viernes, 9 de diciembre de 2011

María como modelo

Sobre la ejemplaridad de María se ha detenido por extenso Pablo Vl en la Marialis cultus. Tratando ampliamente de la admirable santidad de María, fruto de la generosidad de Dios y al mismo tiempo de la respuesta humilde y generosa de María, esclava del Señor, el pontífice llama la atención ante todo sobre esta respuesta personal y ejemplar de María. "Bien pronto los fieles comenzaron a fijarse en María para, como ella, hacer de la propia vida un culto a Dios, y de su culto un compromiso de vida" (MC 21).

 "El sí de María es para todos los cristianos una lección y un ejemplo para convertir la obediencia a la voluntad del Padre en camino y en medio de santificación propia". María, en la enseñanza del papa es modelo de vida, modelo universal, modelo de inserción del culto en la vida propia; a su lado el cristiano aprende a vivir, como María, su vida propia con Dios. Cuando el cristiano "contempla la santidad y las virtudes de la llena de gracia" (MC 22), el papa habla de "operante imitación", igual que hace la iglesia "en conmovido estupor", cuando ve en ella "como en una imagen purísima, todo lo que ella desea y espera ser".


Pero a la luz de la ejemplaridad de María también el culto asume un sentido más amplio y vital, resume y presenta toda la actitud del hombre respecto a Dios. María, "modelo de la iglesia en el ejercicio del culto", muestra en ella el modo de vivir la relación entre el hombre y Dios. Los cuatro títulos de la Virgen orante: Virgen a la escucha, Virgen en oración, Virgen madre, Virgen oferente, expresan cómo la iglesia y el cristiano deben desarrollar la relación esencial con Dios: con la actitud de fe que se pone a escuchar (MC 17), la actitud de diálogo gozoso como el del Magnificat (MC 18), la respuesta a la vocación propia de servicio que en María se convierte en maternidad (MC 19) y, finalmente, con la capacidad de expresar en la oferta de sí, en la participación de la oferta redentora de Cristo (MC 20). Así vivida, la devoción a María no deja ya lugar a una piedad egoísta, sentimental e infantil, que excluye el compromiso y la coherencia de vida

Más acuciante es todavía la llamada de Pablo Vl cuando se dirige a los hombres de hoy invitándoles a ver bien en la realidad de María su actualidad: su vida"tiene un valor ejemplar, universal y permanente" (MC 35); María es modelo siempre actual. Es preciso volver a encontrar el verdadero rostro de María, que puede estar cubierto por superestructuras socio-culturales; hay que encontrar la figura verdadera y la verdadera función y misión de María (MC 36); sobre todo es hoy esencial tener presente que la Virgen del evangelio, la mujer de Juan, es la que se contempla y promete en el Génesis, pero también la joven judía "bendita entre las mujeres", colocada en la historia para indicar cómo debe ser en el plan divino la mujer de hoy en todas las situaciones y condiciones reales de la vida; y, con la mujer, el hombre "artífice de la ciudad terrena y temporal, pero peregrino diligente hacia la celeste y eterna; promotor de la justicia que libera al oprimido y de la caridad que socorre al necesitado pero sobre todo testigo activo del amor que edifica a Cristo en los corazones" (MC 37).


La imagen renovada y reconsiderada de María que se propone al hombre le ayuda a vivir en plena conformidad con la voluntad de Dios; para esto "Dios ha hecho y dado a María al mundo, para que en el mundo encuentre el hombre en ella una hermana y una madre ejemplar"; alzando los ojos a María, el hombre de hoy puede encontrar en ella el modelo de toda virtud humana y cristiana.

Pablo VI