sábado, 18 de agosto de 2012

Hacerse como niños


Jesús había dicho a sus discípulos que, para entrar en el reino de Dios, deberían hacerse como niños. 

Él mismo, que abraza al mundo entero, se hizo niño para salir a nuestro encuentro, para llevarnos hacia Dios. 

Para reconocer a Dios debemos abandonar la soberbia que nos ciega, que quiere impulsarnos lejos de Dios, como si Dios fuera nuestro competidor. Para encontrar a Dios es necesario ser capaces de ver con el corazón. Debemos aprender a ver con un corazón de niño, con un corazón joven, al que los prejuicios no obstaculizan y los intereses no deslumbran. Así, en los niños que con ese corazón libre y abierto lo reconocen a él la Iglesia ha visto la imagen de los creyentes de todos los tiempos, su propia imagen. 

Queridos amigos, ahora nos asociamos a la procesión de los jóvenes de entonces, una procesión que atraviesa toda la historia. Juntamente con los jóvenes de todo el mundo, vamos al encuentro de Jesús. Dejémonos guiar por él hacia Dios, para aprender de Dios mismo el modo correcto de ser hombres.  Benedicto XVI, 16 de marzo de 2008.

Cuanto más leo este evangelio, más lo entiendo, sobre todo si me fijo en los niños. Ellos son completamente inocentes, se fían de sus padres con una confianza ciega. De la misma manera que nosotros tenemos que fiarnos de nuestro Padre que está en el Cielo. Ellos no tienen prejuicios, te aman de una manera sana, sin esperar nada a cambio,¡ simplemente te aman y confían en ti!. 
¿Cuántos de nosotros podemos decir lo mismo?. Qué confiamos totalmente en el Señor y que lo amamos sin esperar nada a cambio.
¡Señor ayúdanos a amarte!. Que seas el centro de nuestra vida y nuestro verdadero amor.
 H. Carmen