sábado, 30 de mayo de 2015

El Misterio de Dios

En el día que celebramos la fiesta de la Santísima Trinidad, el hombre moderno podría preguntarse: ¿esperar que hoy se crea en este misterio no es una pretensión excesiva? Pero planteado así, la pretensión excesiva sería pensar que hasta ahora todos han sido unos crédulos y al fin llegamos nosotros que aplicamos la racionalidad y la crítica.
Desde los comienzos mismos de la Iglesia no ha sido fácil aceptar este misterio. Ha necesitado de mucha reflexión y de los primeros concilios ecuménicos, que abordaron esta cuestión, hasta llegar a la fórmula del Símbolo niceno-constantinopolitano, en el siglo IV: «Creo en Dios Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra; y en Jesucristo, su único Hijo, Señor nuestro, el cual fue concebido por obra del Espíritu Santo, nació de María Virgen…».
Esta es la fe de la Iglesia, de raíces claramente cristológicas, ya que fue Jesucristo quien nos habló de Dios como su Padre y del Espíritu Santo que sería enviado. Y así lo entendió Pedro cuando confesó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo».
Si Dios no fuese en sí un misterio no hubiéramos tenido necesidad de la autorrevelación en el Hijo. Es Jesucristo quien nos revela que Dios es un Padre que nos ama y que confirma su enseñanza sublime con numerosos milagros y con su propia resurrección, sin la cual, en palabras de san Pablo, «vana sería nuestra fe».
Volviendo a la dificultad inicial que puede plantear el hombre moderno, algunas personas, con buena intención pero con falta de doctrina, podrían pensar que no conviene hablar hoy de la Santísima Trinidad, para así hacer la fe más aceptable. Con ironía ya escribió Frossard: «El gran descubrimiento del apostolado moderno es que, ahora, todo es mucho más fácil de creer, cuando no hay nada que creer».
Esta actitud chocaría con la sagrada obligación de mantener las verdades de la fe sin recortarlas según las modas de cada época. No son enseñanzas que procedan de Platón, de Hegel o de Darwin, sino de Jesucristo, ya que sólo él nos ha enseñado algo del pensamiento divino y de la esencia más verdadera de Dios.
La racionalidad, lejos de llevarnos a rechazar las enseñanzas de Cristo, nos lleva a aceptarlas, con la actitud humilde, eso sí, de quien se sabe a sí mismo un ser creado, no el orgulloso intelectual que merece ser el juez de la historia.
† Jaume Pujol Balcells
Arzobispo metropolitano de Tarragona y primado


La diversidad no es una amenaza

VER 
Caín no aceptó que su hermano Abel fuera diferente, y lo mató. Esto nos hace pensar que llevamos en lo más profundo de nuestra humanidad la tendencia a rechazar a quienes piensan y actúan en forma distinta. En vez de respetarnos, tolerarnos, sobrellevarnos, valorarnos y apreciarnos como un enriquecimiento mutuo, convivir e incluso amarnos, nos condenamos unos a otros, nos excluimos, nos ofendemos, nos consideramos únicos poseedores de la verdad y cerramos las puertas del corazón a los otros. Pareciera que es “normal” el competir entre todos y destruirnos. Esto se vive a veces desde la misma familia, cuando los esposos no asumen como un valor las diferencias entre ellos y cuando los hijos compiten negativamente entre sí por sus normales diferencias.

Durante este tiempo de campañas electorales, basta ver un poco los medios informativos, y nos apena que los partidos y sus candidatos, al presentarse como la óptima opción, condenen a los otros. Y si pueden encontrarles defectos, fallas o posibles errores, los explotan no como una corrección fraterna, sino para exhibirlos ante el público y descalificarlos. Muchas veces sus datos son verídicos; otros pueden ser falsos o mal interpretados. Lo que les importa es derribar las otras opciones y presentarse a sí mismos como lo mejor.

Lo más doloroso es que lo mismo sucede al interior de las comunidades creyentes. En vez de reconocer y valorar que hay varios modos de seguir a Jesús, nos creemos los únicos verdaderos cristianos y católicos. Como si no fuera algo claro y evidente que los apóstoles escogidos por Jesús son diferentes entre ellos. Los Evangelios son distintos entre sí, y los cuatro son valiosísimos y auténticos. Cada evangelista resalta algún aspecto de Jesús y entre todos se complementan. Marcos y Juan son muy diferentes, pero ambos nos llevan a Jesús.
PENSAR
El Papa Francisco dijo en Sri Lanka: “Una tragedia constante en nuestro mundo es que tantas comunidades estén en guerra entre sí. La incapacidad para conciliar diferencias y desacuerdos, ya sean antiguos o nuevos, ha dado lugar a tensiones étnicas y religiosas, acompañadas con frecuencia por brotes de violencia. No es tarea fácil superar el amargo legado de injusticias, hostilidad y desconfianza que dejó el conflicto. Esto sólo se puede conseguir venciendo el mal con el bien y mediante el cultivo de las virtudes que favorecen la reconciliación, la solidaridad y la paz. El proceso de recuperación debe incluir también la búsqueda de la verdad, no con el fin de abrir viejas heridas, sino más bien como un medio necesario para promover la justicia, la recuperación y la unidad.
Para que este proceso tenga éxito, todos los miembros de la sociedad deben trabajar juntos; todos han de tener voz. Todos han de sentirse libres de expresar sus inquietudes, sus necesidades, sus aspiraciones y sus temores. Pero lo más importante es que todos deben estar dispuestos a aceptarse mutuamente, a respetar las legítimas diferencias y aprender a vivir como una única familia. Siempre que las personas se escuchan unos a otros con humildad y franqueza, sus valores y aspiraciones comunes se hacen más evidentes. La diversidad ya no se ve como una amenaza, sino como una fuente de enriquecimiento” (13-I-2015).
ACTUAR
Esposa: la forma de ser de tu esposo, que es distinta a la tuya, te atrajo mucho cuando eran novios y, por esa diferencia, te entusiasmaste por él y quisiste hacer tu vida con él. ¿Por qué ahora sólo le ves defectos y lo rechazas? Y lo mismo preguntaría al esposo.
Hijos: entre hermanas y hermanos, hay estilos, gustos, caracteres, cualidades, modos de ser que les hacen ser diferentes entre ustedes. ¿Qué aburrida sería una familia donde todos son idénticos! La variedad los hace complementarse, si aprenden a valorarse.
Lo mismo habría que decir a los contrincantes de los partidos, a las organizaciones, a las comunidades eclesiales: veamos las diferencias como un enriquecimiento mutuo, siempre y cuando todos nos esforcemos por moldear nuestra forma de ser por el Evangelio de Jesús, centrado en amar a Dios y amarnos como hermanos.
+ Felipe Arizmendi Esquivel

Obispo de San Cristóbal de Las Casas

viernes, 29 de mayo de 2015

Delicadeza de María

Eres, María;
delicadeza en la dureza
delicadeza cuando asoman las pruebas
delicadeza cuando llama Dios
delicadeza cuando te llaman los hombres.
Eres, María;
delicadeza en el trato con Dios
delicadeza con las necesidades de los hombres.
Eres, María;
delicadeza para embellecer nuestra fe
delicadeza para profundizar en nuestra oración
delicadeza que nos ayuda en la Eucaristía
delicadeza para escuchar la Palabra de Dios.
Eres, María;
flor delicada y cortada para Dios
flor con  aroma de servicio
flor sin miedo a la espina de dolor
flor que, cuanto más se aprieta, más fragancia ofrece.
Eres, María;
delicadeza que se compromete
delicadeza que sabe darse
delicadeza que sabe respetar
delicadeza que sabe amar.
Eres, María;
un jardín donde crece la flor del gusto
tal vez, por eso mismo,
no quiso pasar de largo.
Amén.
Ave María y canto
J.Leoz
Publicado por Reflejos de Luz 

El Papa exhorta a no ser indiferentes ante los inmigrantes, mientras se avecina la fecha límite del 17 de junio

 “La atención pastoral y caritativa de los inmigrantes, sobre todo a los provenientes de la vecina Haití, que buscan mejores condiciones de vida en territorio dominicano, no admite la indiferencia de los pastores de la Iglesia. Es necesario seguir colaborando con las autoridades civiles para alcanzar soluciones solidarias a los problemas de quienes son privados de documentos o se les niega sus derechos básicos. Es inexcusable no promover iniciativas de fraternidad y paz entre ambas naciones, que conforman esta bella Isla del Caribe”: son las palabras del Santo Padre Francisco en el discurso a la Conferencia Episcopal de la República Dominicana, a la que ha recibido ayer 28 de mayo, con motivo de su visita Ad Limina. 

El encuentro ha tenido lugar mientras se acercaba la fecha límite, fijada para el 17 de junio de 2015, dentro de la cual se ha dado la posibilidad a miles de inmigrantes haitianos de regularizar su situación en la República Dominicana. Ya que incluso muchos haitianos nacidos en la República Dominicana están en riesgo de expulsión. 

Según la información recogida por la Agencia Fides, el nuevo Canciller de Haití, Lener Renauld, se reunió ayer en Santo Domingo con el Canciller de la República Dominicana, Andres Navarro, con el cual ha discutido sobre los progresos del plan nacional de regulación de los extranjeros sin documentos (PNRE), que las autoridades de la República Dominicana han iniciado en 2013 y que afecta a miles de inmigrantes haitianos residentes en este país (CE).

Urgente llamada para la Iglesia: transmitir la Misericordia al mundo de hoy, que tanto la necesita, reitera el Papa

Asegurando su «cercanía y apoyo en una tarea tan urgente», y poniendo de relieve la importancia para la vida de la Iglesia del tema que han tratado: relación entre evangelización y catequesis, el Papa Francisco dio su cordial bienvenida a los participantes en la Plenaria del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización y al Consejo que está trabajando en la preparación del Jubileo Extraordinario de la Misericordia:
«Un Año Santo que les he encomendado a ustedes para que sea más evidente que el don de la misericordia es el anuncio que la Iglesia está llamada a transmitir en su obra de evangelización en este tiempo de grandes cambios».
¡Cuántos pobres esperan el Evangelio que libera! ¡Cuántos hombres y mujeres, en las periferias existenciales generadas por la sociedad consumista»
Los cambios son «una feliz provocación para percibir los signos de los tiempos que el Señor ofrece a la Iglesia para que sea capaz – como ha sabido hacer a lo largo de dos mil años – de llevar a Jesucristo a los hombres de nuestro tiempo, reiteró el Obispo de Roma, dejando que claro que «la misión es siempre idéntica, pero el lenguaje con el cual anunciar el Evangelio  pide ser renovado, con sabiduría pastoral»:
«Esto es esencial, para que nuestros contemporáneos nos comprendan y también para que la Tradición católica pueda hablar a las culturas del mundo de hoy y ayudarlas, para que se abran a la perenne fecundidad del mensaje de Cristo. Son tiempos de grandes desafíos, que debemos asumir sin temores. En efecto, sólo en la medida en que los asumiremos, seremos capaces de ofrecer respuestas coherentes, elaboradas a la luz de Evangelio. Es lo que los hombres de hoy esperan de la Iglesia: que sepa caminar con ellos ofreciendo la compañía del testimonio de la fe, que nos hace solidarios con todos, en especial con los más solos y marginados. ¡Cuántos pobres – también pobres en la fe - esperan el Evangelio que libera! ¡Cuántos hombres y mujeres, en las periferias existenciales generadas por la sociedad consumista y atea esperan nuestra cercanía y solidaridad! El Evangelio es el anuncio del amor de Dios que en Jesucristo, nos llama a participar de su vida.»
Haciendo hincapié en la catequesis como espacio en el que la vida de los cristianos madura, experimentando de forma concreta y no como idea abstracta,  la misericordia de Dios, el Santo Padre recordó que «el Espíritu Santo, que es el protagonista de la evangelización, es también el artífice del crecimiento de la Iglesia en comprender la verdad de Cristo».
Cristo está vivo y obra en su Iglesia
El Papa destacó que la pregunta sobre «cómo estamos educando a la fe, no es retórica, sino esencial»:
«La respuesta requiere coraje, creatividad y decisión para emprender nuevos caminos, a veces inexplorados. La catequesis,  como componente del proceso de evangelización, necesita ir más allá de la simple esfera escolar, para educar a los creyentes, desde niños, a encontrar a Cristo, vivo y operante en su Iglesia. Es el encuentro con Él el que suscita el anhelo de conocerlo mejor y de seguirlo para ser discípulos suyos. Por lo tanto, el desafío de la nueva evangelización y de la catequesis se juega sobre este punto fundamental: cómo encontrar a Cristo, cuál es el lugar más coherente para encontrarlo y seguirlo.
Les aseguro mi cercanía y mi apoyo en esta tarea tan urgente para nuestras comunidades. Los encomiendo a la Virgen Madre de la Misericordia, para que su amparo e intercesión los ayude en este compromiso. Los bendigo de corazón y les pido, por favor, que recen por mí».
(CdM – RV)


jueves, 28 de mayo de 2015

¡JESÚS, TEN PIEDAD DE MI!

Evangelio según San Marcos 10,46-52.

Después llegaron a Jericó. Cuando Jesús salía de allí, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud, el hijo de Timeo -Bartimeo, un mendigo ciego- estaba sentado junto al camino.

Al enterarse de que pasaba Jesús, el Nazareno, se puso a gritar: "¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí!".

Muchos lo reprendían para que se callara, pero él gritaba más fuerte: "¡Hijo de David, ten piedad de mí!".

Jesús se detuvo y dijo: "Llámenlo". Entonces llamaron al ciego y le dijeron: "¡Animo, levántate! El te llama".

Y el ciego, arrojando su manto, se puso de pie de un salto y fue hacia Él.

Jesús le preguntó: "¿Qué quieres que haga por ti?". El le respondió: "Maestro, que yo pueda ver".

Jesús le dijo: "Vete, tu fe te ha salvado". En seguida comenzó a ver y lo siguió por el camino.

Carl Heinrich Bloch. La curación del ciego. 1871. Museo de historia natural de Dinamarca, Copenhague.

miércoles, 27 de mayo de 2015

Las comunidades cristianas sufren nuevos ataques en Siria y Pakistán


Una bomba detonó este domingo durante la liturgia de Primera Comunión de un grupo de niños del arzobispado siro-ortodoxo de Alepo, en Siria. La misa fue interrumpida por la explosión y los menores fueron llevados del templo al interior del arzobispado, según informó el diario Avvenire, citando fuentes locales. 


Afortunadamente, esta vez no hubo que lamentar víctimas mortales ni heridos. Aun así, el explosivo afectó al muro detrás del altar y dañó seriamente el segundo piso del edificio en donde se encuentra la biblioteca del arzobispado, que pertenece a Mar Gregorios Yohanna Ibrahim, el metropolita siro-ortodoxo de Alepo que lleva secuestrado desde el 22 de abril de 2013. 



A continuación publicamos el vídeo del incidente, tomado del canal de YouTube del periódico de la Conferencia Episcopal Italiana: 

 . 



Por otra parte, la situación de los cristianos que residen en Lahore (Pakistán), sigue siendo grave tras los ataques y saqueos de este domingo por la tarde por parte de un nutrido grupo de musulmanes. 



Según la información de los medios locales recogida por la agencia Misna, la turba incendió una iglesia y unas quince casas en el barrio de Dhoop Saari, debido a un supuesto caso de blasfemia. El autor sería un joven cristiano llamado Humayon Masih, enfermo mental, que fue acusado de quemar unas páginas que contenían versos del Corán. 



Sayed Zeeshanul Haq, una de las personas que acusó a Humayon, dijo al periódico The Express Tribune que el propietario de un quiosco de té le señaló al joven mientras quemaba las páginas del Corán. “Muchas personas se reunieron en el lugar cortando el paso e intentaron quemarlo vivo, pero yo lo salvé y lo entregué a la policía”, relató Haq a los periodistas. 



La mayor parte de los residentes de Dhoop Saari no había regresado aún a sus casas este lunes, temiendo que se repitieran los ataques que se produjeron el pasado mes de marzo en el barrio de Youhanabad, también en Lahore, cuando más de 200 viviendas de cristianos fueron arrasadas y resultaron heridas decenas de personas. 



La "ley contra la blasfemia" en teoría trata de proteger las costumbres de la sociedad musulmana, ya que Pakistán se define en su constitución como un país islámico. Pero en la práctica ha servido como un marco legal de fondo con el que justificar revanchas políticas y personales entre musulmanes, así como abusos contra las minorías no musulmanas del país, algo que vienen denunciando desde hace tiempo los activistas de derechos humanos.

«TODA MI ESPERANZA ESTÁ PUESTA EN TU GRAN MISERICORDIA»

Del libro de las Confesiones de san Agustín, obispo
(Libro 10, 26, 37-29, 40: CSEL 33, 255-256)
Señor, ¿dónde te hallé para conocerte -porque ciertamente no estabas en mi memoria antes que te conociese-, dónde te hallé, pues, para conocerte, sino en ti mismo, lo cual estaba muy por encima de mis fuerzas? Pero esto fue independientemente de todo lugar, pues nos apartamos y nos acercamos, y, no obstante, esto se lleva a cabo sin importar el lugar. ¡Oh Verdad!, tú presides en todas partes a todos los que te consultan y, a un mismo tiempo, respondes a todos los que te interrogan sobre las cosas más diversas. […]
¡Tarde te amé, Hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! Y tú estabas dentro de mí y yo afuera, y así por fuera te buscaba; y, deforme como era, me lanzaba sobre estas cosas hermosas que tú creaste. Tú estabas conmigo, mas yo no estaba contigo. Reteníanme lejos de ti aquellas cosas que, si no estuviesen en ti, no existirían. Me llamaste y clamaste, y quebrantaste mi sordera; brillaste y resplandeciste, y curaste mi ceguera […].
Cuando yo me adhiera a ti con todo mi ser, ya no habrá más dolor ni trabajo para mí, y mi vida será realmente viva, llena toda de ti. Tú, al que llenas de ti, lo elevas, mas, como yo aún no me he llenado de ti, soy todavía para mí mismo una carga. [...]
En las cosas adversas deseo las prósperas, en las cosas prósperas temo las adversas. ¿Qué lugar intermedio hay entre estas cosas, en el que la vida humana no sea una lucha? ¡Ay de las prosperidades del mundo, pues están continuamente amenazadas por el temor de que sobrevenga la adversidad y se esfume la alegría! […] 
Pero toda mi esperanza estriba sólo en tu muy grande misericordia.

 News.va

EL QUE QUIERA SER EL PRIMERO, QUE SE HAGA SERVIDOR DE TODOS


Evangelio según San Marcos 10,32-45.

Mientras iban de camino para subir a Jerusalén, Jesús se adelantaba a sus discípulos; ellos estaban asombrados y los que lo seguían tenían miedo. Entonces reunió nuevamente a los Doce y comenzó a decirles lo que le iba a suceder:

"Ahora subimos a Jerusalén; allí el Hijo del hombre será entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas. Lo condenarán a muerte y lo entregarán a los paganos:
ellos se burlarán de Él, lo escupirán, lo azotarán y lo matarán. Y tres días después, resucitará".

Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, se acercaron a Jesús y le dijeron: "Maestro, queremos que nos concedas lo que te vamos a pedir".

El les respondió: "¿Qué quieren que haga por ustedes?".

Ellos le dijeron: "Concédenos sentarnos uno a tu derecha y el otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria".

Jesús les dijo: "No saben lo que piden. ¿Pueden beber el cáliz que yo beberé y recibir el bautismo que yo recibiré?".

"Podemos", le respondieron. 

Entonces Jesús agregó: "Ustedes beberán el cáliz que yo beberé y recibirán el mismo bautismo que yo. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes han sido destinados".

Los otros diez, que habían oído a Santiago y a Juan, se indignaron contra ellos.

Jesús los llamó y les dijo: "Ustedes saben que aquellos a quienes se considera gobernantes, dominan a las naciones como si fueran sus dueños, y los poderosos les hacen sentir su autoridad.

Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos.
Porque el mismo Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud".

La riqueza que no es compartida genera corrupción, dijo el Papa en su homilía

Es necesario hacer de modo que si se poseen riquezas éstas sirvan al “bien común”. Porque la abundancia que se vive de manera egoísta es “triste”, quita “esperanza” y genera “todo tipo de corrupción”, grande o pequeña. Lo afirmó el Papa Francisco en su homilía de laMisa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta.

El camello y el ojo de la aguja, es decir, cómo el “entusiasmo” por Cristo se transforma en pocos instantes en “tristeza y cerrazón en sí mismo”. La escena que el Santo Padre comentó en su homilía es una de las más famosas del Evangelio. El joven rico que encuentra a Jesús, pide seguirlo y le asegura que quiere vivir desde siempre los mandamientos, pero después cambia totalmente su humor y actitud cuando el Maestro le dice que el último paso que debe cumplir, eso que le falta es vender sus bienes, darlos a los pobres y entonces seguirlo. De golpe, “la alegría y la esperanza” desaparecen en aquel joven, porque él, no quiere renunciar a su riqueza:

“El apego a las riquezas es el inicio de todo tipo de corrupción, por doquier: corrupción personal, corrupción en los negocios, también la pequeña corrupción comercial, la de aquellos que quitan 50 gramos al peso justo, corrupción política, corrupción en la educación… ¿Por qué? Porque aquellos que viven apegados al propio poder, a las propias riquezas, creen que están en el paraíso. Están cerrados, no tienen horizonte, no tienen esperanza. Y al final, deberán dejar todo”.

Ricos y estériles

El Papa observó que “hay un misterio en la posesión de las riquezas”. Porque “las riquezas tienen la capacidad de seducir, de llevarnos a una seducción y de hacernos creer que estamos en un paraíso terrenal”. En cambio – afirmó Francisco – aquel paraíso terrenal es un lugar sin “horizonte”, semejante a aquel barrio que el Papa Bergoglio recordó haber visto en la década de los años setenta, en que vivía gente acomodada que había fortificado los límites para defenderse de los ladrones:
“Y vivir sin horizonte es una vida estéril, vivir sin esperanza, es una vita triste. El apego a las riquezas nos da tristeza y nos hace estériles. Digo ‘apego’, no digo ‘administrar bien las riquezas’, porque las riquezas son para el bien común, para todos. Y si el Señor a una persona se las da es para que las utilice para el bien de todos, no para sí mismo, no para que las encierre en su corazón, que después con esto se vuelve corrupto y triste”.

Abrir la mano y el horizonte

El Santo Padre insistió en que las riquezas que carecen de generosidad, “nos hacen creer que somos poderosos, como Dios. Y al final nos quitan lo mejor, la esperanza”. Pero Jesús – recordó Francisco –  en el Evangelio indica cuál es la justa modalidad para vivir una abundancia de bienes:
“La primera Bienaventuranza: ‘Bienaventurados los pobres de espíritu’, es decir, despojarse de este apego y hacer que las riquezas que el Señor le ha dado a él sean para el bien común. La única manera. Abrir la mano, abrir el corazón, abrir el horizonte. Pero si tú tienes la mano cerrada, tienes el corazón cerrado como aquel hombre que hacía banquetes y se vestía lujosamente, no tienes horizontes, no ves a los demás que tienen necesidad y terminarás como aquel hombre: lejos de Dios”.

(María Fernanda Bernasconi - RV).

martes, 26 de mayo de 2015

El sueldo de Jesús

El «sueldo» del cristiano es «asemejarse a Jesús»: no hay una recompensa en dinero o en poder para quien sigue de verdad al Señor, porque el camino es sólo el del servicio y en la gratuidad. Buscando en cambio un «buen negocio» mundano, con «la riqueza, la vanidad y el orgullo», se «nos sube a la cabeza» y se produce también un «contra-testimonio» en la Iglesia. De esta tentación puso en guardia el Papa Francisco durante la misa que celebró el martes 26 de mayo, en la capilla de la Casa Santa Marta.
El «diálogo entre Pedro y Jesús» inspiró la meditación del Pontífice, que partió precisamente del pasaje evangélico de san Marcos (10, 28-31) propuesto por la liturgia del día. Un diálogo, explicó, que tiene lugar tras el encuentro con «el joven que quería seguir a Jesús: era bueno, Jesús lo amó», como relata el Evangelio. Pero el Señor «le dijo que le faltaba una cosa: vender todo lo que tenía» para darlo «a los pobres: “tendrás un tesoro en el cielo”». Pero «ante estas palabras —afirmó el Papa— el joven frunció el ceño y se marchó triste».
Así, pues, «Jesús retomó el discurso y dijo a los discípulos: “¡Qué difícil les será entrar en el reino de Dios a los que tienen riquezas!”». Y «los discípulos quedaron desconcertados por sus palabras». Pero «Jesús retomó el discurso y les dijo: “Hijos, ¡qué difícil es entrar en el reino de Dios. Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios”».
Y he aquí el pasaje evangélico de la liturgia, con Pedro que asegura a Jesús: «Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido». Como si dijese: «Y a nosotros, ¿qué? ¿Cuál será nuestro sueldo? Lo hemos dejado todo». En pocas palabras, «los ricos que no han dejado nada —el joven que no quería dejar sus riquezas— no entrarán en el reino de Dio, y para nosotros ¿cuál será la ganancia?».
La cuestión, destacó el Papa Francisco, es que «los discípulos entendían a Jesús a medias, porque el conocimiento de Jesús, plenamente, tiene lugar con la venida del Espíritu Santo». Y, en efecto, Jesús les responde: «En verdad os digo que quien deje casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más, con persecuciones». En realidad, «Jesús responde indicando otra dirección» y no promete «las mismas riquezas que tenía el joven». Precisamente «el hecho de tener muchos hermanos, hermanas, madres, padres, bienes es la herencia del reino, pero con la persecución, con la cruz. Y esto cambia».
He aquí porqué, explicó el Papa, «cuando un cristiano está apegado a los bienes, hace el mal papel de un cristiano que quiere tener dos cosas: el cielo y la tierra». Y «el punto de confrontación es precisamente lo que dice Jesús: la cruz, las persecuciones, quiere decir negarse a sí mismo, sufrir la cruz cada día».
Por su parte, «los discípulos tenían esta tentación: seguir a Jesús, ¿pero luego cuál será el final de este buen negocio?». Y, añadió el Papa Francisco, «pensemos en la madre de Santiago y Juan cuando pidió a Jesús un sitio para sus hijos: “Ah, a este nómbralo primer ministro y a este ministro de economía”». Era «el interés mundano en el seguimiento de Jesús»: pero luego «el corazón de estos discípulos fue purificado, purificado, purificado hasta Pentecostés, cuando lo comprendieron todo».
«La gratuidad en el seguimiento de Jesús es la respuesta a la gratuidad del amor y la salvación que nos da Jesús», recordó el Pontífice. «Cuando se quiere estar tanto con Jesús como con el mundo, tanto con la pobreza como con la riqueza», sale a la luz «un cristianismo a medias, que quiere una ganancia material: es el espíritu de la mundanidad». Y «ese cristiano, decía el profeta Elías, “cojea con ambas piernas”» porque «no sabe lo que quiere».
Así, sugirió el Papa Francisco, «la clave para comprender este discurso de Jesús —pues sí, cien veces más, pero con la cruz— es la última palabra: “Muchos primeros serán últimos, y muchos últimos serán primeros”». Y «esto es lo que dice del servicio: “Quien se crea o quien sea el más grande entre vosotros, que sea servidor: el más pequeño». No por casualidad, recordó el Papa, al decir estas palabras Jesús «tomó un niño y lo mostró».
«Seguir a Jesús desde el punto de vista humano no es un buen negocio: se trata de servir», insistió el Pontífice. Por lo demás, es exactamente lo que «hizo Él: y si el Señor te da la posibilidad de ser el primero, tú debes comportarte como el último, es decir, con actitud de servicio. Y si el Señor te da la posibilidad de tener bienes, te debes comportar con actitud de servicio, es decir, para los demás».
«Son tres cosas, tres escalones, los que nos alejan de Jesús: las riquezas, la vanidad y el orgullo», afirmó el Papa. «Por ello —explicó— las riquezas son tan peligrosas: te llevan inmediatamente a la vanidad y te crees importante»; pero «cuando te crees importante, se te sube a la cabeza y te pierdes». Es por ello que Jesús nos recuerda el camino: «Muchos primeros serán últimos, y muchos últimos serán primeros, y quien es el primero entre vosotros que sea el servidor de todos». Es «un camino de abajamiento», el mismo camino «recorrido por Él».
A «Jesús este trabajo de catequesis a los discípulos le costó mucho, mucho tiempo porque no entendían bien». Así hoy, recomendó el Papa Francisco, «también nosotros tenemos que pedir a Él que nos enseñe este camino, esta ciencia del servicio, esta ciencia de la humildad, esta ciencia de ser los últimos para servir a los hermanos y a las hermanas de la Iglesia».
Para el Pontífice «no es algo bueno ver a un cristiano —laico, consagrado, sacerdote, obispo— que quiera las dos cosas: seguir a Jesús y los bienes, seguir a Jesús y la mundanidad». Es «un contra-testimonio que aleja a la gente de Jesús». Antes de continuar con la celebración de la Eucaristía, el Papa invitó a pensar de nuevo en la pregunta de Pedro: «Lo hemos dejado todo, ¿cómo nos pagarás?». Y a tener bien presente la respuesta de Jesús, porque «el precio que Él nos dará será asemejarnos a Él: este será el “sueldo”». Y «asemejarse a Jesús», concluyó, es un «gran sueldo».


Los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros".




Evangelio según San Marcos 10,28-31.

Pedro le dijo a Jesús: "Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido".

Jesús respondió: "Les aseguro que el que haya dejado casa, hermanos y hermanas, madre y padre, hijos o campos por mí y por la Buena Noticia, desde ahora, en este mundo, recibirá el ciento por uno en casas, hermanos y hermanas, madres, hijos y, campos, en medio de las persecuciones; y en el mundo futuro recibirá la Vida eterna.

Muchos de los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros". 

lunes, 25 de mayo de 2015

«EL ENVÍO DEL ESPÍRITU SANTO»


El Señor dijo a los discípulos: Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Con este mandato les daba el poder de regenerar a los hombres en Dios.

Dios había prometido por boca de sus profetas que en los últimos días derramaría su Espíritu sobre sus siervos y siervas, y que éstos profetizarían; por esto descendió el Espíritu Santo sobre el Hijo de Dios, que se había hecho Hijo del hombre, para así, permaneciendo en él, habitar en el género humano, reposar sobre los hombres y residir en la obra plasmada por las manos de Dios, realizando así en el hombre la voluntad del Padre y renovándolo de la antigua condición a la nueva, creada en Cristo.

Y Lucas nos narra cómo este Espíritu, después de la ascensión del Señor, descendió sobre los discípulos el día de Pentecostés, con el poder de dar a todos los hombres entrada en la vida y para dar su plenitud a la nueva alianza; por esto, todos a una, los discípulos alababan a Dios en todas las lenguas, al reducir el Espíritu a la unidad de los pueblos distantes y ofrecer al Padre las primicias de todas las naciones.

Por esto el Señor prometió que nos enviaría aquel Defensor que nos haría capaces de Dios. Pues, del mismo modo que el trigo seco no puede convertirse en una masa compacta y en un solo pan, si antes no es humedecido, así también nosotros, que somos muchos, no podíamos convertirnos en una sola cosa en Cristo Jesús, sin esta agua que baja del cielo.

Del tratado de san Ireneo, obispo, contra las herejías
(Libro 3,17,1-3: SC 34, 302-306)

Alegraos, justos, y gozad con el Señor.

Sal 31, 1-2. 5. 6. 7 
 Alegraos, justos, y gozad con el Señor.
Dichoso el que está absuelto de su culpa, 
a quien le han sepultado su pecado; 
dichoso el hombre a quien el Señor 
no le apunta el delito.
Alegraos, justos, y gozad con el Señor.
Había pecado, lo reconocí, 
no te encubrí mi delito; 
propuse: «Confesaré al Señor mi culpa», 
y tú perdonaste mi culpa y mi pecado.
Alegraos, justos, y gozad con el Señor.
Por eso, que todo fiel te suplique 
en el momento de la desgracia: 
la crecida de las aguas caudalosas 
no lo alcanzará.
Alegraos, justos, y gozad con el Señor.
Tú eres mi refugio, me libras del peligro, 
me rodeas de cantos de liberación.

Alegraos, justos, y gozad con el Señor.

¿QUÉ HARÉ PARA HEREDAR LA VIDA ETERNA?


Lectura del santo evangelio según san Marcos (10,17-27):


En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?»

Jesús le contestó: «¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre.»

Él replicó: «Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño.»

Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo: «Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego sígueme.» 

A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico.

Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: «¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios!» 

Los discípulos se extrañaron de estas palabras.

Jesús añadió: «Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero! Más fácil le es a un camello pasar por todo el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios.»

Ellos se espantaron y comentaban: «Entonces, ¿quién puede salvarse?»

Jesús se les quedó mirando y les dijo: «Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo.»