Hoy, 24 de junio, la liturgia nos invita acelebrar la solemnidad de la Natividad de San Juan Bautista, cuya vida estuvo totalmente orientada a Cristo, como la de su madre, María (...)
De Jerusalén y de todas las partes de Judea la gente acudía para escuchar a Juan Bautista y para hacerse bautizar por él en el río, confesando sus pecados. La fama del profeta que bautizaba creció hasta el punto de que muchos se preguntaban si él era el Mesías. Pero él -subraya el evangelista- lo negó decididamente: "Yo no soy el Cristo".
En cualquier caso, es el primer "testigo" de Jesús, habiendo recibido del cielo la indicación: "Aquel sobre quien veas que baja el Espíritu y se queda sobre él, ese es el que bautiza con Espíritu Santo".
Esto aconteció precisamente cuando Jesús, después de recibir el bautismo, salió del agua: Juan vio bajar sobre él al Espíritu como una paloma. Fue entonces cuando"conoció" la plena realidad de Jesús de Nazaret, y comenzó a "manifestarlo a Israel", señalándolo como Hijo de Dios y redentor del hombre: "Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo".
Como auténtico profeta, Juan dio testimonio de la verdad sin componendas. (Benedicto XVI, 24 de junio de 2007.
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