lunes, 30 de abril de 2012

Desde el no hacia el sí


Dije no porque quería evitarme problemas y mantener la tranquilidad que hasta ahora me envolvía.

Dije no porque prefería salir de paseo en vez de ponerme en serio ayudar a quien lo necesitaba.

Dije no porque temía un fracaso, para no quedar nuevamente en ridículo ante esa persona conocida por sus críticas envenenadas.

Dije no porque la pereza fue más fuerte en mi jornada que el cariño que debería ofrecer a un familiar o un amigo.

Dije no incluso a Dios, porque la tentación se me hizo muy fácil y porque pensé que la gracia no me ayudaría.

Pero necesito romper con esas negativas que me aprisionan a lo fácil, a lo cómodo, al egoísmo, al pecado; que me encadenan al respeto humano, al miedo, al recuerdo de tantos fracasos del pasado.

Necesito, sobre todo, abrirme al horizonte del amor, de la fe, de laesperanza. Porque con Cristo hasta un criminal puede empezar a ser santo, un borracho puede superar su dependencia casi enfermiza, un cobarde puede revestirse de valor, un soberbio puede agachar la cabeza como un manso cordero ante el Hijo del Hombre que supo morir mansamente en el Calvario.

Hoy tengo entre mis manos unas horas en las que decido mi destino. Si me abro a Dios, si me dejo guiar por su gracia, si confío, seré capaz de dar un sí, y otro, y otro, para ayudar, para perdonar, para acompañar, para cuidar, para servir, para amar.

Aprenderé, entonces, a vivir como el Señor, que supo siempre dar un sí lleno de Amor al Padre y a los hombres. "Porque el Hijo de Dios, Cristo Jesús (...) no fue sí y no; en él no hubo más que sí" (2Co 1,19).

 P. Fernando Pascual

sábado, 28 de abril de 2012

EL BUEN PASTOR


"Yo soy el buen pastor —dice Jesús— y conozco a las mías y las mías me conocen a mí, como el Padre me conoce y yo conozco a mi Padre" ( Jn 10, 14-15). ¡Qué maravilloso es este conocimiento! ¡Qué conocimiento! ¡Llega hasta la verdad y el amor eterno cuyo nombre es el "Padre"! Precisamente de esta fuente proviene ese conocimiento particular que hace nacer la auténtica confianza. El conocimiento recíproco: "Yo conozco... y ellas conocen".

No se trata de un conocimiento abstracto, de una certeza meramente intelectual, que se expresa con la frase "sé todo de ti". Más aún, un conocimiento tal suscita el miedo, induce más bien a cerrarse.

En cambio, Cristo dice: "Conozco a las mías", y lo dice del conocimiento liberador que suscita la confianza . Porque, aunque el hombre defienda el acceso a sus secretos, aunque quiera conservarlos para sí mismo, sin embargo tiene todavía más necesidad, "tiene hambre y sed" de Alguien ante quien poder abrirse, a quien poder manifestarse y revelarse. 

El hombre es persona, y corresponde a la "naturaleza" de la persona, al mismo tiempo, la necesidad del secreto y la necesidad de abrirse. Estas dos necesidades están estrechamente unidas la una con la otra. La una se explica a través de la otra.

En cambio, las dos juntas indican la necesidad de Alguien, ante el cual el hombre puede manifestarse. Cierto, pero todavía más; tiene necesidad de Alguien que pueda ayudar al hombre a entrar en su propio misterio. Ese "Alguien", sin embargo, debe conquistar la confianza absoluta, debe, revelándose a sí mismo, confirmar que es digno de tal confianza. Debe confirmar y revelar que es Señor y, a la vez, Siervo del misterio interior del hombre .

Precisamente así se ha revelado Cristo. Sus palabras: "Conozco a las mías..." y "las mías... me conocen" encuentran una confirmación definitiva en las palabras que siguen: "Doy mi vida por las ovejas" ( Jn 10, 11. 15).
Juan PabloII

jueves, 26 de abril de 2012

SÚPLICA AL ATARDECER.



Desde lo hondo de mi corazón,
elevo mi súplica a Ti, Señor.

Da nueva luz a mis ojos para que descubran tu fuerza en mis debilidades,
y reconozcan tu presencia en mi soledad.

Enséñame a recordar el pasado y vivir el presente, a estar solo y acompañado.
Ayúdame a aceptar mis sufrimientos con paciencia y gozar de las cosas pequeñas que me regalas .

Alienta los latidos de mi corazón para que ame hasta el final y espere, agradecido, tu abrazo eterno.

Padre, ahora que estoy enfermo, deja que mi corazón te busque y se desahogue en ti .
Desciende con tu bondad hasta mis miedos, mis oscuridades y dudas.

LLena con tu presencia mis silencios vacios,
dame anchura en el aprieto, aviva con tu Palabra mi esperanza decaída,
ayúdame a abandonarme en ti, y a ser agradecido, en todo momento.

Padre, ahora que vivo en la adversidad,haz que mis ojos no dejen de mirar a la cruz de tu Hijo,
pues en ella,según nos has dicho, encontraré la fuerza de amar más allá de mis límites.

Padre,que el espíritu me lleve a perseverar hasta el final del camino largo de la esperanza .
AMEN.
Isabel

martes, 24 de abril de 2012

SEÑOR, TENGO SED DE TI


Señor, tengo sed de vivir en plenitud.

Señor, tengo sed de tu amor,
           tengo sed de tu luz,
           tengo sed de tu paz.

 Señor, tengo sed de llenar mi corazón de ti.

 Señor, quisiera salir de mi rutina y aburrimiento,              
           quisiera superar mi apatía y dejadez,
           quisiera liberarme de la mediocridad,
                                                                                                                                                                                                                   
Señor, nos  hiciste con un corazón sediento de ti. 
Señor, que no descanse hasta que me sacie de ti...

 Señor, tengo sed de tu Espíritu. 

 Señor, tengo sed de ti.
 Señor, tengo sed de ti.

Del libro"En ti vivimos, Señor"

viernes, 20 de abril de 2012

Y tú, ¿dónde vas?

Y tú, ¿dónde vas?. ¡Seguramente al lugar equivocado!. 

Buscamos y buscamos satisfacciones en este mundo. Soñamos con algo, y cuando lo alcanzamos, la alegría dura un instante y nuevamente nos sentimos vacíos. Sea un título, un bien material, conocer un lugar, e incluso un hijo o una pareja. Cuando esas cosas están ennuestros sueños nos motivan e impulsan para adelante. Pero cuando finalmente las alcanzamos sentimos una felicidad pasajera, y luego, a buscar otra meta para perseguir. ¡Y eso en el mejor de los casos!. Cuando esos sueños no se hacen realidad, nos frustramos, deprimimos, nos sentimos vacíos, fracasados en la vida. 

¿Dónde vamos?. Alguien me preguntó hace poco tiempo: ¿Te llena Dios realmente la vida cuando lo descubres?. ¡Allí está el secreto!. Nada tiene sentido sin Dios, sólo Dios le pone sentido a nuestra vida. El detiene nuestra carrera, nuestra búsqueda desenfrenada, y nos dice: 

Yo soy a quien estabas buscando, sin Mi nada tiene sentido. Ámame, descubre cual es Mi Voluntad respecto de tu misión en la vida, y encontrarás la paz verdadera.

En ese momento se acaban las fantasías terrenales, los falsos ídolos que construimos y adoramos: el dinero, el estatus, nuestra posición en la sociedad, nuestra forma de vida. Jesús toma entonces el lugar central dentro nuestro y hace que todo lo demás gire alrededor de Su Voluntad. Si trabajo, deseo hacerlo agradando a Dios, si educo a mis hijos, deseo formarlos en el amor a Dios, si hago un viaje, busco el modo de crecer en mi fe a través de los lugares que visito. En todo descubro la mano de Dios que me pone las oportunidades de crecer en el amor a El a cada instante. 

Jesús, ese día, se apareció a Pedro con la Cruz sobre su hombro. Ya había resucitado y ascendido a los Cielos. Pedro huía de Roma ante la amenaza de ser arrestado por defender al Señor. Jesús le dijo entonces: "¿dónde vas Pedro?. Si tú te marchas, yo tengo que tomar tu lugar, con mi Cruz a cuestas". Pedro, sintiéndose morir por ver a Jesús de ese modo, dio media vuelta a sus pasos y volvió a Roma aceptando ser crucificado en nombre de Cristo.

Y tú, ¿dónde vas?.
Oscar Schmidt

lunes, 16 de abril de 2012

Contemplar es enamorarse de Dios

Pensar no es vivir.
Vivir es contemplar....
Pensar es una actividad de la mente superficial que nos mantiene lejos de la realidad.
Contemplar es ver, vivir y saborear la realidad.
Pensar es una actividad necesaria y provechosa en algunos momentos y tareas de la vida. Sin embargo, no sabemos usarla convenientemente de un modo sano y liberador, porque la mayoría de las veces desconocemos la "llave" para ponerla o detenerla según nuestra necesidad.
Pero todos sabemos que el parloteo mental nos produce un serio desgaste de nuestra energía vital. Sobre todo cuando, además, funciona de un modo compulsivo, negativo y enfermizo.
Contemplar es nuestra vivencia natural, viviendo y vibrando con cada realidad que tenemos presente.
Pero sólo podemos contemplar cuando la mente se detiene y nos  permite ver directamente la hondura, la belleza y la  unidad de toda la creación.
Contemplar es ver todas las  cosas en su sencillez y riqueza infinitas, tal como son en Dios.
Contemplar es  vivir cada criatura tal como es en el misterio amoroso de Dios.
Contemplar es dejar de pensar para percibir, con los ojos iluminados del corazón, la presencia de Dios en todo.
Contemplar es sentirnos transparentes en la presencia envolvente de Dios.
Contemplar es vivirnos transparentes desde las  raíces  de nuestro  ser en Dios.
Contemplar es  embriagarnos de la  belleza de cada criatura hiriendo  de amor nuestro corazón
Contemplar es no  sentirte atado a nada, viviéndote en comunión en todo.
Contemplar  es  sentirte fundido con Dios  en todo.
Contemplar es estremecimiento del  alma que vive y  vibra enamorada de Dios  en todo.

Del libro " En ti vivimos, Señor" de Manuel Fernández


domingo, 15 de abril de 2012

Nadie te ama como yo

LAS MUJERES EN LA IGLESIA


De la hoja parroquial de nuestra parroquia

¡Señor mío y Dios mío!


También para nosotros es posible tener un contacto sensible con Jesús, meter, por así decir, la mano en las señales de su Pasión, las señales de su amor. 

En los Sacramentos, Él se nos acerca en modo particular, se nos entrega. 

Queridos jóvenes, aprended a "ver", a "encontrar" a Jesús en la Eucaristía, donde está presente y cercano hasta entregarse como alimento para nuestro camino; en el Sacramento de la Penitencia, donde el Señor manifiesta su misericordia ofreciéndonos siempre su perdón. 

Reconoced y servid a Jesús también en los pobres y enfermos, en los hermanos que están en dificultad y necesitan ayuda.


Entablad y cultivad un diálogo personal con Jesucristo, en la fe. Conocedle mediante la lectura de los Evangelios y del Catecismo de la Iglesia Católica; hablad con Él en la oración, confiad en Él. Nunca os traicionará [...] Así podréis adquirir una fe madura, sólida, que no se funda únicamente en un sentimiento religioso o en un vago recuerdo delcatecismo de vuestra infancia. 

Podréis conocer a Dios y vivir auténticamente de Él, como el apóstol Tomás, cuando profesó abiertamente su fe en Jesús: "¡Señor mío y Dios mío!".
 (Benedicto XVI, Mensaje para la XXVI Jornada Mundial de la Juventud, 2011).

Señor, pasaste por el mundo  de una forma discreta y humilde. Tu nacimiento, tu vida y hasta  tu resurrección fueron discretos.
Queremos parecernos a ti , queremos ser humildes y discretos como Tú. Ése será un gran testimonio de nuestra fe ante todo el mundo.
Ayúdanos Señor a  que siempre te digamos: ¡Señor mío y Dios mío! 

viernes, 13 de abril de 2012

Secuencia Pascual

Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua

Cordero sin pecado
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza.

Lucharon vida y muerte
en singular batalla
y, muerto el qué es
la Vida,
triunfante se levanta.



¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?

A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,
los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.

¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!
Venid a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua.

Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti
    no manda.

Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa.



martes, 10 de abril de 2012

¡Ha resucitado! ¡Ha resucitado verdaderamente!


¡Ha resucitado! ¡Ha resucitado verdaderamente!.

Todo cristiano revive la experiencia de María Magdalena. Es un encuentro que cambia la vida: el encuentro con un hombre único, que nos hace sentir toda la bondad y la verdad de Dios, que nos libra del mal, no de un modo superficial, momentáneo, sino que nos libra de él radicalmente, nos cura completamente y nos devuelve nuestra dignidad.

He aquí porqué la Magdalena llama a Jesús mi esperanza: porque ha sido Él quien la ha hecho renacer, le ha dado un futuro nuevo, una existencia buena, libre del mal. «Cristo, mi esperanza», significa que cada deseo mío de bien encuentra en Él una posibilidad real: con Él puedo esperar que mi vida sea buena y sea plena, eterna, porque es Dios mismo que se ha hecho cercano hasta entrar en nuestra humanidad.
Benedicto XVI

lunes, 9 de abril de 2012

Resurrección de Jesús por Benedicto XVI

Al final, sin embargo, permanece siempre en toda nosotros la pregunta que Judas Tadeo le hizo a Jesús en el Cenáculo: «Señor, ¿qué ha sucedido para que te muestres a nosotros y no al mundo? (Jn 14,22). Sí, ¿por qué no te has opuesto con poder a tus enemigos que te han llevado a la cruz?, quisiéramos preguntar también nosotros. ¿Por qué no les has demostrado con vigor irrefutable que tú eres el Viviente, el Señor de la vida y de la muerte ¿Por qué te has manifestado sólo a un pequeño grupo de discípulos, de cuyo testimonio tenemos ahora que fiarnos?

 Pero esta pregunta no se limita solamente a la resurrección, sino a todo ese modo en que Dios se revela al mundo. ¿Por qué sólo a Abraham ¿Por qué no a los poderosos del mundo?¿Por qué sólo a Israel y no de manera inapelable a todos los pueblos de la tierra?

 Es propio del misterio de Dios actuar de manera discreta. Sólo poco a poco va construyendo su historia en la gran historia de la humanidad. Se hace hombre, pero de tal modo que puede ser ignorado por sus contemporáneos, por las fuerzas de renombre en la historia. Padece y muere y, como Resucitado, quiere llegar a la humanidad solamente mediante la fe de los suyos, a los que se manifiesta.

 No cesa de llamar con suavidad a las puertas de nuestro corazón y, si le abrimos, nos hace lentamente capaces de «ver». Pero ¿no es éste acaso el estilo divino? No arrollar con el poder exterior, sino dar libertad, ofrecer y suscitar amor. Y lo que aparentemente es tan pequeño, ¿no es tal vez —pensándolo bien— lo verdaderamente grande? ¿No emana tal vez de Jesús un rayo de luz que crece a lo largo de los siglos, un rayo que no podía venir de ningún simple ser humano; un rayo a través del cual entra realmente en el mundo el resplandor de la luz de Dios?

 El anuncio de los Apóstoles, ¿podría haber encontrado la fe y edificado una comunidad universal si no hubiera actuado en él la fuerza de la verdad? Si escuchamos a los testigos con el corazón atento y nos abrimos a los signos con los que el Señor da siempre fe de ellos y de sí mismo, entonces lo sabemos: El ha resucitado verdaderamente. El es el Viviente. A El nos encomendamos en la seguridad de estar en la senda justa. Con Tomás, metemos nuestra mano en el costado tras pasado de Jesús y confesamos: «Señor mío y Dios mío!» (Jn 20,28).

Del libro: "Jesús de Nazaret" Desde la Entrada en Jerusalén hasta la Resurrección. Benedicto XVI

viernes, 6 de abril de 2012

EL LAVATORIO DE LOS PIES


Puesto que también los bautizados siguen siendo pecadores, tienen necesidad de la confesión de los pecados, que "nos lava de todos nuestros delitos"[...]

De lo que se trata en el fondo es de que la culpa no debe seguir supurando ocultamente en el alma,envenenándola así desde dentro. Necesita la confesión.

Por la confesión la sacamos a la luz, la exponemos al amor purificador de Cristo.

 En la confesión el Señor vuelve a lavar siempre nuestros pies sucios y nos prepara para la comunión de mesa con Él.

Al mirar en retrospectiva al conjunto del capítulo sobre el lavatorio de los pies, podemos decir que en este gesto de humildad, en el cual se hace visible la totalidad del servicio de Jesús en la vida y la muerte, el Señor está ante nosotros como el siervo de Dios; como Aquel que se ha hecho siervo por nosotros, que carga con nuestro peso, dándonos así la verdadera pureza, la capacidad de acercarnos a Dios.
 (Joseph Ratzinger, Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, segunda parte, p. 31).

jueves, 5 de abril de 2012

GETSEMANÍ POR BENEDICTO XVI

"Cantados los himnos, salieron para el Monte de los Olivos".Mateo y Marcos cocluyen con estas palabras la narración de la ültima Cena (Mt 26,30; Mc 14,26). La última comida de Jesús - fuera cena pascual o no - es sobre todo un acontecimiento cultural. En su centro está la oración de acción de gracias y de bendición. Jesús sale con los suyos para orar por la noche, que recuerda aquella noche en la que mataron a los primogénitos de Egipto, e Israel fue salvado por la sangre del cordero (cf. Ex 12), la noche en que Él debe asumir el destino del cordero.

Jesús recita con sus discípulos los Salmos de Israel, esto caracteriza la unidad de ambos Testamentos, tal como Él nos lo enseña. Jesús oró en perfecta comunión con Israel y, sin embargo Él mismo es Israel de un modo nuevo: la antigua Pascua aparece ahora como el anticipo de un gran boceto. La nueva Pascua, sin embargo, es Jesús mismo, y la verdadera "liberación" se realiza ahora mediante su amor que abarca a toda la humanidad.

"Fueron a una finca, que llaman Getsemaní, y dijo a sus discípulos:"Sentaos aquí mientras voy a orar""(Mc 14,32). Éste es uno de los lugares más venerados del cristianismo. El Monte de los Olivos es el mismo de entoces. Quién se detiene en él, se encuentra aquí ante un dramático punto culminante del misterio de nuestro Redentor: Jesús ha experimentado aquí la última soledad, toda la tribulación de ser hombre. Aquí, el abismo del pecado y del mal le ha llegado hasta el fondo del alma. Aquí se estremeció ante la muerte inminente. Aquí le besó el traidor. Aquí todos los discípulos lo abandonaron. Aquí Él ha luchado también por mí.

San Juan recoge todas estas experiencias y da una interpretación teológica del lugar, diciendo: Fueron "al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto" (18,1). La misma palabra clave retorna de nuevo al final del relato de la Pasión: "Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto un sepulcro nuevo donde nadie había sido enterrado todavía" (19,41).
Es evidente que con la palabra "huerto" Juan alude a la narración del Paraíso y del pecado original. Nos quiere decir que aquí se retoma aquella historia.

En aquel huerto, en el "jardín" del Edén, se produce una traición, pero el huerto estambién el lugar de la resurrección. En efecto, en el huerto Jesús ha aceptado hasta el fondo la voluntad del Padre, la ha hecho suya, y así ha dado un vuelco a la historia.

Del libro: Jesús de Nazaret, desde la Entrada en Jerusalén hasta la Resurrección
Benedicto XVI

martes, 3 de abril de 2012

Si creemos que no tenemos pecados

Debemos preguntarnos:
si despreciamos el tiempo,
si vivimos permanentemente descontentos,
si nos falta sentido del pudor,
si estamos excesivamente seguros de las propias ideas,
si nos sentimos como reyes no reconocidos o injustamente destronados, y, en consecuencia, siempre enfadados,
si en todas las cosas estamos contra,
si vivimos exageradamente inquietos por el porvenir,
si no nos preocupa el sufrimiento ajeno ni las injusticias,
si sólo somos amables cuando nos conviene,
si somos propensos a instrumentalizarlo todo hacia lo que nos conviene,
si carecemos del “sentido del otro",
si pactamos fácilmente con la injusticia,
si siempre lo vemos todo desde el punto de vista propio,
si solemos pasar factura a los demás, por lo que hacemos o nos parece hacer por ellos,
si no damos limosna ni por casualidad,
si somos negligentes en la educación de los hijos, quizá con el pretexto del mucho trabajo,
si somos negligentes en la atención debida a los padres, esposa o esposo,
si aumentamos innecesariamente la carga de los demás con caprichos y nuevas necesidades,
si sólo nos preocupamos de que nuestros padres nos complazcan, y rara vez les damos una alegría,
si exigimos mucho y damos poco,
si aceptamos la mediocridad en las cosas de Dios,
si tenemos tendencia a confiar más en nosotros mismos que en la gracia,
si descuidamos la oración personal,
si no procuramos adquirir la debida formación religiosa,
si damos por supuesto que el apostolado es cosa de los otros,
si vivimos esquivando lascruces que nos santificarían,
si sentimos celos por el progreso espiritual de los otros,
si nos falta fe en el Magisterio de la Iglesia,
si tenemos tendencia a criticarla,
si nos consideramos el mejor intérprete del Vaticano II,
si contribuimos al desprestigio de las personas consagradas a Dios,
si somos tacaños en la ayuda económica a la Iglesia,
si llegamos habitualmente tarde a Misa,
si descuidamos el ayuno y la abstinencia,
si... , etc.
Tomado del libro:ALFONSO REY. El sacramento de la Penitencia. Ed. Palabra. Madrid 1977

Ser discípulo de Cristo

Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él » (1 Jn 4, 16). Estas palabras de la Primera carta de Juan expresan con claridad meridiana el corazón de la fe cristiana: la imagen cristiana de Dios y también la consiguiente imagen del hombre y de su camino. Además, en este mismo versículo, Juan nos ofrece, por así decir, una formulación sintética de la existencia cristiana: «Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él».

Hemos creído en el amor de Dios: así puede expresar el cristiano la opción fundamental de su vida. No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva. En su Evangelio, Juan había expresado este acontecimiento con las siguientes palabras: «Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para que todos los que creen en él tengan vida eterna» (cf. 3, 16).
 (Benedicto XVI, Deus Caritas est, 1)


Ser discípulo de Cristo quiere decir permanecer fieles a su palabra. Sin darnos cuenta podemos llegar a ser esclavos de nuestros pecados. Sin embargo, nos atrevemos a decir: "Yo soy un buen cristiano, no soy blasfemo, no robo, no mato y voy a misa todos los domingos".

Ser fiel a la palabra de Cristo no consiste en decir "no". Más bien es un decir "sí". No significa vivir cumpliendo vagamente unos preceptos, no significa adherirse a una ley neutra que endurece nuestros corazones como aquellos de los fariseos. Quiere decir, sin embargo, querer ir más allá del egoísmo, aceptar ser fiel al máximo mandamiento que nos ha dejado Cristo: el amor.

Podemos preguntarnos: ¿Amamos verdaderamente? ¿Sabemos amar? De los primeros cristianos se decía: "Mirad cómo se aman". ¿Qué se puede decir de nosotros? : "¿Mirad cómo se critican sin piedad?"