lunes, 2 de octubre de 2017

La Iglesia en Cataluña pide «una salida pacífica y democrática»


Los arzobispos de Barcelona y Tarragona consideran «deplorable» «la situación de violencia» vivida en Cataluña durante la celebración del referéndum ilegal
El cardenal arzobispo de Barcelona ha vuelto a apelar al «diálogo» y a la «plegaria», como respuesta a los choques con fuerzas de seguridad del Estado que han provocado varios centenares de heridos durante la celebración del referéndum ilegal convocado por la Generalitat de Cataluña.
El cardenal Juan José Omella pedía en la tarde del domingo «encontrar una salida pacífica y democrática a la situación que estamos viviendo», sumándose a la petición lanzada poco antes por el arzobispo de Tarragona, Jaume Pujol, quien decía que «hace falta que pare ya la violencia y los enfrentamientos».
Omella hacía suya también la frase del arzobispo de Tarragona, según el cual «la situación de violencia que se ha vivido hoy en Cataluña es deplorable».
Agencias

2 de octubre: Santos Ángeles Custodios. Ángel de mi guarda, dulce compañía


«Ángel de mi guarda, dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día, no me dejes solo que me perdería». Millones de niños en todo el mundo han recitado y recitan esta oración junto con sus padres antes de irse a dormir. El 2 de octubre se celebra la fiesta de los Santos Ángeles Custodios, una festividad que se universalizó en el siglo XVII, y que conmemora a los ángeles de la guarda.
Los custodios aparecen ya en el salmo 90: «No te alcanzará ningún mal, ninguna plaga se acercará a tu carpa, porque él te encomendó a sus ángeles para que te cuiden en todos tus caminos». Aunque los primeros vestigios de la fiesta aparecen en el siglo V, en España y Francia, donde ya se celebraba de forma particular.
La historia de los Santos Ángeles Custodios se fue extendiendo poco a poco y apareció de nuevo de forma generalizada en el año 800 en Inglaterra. Fue en 1670 cuando el Papa Clemente X estableció oficialmente el 2 de octubre como el día de la celebración de la fiesta para los Santos Ángeles de la Guarda, la fiesta de los ángeles particulares de cada persona.
Uno de los grandes santos que tuvo un especial peso en la difusión de la fiesta fue san Bernardo, quien en el año 1010 hizo un famoso sermón acerca del Ángel de la Guarda. San Bernardo asegura que los cristianos, sobre los ángeles de la guarda, respetamos su presencia, agradecemos sus favores y confiamos en su ayuda.
José Calderero @jcalderero
Alfa y Omega

«Habéis entregado lo mejor de vuestra vida para mejorar la de quienes son víctimas de trata, víctimas de la explotación y de la esclavitud organizada»



El cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, ha celebrado este domingo una Misa en la parroquia San José de Las Matas con motivo del 75 aniversario de las Religiosas Auxiliares del Buen Pastor-Villa Teresita, que nacieron «para devolver, promover y respetar siempre la dignidad de la mujer».
«Habéis entregado lo mejor de vuestra vida para mejorar la de quienes son víctimas de trata, víctimas de la explotación y de la esclavitud organizada –ha continuado el purpurado–. Vuestra vida y vuestros programas son de redención y liberación. Tenéis un carisma profético: vividlo descubriendo que toda mujer es portadora de amor, maestra de misericordia, constructora de paz, comunicadora de calor y de humanidad en este mundo que con frecuencia juzga el valor de la persona con criterios fríos de explotación y de provechos. Gracias».
Homilía completa
Queridos hermanos sacerdotes, queridas hermanas RR. Auxiliares del Buen Pastor que celebráis el 75 aniversario de vuestra fundación, que desde su nacimiento quiso servir y devolver la dignidad a la mujer explotada. Hermanos y hermanas que estáis presentes aquí en esta parroquia y quienes estáis siguiendo esta celebración de la Misa por TVE:
Como os he dicho, este Domingo, Día del Señor, nos reúne la celebración del 75 aniversario de la fundación de las RR. Auxiliares del Buen Pastor (Villa Teresita) en esta comunidad parroquial a la que os sentís unidas. Doy gracias a Dios por esta celebración, en la que queremos hacer memoria de un instituto que nace en la Iglesia para devolver, promover y respetar siempre la dignidad de la mujer. Nacisteis para poner todos los medios que regala como gracia Jesucristo, para eliminar la explotación de mujeres tratadas como objetos y que sufren tantas faltas de respeto a su dignidad. Nunca podremos hablar de que la paz está asegurada mientras no superemos todas las formas de discriminación que laceran la dignidad personal inscrita por Dios en el ser humano desde el momento mismo de la Creación.
Gracias Auxiliares del Buen Pastor; son 75 años de servicio desde el Evangelio, en nombre de Cristo, a muchísimas mujeres. Habéis entregado lo mejor de vuestra vida para mejorar la de quienes son víctimas de trata, víctimas de la explotación y de la esclavitud organizada. Vuestra vida y vuestros programas son de redención y liberación. Tenéis un carisma profético: vividlo descubriendo que toda mujer es portadora de amor, maestra de misericordia, constructora de paz, comunicadora de calor y de humanidad en este mundo que con frecuencia juzga el valor de la persona con criterios fríos de explotación y de provechos. Gracias.
Habéis escuchado la Palabra de Dios, a todos nos llena de gozo escucharla, pero en vuestro caso parece que el Señor tenía especialmente preparada su Palabra para este día en el que, con solemnidad, celebráis el 75 aniversario de vuestra fundación.
Hermanos, como nos decía el salmo 24, «recuerda, Señor, tu ternura». Él nos la manifiesta siempre, enseñándonos sus caminos, instruyéndonos en sus sendas y haciendo posible que caminemos lealmente en el camino que nos propone y que se nos ha revelado con la máxima claridad en Jesucristo. ¡Qué bueno es ver al Señor caminando a nuestro lado! Contemplamos su ternura y su misericordia, nos perdona siempre, nos acerca su bondad y nos cambia el corazón. Con esa ternura nos enseña su camino. Gracias, Señor.
Hoy el Señor nos muestra tres aspectos de nuestra vida cristiana que son importantes y que deseo acercar a vuestro corazón para que todos juntos los pongamos en práctica en nuestra vida:
1. Invitados a la libertad y a la vida: vivir o morir: con qué fuerza el Señor nos preguntaba: «¿Es injusto mi proceder?, ¿o no es vuestro proceder injusto?». ¿Puede ser injusto el proceder de un Dios que nos dice que su mandato principal es amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo? ¿Puede ser injusto un mandato que pone a la misma altura a Dios y al prójimo? Hermanos, el Señor nos ofrece y nos da la gracia para entrar en el camino de la vida, un camino para vivir, pero nos deja libertad total para elegir el de morir y hacer morir a los demás. Nos hace una oferta de libertad. Una libertad que se alcanza en la conversión, que es entrar en la vida y salir de la maldad, que es dejar de vivir desde nosotros mismos, por y para nosotros mismos, y vivir para los demás. Aceptemos esta oferta que el Señor nos hace, recapacitemos y entremos en el camino de la conversión, de dar una nueva versión a nuestra vida. La que viene de Dios, la que Él nos otorga, la que nos manifiesta en su Palabra. Dios ofrece la vida para que nosotros la ofertemos siempre a los demás. Eso es lo que vosotras, Auxiliares del Buen Pastor o Villa Teresita, hacéis.  
2. Recibiendo el regalo de su compasión, de su pasión por la persona: esta pasión con y por los hombres, queridos hermanos, la vemos en estas consagradas, en su dedicación total a devolver la dignidad de la persona. Sois mensajeras de la pasión que Dios tiene por el hombre y que se nos ha manifestado de tal manera en Jesucristo, que es el Señor, y la fuerza de su Espíritu quien nos impulsa a mantenernos unidos y concordes en buscar siempre el bien del otro y el bien para todos los hombres. Acojamos el regalo de la compasión, es gracia, es tener y vivir de un solo amor, el de Cristo. Un amor que impregna de tal manera toda nuestra vida que es medicina que elimina cualquier rivalidad y nos abre a los intereses de los demás para no cerrarnos en los nuestros. Asumamos los sentimientos de Jesucristo, que se despojó de su rango y se acercó a nosotros para traernos la gloria de Dios. La gloria del hombre es la gloria de Dios
3. Saliendo a anunciar a Cristo siendo testigos con obras y palabras: el Evangelio recoge en una parábola la historia de dos hijos. Ante la invitación de un padre a trabajar en su viña, el primero de los hijos dice: «No quiero», pero después rectifica y va; el segundo dice: «Voy señor», pero al final no va. La falsedad y la hipocresía, la mentira y la incoherencia, la infidelidad a la palabra dada, la doble vida o la doble moral no son aceptables ante Dios. Por eso dice el Señor: «Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevarán la delantera en el camino del Reino de Dios». Esta frase es de las más hirientes que pudo decir Jesús a los sacerdotes y fariseos de su tiempo. Eran las dos clases de personas más denigradas y odiadas por las instancias religiosas; Jesús sabía bien lo que decía. Los publicanos cobraban impuestos para los romanos y eran vistos como impuros. Las prostitutas eran consideradas como lo más bajo de la sociedad por poner en venta su cuerpo, tal vez por necesidad. Aunque eran judíos, no eran considerados miembros del Pueblo de Dios y eran rechazados por todos. ¿Por qué esta parábola? Los sacerdotes y fariseos representan al hijo que siempre dice sí a su padre, pero que nunca hace lo que su padre le encarga. Los publicanos y las prostitutas, que inicialmente dijeron no a Dios, son los que ahora acogen esta invitación a la conversión. Dejémonos cuestionar por esta parábola: lo que se opone a la verdadera fe no es la increencia sino la falta de testimonio de nuestra vida. Es una invitación a traducir en hechos la belleza y la alegría del Evangelio. Nuestra adhesión a Jesús necesita ser testimoniada con nuestra vida. San Agustín decía: «Ama y dilo con tu vida». La fe no es algo que se posee, no es conjunto de creencias, es un proceso interior que se traduce en actos, en obras. Gracias, hermanas, porque con vuestro carisma no hacéis distancia entre lo que a menudo decimos con palabras y lo que vivimos en la vida de cada día.
Que el Señor, que se hace realmente presente en el misterio de la Eucaristía, nos ayude a responder bien a la llamada que nos hace a salir a anunciarlo; que no digamos «sí, vamos» y nos mantengamos en la incoherencia de nuestra vida que niega y hace que otros nieguen al Señor. Que en nosotros se dé un proceso de conversión que nos una más y más a Cristo y podamos decir con obras: no soy yo, es Cristo que vive en mí; mi vida, mis obras son las de Cristo. Amén.
Infomadrid

Cardenal Osoro: Fátima manifiesta «la ternura y misericordia de Dios»


Para el cardenal Carlos Osoro, las apariciones de Fátima son una muestra especial de cómo «la ternura y la misericordia de Dios se manifiestan en la Santísima Virgen María». Así lo subrayó el arzobispo de Madrid el pasado sábado, al presidir la Eucaristía en la Capelinha de Cova de Iría, ante un nutrido grupo de peregrinos hispanoparlantes de diversos lugares de España y Latinoamérica. Entre ellos, destacaban los 300 fieles de la archidiócesis de Madrid que formaban parte de la peregrinación diocesana al santuario con motivo del centenario de las apariciones. El cardenal Osoro los acompañó durante el viernes y el sábado.
Al hablar sobre la llamada a la conversión contenida en las lecturas de este domingo, el cardenal Osoro afirmó que Dios «nos invita a dar una versión distinta de la vida», que es «la que la Virgen dio a los pastorcitos: salir de la maldad y el pecado y entrar en la justicia y el derecho» que Dios ha establecido «para que vivamos»María también es –continuó el arzobispo de Madrid– modelo de cómo «acoger el regalo de la compasión que el Señor quiere darnos»; así lo expresa en el canto del Magnificat. Y, al mismo tiempo, ella misma es uno de esos dones con los que Dios nos demuestra que tiene auténtica «pasión por el hombre».
Acoger la misericordia para vivir en unidad
Cuando las personas acogen esta compasión de Dios, pasan también a manifestarla a los demás. Ejemplo de ello son los apóstoles y los primeros cristianos, que vivían «unidos, unánimes y concordes» –recordó–. «La rivalidad no pertenece a la Iglesia fundada por Jesucristo. A esta Iglesia le pertenece la humildad» que manifestó Jesús al hacerse hombre –como canta la segunda lectura del domingo–; «el considerar a los demás superiores, el no encerrarnos en opiniones particulares por mucho que creamos que sabemos más».
En tercer lugar, el arzobispo de Madrid aludió a la parábola del hijo que promete al padre ir a la viña y no va y del que en un principio se niega pero luego acude. «La hipocresía, la doble vida y la moral no son aceptables ante Dios», subrayó. Él quiere que quienes quieran ser su «madre y hermanos» pongan por obra su palabra. «La fe no es algo que se posee, un conjunto de creencias, sino un proceso que se vive y se traduce» en acciones concretas.
Así lo hizo la Virgen, que «llevaba tan dentro al Señor que salió a un camino que no era fácil para anunciárselo a su prima e hizo saltar de gozo a un niño que aún no había nacido».
En relación con esto, cuando «Dios asegura que los publicanos y las prostitutas tienen la delantera» se debe a que son conscientes de lo errado de su modo de vivir. «Por eso, cuando escuchan que alguien les dice de parte de Dios que hay salida, restablecen su amistad con Él».
Cinco millones de madrileños en Fátima
Por la mañana, el cardenal Osoro había presidido el vía crucis que recorre el camino que los pastorcitos hacían al llevar a su rebaño de su aldea, Aljustrel, a Cova de Iría. Al concluir el trayecto, el arzobispo subrayó que «la misión nos lanza a construir siempre el reino de Dios». «En la medida que conocemos más a Jesús, que lo seguimos como María; en la medida en la que damos la mano a nuestra madre, tenemos la necesidad de salir y comunicar lo que hemos visto. ¡Fijaos si tenemos misión en Madrid!».
Este fin de semana en Fátima no están solo los 300 peregrinos madrileños, insinuó el cardenal. «Traemos a mucha gente: en Madrid somos casi cinco millones. No todos creen, pero tenemos la obligación de llegar a todos», y de hacerlo con la misma arma que Jesús y María: el amor. «María quiso a todos los hombres. Incluso a aquellos que veía que estaban matando a su hijo», concluyó.
El viernes, el arzobispo presidió el tradicional rosario y procesión de velas, en los que participaron unos 2.000 peregrinos de países tan diversos como Polonia, Estados Unidos, Uganda, Indonesia y Corea del Sur, además de los participantes en la peregrinación jubilar de sacerdotes portugueses. El estandarte de la Real Esclavitud de Santa María la Real de la Almudena, que encabezaba la hilera de fieles con sus velas.
Infomadrid / Texto y fotos: María Martínez

Sus ángeles están viviendo siempre en los cielos el rostro de mi Padre celestial

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 18, 1-5. 10
En aquel momento, se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:
«¿Quién es el mayor en el reino de los cielos?».
Él llamó a un niño, lo puso en medio y dijo:
«En verdad os digo que, si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Por tanto, el que se haga pequeño como este niño, ese es el más grande en el reino de los cielos. El que acoge a un niño como este en mi nombre me acoge en mí.
Cuidado con despreciar a uno estos pequeños, porque os digo que sus ángeles están viendo siempre en los cielos el rostro de mi Padre celestial».
Palabra del Señor.

Homilía del Papa en Bolonia: «La Palabra, el Pan y los Pobres: las tres P de referencia para el cristiano»

Celebro con ustedes el primer domingo de la Palabra: la Palabra de Dios hace el arder el corazón (cf. Lc 24,32), porque nos hace sentir amados y consolados por el Señor. También Nuestra Señora de San Lucas, el evangelista, puede ayudarnos a entender la ternura materna de la palabra "viva", y al mismo tiempo "aguda" como en el Evangelio de hoy: de hecho, penetra en el alma (Efesios 4:12) y saca los secretos y las contradicciones del corazón.
Hoy, nos apela a través de la parábola de los dos hijos, que ante el pedido del padre de ir a su viña responden: El primero no, pero luego va; el segundo sí, pero luego no va. Hay, sin embargo, una gran diferencia entre el primer hijo, que es perezoso, y el segundo, que es hipócrita. Intentemos imaginar lo que pasó dentro de ellos. En el corazón del primero, después de decir no, resonaba aún la invitación de su padre; en cambio en el segundo, a pesar del “sí”, la voz de su padre fue enterrada.
Pecadores en camino y pecadores sentados
El recuerdo del padre levantó al primer hijo de la pereza, mientras que el segundo, que tenía una buena predisposición contradijo "el decir con el hacer". De hecho, se había convertido enimpermeable a la voz de Dios y de la conciencia, que de esta forma había abrazado sin problemas la dualidad de la vida. Jesús con esta parábola pone dos caminos por delante de nosotros, que como experimentamos, no siempre estamos dispuestos a decir sí con palabras y obras, porque somos pecadores. Pero podemos elegir entre ser pecadores en camino, que permanecen escuchando al Señor y cuando caen se arrepienten y se levantan, como el primer hijo; o ser pecadores sentados, listos para justificarse siempre y sólo en palabras según aquello que les conviene. 
Estas palabras Jesús las dirije a algunos jefes religiosos de aquel tiempo, que se parecían al hijo de la “doble vida”, mientras que la gente común normalmente se comportaba como el otro hijo. Estos jefes sabían y explicaban todo, en un modo formalmente intachable, como verdaderos intelectuales de la religión. Pero no tenían la humildad de escuchar, el coraje de preguntarse, ni la fuerza de arrepentirse. Y Jesús es muy severo: dice que incluso los publicanos les preceden en el Reino de Dios. Es una reprensión fuerte, porque los publicanos eran los corruptos traidores de la patria. ¿Cuál era entonces el problema de estos jefes? No estaban equivocados en el concepto, sino en el modo de vivir y pensar delante de Dios: eran, en palabras y con los otros, custodios inflexibles de las tradiciones humanas, incapaces de comprender que la vida según Dios es “en camino” y requiere la humildad de abrirse, arrepentirse y recomenzar.
La palabra clave es "arrepentirse"
¿Qué nos dice ésto a nosotros? Que no existe una vida cristiana con reglas fijas, construida científicamente en la cual basta con cumplir algunas normas para tranquilizar la conciencia: la vida cristiana es un camino humilde de una conciencia que nunca es rígida y siempre está en relación con Dios, que sabe arrepentirse y confiarse a Él en su propia pobreza, sin presumir nunca de bastarse por sí misma.
Así se superan las versiones revisadas y actualizadas de aquel mal antiguo, denunciado por Jesús en la parábola: la hipocresía, la doble vida, el clericalismo que se acompaña del legalismo, el alejamiento de la gente. La palabra clave es arrepentirse: es el arrepentimiento lo que permite no endurecerse, el transformar un no a Dios...en un sí, y el sí al pecado...en un no por amor al Señor. La voluntad del Padre, que cada día delicadamente habla a nuestra conciencia, se cumple sólo en la forma del arrepentimiento y de la conversión continua. En definitiva, en el camino de cada uno hay dos caminos: ser pecadores arrepentidos o ser pecadores hipócritas. Porque lo que cuenta no son los razonamientos que justifican e intentan salvar las apariencias, sino un corazón que avanza con el Señor, que lucha cada día, se arrepiente y regresa a Él. Porque el Señor busca a los puros de corazón y no a los "puros por fuera". 
Buscar el encuentro hacia un nuevo equilibrio
Veamos ahora, queridos hermanos y hermanas, que la Palabra de Dios excava en profundidad, “discierne los sentimientos y los pensamientos del corazón” (Eb 4, 12). Pero es también actual: la parábola nos llama incluso a pensar en las relaciones, no siempre fáciles, entre padres e hijos. Hoy en día, a la velocidad con la que se pasa de una generación y a la otra, se advierte con mayor fuerza la necesidad de autonomía del pasado, a veces hasta llegar a la rebelión. Pero después de los encierros y los largos silencios de una parte a la otra, es bueno recuperar  el encuentro, aunque sea vivido entre conflictos ya que estos pueden convertirse en estímulo de un nuevo equilibrio. Como en la familia, así en la Iglesia y en la sociedad: nunca renunciar al encuentro, al diálogo, a la búsqueda de nuevas vías para caminar juntos.
Las tres "P" como referencia en el caminar cristiano
En el camino de la Iglesia surge a menudo la pregunta: ¿hacia dónde caminar, cómo caminar hacia adelante? Quisiera dejarles como conclusión de esta jornada, tres puntos de referencia , tres “P”: La primera es la Palabra, que es la brújula para caminar en la humildad, para no perder el camino de Dios y caer en la mundanidad.
La segunda es el Pan, el pan eucarístico, porque en la Eucaristía comienza todo. Es en la Eucaristía donde se encuentra la Iglesia: no en las habladurías y murmullos, sino aquí, en el Cuerpo de Cristo compartido por gente pecadora y con necesidad, pero que se siente amada  y por tanto desea amar. De aquí se parte y nos reencontramos cada vez; este es nuestro inicio irrenunciable del nuestro ser Iglesia. Lo proclama “ad alta voce”, el Congreso Eucarístico: la Iglesia se congrega así, nace y vive en torno a la Eucaristía, con Jesús presente y vivo para ser adorado, recibido y compartido cada día.
Por último, la tercera P: los Pobres. Aún hoy, lamentablemente muchas personas carecen de lo necesario. Pero también hay tantos pobres de afecto, personas solas, y pobres de Dios. En todos ellos encontramos a Jesús, porque Jesús en el mundo ha seguido el camino de la pobreza, del anulamiento, como dice San Pablo en la segunda lectura: “Jesús se abaja a sí mismo asumiendo una condición de siervo”(Fil 2,7). De la Eucaristía a los pobres, vamos a encontrar a Jesús. Ustedes han reproducido la frase que el cardenal Lercaro amaba ver puesta en el altar: “Si compartimos el pan del cielo, ¿cómo no compartir el pan de la tierra?”. Nos hará bien recordarlo siempre. La Palabra, el Pan y los Pobres: pidamos la gracia de no olvidarnos nunca de estos alimentos- base, que sostienen nuestro camino.
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(SL-RV)
(from Vatican Radio)

El Papa en el Ángelus: “Es tarea de la sociedad entera la preocupación por el trabajo digno”



Queridos hermanos y hermanas, ¡buen domingo!
Los saludo a todos ustedes que pertenecen al mundo del trabajo, en la variedad de sus expresiones. Entre ellas existe lamentablemente también aquella negativa, es decir, la situación difícil, a veces angustiante, de la falta de trabajo. ¡Gracias por su acogida!
Ustedes representan las diversas partes sociales, muchas veces en discusión incluso dura entre ellas, pero han aprendido que solo juntos se puede salir de la crisis y construir el futuro. Sólo el diálogo, en las reciprocas competencias, puede permitir encontrar respuestas eficaces e innovadoras para todos, también en la calidad del trabajo, en particular el indispensable bienestar. Es aquello que algunos llaman el “sistema Emilia”. Traten de llevarlo adelante. Hay necesidad de soluciones estables y capaces de ayudar a mirar al futuro para responder a las necesidades de las personas y de las familias.
En su territorio desde hace tiempo se ha desarrollado la experiencia cooperativa, que nace del valor fundamental de la solidaridad. Hoy esa tiene todavía mucho por ofrecer, también para ayudar a tantos que están en dificultad y tienen necesidad de ese “ascensor social” que según algunos estaría del todo fuera de uso. No dobleguemos jamás la solidaridad a la lógica del provecho financiero, porque así la quitamos – podría decir la robamos – a los más débiles que tienen tanta necesidad. Buscar una sociedad más justa no es un sueño del pasado sino un compromiso, un trabajo, que hoy tiene necesidad de todos.
La situación de la desocupación juvenil e aquella de tantos que han perdido el trabajo y no logran re-inserirse son realidades a las cuales no podemos acostumbrarnos, tratándolas como si fueran solamente estadísticas.
La acogida y la lucha a la pobreza pasan en gran parte a través del trabajo. No se ofrece verdadera ayuda a los pobres sin que puedan encontrar trabajo y dignidad. Este es el desafío apasionado, como en los años de la reconstrucción después de la guerra, que tanta pobreza había dejado. El reciente “Pacto para el trabajo”, que ha visto a todas las partes sociales, y también la Iglesia firmar un común empeño para ayudar en la búsqueda de respuestas estables, no de limosnas, es un método importante que deseo pueda dar los frutos esperados.
La crisis económica tiene una dimensión europea y global; y, como sabemos, esta es también crisis ética, espiritual y humana. A la raíz existe una traición del bien común, de parte sea de los individuos sea de los grupos de poder. Es necesario pues quitar centralidad a la ley del provecho y asignarla a la persona y al bien común. Pero para que esta centralidad sea real, efectiva y no sólo proclamada con palabras, es necesario aumentar las oportunidades de trabajo digno. Este es una tarea que pertenece a la sociedad entera: en esta fase en modo particular, todo el cuerpo social, en sus varios componentes, está llamado a realizar todo esfuerzo para que el trabajo, que es factor primario de dignidad, sea una preocupación central.
Aquí nos encontramos ante San Petronio, recordado como Pater et Protector y representado siempre con la ciudad entre sus manos. De aquí físicamente vemos tres aspectos  constitutivos de su ciudad: la Iglesia, el Municipio y la Universidad. Cuando ellos dialogan y colaboran entre sí, se refuerza el precioso humanismo que ellos expresan y la ciudad – por así decir – respira, tiene un horizonte, y no tiene miedo de afrontar los desafíos que se presentan. Los animo a valorizar este humanismo del cual son depositarios para buscar soluciones sabias y prudentes a los complejos problemas de nuestro tiempo, viéndolas si como dificultades, pero también como oportunidades de crecimiento y de mejoría. Y esto que les digo vale para Italia en su conjunto y para la entera Europa.
Queridos amigos, les soy particularmente cercano, poniendo en las manos del Señor y de la Virgen de San Lucas todas sus ansias y preocupaciones. A Ella, tan venerada por todos los boloñeses, nos dirigimos ahora con la oración del Ángelus.
(Traducción del italiano, Renato Martinez – Radio Vaticano)
(from Vatican Radio)