viernes, 13 de mayo de 2016

Dramático llamamiento de Patriarca católico a sacerdotes que abandonaron Irak

El Patriarca Caldeo de Bagdad (Irak), monseñor Louis Sako, calificó como un «pecado grave» el de aquellos sacerdotes y religiosos que abandonaron Irak rumbo a Estados Unidos sin permiso de sus superiores, pues «debemos vivir y morir en el lugar donde Dios nos llama».
En una carta a la Eparquía de San Pedro de los Caldeos en San Diego, California (Estados Unidos), recogido por la agencia vaticana Fides, monseñor Sako recordó a los sacerdotes y religiosos que emigraron que «su futuro se apoya en el Señor y en dar un testimonio de Cristo no solo con las palabras, sino con el ejemplo, en negarse a sí mismos, amando y sirviendo a su pueblo, especialmente aquellos necesitados».
En febrero de este año, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) informó en un boletín que la violencia desatada en Irak por el Estado Islámico (ISIS) ha ocasionado más de 3,3 millones de desplazados internos en el país desde enero de 2014.
Según un informe de Naciones Unidas publicado a inicios de 2016, entre enero de 2014 y octubre de 2015 más de 18 mil 800 civiles fueron asesinados y otros 36 mil han resultado heridos.
En marzo de este año, Estados Unidos reconoció como «genocidio» los crímenes de ISIS contra los cristianos y otras minorías religiosas en Medio Oriente y otras regiones que están bajo su poder.
Los sacerdotes y religiosos, precisó monseñor Sako, «no deben buscar condiciones de vida confortables, sino servir a los hermanos siguiendo a Cristo, aceptando también cargar la cruz, cuando lo requieran las circunstancias».
«Esta es la razón por la que nadie puede dejar su diócesis o comunidad religiosa sin la aprobación formal del obispo o superior, como también fue reiterado en el Sínodo de los Obispos Caldeos en junio de 2013», señaló.

ACI

«MARÍA SOLA ABRAZA AL QUE TODO EL UNIVERSO NO ABARCA». SAN EFRÉN

María fue hecha cielo en favor nuestro al llevar la divinidad que Cristo, sin dejar la gloria del Padre, encerró en los angostos límites de un seno para conducir a los hombres a una dignidad mayor. Eligió a ella sola entre toda la asamblea de las vírgenes para que fuese instrumento de nuestra salvación. En ella encontraron su culmen los vaticinios de todos los justos y profetas. De ella nació aquella brillantísima estrella bajo cuya guía vio una gran luz el pueblo, que caminaba en tinieblas. María puede ser denominada de forma adecuada con diversos títulos. 
Ella es el templo del Hijo de Dios, que salió de ella de manera muy distinta a como había entrado, porque, aunque había entrado en su seno sin cuerpo, salió revestido de un cuerpo. 
Ella es el nuevo cielo místico, en el que el Rey de reyes habitó como en su morada. De él bajó a la tierra mostrando ostensiblemente una forma y semejanza terrena. Ella es la vid que da como fruto un suave olor. Su fruto, como difería absolutamente por la naturaleza del árbol, necesariamente cambiaba su semejanza por causa del árbol. Ella es la fuente que brota de la casa del Señor, de la que fluyeron para los sedientos aguas vivas que, si alguien las gusta aunque sea con la punta de los labios, jamás sentirá sed.

Amadísimos, se equivoca quien piensa que el día de la renovación de María puede ser comparado con otro día de la creación. 
En el inicio fue creada la tierra; por medio de ella es renovada. 
En el inicio fue maldita en su actividad por el pecado de Adán, por medio de ella le es devuelta la paz y la seguridad. 
En el inicio, la muerte se extendió a todos los hombres por el pecado de los primeros padres, pero ahora hemos sido trasladados de la muerte a la vida. 
En el inicio, la serpiente se adueñó de los oídos de Eva, y el veneno se extendió a todo el cuerpo; ahora María acoge en sus oídos al defensor de la perpetua felicidad. Lo que fue instrumento de muerte, ahora se alza como instrumento de vida. 
El que se sienta sobre los Querubines es sostenido ahora por los brazos de una mujer; Aquel al que todo el orbe no puede abarcar, María sola lo abraza; Aquel al que temen los Tronos y las Dominaciones, una joven lo protege; Aquel cuya morada es eterna, se sienta en las rodillas de una virgen; Aquel que tiene la tierra por escabel de sus pies, la pisa con pies de niño.
De los sermones de san Efrén, diácono
(Sermón 3 de diversis: Opera omnia, III syr. et lat., Roma 1743, 607)
Fuente: News.va

JESÚS CONFÍA SU REBAÑO A PEDRO

Evangelio según San Juan 21,15-19.
Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos, después de comer, dijo a Simón Pedro: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?". Él le respondió: "Sí, Señor, Tú sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis corderos".
Le volvió a decir por segunda vez: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas?". Él le respondió: "Sí, Señor, sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas".
Le preguntó por tercera vez: "Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?". Pedro se entristeció de que por tercera vez le preguntara si lo quería, y le dijo: "Señor, Tú lo sabes todo; sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas. 
Te aseguro que cuando eras joven, tú mismo te vestías e ibas a donde querías. Pero cuando seas viejo, extenderás tus brazos, y otro te atará y te llevará a donde no quieras".

De esta manera, indicaba con qué muerte Pedro debía glorificar a Dios. Y después de hablar así, le dijo: "Sígueme".