domingo, 19 de febrero de 2012

El peor mal de todos anida en el corazón del hombre

El peor mal de todos anida en el fondo del corazón del hombre. Y Jesús así nos lo deja ver cuando le presentan al paralítico. Antes de preocuparse por su enfermedad física, se compadece de su mal moral: "Confía, hijo -le dice-Tus pecados te son perdonados". Ése es el verdadero mal del ser humano, la causa y raíz de todos sus problemas: el pecado que lo esclaviza y paraliza. Y Cristo, Señor de la vida, va a liberar a ese hombre de su mal, comenzando a curar la parálisis de su alma.

Los escribas y fariseos, que escuchan a Jesús, comienzan a murmurar de Él: “Éste blasfema. ¿Quién puede perdonar los pecados sino sólo Dios?”. Y Jesús no desmiente esa afirmación. Pero les va a demostrar enseguida, con sus obras, que Él tiene ese poder que sólo pertenece a Dios, porque Él es verdaderamente el Hijo de Dios: “¿Qué es más fácil decir: tus pecados te son perdonados, o decir levántate y anda? Pues para que vean que el Hijo del hombre tiene en latierra poder de perdonar los pecados, le dijo al paralítico: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa. Sus obras, sus milagros son sólo una manifestación exterior de lo que su palabra y su poder operan realmente en el interior del ser humano.

¿Por qué, entonces, muchos cristianos dicen que no necesitan confesarse? ¿Que cómo Cristo los va a perdonar a ellos? O que ellos se confiesan en "línea directa" con Dios. Jesús acaba de hacer una confesión sacramental con este hombre. Y les mandó a sus apóstoles hacer ellos lo mismo: "A quienes les perdonen los pecados, les serán perdonados; y a quienes se los retengan, les quedan retenidos" (Jn 20,23). La palabra de Cristo es eficaz y Él sana de verdad las heridas más profundas del alma, nos libera de nuestros males y de nuestras angustias. Nos da vida eterna.

Pero, para ello, nos son necesarias tres cosas muy sencillas: tener fe en Él. Confianza en su poder y en su gracia, en su amor redentor y transformante. Y acercarnos a Él con la humildad del paralítico, sabiendo que Él nos dará la vida que tanto anhelamos.
P.Sergio Córdova

Señor, dame un corazón transparente como el tuyo.

Señor,
limpia mi corazón,
limpia lo empañado de mi corazón,
ilumina lo oscuro de mi corazón...

Señor, dame un corazón transparente como el tuyo.

Señor,
purifica mi corazón,
limpia mi mente de juicios negativos
y segundas intenciones,
libera micorazón de los apegos.

Señor, dame un corazón transparente como el tuyo.

Señor,
transforma mi corazón y mi mente,
que mis ruidos se silencien,
que lo complicado se simplifique,
que mi oscuridad se ilumine.

Señor,
dame un corazón limpio y transparente,
dame un corazón libre de apegos y prejuicios,
dame un corazón sencillo y humilde...

Señor, dame un corazón transparente como el tuyo.

Señor,
ábreme los ojos del corazón
para descubrirte en mi alma,
para descubrirte en el corazón de los demás.

Señor,
ábreme los ojos iluminados del corazón
para descubrirte en todas las cosas....

Señor, dame un corazón transparente como el tuyo.

Del libro "En ti vivimos Señor" De Manuel J. Fernández