Deseo hoy hablar sobre otra expresión conciliar para referirse al misterio de la Iglesia, la de cuerpo: La Iglesia, Cuerpo de Cristo.
Ser parte del Cuerpo de Cristo es estar unidos al Hijo y recibir su vida divina, viviendo cristianamente, estando unidos al Papa y a los Obispos que son instrumentos de comunión, aprendiendo a superar egoísmos y divisiones, armonizando la variedad y riquezas de cada uno para amar cada vez más a Dios y al prójimo.
Como el cuerpo no puede sobrevivir separado de la cabeza, tampoco la Iglesia separada de Cristo. Debe permanecer unida a Él, permitiéndole que actúe en ella, que su palabra la guíe, que su presencia eucarística la nutra y anime, que su amor la fortalezca para ir en ayuda del necesitado.
Ser parte del Cuerpo de Cristo es estar unidos al Hijo y recibir su vida divina, viviendo cristianamente, estando unidos al Papa y a los Obispos que son instrumentos de comunión, aprendiendo a superar egoísmos y divisiones, armonizando la variedad y riquezas de cada uno para amar cada vez más a Dios y al prójimo.
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