sábado, 7 de mayo de 2016

Isabel Gómez Acebo: "Podemos y debemos remar juntos y sin miedo con el Papa". Isabel Gómez Acebo


No lo tenía fácil un papa llegado a Roma sin hablar alemán y viniendo de tierras del sur ¡Cómo si de esos lugares, tipo Nazaret, pudiera salir algo bueno! Si además se traía en la maleta nuevas ideas como la austeridad, el olor a oveja, la inspección del banco vaticano, lavar los pies a mujeres el jueves santo, atención preferente a los pobres, trasladarse a vivir a la casa Santa Marta en lugar de las estancias pontificias... las cosas se complicaban pues añadía enemigos a la ya larga lista inicial.

Pero no parece que al Papa le importa el qué dirán porque está convencido de la misión que Dios le ha encomendado. Por eso se atrevió a convocar un sínodo sobre la familia en el que se vio que no se ponían de acuerdo los padres sinodales pues partían de visiones opuestas, difícilmente reconciliables. Y recientemente ha escrito una exhortación apostólica, Amoris Laetitia, como conclusión a aquellos debates a los que añade su comprensión del tema. ¡Se ha metido a teólogo quien sólo fue pastor! le achacan sus detractores mientras que los aperturistas se quejan de que se ha quedado corto.

¿Cuál es mi primera impresión como mujer católica casada? Necesitaría muchas semanas para analizar un texto largo y sembrado de citas bíblicas, de teólogos, de escritos papales, especialmente de los dos anteriores posiblemente un brindis a sus seguidores que me parece que son los que más se oponen a su pontificado, y suyas propias. El tema es complejo porque la familia se ha desgajado en muchos modelos distintos para los que hay que buscar respuestas con imaginación y valentía.

Quiero ser positiva porque me agradan la exhortación y Bergoglio. Me gustan todas sus declaraciones del sexo como gozo y su lenguaje sobre el afecto y la ternura. Me gusta el desarrollo que hace de la 1 Cor 13, 4-7 que es la carta de Pablo que se lee en los matrimonios. Me gusta la buena voluntad que desarrolla toda la exhortación, tratando de encajar al diferente al que no condena. Me gusta el intento de particularizar cada caso concreto. Me gusta la música de fondo en la que la palabra amor es recurrente.

Me gusta la imagen de madre que da a la Iglesia, muy distinta de la madrasta con la que hemos convivido.

La Civilta Cattolica decía a mediados del siglo XIX, que a raíz de la Revolución Francesa, la Iglesia se había feminizado (desconozco si lo declaraba con disgusto o con gozo). Este proceso que continuó en el tiempo es el que ha permitido que la teología de este último texto papal se vea presidida por el corazón, theologia cordis, y que llevó a proclamar doctora de la Iglesia a una jovencita ignorante, Teresa de Lisieux. Pues el conocimiento del derecho canónico, de la teología tridentina, de la hermeneútica bíblica, de los escritos papales... desaparecen ante los impulsos cardiacos de una persona que quiere seguir al Maestro. Al fin y al cabo, al atardecer de nuestra vida, sólo nos juzgarán por el amor que es la ruta lo que nos propone Francisco.

Faltarán otros muchos textos pontificios que finalmente equiparen hombre y mujer en la Iglesia, que acepten nuevas formas de convivencia, que dejen a la conciencia de los laicos la forma de sus familias (como ha sucedido con el tema tabú de la paternidad responsable), que acepten la ideología de género que se ha impuesto en la sociedad... pero tenemos que darle las gracias a este Papa por abrir la caja de Pandora, de la que no han salido truenos sino perfumes de misericordia, y poner un rumbo distinto a la Iglesia. En su nave eclesial hay sitio para todos los que quieran subir pues no se condena a nadie ni se declaran personas non gratas.

Podemos y debemos remar juntos sin miedo con el Papa, aguas adentro, por mares desconocidos en los que siempre encontraremos familias con situaciones nuevas para las que hay que ofrecer soluciones.

(Isabel Gómez Acebo)

Homilía del Papa: en la esperanza cristiana, el dolor se abre a la alegría de la vida

 El cristiano no anestesia el dolor, sino que lo vive en la esperanza, de que Dios nos donará una alegría que nada nos podrá quitar. Es lo que reiteró el Papa Francisco en la Misa matutina, en la Capilla de la Casa de Santa Marta.
Con las palabras de Jesús, en el Evangelio del día, antes de su Pasión. Cuando les asegura a sus discípulos que van a estar tristes, pero que esa tristeza se convertirá en gozo (cfr Juan 16, 20). Y el Señor emplea la imagen de la mujer, que cuando da a luz al niño, se olvida de su dolor, por la alegría de ver que ha venido un hombre al mundo (cfr Juan 16, 21).
Con Jesús, esperar en el dolor y exultar en la alegría, señaló el Papa:
«Esto es lo que hacen la alegría y la esperanza juntas, en nuestra vida, cuando estamos en la tribulación, en problemas, cuando sufrimos. No es una anestesia. El dolor es dolor, pero vivido con alegría y esperanza te abre la puerta a la alegría de un fruto nuevo. Esta imagen del Señor nos debe ayudar tanto en las dificultades. Dificultades tantas veces feas, dificultades malas que hasta nos hacen dudar de nuestra fe… Pero con la alegría y la esperanza vamos adelante, porque después de la tempestad llega un hombre nuevo, como cuando la mujer da a luz. Y Jesús nos dice que esta alegría, esta esperanza, es duradera, no pasa».
La alegría y la esperanza van juntas, subrayó también el Obispo de Roma:
«Una alegría sin esperanza es mera diversión, una alegría pasajera. Una esperanza sin alegría no es esperanza, no va más allá de un sano optimismo. La alegría y la esperanza van juntas, y ambas hacen esa explosión que la Iglesia en su liturgia casi – me permito decir la palabra – grita sin pudor: ‘¡Exulte tu Iglesia’’, exulte de alegría. Sin formalidades. Porque cuando hay alegría fuerte, no hay formalidades: es alegría».
Alegría y esperanza que no son un carnaval, son otra cosa, explicó luego el Santo Padre:
«La alegría fortalece la esperanza y la esperanza florece en la alegría. Y así vamos adelante. Pero las dos - con esa actitud que la Iglesia les quiere dar, a estas dos virtudes cristianas – indican un salir de nosotros mismos. El alegre no se encierra en sí mismo; la esperanza te lleva, es el ancla que está en la playa del cielo y te lleva a salir. Salir de nosotros mismos, con la alegría y la esperanza».
La alegría humana puede ser quitada por tantas cosas, por alguna dificultad. Pero Jesús nos quiere donar una alegría que nadie nos podrá quitar. Es duradera, aun en los momentos más oscuros, volvió a recordar el Papa. Como en la Ascensión del Señor, cuando el Señor se va y  los discípulos se quedan mirando el cielo con tristeza. Y los ángeles los despiertan. Y, como narra el Evangelio de Lucas: ‘¡regresaron felices, llenos de alegría. Esa alegría de saber que nuestra humanidad ha entrado en el Cielo, por primera vez!’, exclamó el Papa.
La esperanza de vivir y de alcanzar al Señor, se vuelve una alegría que abraza a toda la Iglesia, dijo luego antes de concluir su homilía, deseando que «el Señor nos dé esta gracia, una alegría grande que sea expresión de la esperanza. Y una esperanza fuerte, que se vuelva alegría en nuestra vida. Y que el Señor custodie esta alegría y esta esperanza, así nadie nos las podrá quitar».
(CdM – RV)

DIOS REINA SOBRE LAS NACIONES

Del Salmo 46:

Dios reina sobre las naciones

Pueblos todos, batid palmas,
aclamad a Dios con gritos de júbilo;
porque el Señor es sublime y terrible,
emperador de toda la tierra.

Dios reina sobre las naciones

Porque Dios es el rey del mundo:
tocad con maestría.
Dios reina sobre las naciones,
Dios se sienta en su trono sagrado.

Dios reina sobre las naciones

Los príncipes de los gentiles
se reúnen con el pueblo del Dios de Abrahán;
porque de Dios son los grandes de la tierra,
y Él es excelso.


Dios reina sobre las naciones

TODO LO QUE PIDAN AL PADRE, ÉL SE LO CONCEDERÁ EN MI NOMBRE






Evangelio según San Juan 16,23b-28. 

En aquel tiempo, dijo Jesús: "Aquel día no me harán más preguntas. Les aseguro que todo lo que pidan al Padre, Él se lo concederá en mi Nombre. 

Hasta ahora, no han pedido nada en mi Nombre. Pidan y recibirán, y tendrán una alegría que será perfecta. 

Les he dicho todo esto por medio de parábolas. Llega la hora en que ya no les hablaré por medio de parábolas, sino que les hablaré claramente del Padre. 

Aquel día ustedes pedirán en mi Nombre; y no será necesario que yo ruegue al Padre por ustedes, ya que Él mismo los ama, porque ustedes me aman y han creído que yo vengo de Dios. 

Salí del Padre y vine al mundo. Ahora dejo el mundo y voy al Padre".