viernes, 28 de octubre de 2016

Homilía del Papa: La piedra angular de la Iglesia es Jesús

El fundamento de nuestra vida de cristianos es que Jesús reza por nosotros. Lo afirmó el Papa en su homilía de la misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta. Francisco subrayó que cada elección del Señor, cada gesto suyo, e incluso el final de su vida terrenal en la cruz, se caracteriza por la oración. De ahí que el Santo Padre haya exhortado a los cristianos a confiar en la oración de Jesús:
El Señor, después de haber rezado intensamente, elige a sus discípulos. El Papa Bergoglio se detuvo en el pasaje del Evangelio del día para destacar el fundamento de nuestra vida cristiana.
La piedra angular de la Iglesia es Jesús ante el Padre que reza por nosotros
“La piedra angular  – subrayó el Pontífice partiendo de San Pablo – es el mismo Jesús”. Y dijo que “sin Jesús no hay Iglesia”, a la vez que observó que el pasaje evangélico de San Lucas añade un detalle que nos debe hacer reflexionar:
“‘Jesús se fue al monte a rezar y pasó toda la noche orando a Dios’. Y después viene todo lo demás: la gente, la elección de los discípulos, las curaciones, la liberación de los demonios… La piedra angular es Jesús, sí: pero Jesús que reza. Jesús reza. Ha orado y sigue orando por la Iglesia. La piedra angular de la Iglesia es el Señor ante el Padre, que intercede por nosotros, que reza por nosotros. Nosotros le rezamos a Él, pero el fundamento es Él que reza por nosotros”.
Nuestra seguridad es Jesús en oración por cada uno de nosotros
“Jesús  – agregó el Santo Padre – siempre ha rezado por los suyos”, incluso en la Última Cena. Jesús – prosiguió diciendo Francisco – “antes de hacer algún milagro, reza. Pensemos en la resurrección de Lázaro: reza al Padre”:
“En el Monte de los Olivos Jesús reza; en la cruz, termina rezando: su vida terminó en oración. Y ésta es nuestra seguridad, éste es nuestro fundamento, ésta es nuestra piedra angular: ¡Jesús que reza por nosotros! ¡Jesús que reza por mí! Y cada uno de nosotros puede decir esto: estoy seguro, estoy segura, de que Jesús reza por mí; está delante del Padre y me nombra. Ésta es la piedra angular de la Iglesia: Jesús en oración”.
Reflexionemos sobre el misterio de la Iglesia, fundada en Jesús que reza
“Pensemos en aquel pasaje – dijo el Papa al concluir – antes de la Pasión, cuando Jesús se dirige a Pedro, con aquella advertencia”: “Pedro… Satanás ha obtenido el permiso de zarandearlos como el trigo. Pero “yo he rogado por ti, para que no te falte la fe”:
“Es lo que dice a Pedro, te lo dice a ti, y a ti, y a ti, a mí, y a todos: ‘Yo he rogado por ti, yo rezo por ti, yo ahora estoy rezando por ti’, y cuando viene al altar, Él viene a interceder, a rezar por nosotros. Como en la cruz. Y esto nos da gran seguridad. Yo pertenezco a esta comunidad, firme, porque tiene como piedra angular a Jesús, pero Jesús que reza por mí, que reza por nosotros. Hoy nos hará bien pensar en la Iglesia; reflexionar sobre este misterio de la Iglesia. Somos todos como una construcción, pero el fundamento es Jesús, es Jesús que reza por nosotros. Es Jesús que reza por mí”.
(María Fernanda Bernasconi - RV).
(from Vatican Radio)

La losa de la tumba de Jesucristo, retirada por primera vez en siglos


Científicos han expuesto la superficie original de lo que tradicionalmente se considera la tumba de Jesucristo por primera vez en siglos.
Situada en la Iglesia del Santo Sepulcro en la Ciudad Vieja de Jerusalén, la tumba ha estado cubierto por un revestimiento de mármol, al menos desde 1555, y probablemente desde siglos antes. National Geographic está filmando los trabajos de reestauración en curso en el que está considerado le lugar más sagrado para la cristiandad.
"El revestimiento de mármol de la tumba ha sido retirado, y nos sorprendió por la cantidad de material de relleno debajo de ella", dijo Fredrik Hiebert, arqueólogo de la National Geographic Society, un socio en el proyecto de restauración. "Será un análisis científico largo, pero finalmente seremos capaces de ver la superficie de la roca original en la que, según la tradición, se colocó el cuerpo de Cristo".
Según la tradición cristiana, el cuerpo de Jesúcristo fue colocado en un nicho excavado en la ladera de una cueva de piedra caliza después de su crucifixión por los romanos en el año 30 o 33. La creencia cristiana dice que Cristo resucitó después de la muerte, y que las mujeres que vinieron a ungir su cuerpo tres días después del entierro informaron de que no había restos presentes.
Esta plataforma de enterramiento está ahora cerrada por una pequeña estructura conocida como el Edículo, que se reconstruyó por última vez en 1808-1810 después de ser destruida en un incendio. El Edículo y la tumba interior se encuentran actualmente en proceso de restauración por un equipo de científicos de la Universidad Técnica Nacional de Atenas, bajo la dirección de Antonia Moropoulou.


La exposición del nicho está dando a los investigadores una oportunidad sin precedentes para estudiar la superficie original de lo que se considera el lugar más sagrado de la cristiandad. Un análisis de la roca original puede ayudar a comprender mejor no sólo la forma original de la cámara de la tumba, sino también cómo ha evolucionado como el punto focal de veneración desde que fue identificado por primera vez por Helena, madre del emperador romano Constantino, en el año 326.
"Estamos en el momento crítico para la rehabilitación de Edículo", dijo Moropoulou. "Las técnicas que estamos usando para documentar este monumento único permitirán al mundo estudiar nuestros hallazgos como si ellos mismos estuvieran en la tumba de Cristo". (RD/Ep)


28 de octubre: san Simón y san Judas, apóstoles de Cristo



Apóstoles de Cristo y amigos en la difusión del Evangelio. Ambos fueron martirizados en Persia después de una vida de entrega al Señor. San Judas fue aquél que preguntó al Señor en la última Cena por su manifestación. «El que me ame, observará mi palabra, y el Padre mío le amará, y vendremos a él y haremos nuestra mansión en él», le contestó Jesús.

El misal habla así de los dos apóstoles cuya fiesta se celebra de forma conjunta: «Fiesta de san Simón y san Judas, apóstoles, el primero apellidado Cananeo o Zelotas, y el segundo, hijo de Santiago, llamado también Tadeo, el cual, en la última Cena preguntó al Señor acerca de su manifestación recibiendo esta respuesta: El que me ame, observará mi palabra, y el Padre mío le amará, y vendremos a él y haremos nuestra mansión en él».
Simón y Judas fueron apóstoles de Cristo, por el que derramaron hasta su sangre. Su fiesta se celebra de forma conjunta el 28 de octubre porque se dice que siempre se les veía juntos predicando la palara de Dios.
Judas Tadeo evangelizó con gran celo a los paganos. Viajó hasta Mesopotamia para difundir la figura de Cristo. Regresó a Jerusalén para el Concilio de los Apóstoles. Posteriormente volvió a partir en dirección a Libia, donde junto a Simón, difundieron el Evangelio por toda aquella región.
Ambos apóstoles sufrieron el martirio en Persia, en la ciudad de Suanis. A san Judas le cortaron la cabeza después de golpearle con un garrote. Antes de morir Judas escribió una carta incluida en el Nuevo Testamento. Simón, por su parte, fue martirizado con una sierra, que cortó su cuerpo en dos.
Pero la historia de estos dos apóstoles no es solo la historia de su martirio, sino la historia de dos hombres que dejaron todo para seguir muy de cerca a Cristo y que difundieron su figura por muchos de los reinos conocidos entonces.
José Calderero @jcalderero
Alfa y Omega


Carta semanal del arzobispo de Madrid: Generosos y entregados como María


La Virgen se presenta en nuestra vida como modelo de escucha, de generosidad, de entrega, de servicio y de plenitud. Con estas cinco connotaciones deseo situaros para la contemplación de su vida como misionera generosa y entregada
El mes de octubre, mes del rosario, es propicio para contemplar a la Virgen María como la primera misionera en la Iglesia. Los misterios del rosario nos ayudan a descubrir lo que quiere el Señor de sus discípulos. Y la mejor discípula ha sido su Madre, nuestra Madre. Por eso no quiero que termine el mes de octubre sin hablaros de María como discípula misionera.
A todos los que me leéis, muy especialmente, a los jóvenes, os llamo a descubrir en la fuente de la belleza que es Jesucristo, el más bello de los hombres, donde se alcanza de verdad vuestra belleza y donde está la clave del misterio de la vida de un discípulo misionero. ¿Queréis sanar las heridas de esta humanidad? ¿Queréis que este mundo sea para todos? ¿Queréis ayudar a los hombres a descubrir el proyecto desde el cual todos nos sintamos hermanos y unidos? ¿Deseáis ser ganados por esa belleza suprema manifestada en Jesucristo y que tiene las connotaciones de la entrega incondicional y sin límites, del servicio a todos, de mirar siempre al otro como el más importante? Tened el coraje y el atrevimiento para salvar a este mundo con la gracia y el amor del Jesucristo. Solo Él es el Camino, la Verdad y la Vida. Por el Bautismo os habéis revestido de Cristo. Tenéis la vida de Cristo, de tal manera que se tiene que manifestar en la historia esa inundación en quien ha nacido de nuevo al recibir la vida de Él. La belleza suprema que Cristo nos otorga, dadla.
Descubrid el modo y la manera en que el Señor quiere y desea que seamos discípulos misioneros. La Virgen María se presenta en nuestra vida como modelo de escucha, de generosidad, de entrega, de servicio y de plenitud. Con estas cinco connotaciones deseo situaros para la contemplación de su vida como misionera generosa y entregada. Hay cinco textos del Evangelio que siempre han conmovido mi vida y que nos ayudan a descubrir precisamente estas connotaciones que tiene que tener el discípulo misionero:
1. Discípulo misionero como María en la escucha (cf. Lc 1, 26-38): En el silencio, en la atención a lo que pasa, en el camino corriente de la vida, María es llamada por Dios a la aventura más impresionante que se ha llevado en esta historia; nada más ni nada menos que a ser llamada para que sea Madre de Dios, es decir, para que preste su vida para que Dios tome rostro humano y todos los hombres podamos conocerlo. Sin un atisbo de duda, María responde inmediatamente: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu Palabra». ¿Escuchas como María? ¿A quién?
2. Discípulo misionero como María en generosidad (cf. Lc 39-45): La llamada de Dios lo es para la generosidad. Toda de Dios y toda para los demás. Porque así vive María. Atraviesa dificultades inmensas, una región montañosa, para ir a ver a su anciana prima Isabel que, por obra de Dios, a su edad, iba a tener un hijo. María iba a ayudarla, a darle alegría, a darle confianza en Dios. La entrada en su casa es expresión de la generosidad desbordante que Dios ha tenido con ella y que ella tiene para con los demás: por la presencia de Jesús en María, la criatura que llevaba Isabel salta de gozo y ella puede exclamar: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre». ¿Cómo es mi generosidad? ¿Hasta dónde doy mi vida?
3. Discípulo misionero como María en la entrega (cf. Jn 19, 25-27): Cuando estaba al pie de la Cruz, su mismo Hijo la convierte en modelo de entrega a Dios y a los demás. Jesús la presenta como la Madre y mujer entregada absolutamente, que acoge a todos los hombres, se ocupa de ellos, los acompaña como ha acompañado a su Hijo y da la vida por ellos: «Ahí tienes a tu hijo». Y por otro lado, Jesús la propone como modelo para vivir y para acompañarnos, por eso nos invita a que abramos la vida a ella: «Ahí tienes a tu Madre». Mujer entregada, gastada totalmente, enteramente de Dios y, precisamente por eso, enteramente para todos los hombres. ¿Cómo vivo mi entrega a los demás? ¿Cómo vivo en mi familia, en mi trabajo, en mis responsabilidades con los otros que encuentro en mi camino?
4. Discípulo misionero como María en el servicio a los demás (cf. Jn 2, 1-12): Descentrada de sí misma y centrada enteramente en Dios, vive mirando las necesidades de los demás. Cuando se da cuenta de que unas gentes estaban pasando apuros, asume toda la responsabilidad de la situación y les presenta a quien puede quitar todo lo que enturbia la vida y quita la serenidad, a su Hijo Jesucristo: «Haced lo que Él os diga». El primer servicio que se puede hacer a alguien es que tenga la posibilidad de encontrarse con quien es el Camino, la Verdad y la Vida. Ella es la primera misionera, el modelo de misionero: testigo de la presencia de Dios en su vida, presenta a este Dios en el mundo con la pretensión de que haga el primer signo que distorsiona las leyes de los hombres, para hacernos ver que «solo Dios basta» y que en Él está la salida a toda situación humana. ¿Sirvo o me sirvo de los demás?
5. Discípulo misionero como María de plenitud de confianza (cf. Hch 1, 12-14): Cuando las cosas aún están a oscuras, María se presenta como la mujer fuerte que mantiene a todos en el diálogo, la confianza y la cercanía a Dios. «Todos ellos perseveraban en la oración, con un mismo Espíritu en compañía de algunas mujeres, de María, la Madre de Jesús, y de sus hermanos». Ella nos da la medida de la desmedida que hay que tener con respecto a Dios en todas las circunstancias de la vida. Él siempre da respuestas; Él siempre atiende al ser humano; Él siempre sale al encuentro; Él siempre da plenitud a todo. Y en esa confianza, que es realidad que ella vive, mantiene a los apóstoles.
Solamente desde esta estructura de existencia que tiene María, asumida en nuestra vida, somos discípulos misioneros. Sigue llamando el Señor hoy como ayer a formular la vida vocacionalmente, es decir, desde la llamada que a todos los bautizados nos hace, y a encontrar el lugar donde transparentar a Jesús con nuestro ser, decir y hacer. Generosos y entregados como María. Para construir la nueva ciudad son necesarios discípulos misioneros que vivan con alegría del Evangelio.
Con gran afecto, os bendice,
+Carlos, Arzobispo de Madrid
Alfa y Omega

SALÍA DE JESÚS UNA FUERZA QUE LOS CURABA A TODOS




Lectura del santo evangelio según san Lucas (6,12-19):

En aquel tiempo, subió Jesús a la montaña a orar, y pasó la noche orando a Dios. 

Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió a doce de ellos y los nombró apóstoles: Simón, al que puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago Alfeo, Simón, apodado el Celotes, Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor. 

Bajó del monte con ellos y se paró en un llano, con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón. 

Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, y la gente trataba de tocarlo, porque salía de Él una fuerza que los curaba a todos.

Palabra del Señor