martes, 15 de marzo de 2016

El Papa Francisco canonizará a Madre Teresa de Calcuta el 4 de septiembre en Roma

El Vaticano acaba de anunciar la fecha de canonización de la Madre Teresa de Calcuta, fundadora de la congregación de las Misioneras de la Caridad, para el próximo 4 de septiembre en Roma. El anuncio fue comunicado por la Santa Sede tras la celebración del consistorio público para la canonización de cinco beatos: José Sánchez del Río (México); el Cura Brochero (Argentina); Elizabeth Hesselblad (Suecia); Estanislao de Jesús y María (Polonia).
La Canonización de la conocida también como ‘Santa de los pobres’ será uno de los eventos más destacados del Jubileo de la Misericordia. Según el calendario, el 4 de septiembre de 2016 se celebrará el Jubileo de los voluntarios y operadores de la misericordia, en memoria justamente de la Madre Teresa cuya fiesta es el 5 de septiembre, día en que murió en el año 1997.
El pasado 18 de diciembre el Vaticano anunció la aprobación del milagro atribuido a la Madre Teresa, la curación de un hombre brasileño que sufría de abscesos cerebrales.
La vida de la Madre Teresa
Agnes Gonxha Bojaxhiu nació el 26 de agosto 1910, en Skopje, Macedonia. Era la menor de tres hijos, asistió a un grupo de jóvenes dirigido por un sacerdote jesuita que la hizo considerar una vocación de servicio como monja misionera.
Se unió a las Hermanas de Loreto a los 17 años y fue enviada a Calcuta, donde enseñó en una escuela secundaria. Después de contraer tuberculosis, fue enviada a descansar en Darjeeling, y fue en medio de esa enfermedad cuando descubrió "una orden" de Dios para dejar el convento y vivir entre los pobres.
El Vaticano le concedió permiso para salir de las Hermanas de Loreto y vivir su nuevo llamado, bajo la dirección del Arzobispo de Calcuta.
La Madre Teresa comenzó a trabajar en los barrios pobres, enseñaba a los niños y asistía enfermos en sus hogares. Un año más tarde, algunos de sus exalumnos se le unieron y juntos se hicieron cargo de hombres, mujeres y niños que agonizaban en las calles.
En 1950, las Misioneras de la Caridad nacieron como una congregación de la Diócesis de Calcuta. En 1952, el gobierno les concedió una casa desde la cual continuaron su misión de servir a los pobres y olvidados de Calcuta.
La congregación creció rápidamente y de tener una sola casa para moribundos y pobres extremos, llegó a tener 500 casas en todo el mundo.
La Madre Teresa estableció albergues para prostitutas, mujeres maltratadas, orfanatos para niños pobres y hogares para víctimas del SIDA. Fue una férrea defensora de los no nacidos.
Murió el 5 de septiembre 1997, y fue beatificada sólo seis años más tarde por San Juan Pablo II 19 de octubre 2003.
ACI/Alvaro de Juana


Homilía del Papa: Jesús se aniquila por amor y vence el mal

Si queremos conocer “la historia de amor” que Dios tiene con nosotros, es necesario mirar al Crucifijo, en el que hay un Dios que se ha “vaciado de la divinidad”, se ha “ensuciado” con el pecado con tal de salvar a los hombres. Lo afirmó el Papa Francisco en su homilía de la Misa matutina celebrada en la Capilla de la Casa de Santa Marta.

La historia de la salvación que relata la Biblia tiene que ver con un animal, el primero que es nombrado en el Génesis y el último que se lee en el Apocalipsis: la serpiente. Un animal que, en la Escritura, es símbolo poderoso de condenación y, misteriosamente – afirmó Francisco – de redención.

El misterio de la serpiente

Para explicar el misterio de la serpiente, el Santo Padre relacionó la Lectura tomada del Libro de los Números con el pasaje del Evangelio de Juan. La primera contiene el célebre paso del pueblo de Israel que, cansado de vagar por el desierto con poco alimento, impreca contra Dios y contra Moisés. También aquí son protagonistas, dos veces, las serpientes. Las primeras enviadas por el cielo contra el pueblo infiel, que siembran miedo y muerte hasta que la gente no implora a Moisés que pida perdón. Y la segunda, reptil singular que llegados a ese punto entra en la escena:
Dios dice a Moisés: ‘Haz una serpiente y ponla sobre un asta (la serpiente de bronce). Quien habrá sido mordido y la mirará, permanecerá con vida’. Es misterioso: el Señor no hace morir a las serpientes, las deja. Pero si una de éstas hace mal a una persona, miras a aquella serpiente de bronce y te curarás. Levantar a la serpiente”.

La salvación está en lo alto

El verbo “levantar” está, en cambio, en el centro de la dura confrontación entre Cristo y los fariseos tal como lo describe el Evangelio. En un momento determinado, Jesús afirma: “Cuando habrán levantado al Hijo del hombre, entonces entenderán que soy Yo”. Ante todo – notó el Papa – “Yo Soy” es también el nombre que Dios había dado de Sí mismo a Moisés para que se lo comunicara a los israelitas. Y después – añadió Francisco – está esa expresión que vuelve: “Levantar al Hijo del hombre…”:

“La serpiente, símbolo del pecado. La serpiente que mata. Pero una serpiente que salva. Y éste es el Misterio de Cristo. Pablo, hablando de este Misterio, dice que Jesús se vació, se humilló a sí mismo, se aniquiló para salvarnos. Es más fuerte aún: ‘Se ha hecho pecado’. Usando este símbolo se ha hecho serpiente. Este es el mensaje profético de estas Lecturas de hoy. El Hijo del hombre, que como una serpiente, ‘hecho pecado’, es levantado para salvarnos”.

El aniquilamiento de Dios

El Pontífice afirmó que “ésta es la historia de nuestra redención, ésta es la historia del amor de Dios. Y añadió que si queremos conocer el amor de Dios, debemos mirar al Crucificado: un hombre torturado”, un Dios “vaciado de la divinidad”, “ensuciado” por el pecado”. Pero un Dios que – concluyó el Obispo de Roma – aniquilándose destruye para siempre el verdadero nombre del mal, aquel que el Apocalipsis llama “la serpiente antigua”:

“El pecado es la obra de Satanás y Jesús vence a Satanás ‘haciéndose pecado’ y desde allí nos levanta a todos nosotros. El Crucifijo no es un ornamento, no es una obra de arte, con tantas piedras preciosas, como vemos: el Crucifijo es el Misterio del ‘aniquilamiento’ de Dios, por amor. Y aquella serpiente que profetiza en el desierto la salvación: elevada y quien la mira es curado. Y esto no ha sido hecho con la varita mágica de un Dios que hace las cosas: ¡no! ¡Ha sido hecho con el sufrimiento del Hijo del hombre, con el sufrimiento de Jesucristo!”.
(María Fernanda Bernasconi - RV).
(from Vatican Radio)


Ante asesinato de las hermanas de la Caridad. La indiferencia mata y el olvido remata.



"Europa está regresando a la época más oscura de su historia reciente" 
"La indiferencia mata". Estas son palabras del Papa Francisco a propósito de la muerte de las cuatro Hermanas de la Caridad de la Orden de Madre Teresa en Aden (Yemen). Ningún titular en los grandes periódicos afirma con tristeza el Papa, ni siquiera una breve crónica.

Incluso el "L´Osservatore Romano", en un primer momento, unas pocas líneas. Matan, porque saben que somos indiferentes y pronto nos olvidaremos de sus muertes. En el fondo: ¿A quién le importa la muerte de cuatro monjas en un país en guerra?¡Mueren tantos cada día!. Su único delito: trabajar, en nombre de Cristo, al servicio de los más pobres y descartados de la sociedad. El olvido remata.

Y mientras tanto, nosotros ensimismados con el parto de los montes del gobierno. En USA con las elecciones presidenciales, y así sucesivamente. Y en Europa, dando la espalda a los inmigrantes y pagando a sicarios para que no vengan. Nos queremos olvidar de que son seres humanos, hermanos, hijos del mismo Padre. Europa está regresando a la época más oscura de su historia reciente. Lamentablemente, Ayran, tu muerte fue pura propaganda para los gobiernos hipócritas que desde entonces palabras, palabras...y peor. Y lo mismo, indiferencia y olvido. Y los gobiernos lo saben, por eso actúan así. La indiferencia y el olvido. de nuevo.

A estas hermanas las han odiado hasta la muerte como esposas de Cristo y testigos de la civilización del amor en medio de una guerra. El único motivo: el odio a la fe cristiana. Los detalles de este atentado conducen a esta conclusión. Ha sido claramente una masacre planificada y decidida contra la presencia cristiana en Yemen. Las hermanas asesinadas, la capilla, el crucifijo, el sagrario, todo metódicamente destruido. Eran las ocho y media de la mañana, los 80 huéspedes, ancianos y enfermos, entre ellos algunos niños, estaban desayunando. Los terroristas llegaron delante del edificio, que a pesar de las amenazas recibidas por las hermanas, no tenía ninguna vigilancia y pudieron realizar sus felonías sin ningún impedimento. Cuando la policía llegó encontró dieciséis cadáveres: las cuatro hermanas y doce colaboradores y un padre salesiano secuestrado.

En Yemen, periferia de Arabia, epicentro de choques entre sunitas y chitas, la complacencia internacional es notoria, sin olvidar el negocio del mercado de armas de oriente y occidente. La hipocresía diplomática en este país es manifiesta. Todos los gobiernos, que podrían influir, miran hacia otro lado. Sin embargo, todos los elementos de esta masacre conducen a una pregunta: si es verdad que en Aden manda la administración central yemenita; si hay un ejército y una policia: ¿por qué un lugar de riesgo como es la única residencia cristiana no estaba protegido? ¿Quién ha llevado a cabo la masacre? Al Qaeda dice que no sabe nada. ¿Daesh? El secuestro del padre salesiano, que se encontraba en la capilla en ese momento, quizás, si no sucede lo peor, nos podrá dar alguna pista.

Los doce colaboradores, al parecer fueron asesinados de un golpe en la sien, una auténtica ejecución. Las hermanas, que tienen nombres (Anselma, india de 57 años; Margarita, rwandesa de 44; Reginette, ruandesa de 32 años; Judith, keniata de 41 años) por el contrario, fueron golpeadas en el rostros y desfiguradas y posteriormente asesinadas. Sus cadáveres fueron pisoteados. Estos detalles nos muestran el odio sin límites de esos asesinos. Por el contrario, los cuerpos de las hermanas llevaban todavía el delantal azul con el que estaban sirviendo a los pobres y enfermos en esos momentos. Solamente, de manera milagrosa se ha salvado una religiosa, la hermana Sally, que pudo esconderse cuando oyó los golpes y los gritos.

Las hermanas de la Caridad, a pesar de las amenazas, y sin ninguna protección por parte de un gobierno apoyado por Arabia Saudí, han decidido permanecer en Yemen, fieles a las palabras de la Fundadora: "vivir y morir con los pobres". Desde la Casa Madre en Calcuta la Orden ha anunciado que no dejarán Yemen, ya que las hermanas tienen otra casa en Sanaa. La Congregación de las Misioneras de la Caridad, desde hace 66 años dedican sus vidas al servicio de la humanidad herida y descartada. Moribundos, ancianos, enfermos mentales, huérfanos, drogodependientes. Cualquiera -sin distinción de raza o religión- encuentra acogida en sus casas, respeto y dignidad. Así lo enseñó con su vida Agnese Gonxha Bojaxhiu, nuestra Madre Teresa de Calcuta.

"No existe pobreza más grande que no tener amor para dar", decía la Beata, cuyo decreto de canonización será firmado por el Papa el 15 de marzo. Un ejemplo concreto de misericordia -tantas veces citado en este Año Santo-, capaz de conquistar también a personas de diferente fe y no creyentes. La madre Teresa es Patrimonio de la Humanidad entera como lo demuestra el Premio Nobel de la Paz, que se le concedió en 1979. Las alrededor de cinco mil hermanas del "sari" blanco adornado con las líneas azules continúan, cada día, la obra de su fundadora, dando ayuda a miles y miles de personas en 135 países, desde África y Asía a América Latina y Europa. Tienen unas 762 casas en todo el mundo.
Esta decisión de permanecer en Yemen, a pesar de estos asesinatos, demuestra una obstinada voluntad de permanecer junto a los últimos, que les ha convertido en muy amadas por la población local, que se ha manifestado en protesta delante del Ministerio de la Seguridad. El Papa en el Ángelus hace unos días hablaba de una masacre por odio a los cristianos. ¡Estos son los mártires de hoy! Son víctimas no sólo de quienes les han asesinado, sino también de la indiferencia. En nuestros países en relación con el Yemen u otros lugares conflictivos priman los intereses económicos o políticos, antes que los personales o humanitarios. Es triste, pero es así. Veremos si los países occidentales más cercanos al gobierno de Yemen -por medio de Arabia Saudí-, piden una investigación seria y castigo de los culpables. ¿Lo veremos?

(José Luis Ferrando).- 

Sacerdotes del Nuevo Testamento. "Necesitamos creyentes que despierten atractivo"

"Si no son capaces de contagiar lo que es Jesús, falta lo esencial"

La formación reglada del sacerdocio es relativamente reciente, pues la creación de seminarios diocesanos se institucionaliza a partir del Concilio de Trento (s. XVI). Si nos atenemos al Decreto sobre el ministerio y la vida sacerdotal (1965), el propósito del Seminario es la formación de pastores tomando como ejemplo a Jesús, como sacerdote y Buen Pastor. Sin embargo, Jesús no perteneció a ninguna clase social dedicada al servicio religioso y la práctica espiritual; tampoco pertenecía a la tribu de Leví, de donde provenía la casta sacerdotal, sino que era descendiente de la tribu de Judá. 
Lo que todos le reconocen es a Jesús como un rabino, y así le llamaban todos: Maestro. La persona y la actividad de Jesús de Nazaret no se sitúa, por tanto, en la línea de los antiguos sacerdotes, sino más bien en la de los profetas.

El seminarista de los países de Occidente actual tiene mucho mérito porque parece venirle todo a contra corriente: la propia apuesta radical de célibe, exclusiva para los varones (lo que reduce su número) y en un contexto socio-religioso que no ayuda ni estimula a perseverar en su apuesta vocacional. Pero, ¿qué es lo esencial de la figura del sacerdote, aquello por lo que solo un consagrado después de su paso por el seminario, está capacitado y autorizado para realizar? Por más que le doy vueltas, lo que ningún laico o laica -ni tampoco una religiosa- puede hacer es el sacrificio eucarístico y la absolución de los pecados.

¿Una vocación sacerdotal debería sustentarse en estos dos sacramentos? Hay que recordar que también el número de sacramentos han ido variando en número e importancia hasta llegar a los siete de ahora. Más bien creo, a la luz del propio evangelio, que las bienaventuranzas son el verdadero carisma del cristiano, laico o célibe, hombre o mujer, y no los sacramentos, signos especiales de la presencia de Dios y a los que, lejos de quitarles importancia, veo su esencia a la luz de las bienaventuranzas. Y en el caso del sacerdote como lo entendemos ahora, en su radicalidad de amor con todos.

Ni siquiera el sacerdote suplanta Cristo en la eucaristía ni en el sacramento del perdón. Lo dice el Concilio: cuando el sacerdote realiza un sacramento, es Cristo quien lo hace. Y por mucho que los pastores administren algunos sacramentos en exclusiva, si no son capaces de contagiar lo que transmitió Jesús, falta lo esencial. Lo medular del consagrado es implantar el Reino de Dios y su justicia a tiempo completo, sanar los corazones, predicar con el ejemplo la Buena Noticia, ser profetas.

En medio de la oscuridad de nuestro tiempo necesitamos creyentes que despierten el verdadero atractivo amoroso de Jesús y hagan creíble su mensaje. Cristianos y cristianas que hagan una vocación de su experiencia personal y faciliten el encuentro con Dios en el hermano, sin suplantarlo ni eclipsarlo. Pablo lo entendió así desde el principio, pero hoy las mujeres no pueden ser ni siquiera diaconisas. "Vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable" (1 Ped. 2,9). Juan dice en el Ap. 1,6: "Y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre..." Desde el Nuevo Testamento, todos los cristianos son sacerdotes cuando realizan el evangelio de Cristo.

Lo esencial de un seminarista de nuestro tiempo es incardinarse radicalmente en las necesidades de su comunidad como presencia madura que acerque a Jesús resucitado con su ejemplo en su estilo de vida. Si no es esta la principal radicalidad sacerdotal, la impartición de sacramentos se descentra de su verdadero fin. Y el buen fin significa huir de las exageraciones litúrgicas, de los grandes fastos religiosos que añoran el pasado de poder eclesiástico y del aferramiento al derecho canónico por encima de las bienaventuranzas. Y a partir de aquí, no se entiende la exclusión de las mujeres en la Misión radical de mostrar la Buena Noticia a no ser manteniendo de facto su inferioridad, cosa que nunca se le puede atribuir al Maestro.

(Gabriel María Otalora)

Cuando ustedes hayan levantado en alto al Hijo del hombre, entonces sabrán que Yo Soy

Evangelio según San Juan 8,21-30. 

Jesús dijo a los fariseos: 


"Yo me voy, y ustedes me buscarán y morirán en su pecado. Adonde yo voy, ustedes no pueden ir". 


Los judíos se preguntaban: "¿Pensará matarse para decir: 'Adonde yo voy, ustedes no pueden ir'?". 


Jesús continuó: "Ustedes son de aquí abajo, yo soy de lo alto. Ustedes son de este mundo, yo no soy de este mundo. 


Por eso les he dicho: 'Ustedes morirán en sus pecados'. Porque si no creen que Yo Soy, morirán en sus pecados".


Los judíos le preguntaron: "¿Quién eres tú?". Jesús les respondió: "Esto es precisamente lo que les estoy diciendo desde el comienzo. 


De ustedes, tengo mucho que decir, mucho que juzgar. Pero aquel que me envió es veraz, y lo que aprendí de él es lo que digo al mundo". 


Ellos no comprendieron que Jesús se refería al Padre. 


Después les dijo: "Cuando ustedes hayan levantado en alto al Hijo del hombre, entonces sabrán que Yo Soy y que no hago nada por mí mismo, sino que digo lo que el Padre me enseñó. 


El que me envió está conmigo y no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que le agrada". 


Mientras hablaba así, muchos creyeron en él.