jueves, 10 de marzo de 2016

Palabras de Jesús de Nazaret que te harán sentir especial


¿Te imaginas que estas palabras, recogidas en los Evangelios, Jesús de Nazaret te las dice a ti? ¡Es que te las dice a ti! Saboréalas, déjate acariciar por ellas:

“¡Ánimo! hijo, tus pecados te son perdonados” (Mateo 9,2)
“¡Ven!” (Mateo 14,29)
“El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra” (Lucas 1,35)
“Queda limpio” (Mateo 8,3)
“Tu limosna quedará en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará” (Mateo, 6,4)
“También ustedes ahora están tristes, pero yo los volveré a ver, y tendrán una alegría
que nadie les podrá quitar” (Juan 16,22)
“No son ustedes los que me han elegido, soy yo quien los ha elegido” (Juan 15,16)
“Ya no les digo siervos, porque un siervo no sabe los planes de su amo. Les digo amigos” (Juan 15,15)
“Ni un solo cabello de su cabeza caerá sin permiso de mi Padre” (Lucas 21,18)
“Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá” (Mateo 7,7)
“¿Por qué tenéis miedo?” (Mateo 8,26)
“Tu fe te ha salvado. Vete en paz” (Lucas 7,50)
“Yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28,20)
“Hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lucas 23,43)
“Yo estoy en  mi Padre y vosotros en mí y yo en vosotros” (Juan 14,20)

Fuente:  Aleitea

Mañana concluyen los ejercicios espirituales del Papa en Ariccia

"El Señor no soporta a los hipócritas, los comediantes de la fe, los acusadores, los jueces"
"Acusadores e hipócritas niegan a Dios, es decir, su
(RV).- Mañana el Papa Francisco y la Curia Romana concluirán los Ejercicios Espirituales en Preparación a la Pascua que están realizando desde la tarde del IV Domingo de Cuaresma en la Casa del Divino Maestro de la localidad de Ariccia,bajo la guía de las meditaciones, este año, del padre Ermes Ronchi de la Orden de los Siervos de María, quien ha propuesto el tema general de "las preguntas desnudas del Evangelio".
El predicador ofrecerá el viernes su conclusión sobre la pregunta propuesta en el Evangelio de San Lucas, a saber: "María dijo al ángel: ¿Cómo sucederá esto?" (Lc, 1, 34). Mientras las meditaciones de este jueves se basan en el Evangelio de San Juan, de donde se han extrapolado las preguntas: "Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?" (Jn 20, 15), y "Simón, hijo de Juan, ‘¿me amas?", (Jn 21, 16).
En cambio en su séptima predicación el tema propuesto fue: "Entonces Jesús se levantó y dijo: mujer, ¿dónde están tus acusadores? ¿Alguien te ha condenado?" (Jn 8, 10), según se lee en el Evangelio de Juan, de donde se deduce que el perdón de Dios es un "amor auténtico" que invita al hombre a llegar a ser lo mejor de sí mismo. Con el pasaje de la adúltera a quien Jesús perdona, el Padre Ronchi destacó el fundamento de la misericordia divina y explicó que acusadores e hipócritas niegan a Dios, es decir, su misericordia.
Además, el predicador subrayó que a quien le gusta acusar, embriagándose con los defectos de los demás, cree que salva la verdad lapidando a quienes se equivocan. Pero de este modo - dijo - nacen las guerras. Se generan conflictos "entre las naciones, pero también en las instituciones eclesiales, en los conventos y en las oficinas", donde las reglas, las constituciones y los decretos se convierten en piedras con las que "lapidar a alguien".
El pasaje evangélico de la adúltera durante siglos ha sido ignorado por las comunidades cristianas porque "la misericordia de Dios escandalizaba". El nombre de la mujer adúltera no es revelado - añadió el predicador - porque "representa a todos", es aplastada por el poder de muerte que expresan la opresión de los hombres sobre las mujeres.
Los fariseos de todas las épocas colocan el pecado "en el centro de la relación con Dios", pero "la Biblia no es un ídolo o un tótem": exige "inteligencia y corazón". Los poderes que no dudan en usar a una vida humana y a la religión "ponen a Dios contra el hombre". Y ésta es "la tragedia del integrismo religioso":
"El Señor no soporta a los hipócritas, los que llevan máscaras, los que tienen un corazón doble, los comediantes de la fe y no soporta a los acusadores y a los jueces".
El genio del cristianismo está, en cambio, en el abrazo entre Dios y el hombre. "Ya no se oponen", "materia y espíritu se abrazan". La enfermedad que Jesús más teme y combate es "el corazón de piedra" de los hipócritas: "violar a un cuerpo, culpable o inocente, con las piedras o con el poder, es la negación de Dios que vive en esa persona".
El juicio contra la adúltera se convirtió en "un bumerang contra la hipocresía de los jueces". "Nadie puede tirar la piedra, iría contra sí mismo". Donde hay misericordia - escribía San Ambrosio - allí está Dios; donde hay rigor y severidad quizá estén los ministros de Dios, pero Dios no está ahí".
Jesús se levanta ante la adúltera, "como se levanta ante una persona esperada e importante". Se levanta para estarle cerca y le habla. Nadie le había hablado antes. "Su historia, su íntimo tormento no interesaban". En cambio Jesús toma lo íntimo de su alma. "La fragilidad es maestra de humanidad":
"Es la atención por los frágiles, es la atención por los últimos, por los que están enfermos y la atención a las piedras descartadas lo que indica el grado de civilización de un pueblo y no las proezas de los fuertes y de los poderosos".
A Jesús no le interesa el remordimiento, sino la sinceridad del corazón. Su perdón es "sin condiciones, sin cláusulas, sin contrapartidas". Jesús se pone a sí mismo en el lugar de todos los condenados, de todos los pecadores. Rompe la "cadena maléfica" ligada a la idea de "un Dios que condena y al que le gusta la venganza, justificando la violencia".
El núcleo del relato no es el pecado que hay que condenar o perdonar. En el centro no esté el mal, sino "un Dios más grande que nuestro corazón" que no vuelve banal la culpa, sino que hace que el hombre vuelva a partir desde donde se ha detenido. Abre senderos, vuelve a ponerlo sobre el camino justo, lo ayuda a dar un paso hacia adelante, "le abre las puertas de par en par hacia el futuro".
Jesús realiza "una revolución radical" sobrecogiendo el orden tradicional y el eje vertical que tiene por encima de todo a "un Dios juez y punitivo". "Un Dios desnudo, en la cruz, que perdona, será el gesto impresionante y necesario para apagar la mecha de las infinitas bombas sobre las cuales está sentada la humanidad".
"No el Dios Omnipotente, sino el Padre amante de todo. Ya no el dedo apuntado, sino aquel que escribe sobre la piedra del corazón: yo te amo".
"Vete y de ahora en adelante no peques más". Son las palabras que bastan para cambiar una vida. Lo que está detrás ya no importa. Es el futuro lo que cuenta ahora. "El posible bien del mañana cuenta más que el mal de ayer". Dios perdona "no como un desmemoriado, sino como un liberador". El perdón no es buena fe, "sino volver a poner en camino a una vida".
Tantas personas viven "como en una cadena perpetua interior", aplastadas por los sentimientos de culpa a causa de los errores del pasado. Pero "Jesús abre las puertas de nuestras prisiones, desmonta los patíbulos sobre los cuales con frecuencias nos arrastramos nosotros mismos y arrastramos a los demás". "Jesús sabe que el hombre no equivale a su pecado". Al Señor no le interesa el pasado. "Es el Dios del futuro".
Las palabras de Jesús y sus gestos rompen el esquema buenos-malos, culpables-inocentes. Jesús, con la misericordia "nos conduce más allá de las empalizadas de la ética". Al ojo que ve el pecado - concluyó diciendo el padre Ermes Ronchi - "se le pide que vea el sol: "la luz es más importante que la oscuridad", "el trigo vale más que la cizaña", "el bien pesa más que el mal".


El Papa refuerza los controles de financiación de los procesos de canonización

Los costes de estos procedimientos fueron unas de las claves de las filtraciones del "Vatileaks II"
El papa Francisco ha aprobado las nuevas normas para los procesos de canonización que refuerzan los controles de vigilancia y contemplan la constitución de un fondo de solidaridad, informó hoy la Santa Sede en un comunicado.
Estas normas, que ya están en vigor desde el 4 de marzo, servirán para los próximos tres años y sustituyen a las aprobadas por Juan Pablo II en 1983, precisó el Vaticano.
Entre las reglas aprobadas ahora por Jorge Bergoglio están las que prevén un aumento de los controles de vigilancia sobre la financiación de estos procesos.
"Las causas de beatificación y canonización, que por su complejidad requieren mucho trabajo, comportan gastos para divulgar el conocimiento sobre la figura del siervo de Dios o beato, para la solicitud, para la fase romana y para las celebraciones de beatificación o canonización", expone la Santa Sede.
En este sentido, apunta, los actores participarán con una contribución mientras que los costes de la fase romana o inicial de la causa serán sostenidos por la Sede Apostólica, que vigilará para que las sumas de dinero sean suficientes para llevar a cabo estos procesos.
Además, se nombrará a un administrador del "fondo para la causa", que puede ser el postulador general del proceso, encargado de "mantener actualizada la contabilidad" y de realizar balances anuales que serán certificados y aprobados.
Los fondos destinados a la causa deberán ser utilizados exclusivamente a este propósito, y "si se intenta utilizar aunque sea una parte de los bienes para otros propósitos diversos a la causa será necesario obtener la autorización de la Congregación para las Causas de los Santos".
Además, sobre la administración habrá a su vez una vigilancia ejercida por el obispo o por cualquier otra autoridad eclesiástica y será ejercitada sobre todos los movimientos, tanto de entrada de nueva financiación como de salida.
Esta autoridad aprobará los balances de las causas y enviará una copia a la Congregación para las Causas de los Santos, que será la máxima autoridad de vigilancia y que podrá pedir "en cualquier momento, tanto al administrador como al postulador o al actor de la causa, cualquier información financiera" que considere oportuno.
La Congregación, además, vigilará y controlará los balances económicos de los procesos, e intervendrá en caso de que establezca que se están produciendo "incumplimientos o abusos administrativo-financieros" en el proceso.
Tras la canonización, la Congregación, en nombre de la Sede Apostólica, "dispondrá de una eventual permanencia del fondo de financiación, teniendo presente las peticiones de los actores y las exigencias del llamado fondo de solidaridad".
Este fondo será instituido en la Congregación para las Causas de los Santos y servirá para asistir los procesos que quieran llevar a cabo las personas con menos recursos.
La financiación de los procesos de canonización fue cuestionada por los recientes libros que publicaron dos periodistas italianos con documentos reservados de carácter financiero de la Santa Sede.
En ellos se revelaba que, en algunos casos, parientes de las personas que han muerto y que están a la espera de ser beatificadas y canonizadas pueden haber llegado a pagar entre 200.000 y 400.000 euros para lograr su objetivo.
La Justicia vaticana ha iniciado un proceso por la filtración de esos documentos en un caso conocido como "VatiLeaks2" -en referencia al anterior por el que el Vaticano condenó al mayordomo del anterior pontífice, Benedicto XVI, Paolo Gabiele, por robo y divulgación de documentos- que se reanudará la próxima semana.


COMENTARIO AL EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 5,31-47 DE SAN JUAN PABLO II


Sin duda Cristo es y se presenta sobre todo como Salvador. No considera su misión juzgar a los hombres según principios solamente humanos (Jn 8, 15). Él es, ante todo, el que enseña el camino de la salvación y no el acusador de los culpables: “No penséis que vaya yo a acusaros ante mi Padre; hay otro que os acusará, Moisés…, pues de mí escribió él” (Jn 5, 45-46). 

¿En qué consiste, pues, el juicio? Jesús responde: “El juicio consiste en que vino la luz al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas” (Jn 3, 19).

Por tanto, hay que decir que ante esta Luz que es Dios revelado en Cristo, ante tal Verdad, las mismas obras juzgan a cada uno. La voluntad de salvar al hombre por parte de Dios tiene su manifestación definitiva en la palabra y en la obra de Cristo, en todo el Evangelio hasta el misterio pascual de la cruz y de la resurrección. 

Se convierte, al mismo tiempo, en el fundamento más profundo, en el criterio central del juicio sobre las obras y conciencias humanas. Sobre todo en este sentido “el Padre… ha entregado al Hijo todo el poder de juzgar” (Jn 5, 22), ofreciendo en Él a todo hombre la posibilidad de salvación.
Por desgracia, en este mismo sentido el hombre ha sido ya condenado, cuando rechaza la posibilidad que se le ofrece: “el que cree en Él no es juzgado; el que no cree, ya está juzgado” (Jn 3, 18). No creer quiere decir precisamente: rechazar la salvación ofrecida al hombre en Cristo (“no creyó en el nombre del Unigénito Hijo de Dios”: ib.). 
Es la misma verdad a la que se alude en la profecía del anciano Simeón, que aparece en el Evangelio de Lucas cuando anunciaba que Cristo “está para caída y levantamiento de muchos en Israel” (Lc 2, 34). Lo mismo se puede decir de a alusión a la “piedra que recharazon los arquitectos” (cf. Lc 20, 17-18).

Pero es verdad de fe que “el Padre… ha entregado al Hijo todo el poder de juzgar” (Jn 5, 22). Ahora bien, si el poder divino de juzgar pertenece a Cristo, es signo de que Él —el Hijo del hombre— es verdadero Dios, porque sólo a Dios pertenece el juicio y puesto que este poder de juicio está profundamente unido a la voluntad de salvación, como nos resulta del Evangelio, este poder es una nueva revelación del Dios de la Alianza, que viene a los hombres como Emmanuel, para librarlos de la esclavitud del mal. Es la revelación cristiana del Dios que es Amor.

Queda así corregido ese modo demasiado humano de concebir el juicio de Dios, visto sólo como fría justicia, o incluso como venganza. En realidad, dicha expresión, que tiene una clara derivación bíblica, aparece como el último anillo del amor de Dios.

Dios juzga porque ama y en vistas al amor. El juicio que el Padre confía a Cristo es según la medida del amor del Padre y de nuestra libertad.
(San Juan Pablo II, Catequesis, Audiencia general, 30-09-1987)

LAS OBRAS DE JESÚS ATESTIGUAN QUE HA SIDO ENVIADO POR EL PADRE



Evangelio según San Juan 5,31-47. 

Jesús dijo a los judíos: Si yo diera testimonio de mí mismo, mi testimonio no valdría. Pero hay otro que da testimonio de mí, y yo sé que ese testimonio es verdadero. 

Ustedes mismos mandaron preguntar a Juan, y él ha dado testimonio de la verdad. No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para la salvación de ustedes. 

Juan era la lámpara que arde y resplandece, y ustedes han querido gozar un instante de su luz. 

Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: son las obras que el Padre me encargó llevar a cabo. Estas obras que yo realizo atestiguan que mi Padre me ha enviado. 

Y el Padre que me envió ha dado testimonio de mí. Ustedes nunca han escuchado su voz ni han visto su Rostro, y su Palabra no permanece en ustedes, porque no creen al que Él envió. 

Ustedes examinan las Escrituras, porque en ellas piensan encontrar Vida eterna: ellas dan testimonio de mí, y sin embargo, ustedes no quieren venir a mí para tener Vida. 

Mi gloria no viene de los hombres. Además, yo los conozco: el amor de Dios no está en ustedes. He venido en nombre de mi Padre y ustedes no me reciben, pero si otro viene en su propio nombre, a ese sí lo van a recibir. 

¿Cómo es posible que crean, ustedes que se glorifican unos a otros y no se preocupan por la gloria que sólo viene de Dios? 

No piensen que soy yo el que los acusaré ante el Padre; el que los acusará será Moisés, en el que ustedes han puesto su esperanza. 

Si creyeran en Moisés, también creerían en mí, porque él ha escrito acerca de mí. Pero si no creen lo que él ha escrito, ¿cómo creerán lo que yo les digo?".