lunes, 7 de noviembre de 2016

Osoro: “Es imposible entender los pontificados de Juan Pablo II y de Francisco, si no encontramos a Benedicto XVI”

"Las confesiones que da el Papa emérito le avalan, como puente, para poder decir que lo que está haciendo el Papa Francisco no sólo es necesario sino que él mismo, si hubiera sabido hacerlo, lo habría hecho". El arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, glosó esta noche, en el salón de actos del Arzobispado de Madrid, las "Últimas conversaciones" de Benedicto XVI, publicadas por el sello Mensajero, del Grupo de Comunicación Loyola.
"Este libro es la mejor presentación de quién es Benedicto XVI, y a la vez es un aval directo, explícito, de las líneas del pontificado del Papa Francisco", apuntó el neocardenal de Madrid, quien destacó la "delicadeza especial" de las palabras de Raztinger, quien "tuvo siempre claro que el amor al prójimo es algo importante"
"Es imposible entender los pontificados de Juan Pablo II y de Francisco, si no encontramos a Benedicto XVI", defendió Osoro, al igual que otro de los presentadores, el sacerdote y periodista Antonio Pelayo.
"Lo que más me ha sorprendido y emocionado es la extraordinaria libertad con la que Ratzinger habla de sí mismo y de su sucesor. Una extraordinaria libertad y una benevolencia especial con las personas a las que se refiere", destaca Pelayo, quien apuntó algunas de las anécdotas del Papa emérito.
"Ha escrito todos sus libros y discursos a lápiz y en taquigrafía. Con una caligrafía tan pequeña que sólo una señorita, Ingrid, era capaz de interpretar. Tiene un marcapasos, está prácticamente ciego del ojo izquierdo, no puede prescindir de la siesta", recalcó el periodista, quien apuntó que "se está preparando para morir, con una gran serenidad".
¿Quién supo de la renuncia de Benedicto XVI? Pelayo reveló que "sólo supo algo su hermano Georg , y unos días antes Ganswein. Y Sodano y Bertone lo supieron momentos antes bajo secreto pontificio, para que no se filtrara".
 Precisamente, uno de los puntos flacos fue el de su secretario de Estado. "En mi opinión, su mayor error fue confiar durante ocho años en el cardenal Bertone", incidió Antonio Pelayo, quien insistió en que "Benedicto XVI no tuvo demasiada suerte. Fue elegido después de un pontificado gigantesco, como fue el de Juan Pablo II. Y encima le ha llegado la 'desgracia' de ser sucedido por otro gigante, que está dejando al planeta absorto y conmovido por sus tomas de posición, su libertad y su compromiso".
Pero "me atrevo a afirmar que sin Benedicto ni el pontificado de Juan Pablo II llegara a ser lo que fue, ni el de Francisco pueda ser lo que está siendo", pues Ratzinger fue el principal colaborador de Juan Pablo II. "No hay gesto, ni discurso importante del Papa Francisco que no haya pasado antes por la mesa del papa Ratzinger". Otra muestra del "apoyo afectivo, efectivo y ministerial de Benedicto XVI a Francisco".
Finalmente, Ramón Alfonso Díaz, director editorial de Grupo de Comunicación Loyola, glosó algunos de los aspectos incluidos en el libro, de "lectura esclarecedora". "Es un viaje al interior de un hombre que abre su mente, su corazón y su fe". A sus 89 años, "Benedicto mantiene su lucidez y una memoria privilegiada".

Las Puertas Santas de las basílicas papales en Roma cierran este domingo



Este domingo, 13 de noviembre, será efectuado el cierre de las Puertas Santas de las basílicas papales en Roma. De este modo, san Juan de Letrán celebrará una misa a las 17.30. Mientras que Santa María la Mayor lo hará a las 18.00. San Pablo Extramuros celebrará las vísperas y la misa a las 17.00.
Y de la misma forma sucederá con todas las Puertas Santas abiertas en todo el mundo durante este Año Jubilar de la Misericordia.
La última Puerta en cerrar será la de la Basílica de San Pedro, el 20 de noviembre, solemnidad de Cristo Rey. De este modo concluirá el Jubileo de la Misericordia.
Según los datos oficiales de la página web de Jubileo, en este año han llegado a Roma más de 20 millones de peregrinos.
El papa Francisco deseaba que este Jubileo extraordinario se viviera en todas las iglesias locales y de ahí la decisión de abrir Puertas Santas por todos los rincones de la tierra.
En una carta previa a la apertura del Año Santo, el Pontífice recordaba que para vivir y obtener la indulgencia los fieles están llamados a realizar una breve peregrinación hacia la Puerta Santa, abierta en cada catedral o en las iglesias establecidas por el obispo diocesano y en las cuatro basílicas papales en Roma, “como signo del deseo profundo de auténtica conversión”. Igualmente dispuso que se pudiera ganar la indulgencia en los santuarios donde se abra la Puerta de la Misericordia y en las iglesias que tradicionalmente se identifican como Jubilares.
Además, subrayaba que es importante que este momento esté unido, ante todo, “al sacramento de la reconciliación” y a la “celebración de la santa eucaristía con una reflexión sobre la misericordia”. Es necesario acompañar estas celebraciones con “la profesión de fe” y con la oración por el Santo Padre y por sus intenciones.

 Zenit

Papa: La trata y la explotación de seres humanos es un crimen

El Papa Francisco recibió en audiencia en la Sala Clementina del Palacio Apostólico del Vaticano, el primer lunes de noviembre, a los casi 130 participantes en el Encuentro sobre la Trata de seres humanos, organizado por “Renate”, es decir la Red Europea de Congregaciones Religiosas que se dedica, precisamente, a luchar para erradicar la trata y la explotación de seres humanos.
Al darles su cordial bienvenida, el Pontífice afirmó que oportunamente su Segunda Asamblea se realiza en Roma, durante el Jubileo Extraordinario de la Misericordia, que constituye un tiempo de gracia en el que todos estamos invitados a entrar más profundamente en este misterio de Dios.
“Una de las más dolorosas de estas heridas abiertas es la trata de seres humanos, una moderna forma de esclavitud, que viola la dignidad, don de Dios, en tantos hermanos y hermanas nuestros y que constituye un verdadero crimen contra la humanidad. Mientras mucho se ha hecho para conocer la gravedad y la extensión del fenómeno, mucho más queda por hacer para que se eleve el nivel de conciencia en la opinión pública y para establecer una mejor coordinación de esfuerzos por parte de los gobiernos, de las autoridades judiciales, legislativas y de los agentes sociales”.
El Sucesor de Pedro añadió que uno de los desafíos de su trabajo de sensibilización, educación y coordinación es esa cierta indiferencia, e incluso complicidad, que representa esa tendencia por parte de muchos de mirar hacia otra parte, tal como él mismo ha escrito en su Exhortación Apostólica Evangelii gaudium, sobre el anuncio del Evangelio en el mundo actual; mientras poderosos intereses económicos y redes criminales van adelante con sus actividades.
El Pontífice les expresó su aprecio por este empeño a fin de acrecentar la conciencia social acerca de la dimensión de esta plaga, que afecta de modo especial a las mujeres y a los niños. Y volvió a agradecerles el fiel testimonio del Evangelio de la misericordia que realizan, como lo demuestra su empeño en la recuperación y rehabilitación de las víctimas, a la vez que les dijo textualmente:
“Su actividad en este ámbito nos recuerda los enormes y, con frecuencia, silenciosos esfuerzos que han hecho durante muchos años las congregaciones religiosas, especialmente femeninas, atendiendo a quienes han sido heridos en su dignidad y marcados por sus experiencias. De modo especial pienso en la contribución específica ofrecida por las mujeres para acompañar a otras mujeres y niños en un itinerario profundo y personal de curación y de reintegración”.
Llamándolos “queridos amigos y amigas”, el Santo Padre se despidió de los participantes en esta Asamblea de la Red Europea de Congregaciones Religiosas, que lucha contra la trata y la explotación de seres humanos, manifestando su confianza en que sus trabajos contribuirán a que se lleve a cabo un más eficaz testimonio del Evangelio, en una de las grandes “periferias” de nuestra sociedad contemporánea.
Encomiendo a todos ustedes y a todas las personas a las que sirven – les dijo el Papa Bergoglio– a la amorosa intercesión de María, Madre de la Misericordia, a la vez que de corazón les impartió su bendición apostólica como prenda de alegría y de paz en el Señor. Y mientras les aseguró que los recuerda en su oración, Francisco les pidió que, por favor, no se olviden de rezar por él.
(María Fernanda Bernasconi - RV).
(from Vatican Radio)

¿Sabes lo que hace falta para que tu encuentro con Dios cambie tu vida?


Me gusta pensar que Dios me quiere a mí como soy. Tal como soy. Me quiere santo a mi manera, según mi forma de ser. Con mis pasiones y tensiones. Con mis defectos y mis límites. Desde mi verdad más honda. Dios no quiere que imite y yo a veces me empeño en seguir a otros, en actuar como otros, en pensar como piensan otros.

El padre José Kentenich me habla del peligro de simplemente imitar a los santos: “Ni siquiera el revivir la vida de los santos está al resguardo de suscitar el desarrollo de un impersonalismo, de criar esclavos, borregos, no personalidades vigorosas”[1].

Quiero ser santo desde mi originalidad, desde lo que soy. Con vigor, sin frenos. Y desde ahí, anclado en Dios, plasmar el mundo que Dios pone a mis pies en la fuerza de su Espírit
u.
Y también decía: “El santo de la vida diaria es el hombre que, a partir de una actitud sobrenatural, tiene un logrado dominio sobre la vida cotidiana habitual”[2]. Dominar mi vida desde Dios.
¿Domino yo mi vida o la vida me acaba dominando? Quiero vivir plenamente desde lo que yo soy. Quiero decidir yo, actuar yo, optar yo. Desde lo que soy.

Dios me quiere tal como me ha creado. Respeta mi camino original. No quiere que sea como otros. Dios me llama desde lo que soy. Y me pide que le dé lo que tengo, lo que he recibido, lo que he conquistado. Y convierte mi agua en vino, mi torpeza en fuente, mi debilidad en su fuego.

Lo he visto tantas veces en mi propia vida… Cuando soy débil en Él, soy fuerte. Eso siempre me da paz y me conforta. Me sostiene y me llena de esperanza. Puede hacer milagros con mi vida si yo le dejo entrar. Si pronuncio mi sí. Si me abandono en sus manos.

Cuando me dejo encontrar por Él en medio de mi vida, de mi camino. En lo cotidiano, cuando menos lo espero. Ese encuentro que cambia mi vida.

Por eso me gustan los encuentros de Jesús con personas en el Evangelio. Esos encuentros en los que mira a los hombres en su belleza interior. En medio del camino, en lo alto de un árbol, arrodillados a sus pies.

Los ama en lo que son, en medio de su vida cotidiana. Le importa lo que sucede en su corazón. Se conmueve, tiembla. Abraza, consuela. Levanta, da esperanza. Mira en silencio, sostiene su debilidad. Y tras encontrarse con Jesús, sus vidas cambian para siempre.

Como la mía cuando me encontré con Él en el camino. Cuando me llamó por mi nombre. Ese nombre que ni yo mismo sabía. Y me vio como soy. Y me dijo cómo era. Y le creí. Y entonces comencé a seguir sus pasos.

Por eso me gusta detenerme en el milagro de Dios en el corazón de cada hombre. En mi propia vida. Jesús y yo nos vamos encontrando en la vida. Nos buscamos, a veces yo voy delante y Él me sigue. A veces yo le persigo y Él marca mis huellas.

Y algunas veces, las tengo marcadas en mi alma y en mi historia, nos alcanzamos. Y todo cambia. Se subió a mi barca un día y todo fue diferente. Le dije que sí entre lágrimas. Sin entender demasiado. Sí a lo que Él quisiera. Sí a dónde Él fuera. Y seguí anclado en su tierra, en su vida. Porque así es Jesús cuando se detiene ante mí, ante los hombres.

Me conmovió su mirada. Y me tocaron sus palabras. Desde entonces me acostumbré a ir a su paso.
Pero es verdad que no todo el que se encuentra con Jesús cambia de vida. Jesús curó a muchos, pero no a todos les cambió la vida esa curación. Habló a muchos, pero sólo unos cuantos lo siguieron y comenzaron a vivir de otra forma.

Juega un papel la libertad humana. Jesús necesita que yo quiera estar con Él para siempre. No todo el que se encuentra con Jesús cambia. No todo el que conoce a hombres santos quiere ser santo. Hace falta un sí del alma. Un sí fiel y continuado. Un sí sostenido en el tiempo. Un sí robusto y alegre.

¿Qué me ha sucedido a mí a lo largo de mi vida? Cada encuentro con Él me ayuda a crecer en la conversión de mi corazón. No basta un solo encuentro. Necesito volver a empezar cada día. Si no sucede, si no me cambia por dentro, todo se queda en un cambio superficial.


Es verdad que puedo hablar de Él, cumplir sus preceptos, predicar con pasión. Puedo vivir en la Iglesia, pero sólo le seguiré de lejos. Todo se juega en el encuentro frente a frente. Dios y yo. Le digo que sí. Le sigo. Lo amo.

CARLOS PADILLA ESTEBAN
Aleteia.

Se acercaron sólo para reafirmar sus ideas y Jesús les respondió así


Dios siempre une. Nunca separa. Siempre allana caminos y destruye muros. Ante Él todos somos iguales.
Hoy en el evangelio saduceos y fariseos buscan a Jesús para aumentar el odio que se tienen: “En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan la resurrección, y le preguntaron”. No buscan la verdad, sólo quieren resaltar sus diferencias.
¡Cuántas veces en la historia Dios ha sido excusa para crear separaciones y muros! Pienso en la pena de Jesús hoy al escuchar esta pregunta. Dios siempre une. Lima diferencias. Restablece los vínculos rotos.
Me recuerda al papa Francisco en su visita a Suecia. Ha dicho: “La unidad entre los cristianos es una prioridad, porque reconocemos que entre nosotros es mucho más lo que nos une que lo que nos separa. El diálogo entre nosotros ha permitido profundizar la comprensión recíproca, generar mutua confianza y confirmar el deseo de caminar hacia la comunión plena”.
En Cristo todos somos hombres en búsqueda. La fe verdadera siempre me acerca al otro, sea cual sea su fe, su condición, sus ideas. Sea cual sea nuestra historia pasada de desencuentros y separaciones. Cristo nos une. Nunca nos aleja.
Pero la actitud del Papa ha puesto inseguros a algunos. Les hace dudar. Creo que el camino más cercano entre dos hombres es Dios. Pero también puede ser el más largo cuando las diferencias separan. ¡Cuántas veces usamos su nombre en vano! Como hoy en el evangelio.
A veces la idea de Dios separa y destruye. Dios, el Dios vivo, el Dios verdadero, sólo une, sólo acerca, sólo crea puentes. Nosotros tantas veces separamos.
Hoy se acercan unos hombres a Jesús sin confiar en Él. No quieren aprender de Él. Son saduceos y ya tienen su idea preconcebida sobre la vida y sobre la muerte. Sólo quieren usar a Jesús para demostrar frente a los fariseos que tienen razón. No están abiertos a Jesús.
No están dispuestos a desmontar todo lo que siempre han pensado para empezar un nuevo camino. A veces somos así. Tenemos nuestra idea de Dios. Y sólo buscamos formas de demostrar que tenemos razón, que estamos en lo cierto.
Nos parapetamos en nuestra postura. Nos cerramos. No nos abrimos al otro. No creemos estar equivocados. Eso es para mí envejecer. Es la incapacidad de abrirse a lo nuevo. De encontrarse con Jesús y convertir el corazón un poco más. No una vez, sino mil veces.
Me gustaría que Él me vaciase de mis posturas rígidas. Me gustaría volver siempre a comenzar de su mano.
Nosotros a veces hacemos lo mismo que los saduceos. Nos acercamos a Dios para que ratifique nuestra forma de pensar. Nuestros dogmas. Nuestras categorías inamovibles. Nuestra postura irreconciliable con otras.
Frente a Dios quisiera ser siempre un niño con capacidad para aprender. Quisiera ser capaz de abrir ventanas nuevas que nunca he abierto. Quisiera siempre fiarme de Dios, del Papa, de las personas a través de las cuales hoy Dios me habla.
Quiero reconocer que Jesús lleva las riendas de mi vida mejor que yo. Me gusta la gente firme, que sabe lo que quiere, que siente en su corazón una fe personal y original. Me gustan esa firmeza y esa claridad.
Pero también, lo reconozco, me gusta cuando esos mismos se rompen para volver a aprender todo de nuevo. Quiero ser así y dejarme complementar por otros.
Hoy estos saduceos no conocieron de verdad a Jesús. Se acercaron con su mente, no con su corazón. Y se acercaron con su idea ya hecha. Con su rabia contra los contrarios. Discutiendo sobre la vida eterna mientras tanta gente se moría de hambre, de enfermedad y soledad.
No reconocieron a Jesús ni vieron en Él al hombre que podía responder a su sed más honda. No vieron su misericordia ni se acercaron con el corazón abierto. Sólo buscaban demostrar que tenían razón. O mejor aún, demostrar que los fariseos no la tenían.
Pienso en la pena de Jesús. En su desilusión. No pudo llegar a todos los hombres. No pudo tocar el corazón de todos. Él vino a sanar a todos. Y no pudo.
Yo a veces no reconozco a Jesús en mi vida. Me pierdo en mis razones y teorías. Dios camina delante de mí, con su corazón abierto para amarme. Pero yo soy el que no estoy. Jesús tiene paciencia. Tiene un tesoro en su alma que a veces no le pido. No quiero vivir buscando respuestas que me dejen contento.
Jesús conoce el corazón de los que se acercan. Ve más allá de la pregunta. Y responde a su duda absurda basada en un caso imposible y poco real, alejado de la vida.
Jesús pierde su tiempo con ellos. Se pone a su altura sin problema. Va al fondo de la cuestión. Y les responde directamente, con nobleza y transparencia. Habla sobre la vida eterna.
No se lo han preguntado. Pero es la pregunta que todos llevamos grabada en el corazón. “Cómo será el cielo? ¿Cómo es la vida eterna? ¿Con quién estaremos al lado de Dios para siempre? “Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor ‘Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob’”.

CARLOS PADILLA ESTEBAN

Aleteia.

El Papa denuncia la "indiferencia, incluso complicidad" ante la trata de personas


Es uno de los temas en los que Francisco ha dedicado más tiempo y esfuerzos. La trata de personas, una lacra a nivel global que, sin embargo, se ve "con cierta indiferencia, e incluso complicidad"en las sociedades occidentales. Así de rotundo se mostró el Papa durante su encuentro con los participatnes de la II Asamblea de "RENATE", que esta semana se reúne en Roma bajo el lema "Terminar con el tráfico empieza por nosotros".
Acabar con la "nueva esclavitud" de seres humanos, frente a la "tendencia por parte de muchos a mirar hacia otro lado, mientras poderosos intereses económicos y redes criminales trabajan". Este fue el propósito formulado por Bergoglio ante los grupos que trabajan contra la trata de personas.
En su discurso, el Papa ha hecho referencia al Jubileo de la Misericordia, y ha explicado que "en este tiempo de gracia, todos somos invitados a entrar más profundamente en el misterio de la misericordia de Dios" y a "llevar el bálsamo de esta misericordia a las muchas heridas presentes en el mundo".
Así, ha indicado que una de las heridas abiertas más dolorosas es "la trata de seres humanos", una "forma moderna de esclavitud" que "viola la dignidad, don de Dios, en muchos de nuestros hermanos y hermanas" y constituye "un verdadero crimen contra la humanidad".
Así, Bergoglio ha reconocido que mientras que se ha hecho mucho para conocer "la gravedad y la extensión del fenómeno" queda mucho más que hacer para "alcanzar el nivel de conciencia en la opinión pública" y para establecer una mejor coordinación de esfuerzos por parte de los "gobiernos, de las autoridades jurídicas, de las legislativas y de los trabajadores sociales".
El Santo Padre ha expresado a los presentes su aprecio por su "compromiso para que crezca la conciencia social sobre la dimensión de esta plaga" que "golpea especialmente a las mujeres y a los niños". Del mismo modo les ha dado las gracias por su "fiel testimonio al Evangelio de la misericordia" como se ha demostrado "por vuestro compromiso en la recuperación y la rehabilitación de las víctimas".
Por otro lado, ha reconocido también la contribución específica ofrecida por mujeres "en el acompañar otras mujeres y niños en un profundo y personal itinerario de sanación y de reintegración".
Finalmente, el Pontífice se ha mostrado confiado en que el compartir experiencias, conocimientos y competencias contribuya "a un testimonio más eficaz del Evangelio en una de las periferias más grandes de nuestra sociedad contemporánea".
Jesús Bastante.


Si siete veces en un día vuelve a decirte: «Me arrepiento», lo perdonarás


Lectura del santo Evangelio según san Lucas 17, 1-6
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
«Es imposible que no haya escándalos; pero ¡ay del quien los provoca!
Al que escandaliza a uno de estos pequeños, más le valdría que le atacaran al cuello una piedra de molino y lo arrojasen al mar. Tened cuidado.
Si tu hermano te ofende, repréndelo, y si se arrepiente, perdónalo; si te ofende siete veces en un día, y siete veces vuelve a decirte: "Me arrepiento", lo perdonarás».
Los apóstoles le dijeron al Señor:
«Auméntanos la fe».
El Señor contestó:
- «Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera: "Arráncate de raíz y plántate en el mar." y os obedecería».
Palabra del Señor.