sábado, 31 de diciembre de 2016

La noche en que se hizo nuevo el universo


La noche en que nació Jesús, era oscura, muy oscura: en el cielo brillaba una estrella solitaria y luminosa; en la tierra los ojos de un recién nacido, los cuales estaban destinados a iluminar el mundo por todos los siglos.
María y José trataban de acomodarse en aquel establo pequeñito y caldeado por el calor de los animales. En medio de esa miseria se les veían sonrientes y felices. Preocupados por atender a su hijo dándole todo su amor.
Algunos insectos que pululaban por el portal, atraídos por la luz que emanaba del niño, tenían que volar esquivando los coletazos del buey y la mula. Empeñados en velar por la tranquilidad del pequeño. Esa noche en Belén todos pudimos ver la bondad natural de los animales, que te lo dan todo a cambio de nada: fueron ellos, pobres bestiecillas de Dios, las que le dieron al recién nacido el calor que le negaron en la posada, el techo que no encontró en otro sitio. Aunque quizá, -¿Quién sabe?-, la manos de Dios, estaba detrás multiplicando el esfuerzo de los dos animales, para mantener el establo a una temperatura confortable para el pequeño y sus padres.
Poco a poco se fueron acercando pastores, mujeres y niños que llegaban guiados por la luz de la estrella. Cada uno traía entre sus pobres manos lo que podían quitarse de la boca o del cuerpo: un poco de queso, un trozo de pan recién horneado, una tarrina de miel, una olla llena de leche recién ordeñada esa misma tarde de las ovejas, unos pañales, un cobertor viejo...
No tenían oro, ni piedras preciosas, pero valía el peso de un corazón entregado. Eran regalos de amor. Muchos traían lo guardado en sus despensas para un día especial, para una fiesta o, tal vez, para agasajar a sus amigos en una celebración. En sus caras se notaban felices cuando se los entregaban a José para el niño. Se quedaban sin ellos, pero con la alegría del que da de corazón.
Poco a poco el establo se fue llenando de gente: ¡No cabía un alfiler! Algunos se quedaron fuera intentando ver lo que pasaba mirando por las puertas o las ventanas. Todos estaban juntos, arracimados los unos con los otros, intentando ver al niño que dormía tranquilo en el regazo de María. Se sentían sobrecogidos: con un pellizco en el estómago; invadidos por una sensación de paz; llenos de un gozo que no sabían cómo, pero sentían que les llenaba el cuerpo y el alma.
De pronto, María, levantó la cabeza y dirigió su mirada hacia la calle: algo le había llamado la atención. Todos se giraron.
Miraba con los ojos fijos en una mujer anciana, sucia, vestida de harapos y el cuerpo encorvado por la edad. Pronto se hicieron oír los murmullos:
-¿Quién es? ¿Cómo se atreve a venir aquí de esa manera? Parece un paria ¿De dónde habrá salido? ¿Quién será?

María, posó al niño en el pesebre, se dirigió a la puerta del establo y ofreció su mano a la anciana que se fue acercando, mientras la multitud le hacía un pasillo para dejarle paso.
Al llegar junto a la madre de Dios y se inclinó ante ella, María se estremeció. El pequeño Jesús, desde lejos, sonreía y miraba con los ojos llenos de ternura a la pobre mujer.
María la levantó con suavidad y la condujo frente al Niño. La anciana se arrodilló, le tocó la carita con amor y miles de pequeñas estrellas bailaban rodeando al niño, a su madre y a ella. La escena, solo duró un momento, ─segundos tal vez─, todos la vieron y a todos les impregnó el corazón con la seguridad de haber asistido a un inmenso milagro.
Mientras la anciana se levantaba, se fue haciendo joven.
Los presentes quedaron sobrecogidos: Ante ellos apareció una mujer esbelta, con una larga melena, unas manos aterciopeladas y una mirada limpia.
Las dos mujeres, en el medio del establo, al lado de la cuna donde estaba el niño, se dieron las manos, se besaron, se abrazaron y la bella mujer se dispuso a marchar siguiendo su camino.
María la miraba sonriente mientras se alejaba. En su corazón ardía todo el amor del mundo. Y de pronto gritó:
-¡Eva! ¡Eva! ¡Madre!
Eva se giró, con los ojos llenos de lágrimas hacia la puerta del portal donde estaba María y dijo casi como un rezo:
-¡María! ¡Bendita tú!
-¡Madre Eva! Hoy eres libre, mi hijo te hizo libre. Vosotros, todos vosotros sois libres...
Todos supimos que los extremos de la historia se habían tocado: El universo era ya definitivamente nuevo.
(Paqui Valenzuela García).
Religión digital


Oración de Nochevieja


Aquí estamos, Señor, como en vilo entre un año que viene y otro que se va, temblando y sacudidos por este implacable vendaval del tiempo que huye.
En los primeros instantes de 2017 acudimos a ti, que estás por encima del tiempo. Nos refugiamos en ti, que eres Padre de todo y de todos y vives desde siempre y para siempre, ajeno a la vejez, libre de cualquier sobresalto de nocheviejas y calendarios.
Pero a la vez, Señor estamos ciertos de que este tiempo fugitivo y provisional que nos das es, a su manera, moneda preciosa y adelanto de eternidad regalada.
Gracias, Señor, porque el 2016 nos ha dado la oportunidad de irnos comprando -bien barata, gratuita- tu eternidad y tu gloria.
Desde que en esta vida nuestra, tan precaria y en marcha, tu Hijo se hizo tiempo y acampó entre nosotros, nos crece y se nos aviva la esperanza, la indecible nostalgia de ser y de ser sin final...
Perdón, Señor por nuestros fallos, por nuestra pobreza en el año que acaba. Perdón por todos las trabas que hemos puesto a tu Reino que "no tendrá fin".
Al comenzar el año, nos sale al paso la incertidumbre del futuro. Podemos sentir la curiosidad y aun la inquietud de quienes no somos dueños de nuestro propio destino. Lo ponemos en tus manos, completamente seguros de acogernos al único seguro.
Tuyo es nuestro Año Nuevo. Tuyos son, Señor, todos los hermanos que sufren entre nosotros, en tu Iglesia, en el mundo entero. Tuyas son las víctimas de la guerra, del terrorismo, del hambre, de todas las miserias que los hombres hemos amontonado en este mundo que pide a gritos la limpieza, la justicia y la paz.
Tuya es nuestra familia, nuestra salud, nuestro mínimo bienestar. Tuya nuestra lucha por la vida. Tuyo nuestro amor a la verdad, a la justicia, nuestro respeto a la vida.
Tuya también nuestra pobreza, nuestra escasa capacidad, nuestros miedos, nuestra falta de fuerzas.
Tuyos nosotros para este año y para siempre.
Amén.
(De Cien oraciones para la familia, Madrid, San Pablo, 1995).
(Jesús Mauleón)

31 de diciembre: san Silvestre, Papa


Silvestre nació alrededor del año 270. De niño, su padre Rufino le puso bajo la dirección del presbítero romano Cirino, un hombre sabio y prudente. Siendo ya adolescente, se distinguió por sus actos de caridad. Con el nombre de Silvestre fue elegido Papa en el año 314, sucediendo a San Melquiades. En 22 años de pontificado, reorganizó la vida clerical, la liturgia y los principios monásticos, fomentó la fundación de iglesias y basílicas, propuso mejoras del Culto Divino y dedicó mucha atención a los necesitados.
Asimismo, la Iglesia se benefició de que el su pontificado coincidiese en el tiempo con el reinado de Constantino el Grande: el emperador toleró primero y favoreció después la expansión del Cristianismo en el Imperio y regaló a Silvestre el palacio de Letrán, hasta que se construyó el Vaticano. El Papa Silvestre murió el 31 de diciembre de 335.
J.M. Ballester Esquivias (@jmbe12)
Alfa y Omega

El Verbo hizo carne


Comienzo del santo Evangelio según san Juan 1, 1-18
En el principio existía el Verbo y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios.
Él estaba en el principio junto a Dios.
Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho.
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió.
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.
No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz.
El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo.
En el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no la conoció.
Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron.
Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre.
Estos no han nacido de sangre, ni de deseo de carne, ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios.
Y el Verbo se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Este es de quien dije: el que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo».
Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia.
Porque la Ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo.
A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.
Palabra del Señor.

«Haznos custodios del matrimonio cristiano y de la familia, para que entregue belleza y salud a esta tierra»

La diócesis se vuelca este viernes en la celebración de la Sagrada Familia. Todos aquellos que se acerquen a la catedral para sumarse a esta fiesta van a recibir una estampa con una oración del cardelal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, y una imagen de la Sagrada Familia de Rupnik, de la sala capitular del templo. «Haznos custodios del matrimonio cristiano y de la familia, para que entregue belleza y salud a esta tierra», subraya el purpurado.

Dios todopoderoso y eterno, la Iglesia que camina en Madrid te da gracias y reconoce con alegría el gran don que hiciste a la humanidad con la creación del hombre y de la mujer, con el sacramento del matrimonio y la belleza de la familia.
¡Qué obra maestra hiciste! «A imagen de Dios lo creo: varón y mujer los creó» (Gn 1,27). Solamente el hombre y la mujer llevan en sí la imagen y semejanza de Dios. La diferencia entre ellos no es contraposición o subordinación, sino para la comunión y la generación. Fueron creados para escucharse y ayudarse mutuamente. Gracias, Señor, por haber confiado la tierra a la alianza del hombre y la mujer. El fracaso de esta alianza aridece el mundo de los afectos y oscurece la esperanza.
Danos tu luz para no resignarnos en la incredulidad y la desconfianza que enferma a esta humanidad. Aceptemos el regalo que nos haces de la comunión contigo, que se refleja en la comunión del matrimonio y de la familia entera. Que no entren nunca en nuestra vida la desconfianza, el escepticismo e incluso la hostilidad respecto de la alianza matrimonial y la familia, pues engendran indiferencia y desarraigo en su seno.
Haznos custodios del matrimonio cristiano y de la familia, para que entregue belleza y salud a esta tierra. Vivamos en la «alegría del amor»: el amor compartido sabe a más y las penas compartidas saben a menos. Que aprendamos junto y con Jesús que la obra maestra de la sociedad es la familia. Jesús, María y José, rogad por nuestra familia. Amén.
+ Carlos Card. Osoro Sierra
Arzobispo de Madrid

El 2016 del Papa Francisco en un video

El Padre Spadaro habla de la reforma misionera de Francisco

 La conmovedora visita a Auschwitz y a los prófugos en la isla griega de Lesbos; la publicación de la Exhortación Apostólica postsinodal Amoris Laetitia sobre el amor en la familia; el histórico encuentro con el Patriarca Cirilo I de Moscú y la visita a Lund, una de las ciudades más antiguas y principales de Suecia, poco antes de que se cumplieran 500 años de la Reforma protestante, son algunos de los momentos fuertes que protagonizó el Papa Francisco durante el año 2016. Año que, ante todo, se caracterizó por la celebración del Jubileo Extraordinario de la Misericordia. Nuestro colega Alessandro Gisotti entrevistó al Padre Antonio Spadaro, Director de la revista más antigua en lengua italiana, la“Civiltà Cattolica”, de la Compañía de Jesús:
Yo creo que los dos grandes signos del Pontificado de Francisco sean el discernimiento y la misericordia. La misericordia implica de hecho una profunda reforma, una reforma interior de la Iglesia, la reforma misionera, el giro misionero que el Papa Francisco ha tratado de llevar a la Iglesia desde el inicio de su Pontificado. Y ha hablado de esto ampliamente en la Evangelii gaudium. En el fondo la misericordia es saber que nada, jamás nada, nos puede separar del amor del Señor que está siempre cerca de nosotros y que nos espera y nos espera siempre. Por tanto, es mostrar el rostro de Dios a una generación, la de hoy, que tal vez lo siente un poco distante, un poco cubierto por una capa de polvo. Misericordia significa que las puertas del corazón de Dios y de la Iglesia están siempre abiertas.
Lesbos, Auschwitz, las zonas afectadas por los terremotos del Centro de Italia… Frente al sufrimiento Francisco eligió el camino del silencio y de la escucha. ¿Cuál es el mensaje profundo de esta elección?
Francisco no quiere explicar el dolor. Esto es algo que a mí me parece haber comprendido muy bien en su modo de actuar. Es decir, no quiere justificar a Dios, como la antigua teodicea, por el dolor del mundo. Eventualmente quiere mostrar que Dios está siempre cerca de la humanidad que sufre. Y, por tanto, estar en silencio significa no proponer respuestas que reflejan un poco el buenismo, un poco dulces, si queremos, pero de todos modos distantes del sufrimiento. Silencio significa estar cerca y poner la mano con un gesto, diría, terapéutico. Un gesto que el Papa hizo muchas veces y sigue haciendo con la gente, con las personas, y hemos visto, en los muros: en Belén y en Auschwitz… Por tanto, el Papa acaricia las heridas porque ese es el modo de curarlas. Y, en el fondo, la cruz de Cristo es exactamente esto: hacerse cargo de aquel dolor, de aquel sufrimiento que la humanidad vive. De modo que éste no es un silencio vacío: es un silencio lleno de cercanía, de proximidad.
Amoris laetitia es el documento papal publicado en el año 2016 que ha suscitado mayor interés, pero también algunas críticas en el ámbito católico. Este pontificado vive también en sí mismo esta dimensión de tensión. ¿Cuáles son las indicaciones que Francisco ofrece para afrontar esta situación?
En diversas ocasiones el Papa Francisco ha dicho que el conflicto forma parte de la vida, por lo tanto es absolutamente importante en los procesos eclesiales. El Papa, eventualmente, se siente preocupado cuando no se mueve nada, cuando no hay tensiones, a veces cuando no hay oposiciones. Entonces, si el proceso es real, crea tensión efectiva. Amoris laetitia es un documento extraordinario porque en el fondo pone la historia no sólo del pueblo de Dios, sino de cada fiel, en el centro de la relación entre el hombre y Dios. Y por tanto pone el discernimiento como criterio fundamental, y siente, advierte, que la familia es el núcleo central para la sociedad de hoy. Toca tantos temas: el tema de la familia como núcleo central, pero también afronta las situaciones de fractura, de crisis, sabiendo que el Señor habla a cada persona teniendo en cuenta su historia de fe. De modo que también aquí, en esto caso, no se dan normas y reglas generales absolutas, abstractas y válidas en cada situación, sino que esta Exhortación Apostólica es la invitación a cada pastor de hacerse cercano al fiel, hacerse cercano a la historia de cada persona singularmente.
¿Qué es lo que más sorprende de la persona de Francisco quien hacer precisamente pocos días ha cumplido 80 años? ¿Hay algo que lo ha sorprendido de modo especial durante este 2016 que quizá no había viso en los años precedentes del Papa?
Es difícil porque son tantos los elementos de este Pontífice. Tal vez lo que me ha sorprendido más, precisamente este año, en el que cierta conflictividad, al menos en algunos círculos ha surgido, es su serenidad. El Papa está siempre sereno, no está agitado. Se da cuenta de lo que sucede junto a él, incluso de las cosas que podrían causarle menos gusto. Pero al mismo tiempo, jamás pierde la serenidad, nunca pierde la paz. Él dice que come bien, duerme bien, y yo puedo decir que también reza mucho. Entonces esta inmersión suya y radical en Dios, que le da esta gran serenidad, es la cosa que, en verdad, me sorprende más profundamente.
(María Fernanda Bernasconi - RV).

viernes, 30 de diciembre de 2016

Nuestro Papa Francisco

Acabo de leer el artículo anterior sobre los 4 cardenales que van contra el Papa Francisco. 

La visión que me ha venido a la mente ha sido clara , fuerte y directa: He visto a Jesús y a sus enemigos los fariseos.
Jesús, desde luego conocía la ley, pero actuaba con amor y misericordia, curaba y perdonaba los pecados.
Los fariseos, conocían muy bien la ley, pero no tenían ni amor ni misericordia  con los demás. Por eso tuvieron miedo de Jesús y le mataron.

El Papa Francisco, conoce las normas de la Iglesia, los mandamientos, los dogmas...,pero al igual que Jesús tiene amor por los demás,misericordia de los pobres y pecadores, intenta llevar a todo el mundo por el camino que nos lleva a Jesús.

Ah!! Pero aparecen ellos, "los príncipes de la Iglesia", esos cuatro cardenales, que se saben muy bien los dogmas, los mandamientos, las normas de la Iglesia, pero...no tienen amor, no son generosos,no son  misericordiosos, no quieren dejar de vivir en sus lujosos palacios.... y claro el Papa Francisco viviendo en Santa Marta les molesta, les deja en evidencia. A ellos, tan listos, tan cardenales....

No se imaginan la vergüenza que esta situación produce a un cristiano de a pie, un cristiano que intenta seguir a Jesús. Un cristiano que intenta ser humilde porque Jesús fue humilde, un cristiano que intenta ser misericordioso porque Jesús fue misericordioso, un cristiano que escucha al Papa Francisco porque sabe que es el representante de Dios en la Tierra.

Yo les pediría a esos cuatro "señores" que se vayan de la Iglesia, porque con el Papa Francisco  no van a poder, tiene a Dios de su parte.


H.de Carmen

La parroquia no se hace responsable de las opiniones de otras personas.

En 2017, se agravará la confrontación en la Iglesia


La verdadera guerra que cuatro cardenales y segmentos ultraconservadores atizan contra el Papa ha dejado definitivamente los bastidores. Ocurre ahora en la luz del día y parece que se empeorará a principios de 2017. Una serie de enfrentamientos entre el grupo apoyado por un medios católicos agresivamente conservadores y el pontífice cambió de calidad en noviembre convirtiéndose en un ataque agudo. Hay una tentativa de cerco al Papa de los Pobres.
Aunque el primer movimiento público fue tomado por los cuatro cardenales ultraconservadores -los alemanes Walter Brandmüller y Joachim Meisner más Carlo Caffara (italiano) y Raymond Burke (EEUU)- el liderazgo público de las afrentas al Papa ha sido asumido por este último, quien se presenta como un portavoz de los conservadores de la Iglesia.
Las acciones de los conservadores suceden alrededor de la exhortación Amoris Laetitia ("La Alegría del Amor") lanzada por el Papa después del Sínodo de la Familia y sobre todo debido al tema del derecho a la comunión de los divorciados casados por segunda vez. Pero el conflicto real gira en torno a la decisión de Francisco de retomar la opción preferencial por los pobres y las directrices del Concilio Vaticano II.
La secuencia y la velocidad de la crisis a partir de mediados de noviembre es realmente impresionante:
14 de noviembre: los cuatro cardenales entregan al vaticanista conservador Sandro Magister una carta privada que habían dirigido a Francisco en septiembre con las ya famosas "dubia" (preguntas). El objetivo era decretar que la indisolubilidad del matrimonio sería una "norma moral absoluta" para los católicos -lo que carece de apoyo histórico.
• 16 de noviembre: a sólo dos días después de la noticia de Magister, Burke concedió una entrevista en la que dijo que su grupo puede declarar un "acto formal de la corrección de un error grave" contra el Papa, si no cede a las amenazas.
• 18 de noviembre: el diario Avvenire de los obispos italianos publicó una entrevista con Francisco en la que reaccionó enérgicamente a la ofensiva de los cardenales conservadores, acusándolos de hacer críticas deshonestas e promover la división en la Iglesia y de aferrarse a un "legalismo" de trasfondo ideológico.
• 20 de noviembre: el obispo Fragkiskos Papamanolis, presidente de la Conferencia Episcopal de Grecia, salió a la defensa de Francisco y publicó una carta abierta a los cuatro cardenales, diciendo que deberían, por el deber de honestidad, renunciar a sus sitios en el Colegio de Cardenales.
• 26 de noviembre: el Papa envió una carta a 800 directivos de las organizaciones religiosas que participaban en el Simposio sobre Economía de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica adviritiéndoles acerca de la "hipocresía de los consagrados que viven como ricos y hieren la conciencia de los fieles y perjudican a la Iglesia". Este es un problema que ha enfrentado a Francisco directamente con los conservadores.
• 30 de noviembre: se difundió un texto de uno de los principales teólogos de la Iglesia, el italiano Bruno Forte, arzobispo de Chieti-Vasto, en defensa del Sínodo de la Familia y la Amoris Laetitia, poniéndolos en línea directa con el Vaticano II. Fue en el prólogo del libro del también teólogo y sacerdote Jesús Martínez Gordo, de la Diócesis de Bilbao, titulado Estuve divorciado y me acogisteis.
• 8 de diciembre: en una acción coordinada por Burke, el también patrono de la Orden de Malta, la dirección de la organización destituyó su gran canciller, Albrecht von Boeselager. Burke fue colocado a la cabeza de la Orden por Francisco en 2014, que lo sacó del poderoso Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica del Vaticano. A pesar de la falta de relevancia de la Orden de Malta, Burke encontró otra manera de enfrentarse a Francisco y de movilizar el apoyo de los conservadores.
19 de diciembre: en entrevistas con portales conservadores estadounidenses, Burke presentó dos "ultimátum" al Papa. A LifeSite dijo que si el Papa no contesta a las "dubia" su grupo dará a conocer el anunciado "corrección formal" a Francisco, poco después de la solemnidad de la Epifanía, que se celebra el 8 de enero de 2017. A Catholic World Report Burke fue más allá. Insinuó que el Papa es un hereje y amenazó con destituirlo: "Si el Papa profesa herejía deja formalmente por este hecho de ser el Papa. Es automático". Hábilmente, para evitar una sanción directa, dijo entonces que "no estoy diciendo que Francisco es hereje".
• 22 de diciembre: el Papa nombró una comisión para investigar la destitución del gran canciller de la Orden de Malta.
• 22 de diciembre: después de haber sacudido la Curia romana con el discurso de Navidad en 2014, cuando atacó lo que llamó las "15 enfermedades curiales", Francisco volvió a la carga este año en una advertencia muy dura en contra de la "resistencia maliciosa" de "mentes distorsionadas "contra la reforma de la Iglesia".
24 de diciembre: la cúpula de la Orden de Malta reaccionó de manera inédita a un Papa y criticó su nombramiento de la comisión de investigación como "inaceptable".
(Mauro Lopes)

Toma al niño y a su madre y huye a Egipto



Lectura del santo Evangelio según san Mateo 2, 13-15. 19-23
Cuando se retiraron los magos, el ángel del señor se apareció en sueños a José y le dijo:
«Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo».
José se levantó, tomó al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes para que se cumpliese lo que dijo el Señor por medio del profeta:
«De Egipto llamé a mi hijo».
Cuando murió Herodes, el ángel del Señor se apareció de nuevo en sueños a José en Egipto y le dijo:
«Levántate, coge al niño y a su madre y vuelve a la tierra de Israel, porque han muerto los que atacaban contra la vida del niño».
Se levantó, tomó al niño y a su madre y volvió a la tierra de Israel.
Pero al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea como sucesor de su padre Herodes tuvo miedo de ir allá. Y avisado en sueños se retiró a Galilea y se estableció en una ciudad llamada Nazaret. Así se cumplió lo dicho por medio de los profetas, que se llamaría nazareno.
Palabra del Señor.

jueves, 29 de diciembre de 2016

Jesús es esperanza de paz. Buscar a Jesús en el silencio de un Sagrario o en el sufrimiento de los pobres


VER
En varias partes del mundo hay conflictos y guerras. En Siria, entre israelíes y palestinos, en diversas regiones de Africa, en Venezuela, y en tantos otros lugares, con mayor o menor intensidad. Pero lo mismo sucede entre nosotros. En Oxchuc y Chenalhó, no han podido tomar plena posesión como presidentas municipales dos mujeres, a pesar de que las autoridades federales les han confirmado en sus puestos. No es cuestión de género, sino que hay divisiones internas en sus comunidades, que tornan muy peligrosa, incluso sangrienta, su reinstalación. Es lo que queremos evitar. Pero el interés por el dinero, por administrar los recursos públicos, impide cualquier negociación y acuerdo. No hay la paz social que anhelamos en esos lugares. Y con bloqueos carreteros, que dañan tanto a las propias comunidades y al turismo, presionan para quedarse con el poder.
Tampoco hay paz en muchos hogares. ¡Cuánto sufren los hijos con el alcoholismo de un papá, o con la violencia intrafamiliar! Hay hermanos que no se hablan, por inconformidades internas con las herencias. ¡Cuánta guerra, subterránea o abierta, entre los candidatos de partidos políticos! Entre los mismos seguidores de Jesús, hay ataques fundamentalistas, usando hasta la misma Biblia para destrozarnos. Y ¡cuántos corazones rotos por odios y resentimientos, incapaces de perdonar!
En cambio, cuando descubrimos a Jesús y lo sentimos cercano, la vida cambia por completo. Así me lo escribió un encarcelado, ahora que visité el Centro de Readaptación Social No. 5 de Chiapas, como acostumbramos hacer muchos obispos y sacerdotes en las fiestas navideñas: “Como nunca, entiendo de manera literal lo que significa no ser libre a causa del pecado. Tenemos muchas cárceles: vicios, excesos, alejamientos, rencores, enfermedades, pobreza, hambre, indiferencia, y sólo cuando estás en la cárcel y te dicen que alguien llegará para darte la libertad, tu corazón despierta y comienza a albergar una luz en su interior: esperanza… En Navidad, damos gracias a Dios que nos libera, que puso su vista en nosotros y nuestra necesidad… Por eso, para quienes no somos libres, este día es un día de alegría, porque hoy nace Dios, y por eso es un día feliz”.
PENSAR
El Papa Francisco, con ocasión de la Navidad, nos invita a volver los ojos a Jesús. Si lo aceptamos y procuramos vivir su Evangelio, no sólo encontraremos paz y esperanza para nosotros, sino que las contagiaremos a los demás:
“Cuando todo parece terminar, cuando, ante tantas realidades negativas, la fe se hace difícil y viene la tentación de decir que nada más tiene sentido, ahí está en cambio la bella noticia: Dios está viniendo a realizar algo nuevo, a instaurar un reino de paz; Dios viene a traer libertad y consolación. El mal no triunfará por siempre; existe un final para el dolor. La desesperación ha sido vencida, porque Dios está entre nosotros.
Estamos llamados a convertirnos en hombres y mujeres de esperanza. Pero qué feo es cuando encontramos un cristiano que ha perdido la esperanza: “Yo no espero nada, todo ha terminado para mí”; un cristiano que no es capaz de mirar el horizonte con esperanza y, ante su corazón, solo hay un muro. ¡Dios destruye estos muros con el perdón! Y por esto, nuestra oración para que Dios nos dé cada día la esperanza y la dé a todos, aquella esperanza que nace cuando vemos a Dios en el pesebre en Belén. Y viendo al pequeño Niño de Belén, los pequeños del mundo sabrán que la promesa se ha cumplido, el mensaje se ha realizado. En un niño apenas nacido, necesitado de todo, envuelto en pañales y puesto en un pesebre, está contenida toda la potencia del Dios que salva” (14-XII-2016).
“Para encontrarlo, hay que ir allí, donde él está: es necesario reclinarse, abajarse, hacerse pequeño. El Niño que nace nos interpela: nos llama a dejar los engaños de lo efímero para ir a lo esencial, a renunciar a nuestras pretensiones insaciables, a abandonar las insatisfacciones permanentes y la tristeza ante cualquier cosa que siempre nos faltará. Nos hará bien dejar estas cosas para encontrar de nuevo en la sencillez del Niño Dios la paz, la alegría, el sentido luminoso de la vida” (24-XII-2016).
ACTUAR
Si piensas que esto son sólo bellas palabras, consuelos baratos, sentimentalismos ocasionales, haz la prueba de acercarte a Jesús y verás cómo cambia tu corazón. Encontrarás la paz que necesitas, suceda lo que sucediere, y serás constructor de paz a tu alrededor. Búscalo en el silencio de un Sagrario y en el sufrimiento de los pobres. Tu vida será diferente.
Felipe Arizmendi Esquivel
Zenit

29 de diciembre: Tomás Becket, arzobispo y mártir


El 29 de diciembre de 1170 murió asesinado el arzobispo de Canterbury; la noticia recorrió la cristiandad provocando asombro y estupor. El rey Enrique de Plantagenet fue el enemigo mortal y, con toda probabilidad, el instigador del crimen de Estado. El Papa Alejandro III elevó a Tomás a los altares solo a dos años de su muerte.
Nació en Londres en 1118 de burgueses padres normandos y los canónigos regulares de Merton se encargaron de iniciarlo en los libros. Reveses económicos de la familia le llevan a trabajar al servicio de un pariente londinense y, con veinticuatro años, a servir al arzobispo Teobaldo de Canterbury. Es ahí cuando comienza su carrera eclesiástica acumulando beneficios y prebendas antes de montarse en el arcedianato. Varias veces es enviado con encargos al Vaticano y adquiere el hábil manejo de un diplomático, llegando incluso a inclinar al papa Eugenio III a favor de Matilde, la madre de Enrique Plantagenet.
El rey es descrito como un hombre de estatura corta, ancho de espaldas, cabeza redonda, enérgico, hábil diplomático, organizador nato y con frecuentes arrebatos de cólera. Eligió a Tomás Becket como brazo derecho suyo; lo hace Canciller –después del rey, la primera autoridad del reino ampliado a media Francia por la dote de Leonor, su mujer, que aporta Aquitania–. Becket es alto, delgado, pálido, de nariz larga y porte noble. Entre los dos se da una profunda y seria amistad.
Bien difícil era descubrir en él al clérigo. Becket, el consumado político, negociador y apasionado de la caza como deporte, conquistó el condado de Toulouse, mostrándose en el campo de la pelea como un consumado estratega, soldado valiente que sobresale por su arrojo frente al enemigo. Pero no todo es la apariencia; hubo también días largos y tranquilos de retiro para cuidar el espíritu en Merton, donde se oían los chasquidos de las disciplinas sobre su cuerpo y se conocían sus vigilias nocturnas pasadas en oración. Ah, y cosa importante, nunca se le pudo poner un pero a su comportamiento moral en la corte.
El año 1162 marca una época nueva con la muerte del arzobispo Teobaldo. Enrique II ve la ocasión para tener en sus manos la Iglesia y el Estado juntos; bastará con nombrar para la sede de Cantorbery a su Canciller. Ante semejantes planes, Tomás le contesta: «Pronto perdería yo el favor de Vuestra Majestad y el aprecio con que me honráis se cambiaría en odio. Porque yo no podría acceder a vuestras exigencias en punto a derechos de la Iglesia». Se mostró tan rotundo e intransigente el amigo Canciller al acoso del rey que hizo necesaria la intervención del legado Enrique de Pisa para acabar con la resistencia. Inmediatamente lo ordenan sacerdote y lo consagran obispo.
Como primera autoridad eclesiástica debe ahora intervenir en los asuntos propios de su cargo anteponiéndolos a su afición personal y a los compromisos de sus antiguas amistades. Se pone sobre el tapete aquello de los tributos injustos tanto tiempo soportados por el pueblo, y el problema de los tribunales competentes para juzgar las faltas de los clérigos; también hay que dar fortaleza y claridad a los prelados débiles. Y sí que sale el monje, el riguroso asceta que vive pobreza para sí y derroche para los pobres; renuncia al cargo de Canciller provocando una reacción de disgusto en el rey, y comienzan a barruntarse tormentas más que borrascas porque el propio Enrique se ve tan acorralado por su antiguo servidor que recurre a la petición de restablecer las «antiguas costumbres».
Tira y afloja con la real conclusión verbal de admitir componendas con la redacción de un documento que firmará Tomás con la cláusula de salvar los «derechos de la Iglesia». Pero los dieciséis artículos que el rey presenta suponen un total sometimiento de la Iglesia a Enrique y llevan a la separación de Roma; el arzobispo no estampará su sello. Está firme en su decisión y comenzará la represalia del rey apoyada por algunos obispos que medran o son débiles. Es la ocasión de la célebre frase del arzobispo al rey: «Después de Dios, mi único juez es el papa». Y claro que el papa tuvo que intervenir cuando Tomás se escapó camuflado de fraile desde Sandwich a Francia para pasar destierro por seis años que dieron tiempo suficiente para ser admirado por Luis VII y el papa Alejandro III en cuyas manos puso su anillo en señal de renuncia a la sede que, por supuesto, no fue aceptada.
El monasterio cisterciense de Pontgny lo conoció orante, sacrificado y dedicado a la expiación. Desde allí mandó cartas claras a los amigos y conocidos –al mismo papa por considerar algunas de sus actuaciones demasiado condescendientes– clarificando la situación personal y la de Inglaterra. Pero el rey no desiste de su intento denigratorio atacando a los familiares, amigos y deudos con confiscación de bienes y destierro al tiempo que amenaza con apoderarse de todos los monasterios cistercienses si sigue el actual dando cobijo a su ilustre súbdito.
Nombrado legado, se ve en la necesidad de excomulgar a los obispos que se pasaron al rey inglés. Hay movimiento diplomático por ambas partes; la mala fe de Enrique es conocida por el Papa, que se plantea si lanzar o no la pena de entredicho sobre el reino, medida que provoca el miedo real y culmina con una ceremonia teatral en Normandía, el 1170, con el aparente arrepentimiento del rey y la posibilidad de la vuelta a su sede de Tomás entre la aclamación del pueblo, la intriga de los obispos excomulgados, los nobles sin las posesiones tomadas a la Iglesia y el rey limitado a los asuntos civiles sin dominar al clero y sin poseer los bienes eclesiásticos. En medio de este clima caliente, fue asesinado por un grupo de nobles del rey entre el altar de la Virgen y de San Benito en la catedral de Canterbury.
Se le considera como uno de los hombres que supo mantener la lealtad a su rey soberano y ser, al mismo tiempo, campeón de los derechos de la Iglesia y del honor de Dios. Cuando recuerdo la figura distante en el tiempo de Sir Thomas Moro, veo que no es infrecuente este raro producto en el pueblo inglés. La tumba de Becket fue centro de atracción de peregrinaciones durante toda la Edad Media e, incluso después de la Reforma, nunca dejaron los ingleses de admirar a este mártir inglés coherente con sus compromisos hasta la muerte, terco, impasible, testarudo y puntilloso con su deber; quizá sea porque de algún modo se sientan reflejados en su flema.
¿Por qué razón el rey Enrique VIII mandaría arrojar al Támesis las cenizas de Tomás Becket después de decapitar a Moro?
Infomadrid

Carta del arzobispo: Contempla la familia en Belén


«Estamos llamados a trabajar en favor de la familia, pero hemos de poner en el centro el amor, es decir, el carisma mejor. Frente a la realidad de la división, de la ruptura, hemos de hacer todo los posible para que las situaciones que engendran enfermedad a la familia desaparezcan»
Este viernes, 30 de diciembre, celebramos la Jornada de la Sagrada Familia. Muchas veces os he repetido que la familia es el tesoro más importante de un pueblo, es patrimonio de la humanidad. Pero es cierto que tiene afecciones, y que hay que poner todos los medios para curarlas y promover que cambie la vida y la historia de los hombres. La familia es sanadora de la humanidad, es imagen de Dios en su misterio más último, pues no es soledad sino familia. El Sínodo de los Obispos, fruto del cual el Papa Francisco nos regaló la exhortación Amoris laetitia, es una manifestación clara de que la Iglesia desea salir a los caminos por los que camina la familia y encontrarse con todas las realidades que esta vive. Solo así podemos ayudar. Este viernes, en la catedral de la Almudena, desde las 11:00 horas oraré con cada familia y recibiré a quienes lo deseen, para concluir con una Misa a las 19:00 horas.
La Iglesia es Madre que no se desentiende de sus hijos. Así lo hizo el Señor. Y su Cuerpo que es la Iglesia tiene que seguir sus pasos. ¡Qué proyecto más excepcional es la familia cristiana! Tiene una vigencia particular en un momento en el que la crisis fundamental de nuestra civilización es de concepción de la persona. En la encíclica Laudato si, el Papa Francisco nos decía que la crisis ecológica es una crisis antropológica. La familia cristiana está fundada en el sacramento del matrimonio entre un varón y una mujer, signo del amor de Dios para la humanidad y de la entrega de Cristo por su esposa, la Iglesia.
Desde esta alianza de amor es desde donde se despliegan la paternidad y la maternidad, la filiación y la fraternidad, junto con el compromiso de los dos por una sociedad mejor. ¡Qué fuerza tiene entender que el matrimonio es una realidad de amor! Y el amor crece, se consolida y se profundiza. El amor es una realidad dinámica. En el matrimonio cristiano sabemos que su gracia sacramental acompaña dinámicamente este crecimiento. Urge que profundicemos en el sentido originario del amor para recuperar su verdad y que este sea el eje fundamental del matrimonio y de la familia. El Papa Francisco desea recuperar el sentido originario del amor y por eso nos propone el himno de la Primera Carta a los Corintios.
Estamos llamados a trabajar en favor de la familia, pero hemos de poner en el centro el amor, es decir, el carisma mejor. Frente a la realidad de la división, de la ruptura, hemos de hacer todo lo posible para que las situaciones que engendran enfermedad a la familia desaparezcan. El ser humano necesita de casa, hospital, nido, que sepa dar esa medicina necesaria para hacer que la familia sea lugar de crecimiento, de humanización, que oferta todo aquello que necesita el hombre para salir a este mundo y construir la vida y la historia sin que nada lo amenace.
En este camino es muy importante dejarse «envolver por el amor de Dios». Estamos en Navidad y la Sagrada Familia adquiere un protagonismo especial. ¿Estáis dispuestas, queridas familias, a vivir según lo que dice san Pablo que es el amor?
El amor es paciente, servicial, no alardea, ni es arrogante. ¿Qué significa esto en nuestra vida? Que el amor no se deja llevar por impulsos y evita agredir, que tampoco exige que las relaciones sean celestiales. Que no podemos colocarnos en el centro. Que siempre tenemos una reacción dinámica y creativa con respecto a los demás. Que experimento lafelicidad de dar. Que no hay lugar para sentir malestar por el bien del otro; que valoramos sus logros. Que nunca quiere aparecer como superior a los demás; que no se agranda ante los otros.
El amor no obra con dureza ni busca su interés, ni se irrita, ni lleva cuentas del mal, ni se alegra de la injusticia. ¿Qué consecuencias tiene esto en nuestra vida? Hay que sanar el orgullo. Nuestra lógica no puede ser sentirse más que los otros; no puede reinar la lógica del dominio. Nunca es duro en el trato pues detesta hacer sufrir a los demás. Nunca se detiene en las limitaciones del otro: sabe bien que el egoísmo, las tensiones y los conflictos atacan con violencia y hieren la comunión.
El amor se goza con la verdad, disculpa, cree, espera, soporta. ¿Qué consecuencias tiene en nuestras relaciones? Hay que alegrarse con el bien del otro y para ello es necesario que reconozcamos su dignidad. No podemos condenarnos a vivir con poca alegría; hemos de descubrir que se es más feliz dando que recibiendo. Hemos de ser contraculturales, que se traduce en ser personas que disculpamos todo, que tenemos confianza en el otro. El amor que confía, deja en libertad al otro, renuncia a controlarlo todo. Por otro lado, el amor no desespera del futuro; amor a pesar de todo.
Hay una página del Evangelio en la que contemplo lo que la Sagrada Familia provoca en quienes van a visitarla inmediatamente después de haber nacido Jesús. En el Evangelio de San Mateo se describe el anuncio a los pastores (cfr. Mt 2, 8-20). Sabéis muy bien que los pastores en el pueblo judío no eran hombres de gran prestigio, más bien eran marginados, e incluso en muchas ocasiones vivían de la rapiña y el robo, no eran hombres de fiar. Pero en la noche santa, aquellos pastores viven una experiencia singular, «la gloria del Señor los envolvió de claridad» y fueron invitados a ir a Belén. «Fueron corriendo y encontraron a María y a José y al Niño Jesús acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño». ¿Qué contemplan aquellos pastores? ¿Q ué provocan Jesús, María y José en ellos y en nosotros?
1. Jesús: Contempla a hombres necesitados de amor, de sentido a la vida, de vivir haciendo el bien. Tú también eres pastor, en alguna ocasión o circunstancia lo hemos sido. Haciéndose Niño nos manifiesta, en la pequeñez, la grandeza de Dios y la belleza del hombre que se deja tocar por su ternura y amor. Nos provoca a vivir en la verdad de lo que somos: hijos de Dios y hermanos de entre los hermanos. Nos provoca a que descubramos que Dios nos ama. Se hace hombre y desea pasar por todas las etapas en las que se fragua la existencia humana. Con su silencio de niño recién nacido que no sabe, ni puede hablar, nos está enseñando a vivir con los otros incondicionalmente. Es Dios que ama y calla. Escucha lo que dicen quienes contemplan, en este caso los pastores, y cómo se admiran todos. Se muestra y se revela a los sencillos y pequeños.
2. José: Contempla a un hombre de fe. Vive para Jesús y María. También en tu vida surgen miedos. A san José le había paralizado y atenazado el miedo, al tener la noticia de que su mujer iba a tener un hijo sin vivir con Ella. Pero escucha a Dios que le dice a través del ángel: «No tengas miedo». Es en la escucha de Dios donde se quitan los miedos y donde se genera y engendra esperanza. En la escucha de Dios, José encontró la dichosa salida como dice san Juan de la Cruz. Nunca quedemos en la duda; fiarnos de Dios, establecer una confianza con Él, es todo un camino para vivir la familia.
3. María: Contempla a la mujer que nos enseña como buena Madre a dar los pasos que son más necesarios para un encuentro profundo con Dios y hacer posible y viable con alegría y gozo la familia. Ella da permiso a Dios para que entre en su vida y designios. Tiene una conversación que le hace ver con claridad que «nada hay imposible para Dios». Quizá María percibe esta realidad en aquellos pastores que cambian su vida por unas palabras muy sencillas: «Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad». María toma una decisión que cambia la historia. Dejemos que entre Dios en nuestra vida. Hagámoslo al estilo y manera de nuestra Madre: «aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu Palabra».
La Familia de Nazaret espera que sigas sus huellas. Ten presentes siempre las provocaciones que te hace esta familia. Cada miembro te pide algo diferente, responde con prontitud y alegría. Ama con el amor mismo de Dios, que se aprende contemplándolo y pasando largas horas de conversación con Él.
Con gran afecto, os bendice,
+Carlos Card. Osoro Sierra, arzobispo de Madrid
Alfa y Omega

Luz para alumbrar a las naciones.



Lectura del santo Evangelio según san Lucas 2, 22-35
Cuando se cumplieron los días de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo varón primogénito será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones».
Había entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo estaba con él. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo.
Y cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo acostumbrado según la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:
«Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz.
Porque mis ojos “han visto a tu Salvador”, a quien has presentado ante todos los pueblos: “luz para alumbrar a las naciones” y gloria de tu pueblo Israel».
Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo, diciendo a María su madre:
«Este ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción - y a ti misma una espada te traspasará el alma - para que se pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones».
Palabra del Señor.