lunes, 26 de octubre de 2015

Las conclusiones del Sínodo y el color de mi cristal

Algunos titulares con los que se ha informado de las conclusiones del Sínodo son un buen reflejo de la ideología del informador. El Sínodo no es una batalla entre buenos y malos, los buenos supuestamente los más conservadores y los malos los más abiertos. En el Sínodo ha ocurrido algo parecido a lo que ocurrió durante el Concilio Vaticano II. En el aula conciliar pronto quedaron de manifiesto dos tendencias, que se conocen como la mayoría (en este caso renovadora) y la minoría conciliar. También en el Sínodo han aparecido dos tendencias, cosa bastante normal en todo grupo humano. El mismo Papa en su discurso final del Sínodo constató que lo que a unos Obispos les parece “normal”, a otros les resulta “extraño”; lo que unos consideran “violación de un derecho en una sociedad, puede ser un precepto obvio e intangible en otra”.

Ya decía Tomás de Aquino que la experiencia influye en la vivencia de la esperanza. Podemos añadir: y en la vivencia y comprensión de la fe. Y mucho más en las conclusiones que de la fe se derivan. De ahí que sea difícil, y cuanto más delicada es la materia, mas difícil es ofrecer soluciones concretas válidas para todos. Lo concreto vale para cada uno. Por eso el Papa, en su discurso, añadió que los “verdaderos defensores de la doctrina no son los que defienden la letra, sino el espíritu, no las ideas, sino la persona, no las fórmulas sino la gratuidad del amor de Dios y su perdón”. Cuando las fórmulas y la doctrina se convierten en arma arrojadiza o en elemento excluyente y condenatorio, dejan de ser católicas.

Lo que el Sínodo ha ofrecido al Papa son unas conclusiones muy matizadas. Que dan pié a distintas soluciones. Hay afirmaciones que suenan bastante bien. Por ejemplo, eso de dejar sentado que en los divorciados vueltos a casar, “el Espíritu derrama sus dones y carismas para el bien de todos”. O que las personas que se encuentran en esta situación deben hacer un camino para integrarse más plenamente en la vida de la Iglesia. Del documento puede deducirse que el momento de esta integración deben decidirlo ellos en su “fuero interno”. El fuero interno es la conciencia. Y cada uno puede preguntarse qué significa una integración “plena” en la vida de la Iglesia.

Como ocurrió con el Vaticano II, las conclusiones del Sínodo son un texto de compromiso, pero un compromiso que da pasos adelante y permite avanzar. Así son las cosas en la Iglesia y así son las cosas en materia doctrinal. Hay que actuar con cuidado para que todos puedan sentirse dentro y en comunión con los demás. Benedicto XVI, en un famoso discurso sobre la hermenéutica conciliar, no dijo que había que interpretar el Concilio a la luz de la tradición. El mismo Concilio es tradición. Lo que Benedicto XVI proponía era un equilibrio entre continuidad y alteridad. Estas fueron sus palabras: “Precisamente en este conjunto de continuidad y discontinuidad en diferentes niveles consiste la naturaleza de la verdadera reforma”.

Nihil Obstat

¿Cómo reconocer a los discípulos de Jesús?

¿Cómo reconocer a los verdaderos discípulos de Jesús? ¿Cuál es la manera más efectiva de incentivar a otros a que también lo sigan? ¿Cómo sanar heridas y acabar con los enfrentamientos violentos? Francisco sostiene que solo hay una respuesta para todos estos interrogantes: el amor.

"El mundo está lacerado por las guerras y la violencia, o herido por un difuso individualismo que divide a los seres humanos y los enfrenta unos contra otros en pos del propio bienestar. En diversos países resurgen enfrentamientos y viejas divisiones que se creían en parte superadas.

A los cristianos de todas las comunidades del mundo, quiero pedirles especialmente un testimonio de comunión fraterna que se vuelva atractivo y resplandeciente. Que todos puedan admirar cómo se cuidan unos a otros, cómo se dan  aliento mutuamente y cómo se acompañan: «En esto reconocerán que sois mis discípulos, en el amor que os tengáis unos a otros» (Jn 13,35).

Es lo que con tantos deseos pedía Jesús al Padre: «Que sean uno en nosotros […] para que el mundo crea» (Jn 17,21). ¡Atención a la tentación de la envidia! ¡Estamos en la misma barca y vamos hacia el mismo puerto! Pidamos la gracia de alegrarnos con los frutos ajenos, que son de todos."


Evangelii Gaudium (II. No a la guerra entre nosotros)

Fuente: Reflejos de Luz Pastoral

“Sin oración no se puede hacer lo que la humanidad, la Iglesia y Dios pide en este momento”

“Los capellanes deben rezar. Sin oración no se puede hacer lo que la humanidad, la Iglesia y Dios nos pide en este momento” afirmó el Papa Francisco a los participantes del curso de formación de los capellanes militares al derecho internacional humanitarioorganizado por la Congregación para los Obispos, el Consejo Pontificio Justicia y Paz y por el Consejo Pontificio para el Diálogo interreligioso.

Durante la audiencia de este lunes en la Sala Clementina, el Papa se ha referido a los capellanes que “han llegado de diversos países para reflexionar juntos sobre algunos desafíos actuales del derecho internacional humanitario, acerca de la protección de la dignidad humana durante los conflictos armados no internacionales y los llamados “nuevos” conflictos armados”.

“Se trata, lamentablemente, de un tema de gran actualidad, especialmente si pensamos a la intensificación de la violencia y a la multiplicación de teatros de guerra en diversas áreas del mundo, como África, Europa y Oriente Medio”.

En el ámbito del curso de formación, el Papa recordó que el intercambio de experiencias sobre cómo la misión de “acompañamiento espiritual de los miembros de las fuerzas armadas y de sus familias puede contribuir a prevenir las violaciones del derecho humanitario, con el objetivo de reducir el dolor y los sufrimientos que la guerra siempre provoca, en quien la padece, pero también en quien la combate”.

“La guerra, de hecho, desfigura los vínculos entre hermanos, entre naciones; desfigura también a quien es testigo de tales atrocidades. Muchos militares regresan después de las operaciones de guerra o de las misiones para el restablecimiento de la paz con verdaderas heridas interiores. La guerra puede dejarles una marca indeleble. La guerra, en realidad, deja siempre una marca indeleble. He escuchado en este tiempo las historias de tantos obispos, que reciben en la diócesis los soldados que se habían marchado para la guerra: cómo vuelven, con estas heridas”.

Por lo tanto, el Obispo de Roma dijo que es necesario preguntarse sobre “las modalidades adecuadas para curar las heridas espirituales de los militares que, habiendo vivido la experiencia de la guerra, han asistido a crímenes atroces. Estas personas y sus familias requieren una atención pastoral específica, una solicitud que les haga sentir la cercanía maternal de la Iglesia”.

“El rol del capellán militar es aquel de acompañarlos y sostenerlos en su camino, siendo para todos presencia consoladora y fraterna. Ustedes pueden derramar sobre las heridas de estas personas el bálsamo de la Palabra de Dios que alivia los dolores e infunde esperanza; y pueden ofrecer la gracia de la Eucaristía y de la Reconciliación, que nutre y regenera el alma afligida”. 
   
“En este período, en el cual estamos viviendo una “tercera guerra mundial en partes”, ustedes están llamados a alimentar en los militares y en sus familias la dimensión espiritual y ética, que los ayude a afrontar las dificultades”.

Antes de impartir su bendición apostólica, el Papa recordó a los capellanes la necesidad de la oración. “Los capellanes deben rezar. Sin oración no se puede hacer todo lo que la humanidad, la Iglesia y Dios nos pide en este momento. Pregúntelo a sus capellanes, pregúntelo a sí mismos: ¿cuánto tiempo al día doy a la oración? La respuesta hará bien a todos”
(Mercedes De La Torre – Radio Vaticano).

BENDITO EL SEÑOR CADA DÍA

Del Salmo 67:

Nuestro Dios es un Dios que salva

Se levanta Dios, y se dispersan sus enemigos,
huyen de su presencia los que lo odian.
En cambio, los justos se alegran,
gozan en la presencia de Dios, rebosando de alegría

Nuestro Dios es un Dios que salva

Padre de huérfanos, protector de viudas,
Dios vive en su santa morada.
Dios prepara casa a los desvalidos,
libera a los cautivos y los enriquece.

Nuestro Dios es un Dios que salva

Bendito el Señor cada día,
Dios lleva nuestras cargas, es nuestra salvación.
Nuestro Dios es un Dios que salva,
el Señor Dios nos hace escapar de la muerte.


Nuestro Dios es un Dios que salva

A esta, que es hija de Abrahán ¿no había que soltarla en sábado?


Lectura del santo evangelio según san Lucas 13, 10-17
Un sábado, enseñaba Jesús en una sinagoga.
Había una mujer que desde hacia dieciocho años estaba enferma por causa de un espíritu, y andaba encorvada, sin poderse enderezar.
Al verla, Jesús la llamó y le dijo:
-«Mujer, quedas libre de tu enfermedad.»
Le impuso las manos, y en seguida se puso derecha.
Y glorificaba a Dios.
Pero el jefe de la sinagoga, indignado porque Jesús había curado en sábado, dijo a la gente:
-«Seis días tenéis para trabajar; venid esos días a que os curen, y no los sábados.»
Pero el Señor, dirigiéndose a él, dijo:
-«Hipócritas: cualquiera de vosotros, ¿no desata del pesebre al buey o al burro y lo lleva a abrevar, aunque sea sábado?
Y a ésta, que es hija de Abrahán, y que Satanás ha tenido atada dieciocho años, ¿no había que soltarla en sábado?»
A estas palabras, sus enemigos quedaron abochornados, y toda la gente se alegraba de los milagros que hacía.
Palabra del Señor