viernes, 16 de septiembre de 2016

Salmo del corazón



Quiero compartir mi corazón contigo, Señor Jesús.
Quiero hacer de mi corazón pan tierno y fresco, hogaza de labrador compartida en la mesa de todos, donde no hay puestos porque no hay primero.
Dejo en la mesa mi pan hecho migas, y el mantel manchado en rojo como recuerdo.
Dejo mi silla de paja que espera al hombre que siempre ocupa el último lugar como puesto.

Mi corazón, Señor del alba, se hace mesa, mantel blanco de amistad para los pueblos.
Mi corazón, Señor Jesús, se siente solo cuando tu medida no lo llena dentro.
Mi corazón se arruga y sufre y llora cuando el Amor no enciende mi amor en fuego.

Tú eres el mar. Yo soy la playa. Tú eres la ola que inunda mi arena llevada al viento.
Mi corazón lo hiciste para ti, Señor del alba, y no es feliz si tú no eres, al fin, su Centro.
Tú eres amor, por eso buscas, peregrino, mis amores perdidos en ídolos de paja y hierro, que se esfuman y se vengan como dioses extraños a las manos que del mano nos hicieron.

Yo busco la verdad y sólo encuentro verdades.
Busco el amor, y sólo en migajas lo encuentro.
Busco la belleza y se hace noche en el camino
Busco la libertad y me siento prisionero.
Busco el bien, y el mal se me hace uña a la carne y me duele vivir en este duelo.

No quiero más verdades,
que busco la Verdad que ilumine mi vida y le dé un Proyecto.
No quiero más amores,
que el Amor que busco es Amor de manantial con vida sin término.
No quiero más bellezas,
que Belleza es sólo aquella que no muere con el tiempo.
No quiero más libertades,
que ser libres es vivir en el interior del corazón que has hecho.
Tú, Señor del alba, mi Bien, mi creación nueva, donde juntos soñaremos en silencio.

No quiero un corazón de piedra, duro y podrido, que golpee a cada paso y sepa a estiércol;
un corazón de piedra que muera solo entre las ruinas perdidas de un destierro.
No quiero un corazón de piedra que viva frío entre los hielos, las nieves de los viejo.
Quiero un corazón que sea humano, hecho de carne, como el tuyo nacido de la mujer y el silencio, que es pureza virginal y es Espíritu, hecho hombre para perder el corazón sin dueño.

Dame un corazón, Señor Jesús, manso y humilde, donde haya espacio para el que llegue corriendo, que mis manos enjugarán las gotas de sudor y refrescarán el cansancio y acompañarán el sueño.
Dame un corazón que sueñe mundos sin conquistar, que viva la utopía del hombre nuevo.

Dame un corazón que sea feliz conmigo mismo, que aprenda a quererse para querer sin ruegos.
Dame un corazón que sepa perdonarse siempre, para comprender y perdonar primero.
Dame un corazón orante como el tuyo que se abra al Padre, que es Padre nuestro.

Compartiendo vida... En la cuerda floja



Hay momentos en la vida en los que podemos sentirnos en una cuerda floja.

Son aquellos momentos en los que nuestra estabilidad se trunca, en los que podemos sentir que todo se derrumba a nuestro paso, en los que no vemos soluciones a problemas cotidianos o no tan cotidianos.

En esos momentos el suelo se convierte en una cuerda en la que tenemos que hacer equilibrios para no caer.

Pero, lo peor de todo sería no tener siquiera esa cuerda y caer al vacío.

Al fin y al cabo la cuerda nos mantiene en pie, nos da una oportunidad para afrontar esas situaciones, nos marca una linea y un camino a seguir que, con nuestro equilibrio, nos ofrece la oportunidad de llegar a la meta que nos marca.

Miremos esa cuerda como "oportunidad" para caminar, para sentir la fortaleza interior que todos albergamos dentro y para, con humildad, sentirnos vulnerables y necesitados de los otros.

Contemplemos esa cuerda con expresión esperanzadora, alentadora y emprendedora.

La cuerda nos llevará a buen fin si conseguimos superarla.


Encar_AM
www.reflejosdeluz.net

Benedicto XVI revela que no le gustó 'Humanae Vitae' y que no escribió 'Dominus Iesus'

Aún siendo Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe en el año 2000 el entonces cardenal Ratzinger no escribió la controvertida declaración 'Dominus Iesus' que sostuvo que la católica es la única Iglesia de Cristo. Sintió Ratzinger insatisfacción con Humanae Vitae, desilusión con el régimen de los nazis y todavía sufre perplejidad por la razón por la queHans Küng lo considera un "enemigo". Son algunas de las revelaciones que hace el papa emérito en su nuevo libro de entrevistas Últimas conversaciones con Peter Seewald, que acaba de ser publicado en su original alemán.
"En la situación en la que estaba", dice el papa Ratzinger respecto al "contexto del pensamiento teológico" en el que entonces se movía, "Humanae Vitae era un texto difícil para mí". La argumentación de la encíclica de Pablo VI sobre la regulación de la natalidad no convenció al joven sacerdote y teólogo bávaro allá cuando fue publicado en 1968, aunque si lo hicieron sus conclusiones, de las cuales la más famosa fue la prohibición total para católicos de métodos anticonceptivos artificiales.
"Estaba claro que lo que dijo fue esencialmente válido", dice Benedicto con conversación con el periodista Seewald, "pero el razonamiento, para nosotros en aquél entonces y para mí personalmente, no fue satisfactorio". Con respecto a las razones por las cuales Ratzinger ofrece tal evaluación, aduce la de la falta, en el escrito, de "una perspectiva antropológica comprensiva". Ésta, sostiene, no llegaría hasta el ministerio del Papa Wojtyla. "Fue Juan Pablo II quien complementaría el enfoque de la encíclica desde la ley natural con una visión personalista", prosigue el papa emérito.
Acerca de su relación con el controvertido teólogo Küng -con quien tuvo numerosos encontronazos durante su etapa como Prefecto de la CDF- el Papa Benedicto asevera desconocer el por qué del deterioro del trato amable que antaño mantenían. Aunque el pontífice emérito confiesa que como joven defendía una teología "abierta al futuro" y que se encontraba con ganas de "renovar" la ciencia de la revelación "desde abajo arriba", hubo cierta evolución del estudio de la doctrina en los años 50 y 60- de la cual participó Küng- que le volvieron más conservador. "Vi que la teología no era ya la interpretación de la fe de la Iglesia Católica, pero que se preocupaba de inventar cómo podría y debería ser, por sus propios méritos", dice Ratzinger a Seewald. "Su camino teológico", dice del teólogo suizo, "se fue en otro sentido, y se volvía cada vez más radical". "No podía participar en esto", alega, porque como teólogo católico "no se le permitía".
Remontándose aún más en su historia personal -hasta su tiempo como adolescente en la Alemania de los nazis- el papa Ratzinger también comparte con el periodista alemán dos curiosos relatos de la opresión que sufría. Afirma que como deportista bastante ordinario y con un deseo de hacerse sacerdote no veía su futuro en la sociedad en la que había nacido. "El ambiente era opresivo en general", recuerda Benedicto XVI de la Alemania de su juventud, y como otro ejemplo de semejante entorno ofrece un episodio tomado del historial de su padre en los negocios. Herr Ratzinger mandaba telas para que se cosieran a una fábrica regentada por un judío, pero cuando los nazis confiscaron el negocio -pese a las insistencias que todo seguiría como hasta entonces- el padre del papa emérito decidió no tratar con ellos nunca más. "No me aprovecharé de lo que uno ha robado a otro", recuerda Benedicto habiendo dicho su padre: compromiso que mantuvo, por lo que cuenta su hijo, hasta el fin de sus días.
Pero el que quizás sea el episodio del libro más intrigante de los que ya han trascendido detalles es la confesión de Ratzinger de que no escribió personalmente la instrucción 'Dominus Iesus', la cual mantuvo que las Iglesias protestantes no son iglesias verdaderas. Con respecto a su participación personal en esta declaración Benedicto XVI afirma que se limitó a la de una mera colaboración en un proceso orgánico. "No escribí personalmente, a propósito, ninguno de los documentos de la oficina, para no dejar que mi opinión personal emergiera. Al no ser así hubiera parecido que intentaba diseminar y imponer mi teología privada propia", afirma.
(Cameron Doody)

“El mensaje de Fátima, una solución para la apostasía silenciosa de hoy”



Fátima, las apariciones y el mensaje son “una verdadera enseñanza que nos defiende de las fábulas, nos invita a enfrentar la realidad y el corazón de Dios con los ojos de la fe”.
Lo indicó el cardenal José Saraiva Martins durante la misa de clausura del 24° Congreso Mariológico Internacional que se realizó en Fátima del 6 al 11 de septiembre.
Delante de la “pérdida del sentido y de los valores, la desorientación de las conciencias –dijo el delegado papal– Nuestra Señora presenta principios no negociables que educan en una convivencia civil y cristiana: la vida, la familia, el matrimonio, la unión entre un hombre y una mujer, la caridad concreta y el respeto de la dignidad de cada persona”.
El purpurado denunció durante su homilía “la apostasía silenciosa de la fe” que está deformando “el modelo cristiano europeo”. Por lo tanto subrayó la actualidad del mensaje de Fátima, porque indica el modo en que debemos superar las difíciles circunstancias en las cuales el mundo se encuentra.
El cardenal Saraiva Martins indicó que en las apariciones de 1917 “la Virgen había profetizado las contradicciones en nuestro tiempo” y que “no fue una casualidad que se haya aparecido al inicio del siglo marcado por dos guerras desencadenadas por las ideologías materialistas y ateas”.
“La apostasía de la fe continúa aún hoy –añadió el cardenal– y está progresivamente infectando a la Europa cristiana que durante siglos ha inspirado y difundido en el mundo una cultura rica de humanidad, creativa y respetuosa”, cambio hoy “parece que ya no está más en condiciones de hacerlo”.
“Por estos motivos y por el bien del hombre –añadió el cardenal– es necesario revertir la apostasía de la fe profundizando las apariciones de Fátima. Nuestra Señora propone la fe en Cristo crucificado y nos enseña a caminar bien en la tierra para que nuestro camino brille en el cielo”.
El delegado papal subrayó la importancia del mensaje de Nuestra Señora, como una herencia que nos ha sido comunicada por los pastorcitos para sacudir “la indiferencia del mundo”, invitándonos a “dedicarnos y comprometernos con Dios”.
Los tres niños han tenido un rol crucial, explicó el purpurado, recordando que el pastorcito Francisco “escondido le rezaba a Jesús para reparar a Dios”, mientras Jacinta “ha sufrido por los pecados y por la conversión de los pecadores” y Lucía “vivió casi cien años conservando el tesoro de gracia que la Virgen le ha dejado”.
“En Fátima –concluyó el enviado del papa Francisco– Nuestra Señora le habló a las familias sencillas y modestas, pero dignas y capaces de estar en sintonía con el prójimo. La historia nos cuenta la experiencia de los pastorcillos que conservaron una gracia inesperada y nos muestra que muy seriamente esos corazones recogieron con amor el mandato que les llegaba desde el cielo”.
Zenit

Las mujeres iban con ellos, y les servían con sus bienes


Lectura del santo Evangelio según san Lucas 8, 1-3
En aquel tiempo, Jesús iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, proclamando y anunciando la Buena Noticia del reino de Dios, acompañado por los Doce y por algunas mujeres, que él habían sido curadas de espíritus malos y de enfermedades: María la Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, un administrador de Herodes; Susana y otras muchas que le servían con sus bienes.
Palabra del Señor.