viernes, 9 de diciembre de 2016

El Papa compara la tragedia de los inmigrantes con el nacimiento de Jesús


El Papa Francisco comparó hoy la tragedia que viven miles de inmigrantes que tratan de cruzar el Mediterráneo con el rechazo que María experimentó cuando no se le dio alojamiento para dar a luz a Jesús.
"En la experiencia dolorosa de estos hermanos y hermanas volvemos a ver la del niño Jesús, que en el momento del nacimiento no encontró alojamiento y vio la luz en la gruta de Belén", dijo el Papa en un mensaje con motivo de la inauguración del pesebre de la Plaza de San Pedro.
"Y luego fue llevado a Egipto para huir de la amenaza de Herodes", continuó el pontífice, respecto a la experiencia vivida por Jesús tras su nacimiento.
"Quienes visiten este pesebre estarán invitados a redescubrir en él el valor simbólico, que es un mensaje de fraternidad, de compartir, de acoger y de solidaridad", agregó el papa.
Jorge Bergoglio aludió a la presencia en el belén de la Plaza de San Pedro a la presencia en él de la típica embarcación maltesa conocida como "luzzu", dado que el pesebre se inspira en el paisaje de esa isla mediterránea.
Ese tipo de barcas "recuerda también la triste y trágica realidad de los emigrantes en las barcazas que se dirigen hacia Italia", recordó el Papa. (RD/Agencias)

Carmena y Colau piden en el Vaticano "soluciones creíbles" para los refugiados

Carmena, Colau y Raggi, alcaldesas de Madrid, Barcelona y Roma. Alcaldesas de "ciudades refugio", abiertas a los refugiados. Las tres de Podemos o partidos similiares. Las tres más cerca de las tesis del Vaticano y del Papa Francisco que otros muchos alcaldes españoles o italianos, que se proclaman públicamente creyentes. Como el Papa, las tres denuncian la "bunkerización" de Europa y llaman a la rebelión "ante el cementerio del Mediterráneo", porque "no podemos acostumbrarnos al horror".
Las alcaldesas de Roma, Madrid y Barcelona pidieron en el Vaticano "soluciones creíbles" para hacer frente a una crisis migratoria que ha generado un "cementerio en el Mar Mediterráneo" y destacaron que "la acogida a la población refugiada es la posibilidad de hacer una unión más duradera y más fuerte".
"Este encuentro es la confirmación del gran rol de Francisco durante su pontificado en temas sociales, y pone en el centro de nuestra atención una emergencia de carácter humanitario", aseguró la alcaldesa de Roma, Virginia Raggi, al inaugurar el simposio "Europa: los refugiados son nuestros hermanos y hermanas".
Más de 50 jefes comunales de Viejo Continente participan del evento de dos días, al cual el pontífice dará un mensaje.
En línea con el tema del encuentro, Francisco evocó el viernes también "la triste y trágica realidad de los migrantes en las barcazas viajando hacia Italia", al recibir en audiencia en el Vaticano a una delegación del norte del país y de Malta encargados de donar el pesebre y el árbol de navidad que se expone en Plaza San Pedro.
En el encuentro de alcaldes, Raggi dijo que los habitantes de Europa son los primeros en sentir este fenómeno de la migración y que es necesario "trabajar juntos para encontrar soluciones que sean creíbles, ya que nuestras ciudades parecen ser enclaves cerrados en su egoísmo".
"Nos encontramos frente a los efectos de grandes flujos migratorios, para los que debemos garantizar un techo, calor humano a todas estas personas: cerrarse ofende nuestra dignidad como alcaldes y como personas", agregó Raggi durante la conferencia en la Casina Pío IV del Vaticano.
En ese marco la alcaldesa alertó sobre posible "guerra entre pobres" por enfrentamientos entre los inmigrantes y las personas que viven en la periferia.
"Tenemos un deber de solidaridad moral con nuestros hermanos y hermanas refugiados. Nuestras ciudades son el punto de arribo de muchos que huyen de guerras pero no solo, sino porque nosotros alguna vez pudimos haberlos obligado a huir", ensayó a modo de autocrítica europea.
Más de 1,3 millones de refugiados o migrantes llegaron a Europa por mar y de manera clandestina desde 2015, la mayoría de ellos escapando de la guerra en Siria, Irak o Afganistán. Más de 4.700 murieron ahogados al naufragar las precarias embarcaciones en las que realizan la peligrosa travesía, según la ONU.
Tras la bienvenida de la alcaldesa anfitriona, Virgina Raggi, Manuela Carmena ha abierto la cumbre con una ponencia titulada 'La desventurada regulación legal sobre los mig
rantes', donde ha calificado de "desastre" la regulación actual de pretender hacer imposible lo que es una "realidad cierta" y tan antigua como la humanidad: el derecho de las personas a buscar un lugar donde vivir, desarrollarse plenamente y cumplir sus ilusiones.
"Cuando las leyes son antinaturales y no contemplan la verdadera realidad del ser humano, imponerlas sistemáticamente, olvidando esa realidad, es un fracaso", ha sostenido Carmena, quien ha añadido que "si hay una legislación" que todos saben "que se incumple sistemáticamente en el mundo es la de las migraciones".
En este al concepto de "ciudades refugio", Manuela Carmena ha defendido ensanchar los límites de uno de los derechos históricos de los ayuntamientos, el empadronamiento. Se trata, en sus palabras, "de acabar con la muerte civil de miles de personas por ser simplemente sin papeles".
Por eso, ha reclamado empoderar al poder local. "Tenemos que conseguir por los sistemas jurídicos que sean que los poderes locales podamos conceder autorizaciones para trabajar a las personas migrantes, a los refugiados", ha dicho Carmena, consciente de que todo esto "es muy detallado" y hay muchas "particularidades".
En su opinión, como marco general, el poder local debe tener una "estructura rápida y ágil" que permita que a estas personas que han "resucitado" del anonimato "puedan tener su vida completa".

Papa: en la Navidad, Cristo viene a proponernos cada año vida, amor y paz para toda la humanidad

 El Papa Francisco agradeció con gran alegría a los donadores del árbol de Navidad y del Pesebre que adornan la Plaza de San Pedro durante el Adviento y la festividad del Nacimiento de Jesús de 2016, brindando a los peregrinos de todo el mundo el mensaje navideño de esperanza, amor, ternura y misericordia del Niño Dios manso y humilde:
«El Pesebre y el árbol de Navidad forman un mensaje de esperanza y de amor y ayudan a crear el clima navideño favorable para vivir con fe el misterio del Nacimiento del Redentor, venido a la tierra con sencillez y mansedumbre. Dejémonos atraer, con alma de niños, ante el Pesebre, porque allí se comprende la bondad de Dios y se contempla su misericordia, que se hizo carne humana para enternecer nuestras miradas».
La audiencia tuvo lugar pocas horas antes de la inauguración del Pesebre y del árbol y el Santo Padre, en sus palabras de gratitud, se dirigió a las delegaciones de los Obispos y del Gobierno de Malta que donaron e instalaron el Pesebre; así como a las de la Provincia italiana de Trento.
En especial, el Papa agradeció a los niños que decoraron el abeto con la ayuda de la Fundación Lene Thun, que anima laboratorios de ‘cerámico-terapia’ en diversos hospitales:
«Las esferas de colores que ustedes han creado representan los valores de la vida, del amor y de la paz que la Natividad de Cristo viene a proponernos cada año».
En su agradecimiento al artista maltés Manwel Grech, creador del Nacimiento que «evoca también la triste y trágica realidad» de los migrantes en las barcazas, viajando hacia Italia, que nos recuerdan cómo nació Jesús y su mensaje de acogida y solidaridad, en especial para los más necesitados, el Papa invitó a hacerle lugar al Dios recién nacido en nuestra vida y en la sociedad:
«En la experiencia dolorosa de estos hermanos y hermanas, vemos la del Niño Jesús, que al nacer no encontró un lugar que lo acogiera y fue alumbrado en la Gruta de Belén. Luego, fue llevado a Egipto para huir de la amenaza de Herodes. Cuantos visitarán este Pesebre estarán invitados a redescubrir su valor simbólico, que es un mensaje de fraternidad, del compartir, de acogida y de solidaridad. También los Pesebres instalados en las iglesias, en las casas y en tantos lugares públicos son una invitación a hacerle lugar en nuestra vida y en la sociedad a Dios, escondido en el rostro de tantas personas que están en condiciones de dificultad, de pobreza y de tribulación».
Recordando que el abeto navideño colocado cerca del Pesebre en la Plaza de San Pedro proviene de lugares encantadores, el Obispo de Roma reiteró su exhortación a la tutela de la creación:
«La belleza de esos panoramas es una invitación a contemplar al Creador y a respetar la naturaleza, obra de sus manos. Todos estamos llamados a acercarnos a la creación con estupor contemplativo».
(CdM – RV)
(from Vatican Radio)

El Papa Francisco asiste a la Segunda predicación de Adviento

El segundo viernes de diciembre a las 9.00 el Papa Francisco asistió a la segunda Predicación de Adviento del Padre Raniero Cantalamessa, Predicador de la Casa Pontificia, en la capilla Redemptoris Mater del Palacio Apostólico. Como todos los años, participan en estas predicaciones los Cardenales, Arzobispos y Obispos, junto a los Secretarios de las Congregaciones, los Prelados de la Curia Romana y del Vicariato de Roma, así como los Superiores Generales y los Procuradores de las Órdenes Religiosas que forman parte de la Capilla Pontificia.
En esta ocasión, prosiguiendo sus reflexiones sobre la obra del Espíritu Santo en la vida del cristiano, el tema de la predicación del Padre Cantalamessa fue: “El Espíritu Santo y el carisma del discernimiento”.
“Para el evangelista Juan – afirmó el Predicador –  el discernimiento consiste en “poner a prueba las inspiraciones para saber si provienen realmente de Dios”. Mientras para Pablo el criterio fundamental de discernimiento es confesar a Cristo como “Señor”; a la vez que destacó que para Juan es la confesión que Jesús “vino en la carne”, o sea la Encarnación. De modo que ya con él el discernimiento inicia a ser utilizado en función teológica como criterio para discernir las verdaderas de las falsas doctrinas, o sea la ortodoxia de la herejía.  
En el primer punto, titulado “el discernimiento en la vida eclesiástica”, el Predicador recordó que existen dos campos en los que se debe ejercer este don del discernimiento de la voz del Espíritu, a saber: el eclesial y el personal. A la vez que destacó que en ámbito eclesiástico el discernimiento lo ejerce con autoridad el Magisterio, que debe tener en cuenta, entre otros criterios, también el del “sentido de los fieles”, es decir el llamado “sensus fidelium”.
En el segundo punto de su predicación el Padre Cantalamessa se refirió al “discernimiento en la vida personal”, en cuya base, según San Ignacio de Loyola está la doctrina de la “santa indiferencia”, que consiste en ponerse en un estado de total disponibilidad para aceptar la voluntad de Dios, renunciando, desde el comienzo, a toda preferencia personal.
Del tercer y último punto, titulado “dejarse guiar por el Espíritu Santo”, el Predicador presentó el ejemplo luminoso de la vida misma de Jesús, quien siempre inicia todo con el Espíritu Santo. De hecho – dijo – con el Espíritu Santo anduvo por el desierto, con el poder del Espíritu Santo volvió e inició su predicación, “en el Espíritu Santo” eligió a sus Apóstoles y “en el Espíritu Santo” rezó y se ofreció él mismo al Padre.
Antes de concluir invitando a los presentes a pedir al Espíritu Santo que dirija sus mentes y sus vidas con las palabras de una oración del Oficio de Pentecostés de las Iglesias del rito sirio – que reza entre otras cosas: “Danos el don de vivir para ti, de consentirte y de adorarte,  tú el Puro, el Santo, Dios Espíritu Paráclito” – el Padre Cantalamessa afirmó textualmente:
“Debemos abandonarnos al Espíritu Santo como las cuerdas del arpa a los dedos de quien las mueve. Como buenos actores tener el oído abierto a la voz del sugeridor escondido, para recitar fielmente nuestra parte en la escena de la vida. Es más fácil de lo que se piensa, porque nuestro sugeridor nos habla desde dentro, nos enseña cada cosa, nos instruye en todo. Es suficiente, a veces, una simple ojeada interior, un movimiento del corazón, una oración”.
(María Fernanda Bernasconi - RV).
(from Vatican Radio)

El Papa inicia una serie de catequesis sobre la esperanza


 El papa Francisco, en la audiencia general de este miércoles ha iniciado una nueva serie de catequesis sobre la esperanza cristiana. Miles de fieles, venidos de todas las partes del mundo han recibido al Santo Padre en el Aula Pablo VI, con alegría y emoción. Banderas y pancartas ondeaban a la llegada del Papa, y los peregrinos se acercaban a ambos lados del pasillo para poder dar la mano y decirle algunas breves palabras.
En el resumen hecho en español de la catequesis, el Pontífice ha indicado que en esta primera reflexión, “el profeta Isaías nos invita a llevar el consuelo de Dios a nuestros hermanos”. Isaías –ha observado el Papa– habla a un pueblo en el exilio y le presenta la posibilidad de regresar a su hogar, que en definitiva es volver a Dios. Para ello “hay que eliminar los obstáculos que nos detienen, preparar un camino llano y ancho, un camino de liberación y esperanza que se extiende por el desierto”, ha subrayado el Papa.
De este modo, ha añadido que san Juan Bautista, retomando las palabras de Isaías, “nos llama a la conversión”, para que “abramos un camino de esperanza en nuestros corazones”.
En esta misma línea, Francisco ha señalado que el cristiano necesita hacerse pequeño para este mundo, “como lo fueron los personajes del Evangelio de la infancia”: María y José, Zacarías e Isabel o los pastores. Eran insignificantes para los grandes y poderosos de entonces –ha aseverado–  pero sus vidas estaban llenas de esperanza, abiertas a la consolación de Dios.
A continuación, el Papa ha dirigido un saludo a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. Pidamos al Señor –ha exhortado– la gracia de trasformar el desierto de nuestra vida, de nuestro sufrimiento y de nuestra soledad, en un camino llano que nos lleve al encuentro con el Señor y con los hermanos.
Después de los saludos en las distintas lenguas, el Pontífice ha dedicado unas palabras a los jóvenes, los enfermos y los recién casados. Así, ha señalado que el tiempo litúrgico del adviento es una ocasión de particular gracia para reflexionar sobre nuestro camino al encuentro del Señor. Del mismo modo, ha pedido que la Virgen María, de quien mañana celebramos su Inmaculada Concepción, sea “el modelo para la preparación interior a la Navidad” para que “el corazón de cada uno se convierta en cuna que acoge al Hijo de Dios, rostro de la misericordia del Padre, con la escucha de su palabra, las obras de caridad fraterna y la oración”.
Al concluir la audiencia general, el Santo Padre ha recordado que en los próximos días se celebran dos jornadas importantes de las Naciones Unidas. El día 9 de diciembre es la jornada contra la corrupción y el 10 de diciembre la de los derechos humanos. Son dos realidades –ha explicado el Papa– estrechamente unidas. La corrupción es el “aspecto negativo que debemos combatir”, comenzado por la conciencia personal y vigilando los ámbitos de la vida civil, especialmente sobre los que están más en riesgo. Los derechos humanos, ha precisado el Papa, son el aspecto positivo, para promover siempre con decisión renovada, para que nadie sea excluido del efectivo reconocimiento de los derechos fundamentales de la persona humana. “El Señor nos sostenga en este doble compromiso”, ha concluido.

Carta del arzobispo: Propongamos valores, vivamos la misericordia y el amor del Señor


El tiempo de Adviento es una gracia inmensa que el Señor nos concede para agrandar el corazón. ¿Qué nos enseña la Virgen María en este camino que hace para visitar a su prima Isabel?
El tiempo de Adviento es una gracia inmensa que el Señor nos concede a través de su Iglesia para agrandar el corazón y ver con más intensidad la necesidad de acercarle a nuestra vida y de hacerle sitio en esta historia que construimos los hombres. De tal manera que, quienes creemos, aportemos a esta historia que hacemos los hombres aquello que solamente el Señor y quienes ponen la vida en sus manos dan gratuitamente a este mundo: regalando, dando rostro humano y haciendo presente el Amor y la Misericordia de Él con obras y palabras. En este sentido, cuando pensé en la audacia que hemos de tener los discípulos de Cristo, y que nos viene urgida en este tiempo de Adviento, me dije a mí mismo: ¿por qué no proponer valores, vivir la misericordia y el Amor del Señor? Y se me ocurrió meditando esa página del Evangelio que tantas veces hemos leído y escuchado: la Visitación (cfr. Lc 1, 39-45). Nunca perdamos la capacidad de soñar. Nunca tengamos la tentación de creernos que tenemos todo, entre otras cosas porque es mentira. Siempre hay vacíos. El problema es creernos llenos, es entonces cuando dejamos de soñar. Soñemos que el mundo se puede cambiar y que todo depende de lo que tengamos en nuestro corazón.
La Santísima Virgen María nos enseña a soñar desde el corazón del Evangelio. ¡Qué fuerza tiene en su vida la propuesta que Dios le hace a través del ángel para dar rostro a Dios! ¡Qué hondura alcanza en su existencia el saber que «para Dios nada hay imposible»! Cuando se cree en esto, se comienza a soñar; pero, además, se comienza a ver que no es un sueño irrealizable, que Dios nos acompaña y lo hace realidad con su gracia y con su fuerza, a pesar de nuestros límites. Dios quiere que tengamos y propongamos valores grandes, esos que hacen del mundo una gran familia; que nos situemos viviendo su misericordia, porque nadie sobra, todos somos necesarios, todos somos hijos de Dios; y, por otra parte, que el amor del Señor sea nuestra fuerza, nuestra enseña, nuestra arma para cambiar este mundo.
¿Qué nos enseña la Virgen María en este camino que hace para visitar a su prima Isabel? 1. Aprendamos a salir al mundo por los caminos reales que tiene; 2. Sorteemos las dificultades, pero no de cualquier manera; 3. Llevemos la presencia de Dios y hagamos sentirla a quienes nos encontramos por el camino.
1. Aprendamos a salir al mundo por los caminos reales que tiene: se trata de encontrarnos con todos los hombres. Dios ha venido a encontrarse con todos. Quienes creemos en Él tenemos la tarea de salir e ir a todos. ¡Qué belleza tiene la salida de María! Después de saber que va a ser Madre de Dios, que ya en su vientre está Él, sale. Marcha aprisa y atraviesa una región montañosa. Ella nos enseña a no estar satisfechos y encerrados en nosotros mismos. Nos alienta a salir y dar satisfacción a los demás, aunque para ello tengamos que hacer caminos nada fáciles. María, cuando se hace vasija que contiene a Dios, observa todo lo que les falta a los hombres. Ve que lo que más hace falta es curar, librar, liberar, hacer el bien, descubrir la belleza que tiene la vida cuando Dios se aproxima a todas las situaciones de los hombres. Las circunstancias más negras, más tristes, nos deben hacer salir a los caminos de los hombres para hacerles ver la dignidad que tiene todo ser humano como imagen real que es de Dios. Estar en el camino para liberar a quienes padecen, conscientemente o no, la esclavitud. María se puso en camino y, llevando a Dios en su seno, enseñó solidaridad con todos los hombres, pues quien llevaba en su vientre venía para salvarnos a todos, para devolvernos la dignidad. María iba por el camino llevando paz, haciendo paz, dando ejemplo de paz. Llevaba a la Paz misma, llevaba el Reino de los cielos, que es Cristo mismo.
2. Sorteemos las dificultades que nos encontremos en el camino, pero no de cualquier manera: hay que hacerlo como Dios mismo nos enseña y como la primera discípula del Señor lo hizo. No se quejó ni de las distancias ni de las dificultades. Como buena mujer que tantas veces habría meditado la Escritura, sabía que el Dios que la había pedido la vida para tomar rostro humano había recibido numerosas quejas del pueblo de Israel en muchos momentos, pero su respuesta era la misericordia. Seguro que había meditado muchas veces lo que el libro del Éxodo nos cuenta cuando narra las quejas del pueblo de Dios en Egipto: llora porque es esclavo en Egipto, y Dios lo libera; más tarde, en el desierto se queja porque no tiene que comer, y Dios envía codornices y maná. Pero las quejas no cesan. Moisés hace de mediador entre Dios y el pueblo, y también se quejó a Dios. Pero Dios tuvo paciencia, que es una dimensión esencial de la fe. María atraviesa el camino fiándose de Dios, con la misma paciencia de Dios. ¡Qué maravilloso resulta ver y contemplar la travesía de María por el camino de la vida, acompañada por lo esencial, lo más bonito, lo más importante, que es vivir en una confianza absoluta en Dios, que la hace compartir la alegría que llevaba en su vida y saborear el sentido que tiene la vida!
La travesía de María lo es de testimonio, de consejo, de advertencia, de enseñar a no sentirnos nunca superiores a los demás. Es la travesía que nos hace volver a entrar en nosotros mismos para verificar si somos coherentes o no, es decir, si damos lo que debemos dar a los demás. María da presencia de Dios.
3. Llevemos la presencia de Dios y hagamos sentirla a quienes nos encontremos por el camino: la entrada de María en casa de Isabel y su saludo es provocador de algo nuevo, diferente. Nos lleva a descubrir, como pasó con Isabel, que María es mensajera de otros valores, de un modo de amar diferente, pues es incondicional el amor misericordioso de Dios. Y proclama que el arma que va a entregar Dios a los hombres para vivir y hacer vivir es diferente: se trata de Dios mismo, que viene y se quiere hacer presente en nuestra vida, desea conquistar nuestro corazón, igual que hizo a través de María con Isabel, a quien la presencia de Dios le hizo ver lo esencial: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá». Por otra parte, la presencia de Dios: «en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre»; un niño que aún no había nacido percibió la presencia de Dios. María siempre invita a llevar la presencia de Dios y hacerla sentir a todos los hombres.
Con gran afecto, os bendice,
+Carlos Card. Osoro Sierra, arzobispo de Madrid

Alfa y Omega

Responder a las llamadas de Dios a convertirnos desde el fondo de nuestro corazón.



  Hermanos, aunque yo no os hable de ello, el tiempo nos basta para darnos cuenta de que esta cerca el aniversario de la Natividad de Cristo, nuestro Señor. La misma creación expresa la inminencia de un acontecimiento en que todo quede restablecido de la mejor manera. También ella desea con impaciencia ver como se iluminan sus tinieblas con el resplandor de un sol más brillante que el sol ordinario. Esta espera de la creación a que se renueve su ciclo anual nos invita a esperar el nacimiento del nuevo sol, que es Cristo, que ilumina las tinieblas de nuestros pecados. El sol de justicia ( Ml 3,20), que aparecerá con toda su fuerza, disipará la oscuridad de nuestros pecados que ha durado tanto tiempo. Él no soporta que el curso de nuestra vida se vea ahogado por las tinieblas de la existencia; quiere dilatarla con su poder.

      Así que, de la misma manera que en estos días de solsticio, la creación difunde más ampliamente su luz, despleguemos también nuestra justicia. De la misma manera que la claridad de este día es un bien común a pobres y ricos, que nuestra generosidad se extienda tanto a los viajeros como a los pobres. El mundo, en este tiempo restringe la duración de las tinieblas; y nosotros acortemos las sombras de nuestra avaricia… Que se funda todo hielo en nuestros corazones; que crezca la semilla de la justicia, calentada por los rayos del Salvador.

      Hermanos, preparémonos, pues, a acoger el día del nacimiento del Señor adornados con vestidos resplandecientes de blancura. Hablo de los que visten el alma, no el cuerpo. El vestido que cubre nuestro cuerpo es una túnica sin importancia. Pero el cuerpo es un objeto precioso que reviste al alma. El primer vestido está tejido por manos humanas; el segundo es obra de las manos de Dios. Por eso es necesario velar con una solicitud muy grande para preservar de toda mancha  la obra de Dios… Antes de la Natividad del Señor, purifiquemos nuestra conciencia de toda suciedad. Presentémonos, no revestidos de seda, sino con obras de valor… Comencemos, pues, por adornar nuestro santuario interior.


San Máximo de Turín

No escuchan ni a Juan ni al Hijo del hombre

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 11, 16-19

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:
«¿A quién se parece esta generación?
Se asemeja a unos niños sentados en la plaza, que gritan diciendo:
"Hemos tocado la flauta, y no habéis bailado; hemos entonado lamentaciones, y no habéis llorado".
Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: "Tiene un demonio". Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: "Ahí tenéis a un comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores".
Pero la sabiduría se ha acreditado por sus obras».
Palabra del Señor.

Homenaje a la Inmaculada en la Plaza de España

Oh María, nuestra Madre Inmaculada,en el día de tu fiesta vengo a ti, y no vengo solo:

Traigo conmigo a todos aquellos que tu Hijo me ha confiado, en esta ciudad de Roma y en el mundo entero,
para que tú los bendigas y los salves de los peligros.
Te traigo, Madre, a los niños, 
especialmente aquellos solos, abandonados,  que por ese motivo son engañados y explotados.
Te traigo, Madre, a las familias, que llevan adelante la vida y la sociedad
con su compromiso cotidiano y escondido; en modo particular a las familias que tienen más dificultades
por tantos problemas internos y externos. Te traigo, Madre, a todos los trabajadores, hombres y mujeres,
Y te encomiendo especialmente a quien, por necesidad, se esfuerza por desempeñar un trabajo indigno
y a quien el trabajo lo ha perdido o no puede encontrarlo.
Necesitamos tu mirada inmaculada,
para recuperar la capacidad de mirar a las personas y cosas con respeto y reconocimiento
sin intereses egoístas o hipocresías. Necesitamos de tu corazón inmaculado,
para amar en modo gratuito sin segundos fines, sino buscando el bien del otro,
con sencillez y sinceridad, renunciando a máscaras y maquillajes. Necesitamos tus manos inmaculadas,
para acariciar con ternura, para tocar la carne de Jesús
en los hermanos pobres, enfermos, despreciados, para levantar a los que se han caído y sostener a quien vacila.
Necesitamos de tus pies inmaculados, Para ir al encuentro de quienes no saben dar el primer paso,
para caminar por los senderos de quien se ha perdido, para ir a encontrar a las personas solas.
Te damos gracias, oh Madre, porque mostrándote a nosotros
libre de toda mancha de pecado, Tú nos recuerdas que ante todo está la gracia de Dios,
está el amor de Jesucristo que dio su vida por nosotros, está la fortaleza del Espíritu Santo que hace nuevas todas las cosas.
Haz que no cedamos al desánimo, sino que, confiando en tu ayuda constante,
trabajemos duro para renovarnos a nosotros mismos, a esta ciudad y al mundo entero.
¡Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios!
El Santo Padre depositó a los pies de la Virgen Santísima una corona de rosas blancas y después de saludar a las autoridades y a los fieles presentes, se dirigió a la Basílica de Santa María La Mayor, para rezar ante la imagen de la Salus Populi Romani. 
(Traducción del italiano: Griselda Mutual, Radio Vaticano)
(from Vatican Radio)