Aún siendo Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe en el año 2000 el entonces cardenal Ratzinger no escribió la controvertida declaración 'Dominus Iesus' que sostuvo que la católica es la única Iglesia de Cristo. Sintió Ratzinger insatisfacción con Humanae Vitae, desilusión con el régimen de los nazis y todavía sufre perplejidad por la razón por la queHans Küng lo considera un "enemigo". Son algunas de las revelaciones que hace el papa emérito en su nuevo libro de entrevistas Últimas conversaciones con Peter Seewald, que acaba de ser publicado en su original alemán.
"En la situación en la que estaba", dice el papa Ratzinger respecto al "contexto del pensamiento teológico" en el que entonces se movía, "Humanae Vitae era un texto difícil para mí". La argumentación de la encíclica de Pablo VI sobre la regulación de la natalidad no convenció al joven sacerdote y teólogo bávaro allá cuando fue publicado en 1968, aunque si lo hicieron sus conclusiones, de las cuales la más famosa fue la prohibición total para católicos de métodos anticonceptivos artificiales.
"Estaba claro que lo que dijo fue esencialmente válido", dice Benedicto con conversación con el periodista Seewald, "pero el razonamiento, para nosotros en aquél entonces y para mí personalmente, no fue satisfactorio". Con respecto a las razones por las cuales Ratzinger ofrece tal evaluación, aduce la de la falta, en el escrito, de "una perspectiva antropológica comprensiva". Ésta, sostiene, no llegaría hasta el ministerio del Papa Wojtyla. "Fue Juan Pablo II quien complementaría el enfoque de la encíclica desde la ley natural con una visión personalista", prosigue el papa emérito.
Acerca de su relación con el controvertido teólogo Küng -con quien tuvo numerosos encontronazos durante su etapa como Prefecto de la CDF- el Papa Benedicto asevera desconocer el por qué del deterioro del trato amable que antaño mantenían. Aunque el pontífice emérito confiesa que como joven defendía una teología "abierta al futuro" y que se encontraba con ganas de "renovar" la ciencia de la revelación "desde abajo arriba", hubo cierta evolución del estudio de la doctrina en los años 50 y 60- de la cual participó Küng- que le volvieron más conservador. "Vi que la teología no era ya la interpretación de la fe de la Iglesia Católica, pero que se preocupaba de inventar cómo podría y debería ser, por sus propios méritos", dice Ratzinger a Seewald. "Su camino teológico", dice del teólogo suizo, "se fue en otro sentido, y se volvía cada vez más radical". "No podía participar en esto", alega, porque como teólogo católico "no se le permitía".
Remontándose aún más en su historia personal -hasta su tiempo como adolescente en la Alemania de los nazis- el papa Ratzinger también comparte con el periodista alemán dos curiosos relatos de la opresión que sufría. Afirma que como deportista bastante ordinario y con un deseo de hacerse sacerdote no veía su futuro en la sociedad en la que había nacido. "El ambiente era opresivo en general", recuerda Benedicto XVI de la Alemania de su juventud, y como otro ejemplo de semejante entorno ofrece un episodio tomado del historial de su padre en los negocios. Herr Ratzinger mandaba telas para que se cosieran a una fábrica regentada por un judío, pero cuando los nazis confiscaron el negocio -pese a las insistencias que todo seguiría como hasta entonces- el padre del papa emérito decidió no tratar con ellos nunca más. "No me aprovecharé de lo que uno ha robado a otro", recuerda Benedicto habiendo dicho su padre: compromiso que mantuvo, por lo que cuenta su hijo, hasta el fin de sus días.
Pero el que quizás sea el episodio del libro más intrigante de los que ya han trascendido detalles es la confesión de Ratzinger de que no escribió personalmente la instrucción 'Dominus Iesus', la cual mantuvo que las Iglesias protestantes no son iglesias verdaderas. Con respecto a su participación personal en esta declaración Benedicto XVI afirma que se limitó a la de una mera colaboración en un proceso orgánico. "No escribí personalmente, a propósito, ninguno de los documentos de la oficina, para no dejar que mi opinión personal emergiera. Al no ser así hubiera parecido que intentaba diseminar y imponer mi teología privada propia", afirma.
(Cameron Doody)
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