miércoles, 14 de octubre de 2015

Buscar… la felicidad


El joven rico se dirige a Jesús, es una persona en búsqueda, va hacia el Maestro para pedirle cómo puede ganar la vida eterna. Hoy día, en un mundo en el que hay cosas que importan muy poco, éste joven quiere y tiene el deseo de acercase a ese Jesús que puede calmarle su hambre y su sed. Jesús mira con misericordia al joven, conociendo, sin duda, lo que hay en su interior, pero confiando en que poco a poco podrá realizar ese paso, conocerse para cambiar. Creo que el ejercicio que debemos realizar es precisamente, el de dar el paso de acercarnos con sinceridad a Jesús, no sólo para pedir por nosotros sino para pensar en los otros. La respuesta de Jesús al joven fue muy clara: “no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre”, todo lo que le pide evidentemente, es un ejercicio personal pero que afecta al otro.

Finalmente, cuando afirma que cumple todo eso, Jesús le pide que deje todo lo que tiene, lo venda y se lo dé a los pobres… el desprendimiento de las cosas no significa establecer una contradicción entre las cosas y Dios, sino dejarnos, cambiar interiormente para poder ver ahí que las cosas pueden llevarnos a Dios y aún más, han de servirnos para llevarnos a Dios.


Marcha triste… porque en ese momento no es capaz de hacer lo que Dios le pide, el obstáculo muchas veces está en nosotros mismos, en saber dejar que Dios actúe en nuestras vidas, que las transforme y podamos aprender a percibir lo que es verdaderamente importante. Todo, todo lo que Jesús enseña siempre va en dirección a amar a los otros, sólo así, se alcanza la felicidad plena que buscaba el joven rico. Texto: Hna. Conchi García.
Fuente: Religión digital

Defendiendo a la familia, protegemos a la humanidad, dijo el Papa en la Catequesis

Queridos hermanos y hermanas ¡buenos días!
Hoy como las previsiones del tiempo eran un poco inseguras, se esperaba la lluvia, esta audiencia se realiza contemporáneamente en dos lugares, nosotros en la plaza y 700 enfermos en el aula Pablo VI que siguen la audiencia en las pantallas, todos estamos unidos, saludamos a ellos con un aplauso.
La palabra de Jesús es fuerte hoy ¡Ay del mundo a causa de los escándalos! Jesús es realista y dice que es inevitable que vengan los escándalos pero ¡ay del hombre que causa el escándalo!
Yo quisiera antes de iniciar la catequesis, a nombre de la Iglesia, pedirles perdón por los escándalos que en estos últimos tiempos han ocurrido sea en Roma que en el Vaticano ¡les pido perdón!

Hoy reflexionaremos sobre un argumento muy importante: las promesas, las promesas que hacemos a los niños. No hablo de las promesas que hacemos aquí o allá, durante el día, para ponerlos contentos o para hacer que se porten bien (quizá con algún truco inocente, te doy un caramelo, esas promesas...), para intentar a que se comprometan en la escuela o para disuadirlos de algún capricho. Hablo de otras promesas, de las promesas más importantes, decisivas para lo que esperan de la vida, para su confianza en los seres humanos, para su capacidad de concebir el nombre de Dios como una bendición. Son promesas que nosotros les hacemos a ellos.
Nosotros adultos estamos listos para hablar de los niños como una promesa de la vida. Todos decimos los niños son una promesa de la vida. Y también fácilmente nos conmovemos diciendo que los jóvenes son nuestro futuro. Es verdad. Pero me pregunto, a veces ¡si somos también serios con su futuro! Con el futuro de los niños, con el futuro de los jóvenes. Una pregunta que debemos hacernos más a menudo es esta: ¿Qué tan leales somos con las promesas que hacemos a los niños, trayéndolos a nuestro mundo? Nosotros los hacemos venir al mundo y esta es una promesa. ¿Qué le prometemos a ellos?

Acogida y cuidado, cercanía y atención, confianza y esperanza, son también promesas de base, que se pueden resumir en una sola: amor. Nosotros prometemos amor, es decir, el amor que se expresa en la acogida, el cuidado, en la cercanía, en la atención, en la confianza, en la esperanza. Pero la gran promesa es el amor. Este es el modo más adecuado para acoger a un ser humano que viene al mundo, y todos nosotros lo aprendemos, incluso antes de ser conscientes. A mí me gusta mucho cuando veo a los papás y mamás, cuando paso entre ustedes, trayéndome a un niño, una niña pequeños, pero ¿cuánto tiene? tres semanas, cuatro semanas, pero busco que el Señor lo bendiga, esto se llama amor también.

La promesa, el amor es la promesa que el hombre y la mujer hacen a cada hijo: desde que es concebido en el pensamiento. Los niños vienen al mundo y esperan tener confirmación de esta promesa: lo esperan en modo total, confiado, indefenso. Basta mirarlos: en todas las etnias, en todas las culturas, ¡en todas las condiciones de vida! Cuando sucede lo contrario, los niños son heridos por un "escándalo", por un escándalo insoportable, más grave, en cuanto no tienen los medios para descifrarlo. No pueden entender qué cosa sucede.
Dios vigila sobre esta promesa, desde el primer instante. ¿Recuerdan qué dice Jesús? Los ángeles de los niños reflejan la mirada de Dios, y Dios no pierde nunca de vista a los niños (cfr Mt 18,10). ¡Ay de aquellos que traicionan la confianza, ay! Su confiado abandono a nuestra promesa, que nos compromete desde el primer instante, nos juzga.

Y quisiera agregar otra cosa, con mucho respeto por todos, pero también con mucha franqueza. Su espontanea confianza en Dios no debería de ser nunca herida, sobre todo cuando eso ocurre con motivo de una cierta presunción (más o menos inconsciente) de ocupar el lugar de Dios. La tierna y misteriosa relación de Dios con el alma de los niños no debería ser nunca violada. Es una relación real que Dios la quiere y Dios la cuida. El niño está listo desde el nacimiento para sentirse amado por Dios, está listo para esto. Apenas está en grado de sentirse que es amado por sí mismo, un hijo siente también que hay un Dios que ama los niños.
Los niños, apenas nacidos, comienzan a recibir como don, junto a la comida y los cuidados, la confirmación de la cualidad espiritual del amor. Los actos de amor pasan a través del don del nombre personal, el lenguaje compartido, las intenciones de las miradas, las iluminaciones de las sonrisas. Aprenden así que la belleza del vínculo entre los seres humanos apunta a nuestra alma, busca nuestra libertad, acepta la diversidad del otro, lo reconoce y lo respeta como interlocutor.
Un segundo milagro, una segunda promesa: nosotros - papá y mamá - ¡nos donamos a ti, para donarte a ti mismo! Y esto es amor, ¡que trae una chispa de aquello de Dios! Pero ustedes papás y mamás tienen esta chispa de Dios que dan a los niños, ustedes son instrumento del amor de Dios y esto es bello, bello, bello.

Sólo si miramos los niños con los ojos de Jesús, podemos verdaderamente entender en qué sentido, defendiendo a la familia, protegemos a la humanidad! El punto de vista de los niños y el punto de vista del la tierra. Gracias.

Eliminar la pobreza impulsando la caridad de Cristo. Y oraciones por el Sínodo. Nuevos llamamientos del Papa

Una vez más la exhortación del Papa Francisco, afianzada en la caridad cristiana,  con su constante preocupación por los más pobres y el respeto de la dignidad humana y los  derechos fundamentales. En su audiencia general,  de la segunda semana del Sínodo de los Obispos sobre el tema de la familia,  - en la que señaló que reza por todas las familias, enespecial por los niños, con el anhelo de que se impulse la atención hacia los pequeños y se suscite en ellos el amor a Dios y a los hermanos - el Sucesor de Pedro reiteró su constante llamamiento a la lucha contra la pobreza, recordando la celebración de la Jornada  Mundial:
«El próximo sábado 17 de octubre tiene lugar la Jornada Mundial del Rechazo de la Miseria. Esta jornada se propone acrecentar los esfuerzos para eliminar la extrema pobreza y la discriminación y para asegurar que cada uno pueda ejercitar plenamente sus propios derechos fundamentales. Todos estamos invitados a hacer nuestra esta intención para que la caridad de Cristo alcance y alivie a los hermanos y hermanas más pobres y abandonados».
Con su bienvenida a los peregrinos de lengua árabe, en especial a los de Oriente Medio y al grupo de refugiados iraquíes y sirios, el Papa invitó a ser leales con las promesas que se hacen a los niños y a no traicionar nunca su confianza.
Pidiendo a todos oraciones por los trabajos sinodales y alentando a testimoniar la presencia constante de Dios en el mundo, a través de la vida familiar, el Obispo de Roma exhortó asimismo a acompañar a los papás y mamás – dejándose guiar por el Espíritu Santo - a garantizar a sus hijos un futuro de vida y de fe. E invocó la ayuda de María:
«Les pido que acompañen con la oración el Sínodo en curso. Que la Virgen Madre nos ayude a seguir la voluntad de Dios, tomando las decisiones que convienen mejor para la familia ¡Recen también por mí! ¡Que el Señor los bendiga!
En el Año de la Vida Consagrada, en sus palabras a los numerosos peregrinos de Polonia, el recuerdo del Papa de la devoción mariana del Beato Honorat Ksminski, fundador de diversas congregaciones, invitando a pedir el espíritu de fidelidad para todos los consagrados, así como el don de santas vocaciones.
En el día de la memoria del Papa San Calixto mártir, al que están dedicadas las conocidas catacumbas romanas, el Santo Padre deseó a los peregrinos que llegan a Roma que el recuerdo de tantos valientes testigos de Cristo  fortaleza la fe de cada uno.
Con su especial saludo a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados, el Papa Francisco recordó que, en particular  en el mes de octubre, todos estamos llamados asostener las misiones con la oración y la solidaridad:
«Queridos jóvenes, reciban con alegría la invitación del Señor a emplear sus mejores energías en el anuncio del Evangelio. Queridos enfermos, les agradezco el precioso ofrecimiento de su sacrificio por cuantos aún no conocen el amor de Dios. ¡Queridos recién casados, sigan proclamando con su vida el cariño fiel del Señor!»
(CdM – RV)

EL SEÑOR ES MI FORTALEZA: NO VACILARÉ

Del Salmo 61:

El Señor Dios es nuestro refugio

Sólo en Dios descansa mi alma,
porque de Él viene mi salvación;
sólo Él es mi roca y mi salvación,
mi fortaleza: no vacilaré.

 El Señor Dios es nuestro refugio

Descansa sólo en Dios, alma mía,
porque Él es mi esperanza;
sólo Él es mi roca y mi salvación,
mi alcázar: no vacilaré.

El Señor Dios es nuestro refugio

Mi salvación y mi gloria
están en Dios:
Él es mi Roca firme,
en Dios está mi refugio.

El Señor Dios es nuestro refugio

Confíen en Dios constantemente,
ustedes, que son su pueblo,
desahoguen en Él su corazón,
porque Dios es nuestro refugio.

El Señor Dios es nuestro refugio
Fuente: News.va

HAY QUE DESCUIDAR LA JUSTICIA Y EL AMOR DE DIOS




Evangelio según San Lucas 11,42-46. 

«¡Ay de ustedes, fariseos, que pagan el impuesto de la menta, de la ruda y de todas las legumbres, y descuidan la justicia y el amor de Dios! Hay que practicar esto, sin descuidar aquello. 

¡Ay de ustedes, fariseos, porque les gusta ocupar el primer asiento en las sinagogas y ser saludados en las plazas! 

¡Ay de ustedes, porque son como esos sepulcros que no se ven y sobre los cuales se camina sin saber!". 

Un doctor de la Ley tomó entonces la palabra y dijo: «Maestro, cuando hablas así, nos insultas también a nosotros». 

Él le respondió: «¡Ay de ustedes también, porque imponen a los demás cargas insoportables, pero ustedes no las tocan ni siquiera con un dedo!»