lunes, 26 de julio de 2010

Santiago el Mayor por Benedicto XVI

De Santiago podemos aprender muchas cosas:


La prontitud para acoger la llamada del Señor incluso cuando nos pide que dejemos la "barca" de nuestras seguridades humanas.

El entusiasmo al seguirlo por los caminos que él nos señala más allá de nuestra presunción ilusoria.

La disponibilidad para dar testimonio de él con valentía, si fuera necesario hasta el sacrificio supremo de la vida.

Así, Santiago el Mayor se nos presenta como ejemplo elocuente de adhesión generosa a Cristo. Él, que al inicio había pedido, a través de su madre, sentarse con su hermano junto al Maestro en su reino, fue precisamente el primero en beber el cáliz de la pasión, en compartir con los Apóstoles el martirio.



Y al final,  podemos decir que el camino no sólo exterior sino sobre todo interior, desde el monte de la Transfiguración hasta el monte de la agonía, simboliza toda la peregrinación de la vida cristiana, entre las persecuciones del mundo y los consuelos de Dios, como dice el concilio Vaticano II. Siguiendo a Jesús como Santiago, sabemos, incluso en medio de las dificultades, que vamos por el buen camino.

miércoles, 21 de julio de 2010

Marta y María por Mons. Francesc Pardo i Artigas

Marta acoge a Jesús en casa, y puede simbolizar la fe que acoge a Jesús, y por ello se siente desasosegada y atareada, pues quiere obsequiarlo como se merece. ¡ES LA FE DE LAS PERSONAS ACTIVAS! María, su hermana, escucha a Jesús sentada a sus pies. ES LA FE DE LAS PERSONAS CONTEMPLATIVAS.


Las palabras de reproche de Jesús a Marta son pronunciadas cuando ella protesta porque su hermana no hace nada. Como si la actitud de escuchar, y escuchar a Jesús y contemplarlo, no fuera importante para acogerlo.

Es más bien una palabra de bendición de Jesús a María: “Ha escogido la parte mejor y no se la quitarán”.

¡ES LA FE DE LAS PERSONAS CONTEMPLATIVAS QUE ESCUCHAN Y MIRAN A JESÚS!

Y SEGUIDAMENTE DEBEMOS AÑADIR: NOSOTROS TAMBIÉN HEMOS DE SER COMO ESTAS PERSONAS.

Jesús aprovecha una ocasión muy corriente para decir algo harto repetido: “andas inquieta y nerviosa con tantas cosas; sólo una es necesaria”. Él mismo es lo único necesario.

La figura de María no simboliza el hecho de escuchar sin hacer nada. Es abrirse a Jesús, escuchar su palabra que ilumina el sentido de la vida; quiere decir orar, contemplar, leer, pensar, reflexionar, celebrar la fe. Se trata de callar y escuchar al Señor para aprender a vivir; sí, para aprender a vivir a su lado, para acogerlo de todo corazón.

¡La figura de Marta nos retrata muy bien a muchos de nosotros!, siempre preocupados por ofrecer lo mejor a Jesús y, por ello, inquietos, atareados, con frecuentes reuniones y actividades. El peligro reside en que al estar tan preocupados por “hacer”, por la acción, nos olvidemos de la persona y la dejemos sola.

No obstante, la acción es del todo necesaria. Desde el ejercicio de las responsabilidades cotidianas, hasta los compromisos de servicio y de transformación de la realidad.

Por todo ello, no hemos de escoger: o Marta o María, sino Marta y María, al mismo tiempo.

Todos sabemos por experiencia que, cuando nos invitan, nos complace todo lo que nos han preparado, lo que nos ofrecen, pero todavía nos gusta más que se ocupen de nosotros, que nos atiendan y nos acompañen.

Es cierto que en la vida no podemos serlo todo. Por esta razón en la vida cristiana hay el acento contemplativo, específico de los monjes y las monjas, y el acento de la vida activa, que corresponde a la mayoría de nosotros. También en este caso debemos buscar momentos, espacios, tiempos, celebraciones que nos ayuden a ser como María, a vivir el acento o la dimensión contemplativa.

Un ejemplo: en la Eucaristía repetimos con frecuencia: ¡El Señor esté con vosotros! Y esta es la gran verdad de la Eucaristía. Pero, para que la Iglesia pueda poner esta mesa han sido necesarias muchas Martas que la hayan dispuesto, y así, todos nosotros, como María, podemos acoger, escuchar, contemplar y amar a Jesús. Al mismo tiempo, muchas Marías nos recuerdan su importancia decisiva para nuestras vidas.

Mons. Francesc Pardo i Artigas

Obispo de Girona

lunes, 19 de julio de 2010

Marta y María

Aquí  os dejo una interpretación, hecha por San Agustín, del Evangelio de Jesús en casa de Marta y María. Espero que os haga reflexionar.

«En estas mujeres están representadas las dos vidas: la presente y la futura, la trabajosa y la que ha llegado al descanso, la necesitada y la bienaventurada, la temporal y la eterna» (·AGUSTIN-SAN:Serm. 104, 3, 4 en PL 38, 617 infra). Estaban, pues, en aquella casa las dos vidas y la fuente misma de la vida: en Marta la imagen de lo presente, en María la imagen de lo que está por venir. Lo que Marta hacía, eso somos aquí; lo que María hacia, es lo que esperamos» (Serm. 104, 3, 4 en PL 38, 618). Es decir, María y Marta designan según Agustín no dos posibilidades de esta vida, sino el término y el camino, el allende y el aquende. La figura de la vida en este mundo es Marta, para todos. Y María escogió "la mejor parte" sólo en cuanto que es tipo de lo permanente, de aquello que ya no se le quitará, de la hartura eterna por el Verbo en el nuevo mundo. (...)

JOSEPH RATZINGER

EL NUEVO PUEBLO DE DIOS


viernes, 16 de julio de 2010

¡ Qué suerte tenemos los cristianos !

En aquel tiempo, tomó Jesús la palabra y dijo: Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.

En este mundo tan competitivo, en el que lo importante es tener: dinero, poder, fama.....Muchas veces conseguidos por métodos poco ortodoxos, es fácil llegar al desencanto, al agobio, al estrés, incluso a la depresión.
Pero nosotros no estamos nunca solos: Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Jesús quiere que reconozcamos nuestras debilidades y nos acerquemos a Él, en la Eucaristía y en la oración, y nos va a aceptar y querer como somos, con nuestros defectos. Él es el único que puede darnos la paz.

También san Pablo lo experimentó en primera persona: “Muy gustosamente continuaré gloriándome en mis debilidades... y me complazco en las enfermedades, en los oprobios, en las necesidades, en las persecuciones, en los aprietos, por Cristo; pues cuando parezco débil, entonces es cuando soy fuerte” (II Cor 12, 9-10)
No podemos llegar a la paz hasta que no seamos sencillos y humildes: aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas.
Recemos entonces al Señor, que está siempre con nosotros, para que aprendamos de Él, nos abandonemos en su amor y llegue la verdadera paz a nuestras almas.
H de Carmen

martes, 13 de julio de 2010

Orar ante el Sagrario

Cuando las personas tienen mucho que pensar, mucho que caminar, mucho que correr... andan ahí, Señor, ahí afuera. Desde aquí se oye el clamor del mundo. Ruido de coches, motocicletas, ruido de gran tráfico y ajetreo, de velocidad, de impaciencia. Hace mucho calor. Afuera todo es gran agitación, ruido de vida...y la Vida está aquí. En esta soledad, en este silencio, en esta semipenumbra, en esta quietud...

La nave desierta... Mármol, vitrales, imágenes... nada tiene vida, todo es materia muerta, solo hay algo que tiembla, que se mueve, que parpadea... es la lámpara roja del Sagrario. Está señalando que en ese silencio, en esa quietud, en esa gran paz está Dios. Un Dios que siendo el Rey de todo lo creado, está oculto tras unas cortinillas y una pequeña puerta. Silenciosa y humilde espera. Entrega y sumisa esperanza de un Dios que es todo amor. Mansedumbre infinita, paciencia de siglos... Locura de amor de un Dios enamorado de sus criaturas. Sólo a un Dios que muere por amor se le podía haber ocurrido semejante entrega.

Ahí estás, Señor, encerrado en todos los Sagrarios del mundo, desde los de oro y piedras preciosas, en las imponentes y majestuosas catedrales hasta los más humildes y simples de madera, en las iglesias perdidas de las sierras y en las casi legendarias misiones. Ahí te quedaste, Señor, paciente y sumiso, esperando. Porque los enamorados no pueden dejar a quien aman y tu te ibas a la Casa del Padre Celestial, a tu verdadero Reino con tu Madre, con los Santos, con los Ángeles...y nosotros aquí, solos, tropezando, cayendo perdiendo el CAMINO..., teniendo cada vez más lejano, más borroso, el recuerdo de tu paso por la tierra.

Pero no, te quedaste aquí, dando todo por nada; esperando, siempre esperando en tu gran locura de amor; para que sepamos que no te fuiste, que estás aquí, para ser nuestro alimento, carne de nuestra carne, sangre de nuestra sangre; para compartir nuestra alegría, para acompañarnos en nuestra soledad y nuestras penas.

¡Supremo amor de todos los amores que no pudo dejar solo al corazón del hombre porque sabía que tarde o temprano el corazón del hombre lo buscaría, lo necesitaría, lo llamaría... Y Él, sin pérdida de tiempo le daría la respuesta de amor:
- Aquí estoy, siempre me quedé contigo...nunca me fui, siempre te estoy esperando...

Ma Esther de Ariño

Me impresionó mucho este artículo y por eso lo he querido compartir con voasotros. Espero que os guste, os emocione y os haga pensar tanto como a mí.
MEMM

domingo, 11 de julio de 2010

Parábola del buen samaritano. Benedicto XVI

 En la parábola del buen samaritano, el camino de  Jesrusalén a Jericó aparece, pues, como imagen de la historia universal: el hombre que yace medio muerto a lo largo del camino es imagen de la humanidad. El sacerdote  el levita pasan de largo: de aquello que es propio de la dehistoria, de sus culturas y religiones, no viene salvación alguna.

Si el hombre atracado es por antonomasia la imagen de la humanidad, entonces el samaritano sólo puede ser la imagen de Jesucristo.

Dios mismo, que para nosotros es el extranjero, el lejano, se ha puesto en camino para hcerse cargo de su criatura maltratada. Dios, el lejano, en Jesucristo se convierte en prójimo. Cura con aceite y vino nuestras heridas -don salvífico de los sacramentos- y nos lleva a la posada , la Iglesia, en la que dispone que nos cuiden.

Esta forma es una contemplación profunda de la parábola que no afecta, pues no mitiga el gran imperativo que encierra la parábola, sino que le da toda su grandeza.

Por fin descubrimos que para que nosotros podamos amar, necesitamos recibir el amor que Dios nos regala.

Necesitamos siempre a Dios, que se convierte en nuestro prójimo, para que nosotros podamos a su vez ser prójimos.

Del libro Jesús de Nazaret de Benedicto XVI.

MEMM

viernes, 9 de julio de 2010

ORACIÓN DE LA TARDE

Amo, Señor, tus sendas y me es suave la carga
(la llevaron tus hombros) que en mis hombros pusiste,
pero a veces encuentro que la jornada es larga,
que el cielo, ante mis ojos, de tinieblas se viste.

Que el agua del camino es amarga..., es amarga,
que se enfría este ardiente corazón que me diste;
y una sombra y honda desolación me embarga
y siento el alma triste hasta la muerte triste...

El espíritu débil y la carne cobarde;
lo mismo que el cansado labriego, por la tarde,
de la dura fatiga quisiera reposar

Más entonces me miras..., y se llena de estrellas,
Señor, la oscura noche; y detrás de tus huellas,
con  la cruz que llevaste, me es dulce caminar.

MEMM

jueves, 8 de julio de 2010

Profetas

Un amig@ nos ha hecho una consulta sobre los profetas:

Los profetas fueron personas, miembros todos ellos del pueblo de Dios, que, habiéndose dejado transformar por la acción salvadora de Dios, en su Nombre, intentaron hablar a los suyos a sus paisanos y amigos, para que cambiaran de actitud y salvaran sus vidas.

Los profetas, impulsados por el Señor, invitaron a los israelitas a que no se resistieran a la luz y que salieran de sus tinieblas.

Los profetas intentaron, asimismo, que los israelitas comprendieran lo mucho que Dios les quería, que se rindieran a su amor y que se arrepintieran, por tanto, de sus malas acciones para que, sanado su corazón, pudieran vivir en auténtica libertad, como hijos de Dios y miembros de su pueblo santo.

Por tanto, tienen doble finalidad; ANUNCIAR Y DENUNCIAR.

Los profetas procedían de todos los estratos de la población. Había entre ellos campesinos iletrados y pastores, había también personas de linaje real y gran instrucción.

De entre las comunidades proféticas salieron acusadores intrépidos de la idolatría, indoblegables custodios y difusores de la Fe en Dios, hombres templados, que no temían decirles a los reyes y a los poderosos de este mundo la verdad en la cara. Por esto, no pocas veces los profetas se exponían a persecuciones y terminaban su vida con el martirio.

También estudiaban las Escrituras, oraban a Dios, copiaban los libros, escribían las crónicas, las cuales sirvieron luego de material para la composición de los libros históricos de la Biblia.

Hay cuatro Profetas llamados "mayores", y trece llamados "menores". Esta designación solo corresponde al tamaño de los libros.

Los cuatro mayores son: Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel

Los trece menores son: Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahúm, Habacuc, Sofonías, Ageo, Zacarías, Malaquías y Baruc.

Entre los muchos sitios en que se puede consultar, están: http://www.es.catholic.net/conocetufe/804/2778/articulo.php?id=27374
y en: http://www.aciprensa.com/Biblia/profemen.htm
Y sobre todo en la Biblia.
MEMM

martes, 6 de julio de 2010

El profeta Oseas

Todo el mensaje de Oseas tiene como tema principal el amor del Señor despreciado por su Pueblo.
Su dramática experiencia conyugal le hizo penetrar en los secretos del corazón de Dios, que ama a Israel como un padre a su hijo y un esposo a su esposa.
Él es el primero entre los profetas que describe la relación entre el Señor e Israel en términos de unión matrimonial.
El Dios de Oseas es un Dios apasionado, que se expresa con el lenguaje del amor: él manifiesta su ternura, sus celos, su ardiente deseo de ser correspondido y su violenta indignación al verse traicionado.
Pero esa ternura no es un signo de debilidad. Es la fuerza de Dios, capaz de transformar al hombre y de hacer desaparecer en él hasta el recuerdo del pecado. Por eso su última palabra no es de rechazo y de condenación, sino que anuncia en términos de "alianza" una maravillosa restauración.


Le pediré cuenta por los días de los Baales,
a los que ella quemaba incienso,
cuando se adornaba con su anillo y su collar
e iba detrás de sus amantes,
olvidándose de mí –oráculo del Señor–.

 Por eso, yo la seduciré,
la llevaré al desierto
y le hablaré a su corazón.

 Desde allí, le daré sus viñedos
y haré del valle de Acor
una puerta de esperanza.
Allí, ella responderá
como en los días de su juventud,
como el día en que subía del país de Egipto.

Aquel día –oráculo del Señor–
tú me llamarás: "Mi Esposo"
y ya no me llamarás: "Mi Baal".

viernes, 2 de julio de 2010

Vocación de San Mateo

San Mateo era un cobrador de impuestos, un pecador y Jesús le llamó a seguirle y nada menos que para ser uno de sus apóstoles. ¡ Qué vería Mateo en Jesús , que le siguió inmediatamente!

También Jesús nos llama a cada uno de nosotros, nos llama con cariño, con delicadeza, con todo su amor y ¡cuánta paciencia!. Nosotros a veces le decimos, sí, pero tardamos, nos cuesta desprendernos de nuestro pecado. Otras veces respondemos entusiasmados, pero, ¡es tan dícil!

En algunas ocasiones todo está en contra nuestra, nuestros compañeros , nuestros amigos. No nos entienden, no quieren comprender. Pero ahí está Jesús,  a nuestro lado siempre, acompañándonos y dándonos fuerzas para que le sigamos.
Pidamos al Señor que nos ayude en nuestro camino.
H de Carmen