“La Iglesia está llena de cristianos derrotados”, cristianos “convencidos a medias”. Sin embargo, “la fe lo puede todo” y “vence al mundo”, pero hay que tener la valentía de confiarse al Señor: es lo que ha afirmado Papa Francisco en la Misa de esta mañana celebrada en Santa Marta.
En el centro de la homilía del Papa, la cita de la primera Lectura de San Juan, en la que el Apóstol “insiste” en “la palabra que para él es la expresión de la vida cristiana”: “permanecer en el Señor” para amar a Dios y al prójimo. Este “permanece en el amor” de Dios es obra del Espíritu Santo y de nuestra fe y produce un efecto concreto:
“El que permanece en Dios, el que ha sido generado por Dios, el que permanece en el amor vence al mundo y la victoria es nuestra fe. Por nuestra parte, la fe. Por parte de Dios, este ‘permanecer’, el Espíritu Santo, que hace esta obra de gracia. Por nuestra parte, la fe. ¡Es fuerte! Y esto es lo que ha vencido al mundo: ¡nuestra fe! ¡Nuestra fe lo puede todo! ¡Es victoria! Y sería bello que esto lo repitiésemos, también a nosotros mismos, porque muchas veces somos cristianos derrotados. La Iglesia está llena de cristianos derrotados, que no creen en esto, que la fe es victoria, que no viven esta fe, porque si no se vive esta fe, llega la derrota y vence el mundo, el príncipe del mundo”.
Jesús, recuerda el Papa, alabó mucho la fe de la hemorroísa, de la cananea o del ciego de nacimiento y decía que quien tiene la fe de un grano de mostaza puede mover montañas: “Esta fe, afirma, nos pide dos actitudes: confesar y confiarnos”. Antes que nada “confesar”.
“La fe es confesar a Dios, pero el Dios que se nos ha revelado a nosotros, desde el tiempo de nuestros padres hasta ahora: el Dios de la historia. Esto es lo que hacemos todos los días al recitar el Credo. Una cosa es recitar el Credo con el corazón y otra como loros, ¿no? Creo, creo en Dios, creo en Jesucristo, creo… ¿Creo en lo que digo? ¿Esta confesión de fe es verdadera o la digo de memorieta porque se debe decir? ¡O me creo la mitad? ¡Confesar la fe! ¡Toda, no una parte! ¡Toda” Y esta fe hay que custodiarla toda, como nos ha llegado a nosotros, por el camino de la tradición: ¡toda la fe! ¿Y cómo puedo saber si confieso bien la fe? hay un signo: el que confiesa bien la fe, toda la fe, tiene la capacidad de adorar, adorar a Dios”.
“Nosotros sabemos como pedir a Dios, como darle gracias, prosiguió el Papa, pero adorar a Dios, alabarlo ¡es algo más! Solo quien tiene esta fe fuerte es capaz de adorar” Y Papa Francisco añade: “Me atrevo a decir que el termómetro de la vida de la Iglesia es un poco bajo en esto”: hay poca capacidad de adorar, “no tenemos mucha, algunos sí…”. Y esto “porque en la confesión de la fe nosotros no estamos convencidos, o nos convencemos a mitad”. Por tanto, destaca el Papa, la primera actitud es la de confesar la fe y custodiarla. La otra actitud es “confiarse”.
“El hombre y la mujer que tiene fe se confía al Dios: ¡se confía! Pablo, en un momento de oscuridad de su vida, decía: ‘Sé bien en quien me he confiado’. ¡A Dios! ¡Al Señor Jesús! Confiarse: y esto nos lleva a la esperanza. Así como la confesión de la fe nos lleva a la adoración y a la alabanza a Dios, el confiarse a Dios nos lleva a una actitud de esperanza. Hay muchos cristianos con una esperanza aguada, no fuerte: una esperanza débil ¿Por qué? Porque no tienen la fuerza y la valentía de confiarse al Señor. Pero si nosotros los cristianos creemos confesando la fe, también custodiando, custodiando la fe y confiándonos a Dios, al Señor, seremos cristianos vencedores. Y esta es la victoria que ha derrotado al mundo: ¡nuestra fe!