristiana es “dar alegría a la gente” y reafirmó que el amor de Dios es el núcleo de la vida de un cristiano.
Así “como el Padre me ha amado a mí, del mismo modo yo los he amado a ustedes”. El Papa Bergoglio desarrolló su reflexión a partir de la afirmación del Señor que subraya que su amor es infinito. Y observó que Jesús nos pide que permanezcamos en su amor “porque es el amor del Padre”, a la vez que nos invita a poner en práctica sus Mandamientos.
Ciertamente – dijo el Obispo de Roma – los Diez Mandamientos son la base, el fundamento, pero es necesario seguir “todas las cosas que Jesús nos ha enseñado, estos mandamientos de la vida cotidiana”, que representan “un modo de vivir cristiano”.
Hay “amores” que nos alejan del verdadero amor de Jesús
El Pontífice también afirmó que es muy amplia la lista de los mandamientos de Jesús, si bien puso de manifiesto “que el núcleo es uno”, a saber: “el amor del Padre hacia Él y el amor de Él hacia nosotros”:
“Existen otros amores. También el mundo nos propone otros amores: el amor al dinero, por ejemplo, el amor a la vanidadpavonearse, el amor al orgullo, el amor al poder, y también haciendo tantas cosas injustas para tener más poder… Son otros amores, éstos no son de Jesús, ni son del Padre. Él nos pide que permanezcamos en su amor, que es el amor del Padre. Pensemos también en estos otros amores que nos alejan del amor de Jesús. Además, hay otras medidas para amar: amar a medias, y esto no es amar. Una cosa es querer y otra cosa es amar”.
El amor de Dios es sin medida, no es tibio ni interesado
“Amar – reafirmó el Sucesor de Pedro – es más que querer”. Y se preguntó: ¿“Cuál es la medida del amor?”. “La medida del amor – dijo Francisco – es amar sin medida”:
“Y así, cumpliendo estos mandamientos que Jesús nos ha dado, permaneceremos en el amor de Jesús que es el amor del Padre, es el mismo. Sin medida. Sin este amor tibio o interesado. ‘Pero, ¿por qué Señor, tú nos recuerdas estas cosas?’, podemos decirle. ‘Para que mi alegría esté en ustedes y su alegría sea plena’. Si el amor del Padre va a JesúsJesús nos enseña el camino del amor: el corazón abierto, amar sin medida, dejando de lado otros amores”.
La misión del cristiano es obedecer a Dios y dar alegría a la gente
“El gran amor a Él – dijo Papa al concluir su homilía – es permanecer en este amor “, donde está “la alegría”. Y añadió que el “amor y la alegría son un don”. Dones que debemos pedir al Señor:
“Hace poco tiempo un sacerdote fue nombrado obispo. Fue a ver a su papá, a su anciano papá para darle la noticia. Este hombre anciano, ya jubilado, un hombre humilde, que fue obrero toda su vida, que no había ido a la universidad, pero que tenía la sabiduría de la vida, le aconsejó a su hijo sólo dos cosas: ‘Obedece y da alegría a la gente’. Este hombre había comprendido esto: obedece al amor del Padre, sin otros amores, obedece a este don, y después, da alegría a la gente. Y nosotros, los cristianos, laicos, sacerdotes, consagrados, obispos, debemos dar alegría a la gente. Pero, ¿por qué? Por esto. Debemos ir por el camino del amor, sin intereses, sólo por el camino del amor. Nuestra misión cristiana es dar alegría a la gente”.
Tal como hemos pedido en la oración – terminó diciendo Francisco – “que el Señor custodie este don de permanecer en el amor de Jesús para poder dar alegría a la gente”.
(María Fernanda Bernasconi - RV).
(from Vatican Radio)