En el intento
de ayudar al enfermo o de comprender el porqué, a lo largo de los siglos se han
ido dando diferentes respuestas.
Un ejemplo de
búsqueda de comprensión y de intento de ayuda lo tenemos en el libro de Job:
"Como tantos enfermos a los que los cristianos intentamos consolar, Job no
experimenta la cercanía y el apoyo de sus amigos porque no siente que sus
palabras o gestos salgan del corazón¨.
Sufrimiento y pecado: Uno de los razonamientos más
usados por los cristianos: El sufrimiento como consecuencia del pecado original.
El plan primitivo de Dios no incluía ningún sufrimiento, pero el primer hombre
pecó y ese pecado, en el origen de la humanidad, mereció el castigo de Dios. Esta
es una formulación arcaica y abstracta.
En realidad,
Adán, el primer hombre (o los primeros hombres) brotó como humilde criatura de
la animalidad anterior y, en continuidad con ella, vive de la fragilidad de los
seres vivos.
No podemos
leer el sufrimiento como un castigo en la intención de Dios. No estaríamos
hablando del Dios de Jesucristo. Jesús
mismo se niega a explicar la enfermedad del ciego de nacimiento como una consecuencia
de un pecado suyo o de sus antecesores. (Jn 9, 3)
Sufrimiento y purificación: Otro intento de respuesta es
que el sufrimiento tendría como fin educar al individuo.
Afirman que
los sufrimientos enviados por Dios derivan de su amor, más que de su cólera, y
que tienen la finalidad de posibilitar que el hombre sea mejor, que corrija su
conducta. El sufrimiento llega a ser considerado como una medicina o
purificación.
Pero, la
enfermedad en algunos casos puede hacer que la persona descubra nuevos valores,
que se haga más humana y más cercana a Dios, es cierto también que puede embrutecer y alejar al hombre de Dios.
El Dios de los
cristianos no es un Dios que intervenga caprichosamente saltándose el respeto a
la libertad para probar a una persona o
un grupo, mediante la enfermedad y el sufrimiento. Menos aún es un sádico
que quiera comprobar la fidelidad del creyente enviando dolor y dificultades.
Otra cosa es
afirmar que el cristiano, aún en medio del sufrimiento y de la enfermedad, está
llamado a ser fiel al Dios Padre cercano, y a un proceso constante de
conversión y de crecimiento y maduración personal.
Sufrimiento y sustitución:
Ofrecimiento. Se leería el sufrimiento como una expiación por la culpa de otros, como
una sustitución de la pena que les correspondería a los injustos y pecadores
que no la pagan.
Entonces Dios
sería un "dios esquizofrénico": por una parte justiciero y por otra
parte misericordioso.
Nuestro Dios
es un Dios que no castiga o cobra el precio del pecado, sino que quiere
ofrecerse para que el hombre se deje reconciliar con Dios; es un acto gratuito
de Dios que no implica directamente práctica penitencial, ni sufrimiento ni reparación.
Por tanto,
ante la experiencia de un Dios misericordioso y cercano, cuyo Hijo se
manifiesta luchando contra la enfermedad y el sufrimiento mediante su dedicación
a la actividad terapéutica, ¿qué sentido tiene la "expresión "ofrecer
los sufrimientos a Dios"? ¿no sería ésta una actitud mediante la cual el
hombre quisiera comprar a Dios el bien a cuenta de ofrecerle el esfuerzo que le
supone padecer, algo que en sí mismo es un mal, como "la enfermedad"?
Si decimos,
"Señor te ofrece mis sufrimientos por los cristianos perseguidos".
¿Qué actitud es ésta de ofrecer a Dios un mal (a alguien a quien se quiere se
le ofrece un bien o la propia vida) por otros que ya están ofreciendo su vida
por amor (¡no para buscar el dolor!)?
Los que lo
hacen, seguramente se trata de un deseo de vivir en comunicación con Dios y con
los demás hombres ( de modo especial con los que sufren) , aún en medio del
dolor.
Ahora, si "con
ofrecer los sufrimientos a Dios" queremos decirle a nuestro Padre que nos
sentimos en relación con él, podemos decirle como nos sentimos realmente de una
forma más personal y sencilla.
Completar
los sufrimientos de Cristo: Algunos
piensan que tenemos que completar los sufrimientos de Cristo con nuestras
enfermedades, ofreciéndoselos a Dios para la salvación del mundo.
San Pablo en ( Col. 1, 24 ) dice:
"Ahora me alegro de los
padecimientos que soporto por vosotros y completo en mi carne lo que falta a
las tribulaciones de Cristo, en favor de su Cuerpo, que es la Iglesia". Pero
Pablo no habla de sufrimientos por enfermedades, el apóstol habla de lo que le
cuesta llevar a cabo la proclamación del mensaje evangélico y la construcción
del Reino.
No olvidemos que no
es el sufrimiento en sí mismo el que salva, sino el amor. El sufrimiento en sí
mismo es una desgracia (Salvifici
doloris 28). Es el amor el que salva, el amor que se realiza a pesar del
sufrimiento o a causa del sufrimiento, y que participa de la gracia salvífica,
cuando de alguna manera está unido a Cristo. Naturalmente el cristiano, aún en
medio de la enfermedad, puede sentirse partícipe de la misión salvadora de
Cristo, pero no en la medida en que sufre, sino en la medida en que, aún en
medio del dolor, participa en la actividad apostólica de Cristo, es decir, vive
como agente evangelizador.
Sufrimiento y naturaleza en
evolución: Otro
ejemplo de explicación racional del sufrimiento, consiste en apelar a la
libertad humana prefigurada en la naturaleza. La condición a la que Dios ha
querido someterse por amor, es decir, la de crear un ser libre, el hombre,
capaz de amar, implicaría una naturaleza, limitada, contingente, en evolución.
Y en este caso, el sufrimiento no sería sino el
precio de la libertad, el precio del amor. Pero además de que la persona
experimenta siempre este precio como desproporcionado o demasiado alto, esta
explicación sacia poco la sed del sentido del sufrimiento.
Conclusión:
Todos los intentos de explicación aquí presentados adolecen del mismo mal: son
parciales y de corte racional. Tampoco el mensaje del Nuevo Testamento tienda a
dar una explicación sobre la enfermedad o el sufrimiento. Dios no ha elaborado
ninguna teoría para explicar la existencia del sufrimiento en el mundo, sino
que ha manifestado una praxis en virtud de la cual el sufrimiento queda situado
en un contexto luminoso: el contexto de la actividad terapeuta de Jesús que
lucha contra el mal, y del Misterio Pascual que nos presenta la victoria del
amor sobre todo mal.
Lo
que verdaderamente ayuda en el sufrimiento es el encuentro personal con los
demás y con Dios. La cuestión se convierte en "cómo vivir"
cristianamente la enfermedad.
¿Dios ha
quedado libre de toda responsabilidad? No. Él resulta directamente implicado.
Dios que no se recrea en la destrucción de los vivientes (Sb 1, 14), sino que
se revela en todo momento, se implica directamente en Jesús tomando parte de la
condición humana e insertándola en la vida divina.
Hija de Carmen.