domingo, 30 de junio de 2013

DIOS Y NUESTRO DESTINO

SEGUIR A JESÚS


Cristo mismo le dice: "Sígueme", pidiéndole un corte radical con los vínculos familiares. Estas exigencias pueden parecer demasiado duras, pero en realidad expresan la novedad y la prioridad absoluta del reino de Dios, que se hace presente en la Persona misma de Jesucristo.

En última instancia, se trata de la radicalidad debida al Amor de Dios, al cual Jesús mismo es el primero en obedecer. Quien renuncia a todo, incluso a sí mismo, para seguir a Jesús, entra en una nueva dimensión de la libertad, que san Pablo define como "caminar según el Espíritu". "Para ser libres nos libertó Cristo" -escribe el Apóstol- y explica que esta nueva forma de libertad que Cristo nos consiguió consiste en estar "los unos al servicio de los otros". Libertad y amor coinciden. Por el contrario, obedecer al propio egoísmo conduce a rivalidades y conflictos.

Queridos amigos, está llegando a su fin el mes de junio, caracterizado por la devoción al Sagrado Corazón de Cristo. Precisamente en la fiesta del Sagrado Corazón renovamos con los sacerdotes del mundo entero nuestro compromiso de santificación. Hoy quiero invitar a todos a contemplar el misterio del Corazón divino-humano del Señor Jesús, para beber de la fuente misma del Amor de Dios. 

Quien fija su mirada en ese Corazón atravesado y siempre abierto por amor a nosotros, siente la verdad de esta invocación: "Sé tú, Señor, mi único bien", y está dispuesto a dejarlo todo para seguir al Señor. ¡Oh María, que correspondiste sin reservas a la llamada divina, ruega por nosotros!
(Benedicto XVI, 27 de junio de 2010).


Jesús, ayúdanos a seguirte con generosidad, a seguirte con todo nuestro amor hacia Ti. Que TÚ seas el centro de nuestra vida, que todos nuestros actos sean por Ti y para Ti. Que seas nuestro compañero en el camino, nuestro guía en los momentos de duda, nuestro apoyo en los momentos difíciles.
Te queremos, Señor, pero necesitamos tu ayuda, solos no podemos, QUEREMOS QUE SEAS NUESTRO GUÍA EN EL CAMINO HACIA TI.  

sábado, 29 de junio de 2013

Pedro y Pablo, mártires de Jesucristo

Dice san Agustín que el martirio de san Pedro y san Pablo significan una misma realidad, por eso la Iglesia los celebra juntos en un mismo día… es el celo del discípulo que está dispuesto a llegar al extremo con tal de llevar el Mensaje del Evangelio a todos


De los Sermones de san Agustín

Sermón 295, 1-2. 4. 7-8: PL 38, 1348-1352

El día de hoy es para nosotros sagrado, porque en él celebramos el martirio de los santos apóstoles Pedro y Pablo. No nos referimos, ciertamente, a unos mártires desconocidos. A toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje. Estos mártires, en su predicación, daban testimonio de lo que habían visto con un desinterés absoluto, dieron a conocer la verdad hasta morir por ella.


San Pedro, el primero de los apóstoles, que amaba ardientemente a Cristo, y que llegó a oír de él estas palabras: Ahora te digo yo: Tú eres Pedro. Él había dicho antes: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo. Y Cristo le replicó: «Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Sobre esta piedra edificaré esta misma fe que profesas. Sobre esta afirmación que tú has hecho: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo, edificaré mi Iglesia. Porque tú eres «Pedro». «Pedro» es una palabra que se deriva de «piedra», y no al revés. «Pedro» viene de «piedra», del mismo modo que «cristiano» viene de «Cristo».
De Tengo sed de Ti.   Ver más

viernes, 28 de junio de 2013

¿Quién es justo ante el Señor?



Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda
y habitar en tu monte santo?

El que procede honradamente 
y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales
y no calumnia con su lengua,
el que no hace mal a su prójimo 
ni difama al vecino,
el que considera despreciable al impío
y honra a los que temen al Señor,
el que no retracta lo que juró
aun en daño propio,
el que no presta dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.
El que así obra nunca fallará.
 
 
Salmo 14

martes, 25 de junio de 2013

OSTENSION SÁBANA SANTA EN LA CATEDRAL DE TURÍN

Papa Francisco, frases para pensar

De la hoja Parroquial.

La mirada al cielo

Es la mirada que diferencia al hombre de todos los demás animales. Sólo la criatura humana levanta la cabeza para contemplar el firmamento; sólo el hombre busca en lo alto, en Dios, el sentido de su existencia.
 
Los ojos fijos en el cielo, en su Padre, han caracterizado toda la vida de Jesús. No obstante en algunos pasajes del evangelio se hace notar explícitamente este gesto suyo de mirar  lo alto.
 
Antes de multiplicar los panes, alza los ojos al Padre (Mt 14, 19). Antes de pronunciar la palabra efetá y de abrir los ojos del sordo contempla el cielo (Mc 7,34), el lugar donde, según la concepción religiosa de los israelitas, se encuentra el trono de Dios.
 
Su mirada indica la dirección en la que debe orientar los ojos todo el que busque alimento para su vida y palabras de salvación. Sólo de lo alto viene la luz que da sentido a la alegría y al dolor, a los éxitos y a los fracasos, a las traiciones, a la soledad y al mayor de todos los enemigos: la muerte.
 
En el rostro de Jesús brilla la mirada del hombre auténtico, del hombre logrado según Dios: la mirada de quien, aun estando comprometido en las realidades materiales, mantiene los ojos abiertos al cielo, consciente de ser no sólo "el mejor de los animales" sino incluso "poco inferior a los ángeles"(Sal 8, 6)
 
Del libro "Tenía rostro y palabras de hombre" Armellini y Moretti.
 
 
 

lunes, 24 de junio de 2013

El Papa Francisco invita a "perder la vida por Cristo", cumpliendo el propio deber con amor


VATICANO, 23 Jun. 13 / 10:14 am (ACI/EWTN Noticias).- En sus palabras previas al rezo del Ángelus, ante los miles de fieles y peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco exhortó a “‘perder la vida’ por Cristo, cumpliendo el propio deber con amor”.

El Santo Padre señaló que “en el Evangelio de este domingo resuena una de las palabras más incisivas de Jesús: ‘Quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, ése la salvará’”.

“Aquí hay una síntesis del mensaje de Cristo, y está expresada con una paradoja muy eficaz, que nos hace conocer su modo de hablar, casi nos hace sentir su voz”.

El Papa explicó que “perder la vida por causa de Jesús” puede “suceder de dos maneras explícitamente confesando la fe, o implícitamente defendiendo la verdad”.

“Los mártires son el máximo ejemplo del perder la vida por Cristo. En dos mil años son una fila inmensa de hombres y mujeres que han sacrificado su vida por permanecer fieles a Jesucristo y a su Evangelio. Y hoy, en muchas partes del mundo son tantos, tantos, más que en los primeros siglos, tantos mártires que dan su vida por Cristo”.

Francisco remarcó que “esta es nuestra Iglesia, hoy tenemos más mártires que en los primeros siglos. Pero también está el martirio cotidiano, que no comporta la muerte pero que también es un ‘perder la vida’ por Cristo, cumpliendo el propio deber con amor, según la lógica de Jesús, la lógica de la donación, del sacrificio”.

“Pensemos: ¡cuántos papás y mamás cada día ponen en práctica su fe ofreciendo concretamente su propia vida por el bien de la familia! Pensemos en esto. ¡Cuántos sacerdotes, religiosos y religiosas desarrollan con generosidad su servicio por el Reino de Dios! ¡Cuántos jóvenes renuncian a sus propios intereses para dedicarse a los niños, a los minusválidos, a los ancianos…! ¡También estos son mártires, mártires cotidianos, mártires de la cotidianidad!”.

El Santo Padre recordó que “hay tantas personas, cristianos y no cristianos, que “pierden su propia vida’ por la verdad. Y Cristo ha dicho ‘yo soy la verdad’, por tanto, quien sirve a la verdad sirve a Cristo”.

“Una de estas personas, que ha dado su vida por la verdad es Juan el Bautista: precisamente mañana, 24 de junio, es su fiesta grande, la solemnidad de su nacimiento”.

El Papa indicó que “Juan fue elegido por Dios para ir delante de Jesús a preparar su camino, y lo indicó al pueblo de Israel como el Mesías, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Juan se consagró completamente a Dios y a su enviado, Jesús. Pero al final, ¿qué sucedió?, murió por causa de la verdad, cuando denunció el adulterio del rey Herodes y de Herodías”.

“¡Cuántas personas pagan a caro precio el compromiso por la verdad! ¡Cuántos hombres rectos prefieren ir contracorriente, con tal de no renegar la voz de la conciencia, la voz de la verdad!”.

Francisco también pidió a los jóvenes que “no tengan miedo de ir contracorriente”.

“Cuando te quieren robar la esperanza, cuando te proponen estos valores que son valores descompuestos, valores como la comida descompuesta, cuando un alimento está mal nos hace mal. Estos valores nos hacen mal por eso debemos ir contracorriente”.

“Y ustedes jóvenes son los primeros que deben ir contracorriente. Y tener esta dignidad de ir precisamente contracorriente. ¡Adelante, sean valientes y vayan contracorriente! Y estén orgullosos de hacerlo”.

El Papa exhortó a los fieles a recibir “con alegría esta palabra de Jesús. Es una regla de vida propuesta a todos. Y que san Juan Bautista nos ayude a ponerla en práctica”.

“Por este camino nos precede, como siempre, nuestra Madre, María Santísima: ella perdió su vida por Jesús, hasta la Cruz, y la recibió en plenitud, con toda la luz y la belleza de la Resurrección. Que María nos ayude a hacer cada vez más nuestra la lógica del Evangelio”, concluyó.



Arciprensa

sábado, 22 de junio de 2013

Dios mío, confío en Ti.

Dijo Jesús:

¿Quién de ustedes, a fuerza de preocuparse, puede prolongar su vida siquiera un momento ¿Y porqué se preocupen por el vestido? Miren cómo crecen los lirios del campo que no trabajan ni hilan. Pues bien, yo les aseguro que ni Salomón, en el esplendor de su gloria, se vestía como uno de ellos. Y si Dios viste así a la hierba del campo, que hoy florece y mañana es echada al horno, ¿no hará mucho más por ustedes, hombres de poca fe? No se inquieten, pues, pensando: ¿Qué comeremos o qué beberemos o con qué nos vestiremos? Los que no conocen a Dios se desviven por todas estas cosas; pero el Padre celestial ya sabe que ustedes tienen necesidad de ellas. Por consiguiente, busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas se les darán por añadidura. No se preocupen por el día de mañana, porque el día de mañana traerá ya sus propias preocupaciones. A cada día le bastan sus propios problemas"

Ante la situación de tantas personas, cercanas o lejanas, que viven en la miseria, estas palabras de Jesús podrían parecer poco realistas o, incluso, evasivas. 

En realidad, el Señor quiere dar a entender con claridad que no es posible servir a dos señores: a Dios y a la riqueza. Quien cree en Dios, Padre lleno de amor por sus hijos, pone en primer lugar la búsqueda de su reino, de su voluntad. Y eso es precisamente lo contrario del fatalismo o de un ingenuo irenismo. 

La fe en la Providencia, de hecho, no exime de la ardua lucha por una vida digna, sino que libera de la preocupación por las cosas y del miedo del mañana. Es evidente que esta enseñanza de Jesús, si bien sigue manteniendo su verdad y validez para todos, se practica de maneras diferentes según las distintas vocaciones: un fraile franciscano podrá seguirla de manera más radical, mientras que un padre de familia deberá tener en cuenta sus deberes hacia su esposa e hijos. 

En todo caso, sin embargo, el cristiano se distingue por su absoluta confianza en el Padre celestial, como Jesús. Precisamente la relación con Dios Padre da sentido a toda la vida de Cristo, a sus palabras, a sus gestos de salvación, hasta su pasión, muerte y resurrección. Jesús nos demostró lo que significa vivir con los pies bien plantados en la tierra, atentos a las situaciones concretas del prójimo y, al mismo tiempo, teniendo siempre el corazón en el cielo, sumergido en la misericordia de Dios. 
Benedicto XVI, Ángelus del 27de febrero de 2011.

jueves, 20 de junio de 2013

Papa Francisco: La Iglesia

Deseo hoy hablar sobre otra expresión conciliar para referirse al misterio de la Iglesia, la de cuerpo: La Iglesia, Cuerpo de Cristo. 


Ser parte del Cuerpo de Cristo es estar unidos al Hijo y recibir su vida divina, viviendo cristianamente, estando unidos al Papa y a los Obispos que son instrumentos de comunión, aprendiendo a superar egoísmos y divisiones, armonizando la variedad y riquezas de cada uno para amar cada vez más a Dios y al prójimo.



Jesús convoca de entre todos los pueblos a sus hermanos, les comunica su Espíritu y los constituye místicamente en su cuerpo. 

La Iglesia no es una asociación asistencial, cultural o política; es un cuerpo vivo, que camina y actúa en la historia, que tiene a Jesucristo como cabeza que lo guía, lo alimenta y lo ayuda.

 Como el cuerpo no puede sobrevivir separado de la cabeza, tampoco la Iglesia separada de Cristo. Debe permanecer unida a Él, permitiéndole que actúe en ella, que su palabra la guíe, que su presencia eucarística la nutra y anime, que su amor la fortalezca para ir en ayuda del necesitado. 

martes, 18 de junio de 2013

GRACIAS, SEÑOR

Gracias, Señor, por el día,
por tu mensaje de amor
que nos das en cada flor;
por esta luz de alegría,
te doy las gracias, Señor.

Gracias, Señor, por la espina
que encontraré en el sendero,
donde marcho pregonero
de tu esperanza divina;
gracias, por ser compañero.

Gracias, Señor, porque dejas
que abrase tu amor mi ser,
porque haces aparecer
tus flores a mis abejas,
tan sedientas de beber.

Gracias por este camino,
donde caigo y me levanto,
donde te entrego mi canto
mientras marcho peregrino,
Señor, a tu monte santo.

Gracias, Señor, por la luz
que ilumina mi existir;
por este dulce dormir
que me devuelve a tu cruz.
¡Gracias, Señor, por vivir! Amén.

-Himno de los Laudes, Liturgia de las Horas

domingo, 16 de junio de 2013

Papa Francisco: La compasión de Jesús es como el amor de una madre

“La piedad popular- ha dicho- valoriza mucho los símbolos, y el Corazón de Jesús es el símbolo por excelencia de la misericordia de Dios; pero no es un símbolo imaginario, es un símbolo real, que representa el centro, la fuente de la que ha brotado la salvación para toda la humanidad”. 

Entre las diversas referencias de los textos evangélicos al Corazón de Jesús, el Papa ha subrayado la del relato de la muerte de Cristo según san Juan: Cuando Jesús ya estaba muerto un soldado le atravesó el costado con la lanza, y en seguida brotaron sangre y agua.”Juan reconoció en aquel signo, aparentemente casual, el cumplimiento de las profecías: del corazón de Jesús, Cordero inmolado sobre la cruz, brotan el perdón y la vida”.


Pero la misericordia de Jesús “no es sólo un sentimiento: es una fuerza que da vida, ¡que resucita al hombre!”, como dice el Evangelio de hoy que habla de la compasión de Cristo por la viuda de Naín, que estaba a punto de enterrar a su único hijo cuando pasa Jesús. “Dice el evangelista Lucas: “Al verla, el Señor se conmovió”. 

Esta “compasión” es el amor de Dios por el hombre, es la misericordia, o sea la actitud de Dios en contacto con la miseria humana, con nuestra indigencia, nuestro sufrimiento, nuestra angustia. El término bíblico “compasión” recuerda las entrañas maternas: la madre, efectivamente, siente de una forma que es sólo suya el dolor de los hijos. Así nos ama Dios, dice la Escritura”.


“Y ¿cuál es el fruto de este amor, de esta misericordia? ¡Es la vida! Jesús dice a la viuda de Naín: “¡No llores!” y luego llama al muchacho muerto y lo despierta como de un sueño. Pensemos en esto. La misericordia de Dios da vida al hombre, lo resucita de la muerte. El Señor nos mira siempre con misericordia... nos espera con misericordia. ¡No tengamos miedo de acercarnos a Él! ¡Tiene un corazón misericordioso! Si le enseñamos nuestras heridas interiores, nuestros pecados, nos perdona siempre. ¡Es pura misericordia!”. 
Papa Francisco (11 de junio de 2013)

Desde el pecado hacia el amor


El pecado deja huellas profundas y heridas duraderas. Uno de sus mayores daños consiste en hundir al pecador en la tristeza, la amargura, la desesperanza. Otro daño es el de la dejadez: si caigo una y otra vez en lo mismo, ¿para qué luchar por el cambio? Un daño más profundo y sutil consiste en llegar a la idea de que, en el fondo, el pecado no es tan malo, incluso podría ser bueno para uno en su situación actual...

Para el cristiano, el pecado es siempre una grave ofensa al amor. El pecado lleva al hombre a ir contra Dios, al optar por su egoísmo, y contra el prójimo, al preferir el propio bienestar en perjuicio de otros.

Pero si la ofensa es grave, si implica un desorden en el universo, la mano tendid
a de Dios puede provocar un cambio radical, incluso una situación paradójicamente favorable para el bien.

El pecador que pide misericordia, que se siente perdonado, permite el ingreso en el mundo de una inmensa infusión de bien y de esperanza. La acción de Dios, al ofrecer su perdón, suscita en los corazones una "nueva creación".

"Convertíos y apartaos de todos vuestros crímenes; no haya para vosotros más ocasión de culpa. Descargaos de todos los crímenes que habéis cometido contra mí, y haceos un corazón nuevo y un espíritu nuevo. ¿Por qué habéis de morir, casa de Israel? Yo no me complazco en la muerte de nadie, sea quien fuere, oráculo del Señor Yahvéh. Convertíos y vivid" (Ez 18,30-32).

El corazón que se deja tocar por el perdón de Dios entra en una nueva vida, empieza a existir en el Reino de la misericordia. Si antes sufría bajo las cadenas del pecado, ahora goza en el mundo del amor.

Los que antes éramos "no-pueblo" podemos llegar a ser Pueblo de Dios. Los que vivíamos sin compasión, podemos ahora ser compadecidos (cf. 1P 2,10).

La Encarnación, la Muerte, la Resurrección de Cristo, han abierto las puertas de los cielos, han abierto las puertas de la misericordia. Si el pecado introdujo el misterio del mal en el mundo, la obediencia del Hijo al Padre ha provocado la revolución más profunda en la historia humana: el perdón.

Quien acoge ese perdón, quien se deja tocar por el Amor redentor de Cristo, ya no puede volver a pensar ni a vivir como pecador. Paradójicamente, el pecado "provocó" la llegada de la gracia. Quien ha sido tocado por la misericordia, quien ha abierto su alma a la conversión, empieza a vivir en el mundo del amor.

"¿Qué diremos, pues? ¿Que debemos permanecer en el pecado para que la gracia se multiplique? ¡De ningún modo! Los que hemos muerto al pecado ¿cómo seguir viviendo en él? ¿O es que ignoráis que cuantos fuimos bautizados en Cristo Jesús, fuimos bautizados en su muerte? Fuimos, pues, con él sepultados por el bautismo en la muerte, a fin de que, al igual que Cristo fue resucitado de entre los muertos por medio de la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva. Porque si nos hemos hecho una misma cosa con él por una muerte semejante a la suya, también lo seremos por una resurrección semejante; sabiendo que nuestro hombre viejo fue crucificado con él, a fin de que fuera destruido este cuerpo de pecado y cesáramos de ser esclavos del pecado" (Rm 6,1-6).

Desde el pecado, borrado por la Cruz del Señor, podemos avanzar hacia el amor. Quien ha recibido tanto amor, sólo puede responder con amor. Quien ha sido perdonado, empieza a comprender que también él necesita perdonar a sus hermanos (cf. Lc 6,37).

Sólo entonces seremos semejantes al Padre de los cielos, que es bueno con todos, también con los ingratos y los perversos (cf. Lc 6,35).

Porque tristemente un día fui pecador. Pero Jesús, en su bondad, me dijo: "Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más" (Jn 8,11).
P.Fernando Pascual

lunes, 10 de junio de 2013

Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo

En la vida espiritual de los cristianos y en su acción apostólica y pastoral debe prevalecer la imagen de Dios Padre de misericordia  tal como se nos ha revelado en Jesucristo su Hijo.


La aportación más decisiva de la misión de Jesús es que nos trae a Dios, Dios se revela así  para nosotros como Dios del Hijo: "Padre de nuestro Señor Jesucristo"

Por eso la relación única y singular de Jesús con Dios cambió el lenguaje de los discípulos y su conocimiento de Dios. Jesús nos muestra la posibilidad de nuestra relación de hijos respecto a Dios Padre. San Pablo nos indica que podemos de verdad llamar  Padre a Dios .

Unidos a Jesús y con la gracia del Espíritu Santo podemos sentirnos verdaderamente  hijo de Dios  que de algún modo participamos de la vida de Dios Padre.

La fe en el amor paterno de Dios nos lleva a una relación de confianza filial en Él y de entrega a su amor .

Un ejemplo elocuente: Santa Teresa de Lisieux , Doctora de la Iglesia.  Poniendo toda su confianza en Dios decía: "Comprendí que el amor encerraba en sí todas las vocaciones, que el amor lo era todo, que el amor abarcaba todos los tiempos y lugares....En una palabra, ¡que el amor es eterno...! ¡Al fin he encontrado mi vocación! ¡Mi vocación es el amor!...En el corazón de la Iglesia, mi Madre yo seré el amor...Así lo seré todo..." (Santa Teresa del Niño Jesús, Obras completas, Burgos 1996, p. 261)

Elías Yanes  (Arzobispo Emérito de Zaragoza)

Eres preciosa ante los ojos de Dios

Quiero contarte una historia real... una historia que tú conoces bien... tú historia...!

Tú eres preciosa ante los ojos de Dios... única e irrepetible... fue por ti que Jesús decidió hacerse hombre y morir en la cruz... fue por ti que ÉL entregó hasta la última gota de su sangre... pero aunque le amas y aunque crees en ÉL... hay momentos que te alejas de su lado... el pecado... las heridas... esas experiencias por las que has pasado... llevas un gran lastre que no te deja entregarte completamente al Señor... y te dejas llevar por la soberbia... y por el orgullo... por el egoísmo... por la vanidad... por la envidia... por la ira... y de repente, te das cuenta que te has apartado de Dios... y quieres volver a lanzarte a sus pies... para recibir su perdón...

El Señor no quiere que sigas en este círculo vicioso que daña tu alma y tu corazón... y que no permite que seas plenamente feliz a su lado... ÉL te perdonará cuantas veces sea necesario... pero hoy quiere que pongas más de tu parte... que tomes la decisión de luchar con más fuerza contra la tentación... de mantener firme tu mirada en la Suya... y de dejarte alcanzar por ÉL... DTB!
De "Tengo sed de Ti"

domingo, 9 de junio de 2013

"Francisco pone a Juan XXIII como "modelo de santidad"


Francisco, durante una misa en Santa Marta
"Los corruptos son el anticristo, un peligro también para los cristianos"
 

El Papa advierte contra los "adoradores de sí mismos", que hacen mucho mal a la Iglesia

Redacción, 03 de junio de 2013 a las 13:02
El papa Francisco afirmó hoy que los corruptos son "el anticristo", hacen mucho daño a la Iglesia y son "un peligro, ya que son adoradores de sí mismos, sólo piensan en ellos y consideran que no necesitan de Dios".
El pontífice hizo estas manifestaciones durante la misa que celebró en la capilla de la residencia de Santa Marta, donde se aloja, en la que se refirió a la parábola de los labradores malvados, del Evangelio de Mateo y a los tres modelos de cristianos en la Iglesia: los pecadores, los corruptos y los santos.
Francisco señaló que de los pecadores no es necesario hablar demasiado, "ya que todos los somos, nos conocemos desde dentro y sabemos que cosa es un pecador y si alguno de nosotros no se siente así, que vaya a la consulta de un médico espiritual".
El Obispo de Roma añadió que la parábola habla de otra figura, la de aquellos que quieren adueñarse de la viña y han roto relaciones con el dueño de la misma, "un patrón (Dios) que nos ha llamado con amor, nos custodia y nos da libertad, pero esas personas se sienten fuertes y autónomas de Dios".
"Esas personas, poco a poco han roto esa relación con Dios y dicen: 'nosotros no necesitamos a ese patrón, que no venga a molestarnos". Esos son los corruptos, aquellos que eran pecadores como todos nosotros, pero han dado un paso adelante,se han consolidado en el pecado", aseguró Francisco.
El papa Bergoglio agregó que los corruptos "son un peligro también para los cristianos, ya que sólo piensan en ellos", en su grupo.
El pontífice advirtió que Judas, "de pecador avaro acabó en la corrupción" y subrayó que los corruptos "son grandes desmemoriados, han olvidado el amor con el que Dios ha creado su viña, y se han convertido en adoradores de sí mismos".
"¡Cuanto mal hacen los corruptos en la comunidad cristiana, que el Señor nos libere de caer en ese camino de la corrupción", agregó el papa, que recordó al apóstol Juan que decía que los corruptos "son el anticristo, están en medio de nosotros, pero no son de los nuestros".

Francisco agregó que, al contrario que los corruptos, los santos hacen "mucho bien a la Iglesia", son los que "obedecen al Señor, los que le adoran y no han perdido la memoria del amor con el que el Señor ha creado su viña".
El papa argentino imploró a Dios la gracia "de no convertirnos en corruptos".

"Pecadores sí, corruptos no", subrayó Francisco, que recordó que hoy se cumplen 50 años de la muerte del beato papa Juan XXIII (25 de noviembre 1881-3 de junio de 1963), al que puso como "modelo de santidad". Francisco rezará hoy ante la tumba del "Papa bueno", como era conocido Juan XXIII, en la basílica de san Pedro del Vaticano.
El italiano Angelo Roncalli fue elegido papa el 28 de octubre de 1958. En su corto pontificado convocó el Concilio Ecuménico Vaticano II, que cambió la Iglesia y la lanzó al tercer milenio. Fue beatificado por Juan Pablo II el 3 de septiembre de 2000, durante el año jubilar de la Iglesia católica.


martes, 4 de junio de 2013

``El milagro, más que la multiplicación, es el compartir"

“La fiesta del Corpus Domini nos pide convertirnos a la fe en la Providencia, saber compartir lo poco que somos y tenemos y no cerrarnos jamás en nosotros mismos”, "pidamos a nuestra Madre María que nos ayude en esta conversión, para seguir verdaderamente, cada vez más, a ese Jesús que adoramos en la Eucaristía", concluyó el obispo de Roma su reflexión previa a la oración mariana de Ángelus con la multitud de peregrinos venidos a la plaza de San Pedro de Italia y de otros países. 

La fiesta de la Eucaristía, Sacramento del Cuerpo y la Sangre de Cristo, fue el tema abordado por Francisco. Expresó que Jesús se preocupa por la multitud hambrienta pero de manera distinta de sus discípulos que proponen despedir a la gente, respondiendo así a la actitud humana más realista y que no genera problemas. 

Mientras que la actitud de Jesús, netamente diversa, que nace de su unión con el Padre y de la compasión por la gente lo lleva a pensar en la Providencia: de lo poco Dios puede sacar lo necesario para todos. 

Jesús dice a sus discípulos que den ellos mismos de comer a la gente, les pide que hagan sentar a la gente formando comunidades de cincuenta, toma el pan, los peces, levanta los ojos al cielo, los bendice, los parte –en clara referencia a la Eucaristía- y hace que los discípulos distribuyan los panes y los peces que no se acaban y que sacian la multitud. 

“Este es el milagro –afirmó el papa- más que una multiplicación es un compartir, animada por la fe y la oración.” "Comieron todos y sobró: es el signo de Jesús, pan de Dios para la humanidad. 

Los discípulos lo vieron, pero no comprendieron bien el mensaje. Quedaron prendados, como la multitud, por el entusiasmo del éxito. Una vez más, siguieron la lógica humana y no la de Dios, que es la del servicio, del amor y de la fe". 

El sufrimiento ha de ser tomado en serio

Por JOSÉ ANTONIO PAGOLA / Jesús llega a Naín cuando en la pequeña aldea se está viviendo un hecho muy triste. Jesús viene del camino, acompañado de sus discípulos y de un gran gentío. De la aldea sale un cortejo fúnebre camino del cementerio. Una madre viuda, acompañada por sus vecinos, lleva a enterrar a su único hijo.
En pocas palabras, Lucas nos ha descrito la trágica situación de la mujer. Es una viuda, sin esposo que la cuide y proteja en aquella sociedad controlada por los varones. Le quedaba solo un hijo, pero también éste acaba de morir. La mujer no dice nada. Solo llora su dolor. ¿Qué será de ella?
El encuentro ha sido inesperado. Jesús venía a anunciar también en Naín la Buena Noticia de Dios. ¿Cuál será su reacción? Según el relato, “el Señor la miró, se conmovió y le dijo: No llores”. Es difícil describir mejor al Profeta de la compasión de Dios.
No conoce a la mujer, pero la mira detenidamente. Capta su dolor y soledad, y se conmueve hasta las entrañas. El abatimiento de aquella mujer le llega hasta dentro. Su reacción es inmediata: “No llores”. Jesús no puede ver a nadie llorando. Necesita intervenir.
No lo piensa dos veces. Se acerca al féretro, detiene el entierro y dice al muerto: “Muchacho, a ti te lo digo, levántate”. Cuando el joven se reincorpora y comienza a hablar, Jesús “lo entrega a su madre” para que deje de llorar. De nuevo están juntos. La madre ya no estará sola.
Todo parece sencillo. El relato no insiste en el aspecto prodigioso de lo que acaba de hacer Jesús. Invita a sus lectores a que vean en él la revelación de Dios como Misterio de compasión y Fuerza de vida, capaz de salvar incluso de la muerte. Es la compasión de Dios la que hace a Jesús tan sensible al sufrimiento de la gente.
En la Iglesia hemos de recuperar cuanto antes la compasión como el estilo de vida propio de los seguidores de Jesús. La hemos de rescatar de una concepción sentimental y moralizante que la ha desprestigiado. La compasión que exige justicia es el gran mandato de Jesús: “Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo”.

Esta compasión es hoy más necesaria que nunca. Desde los centros de poder, todo se tiene en cuenta antes que el sufrimiento de las víctimas. Se funciona como si no hubiera dolientes ni perdedores. Desde las comunidades de Jesús se tiene que escuchar un grito de indignación absoluta: el sufrimiento de los inocentes ha de ser tomado en serio; no puede ser aceptado socialmente como algo normal pues es inaceptable para Dios. Él no quiere ver a nadie llorando.