sábado, 24 de marzo de 2012

HA LLEGADO LA HORA DE QUE EL HIJO DEL HOMBRE SEA GLORIFICADO


"Ha llegado la hora de que el Hijo del Hombre sea glorificado" (Juan, 12-33). El largo preparativo de la llegada de esta hora, desde el momento de las bodas de Caná y los sucesos en la fiesta de la Tiendas, ha llegado ahora a su fin. Esto lleva a Jesús a una reflexión sobre el significado de su muerte y la muerte de sus discípulos: una muerte fecunda, como la del grano de trigo que, siendo enterrado, muere y da fruto; una muerte para la vida eterna; esto merece el seguimiento de los discípulos y este seguimiento de Jesús  garantiza la presencia de Jesús y de su Padre.

El morir de Jesús es una muerte que es fructuosa para otros. Quién puede seguirlo, participará de esa fecundidad.

Lo totalmente peculiar en esta escena comienza luego con la descripción de la angustia que le sobrevine a Jesús, cuando advierte que la "hora" ha llegado. Jesús está dividido en sí mismo. LLama a su Padre y una voz contesta desde el Cielo. Jesús no es dejado solo; una voz desde el cielo acoge el alma, la vida de Jesús y dice: "Lo he glorificado" - por medio de que ha puesto a Jesús en la condición de sacarlo de su sepulcro- "y lo glorificaré"; a través de que habrá de salvar a Jesús de la muerte.

Jesús será elevado y atraerá a todos los hombres. Después de hablar de morir, de un sucumbir, figurado como un grano de trigo, Jesús habla de un ascender, de ir al cielo.

Su elevación en la cruz tiene que ser comprendida literalmente: un madero que se eleva al cielo, y el acontecimiento de la cruz atrae a todos los hombres hacia arriba.
Comentario al evangelio de Juan
Sjef van Tilborg