domingo, 24 de junio de 2012

Frases que nos ayudan a amar a Dios


¡Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! Tu estabas dentro de mí y yo fuera, y por fuera te buscaba; me lanzaba sobre esas cosas hermosas que Tu creaste. Tú estabas conmigo mas yo no estaba contigo. Reteníanme lejos de Ti aquellas cosas que si no estuvieran en Ti, no serían. Llamaste y clamaste , y rompiste mi sordera; brillaste y resplandeciste, y curaste mi ceguera, exhalaste tu perfume y respiré, y suspiro por Ti; gusté de Ti, y siento hambre y sed; me tocaste, y abraséme en tu paz.   
San Agustín

¿Crees que el sol existe cuando no lo ves por causa de una nube?; entonces no dudes de la bondad de Dios para contigo, cuando parece que Él esconde su rostro.
Anónimo


El hombre encuentra a Dios detrás de cada puerta que la ciencia logra abrir.
Albert Einstein

Amigos míos, Dios me es necesario porque es el único ser que puede amar eternamente.
Fëdor Dostoyevsky 

Nadie niega a Dios, sino aquel a quien conviene que Dios no exista.
San Agustín

Cada criatura, al nacer, nos trae el mensaje de que Dios todavía no ha perdido la esperanza en los hombres.
Rabindranath Tagore

Si uno persevera, Dios no se niega a nadie.
Santa Teresa de Jesús

No pidáis a Dios que os de una carga apta para vuestros hombros; pedidle unos hombros aptos para soportar vuestras cargas.
Phillips Brooks

EL BAUTISTA


Hoy, 24 de junio, la liturgia nos invita acelebrar la solemnidad de la Natividad de San Juan Bautista, cuya vida estuvo totalmente orientada a Cristo, como la de su madre, María (...) 

De Jerusalén y de todas las partes de Judea la gente acudía para escuchar a Juan Bautista y para hacerse bautizar por él en el río, confesando sus pecados. La fama del profeta que bautizaba creció hasta el punto de que muchos se preguntaban si él era el Mesías. Pero él -subraya el evangelista- lo negó decididamente: "Yo no soy el Cristo".

 En cualquier caso, es el primer "testigo" de Jesús, habiendo recibido del cielo la indicación: "Aquel sobre quien veas que baja el Espíritu y se queda sobre él, ese es el que bautiza con Espíritu Santo".

 Esto aconteció precisamente cuando Jesús, después de recibir el bautismo, salió del agua: Juan vio bajar sobre él al Espíritu como una paloma. Fue entonces cuando"conoció" la plena realidad de Jesús de Nazaret, y comenzó a "manifestarlo a Israel", señalándolo como Hijo de Dios y redentor del hombre: "Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo".

 Como auténtico profeta, Juan dio testimonio de la verdad sin componendas. (Benedicto XVI, 24 de junio de 2007.

El mandamiento nuevo


Se ha dicho que la novedad, más allá del mandamiento ya existente del amor al prójimo, se manifiesta en la expresión "amar como yo os he amado", es decir, en amar hasta estar dispuestos a sacrificar la propia vida por el otro. Entonces habría que definir el cristianismo como una especie de esfuerzo moral extremo.

No, la verdadera novedad del mandamiento nuevo no puede consistir en la elevación de la experiencia moral. Lo esencial también en estas palabras no es precisamente la llamada a una exigencia suprema, sino al nuevo fundamento del ser que se nos ha dado. La novedad solamente puede venir del don de la comunión con Cristo, de vivir en Él.


Se puede ver la conexión con el lavatorio de los pies; sólo si nos dejamos lavar una y otra vez, si nos dejamos "purificar" por el Señor mismo, podemos aprender a hacer, junto con Él, lo que Él ha hecho.


La inserción de nuestro yo en el suyo - "vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí" (Ga, 2, 20)- es lo que verdaderamente cuenta. Por eso la segunda palabra clave que aparece frecuentemente en la interpretación que hace San Agustín del Sermón de la Montaña es "misericordia".
                                                                                                                                                                                          Debemos dejarnos sumergir en la misericordia del Señor, entonces también nuestro "corazón" encontrará el camino recto.
El "mandamiento nuevo" no es simplemente una exigencia nueva y superior. Está unido a la novedad de Jesucristo, al sumergirse progresivamente en Él.


Recordemos que ser cristiano es ante todo un don, pero que luego se desarrolla en la dinámica de vivir y poner en práctica este don.


Benedicto XVI, segundo libro de Jesús de Nazaret.