Hay
tantos santos escondidos, hombres, mujeres, padres y madres de familia,
enfermos, sacerdotes, que ponen en práctica todos los días el amor de Jesús y
esto da esperanza: es cuanto dijo el Papa Francisco en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla
de la Casa de Santa Marta.
Es
verdaderamente cristiano quien pone en práctica la Palabra de Dios. No basta
decir que se tiene fe. Al comentar el Evangelio sobre la casa construida sobre
la roca o sobre la arena, Francisco invitó a no ser “cristianos de apariencia”,
cristianos disfrazados, porque apenas cae un poco de lluvia el truco
desaparece. Non basta – dijo el Papa – pertenecer a una familia muy católica o
a una asociación o ser un benefactor, si no se sigue después la voluntad de
Dios.
“Tantos
cristianos de apariencias” – observó el Santo Padre – “caen ante las
primeras tentaciones”, porque “no hay sustancia allí”, han construido sobre la
arena. En cambio, hay tantos santos “en el pueblo de Dios – no
necesariamente canonizados, sino santos – tantos hombres y mujeres” que “ponen
en práctica el amor de Jesús. Tantos”. Que han construido su casa sobre la
roca, que es Cristo:
“Pensemos
en los más pequeños, eh. En los enfermos que ofrecen sus sufrimientos por la
Iglesia, por los demás. Pensemos en tantos ancianos solos, que rezan y ofrecen.
Pensemos en tantas madres y padres de familia que llevan adelante con tanta
fatiga su familia, la educación de los hijos, el trabajo cotidiano, los
problemas, pero siempre con la esperanza en Jesús, que no se pavonean, sino que
hacen lo que pueden”.
¡Son
los “santos de la vida cotidiana!”, exclamó el Papa:
“Pensemos
en tantos sacerdotes que no se hacen ver pero que trabajan en sus parroquias
con tanto amor: la catequesis a los niños, la atención a los ancianos, a los
enfermos, la preparación a los recién casados… Y todos los días lo mismo, lo
mismo, lo mismo. No se aburren porque en su fundamento está la roca. Es Jesús,
esto es lo que da santidad a la Iglesia, ¡esto es lo que da esperanza!”.
Francisco
afirmó además que “debemos pensar mucho en la santidad escondida que existe en
la Iglesia”. “Cristianos que permanecen en Jesús. Pecadores, ¡eh! Todos lo
somos. Y también a veces alguno de estos cristianos comete algún pecado grave,
pero se arrepienten, piden perdón, y esto es grande: la capacidad de pedir
perdón, de no confundir pecado con virtud, de saber bien dónde está la virtud y
dónde está el pecado. Estos están fundados sobre la roca y la roca es Cristo.
Siguen el camino de Jesús, lo siguen a Él”.
“Los
soberbios, los vanidosos, los cristianos de apariencia – subrayó el Papa
Bergoglio – serán derribados, humillados”, mientras “los pobres serán
aquellos que triunfarán, los pobres de espíritu, los que ante Dios se sienten
una nada, los humildes, y llevan adelante la salvación poniendo en práctica la
Palabra del Señor”.
“Hoy
estamos, mañana no estaremos” – dijo el Papa citando a San Bernardo:
“Piensa, hombre, qué será de ti: comida para gusanos”. “Nos comerán los
gusanos, a todos” – recordó el Papa – y “si no tenemos esta roca, terminaremos
aplastados”:
“En
este tiempo de preparación a la Navidad pidamos al Señor que estemos fundados
firmemente en la roca que es Él. Nuestra esperanza es Él. Nosotros somos todos
pecadores, somos débiles pero si ponemos la esperanza en Él podremos ir
adelante. Y ésta es la alegría de un cristiano: saber que en Él está la
esperanza, está el perdón, está la paz, está la alegría. Y no poner nuestra
esperanza en cosas que hoy están y mañana no estarán”.
(María
Fernanda Bernasconi - RV).