"Las confesiones que da el Papa emérito le avalan, como puente, para poder decir que lo que está haciendo el Papa Francisco no sólo es necesario sino que él mismo, si hubiera sabido hacerlo, lo habría hecho". El arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, glosó esta noche, en el salón de actos del Arzobispado de Madrid, las "Últimas conversaciones" de Benedicto XVI, publicadas por el sello Mensajero, del Grupo de Comunicación Loyola.
"Este libro es la mejor presentación de quién es Benedicto XVI, y a la vez es un aval directo, explícito, de las líneas del pontificado del Papa Francisco", apuntó el neocardenal de Madrid, quien destacó la "delicadeza especial" de las palabras de Raztinger, quien "tuvo siempre claro que el amor al prójimo es algo importante"
"Es imposible entender los pontificados de Juan Pablo II y de Francisco, si no encontramos a Benedicto XVI", defendió Osoro, al igual que otro de los presentadores, el sacerdote y periodista Antonio Pelayo.
"Lo que más me ha sorprendido y emocionado es la extraordinaria libertad con la que Ratzinger habla de sí mismo y de su sucesor. Una extraordinaria libertad y una benevolencia especial con las personas a las que se refiere", destaca Pelayo, quien apuntó algunas de las anécdotas del Papa emérito.
"Ha escrito todos sus libros y discursos a lápiz y en taquigrafía. Con una caligrafía tan pequeña que sólo una señorita, Ingrid, era capaz de interpretar. Tiene un marcapasos, está prácticamente ciego del ojo izquierdo, no puede prescindir de la siesta", recalcó el periodista, quien apuntó que "se está preparando para morir, con una gran serenidad".
¿Quién supo de la renuncia de Benedicto XVI? Pelayo reveló que "sólo supo algo su hermano Georg , y unos días antes Ganswein. Y Sodano y Bertone lo supieron momentos antes bajo secreto pontificio, para que no se filtrara".
Precisamente, uno de los puntos flacos fue el de su secretario de Estado. "En mi opinión, su mayor error fue confiar durante ocho años en el cardenal Bertone", incidió Antonio Pelayo, quien insistió en que "Benedicto XVI no tuvo demasiada suerte. Fue elegido después de un pontificado gigantesco, como fue el de Juan Pablo II. Y encima le ha llegado la 'desgracia' de ser sucedido por otro gigante, que está dejando al planeta absorto y conmovido por sus tomas de posición, su libertad y su compromiso".
Pero "me atrevo a afirmar que sin Benedicto ni el pontificado de Juan Pablo II llegara a ser lo que fue, ni el de Francisco pueda ser lo que está siendo", pues Ratzinger fue el principal colaborador de Juan Pablo II. "No hay gesto, ni discurso importante del Papa Francisco que no haya pasado antes por la mesa del papa Ratzinger". Otra muestra del "apoyo afectivo, efectivo y ministerial de Benedicto XVI a Francisco".
Finalmente, Ramón Alfonso Díaz, director editorial de Grupo de Comunicación Loyola, glosó algunos de los aspectos incluidos en el libro, de "lectura esclarecedora". "Es un viaje al interior de un hombre que abre su mente, su corazón y su fe". A sus 89 años, "Benedicto mantiene su lucidez y una memoria privilegiada".