El alma cuando abandona el cuerpo y no encuentra la pureza para la que fue creada, se ve incapacitada de su unión con Dios. Catalina convencida de que solo el Purgatorio puede extirpar sus impurezas, anhela el Purgatorio para purificarse y poder presentarse completamente purificada ante el Señor. Dios: puro de una manera que ninguna mente humana puede concebir, donde la mínima mancha del alma es revelada ante tanta pureza.
El Señor le reveló el Purgatorio igual que el infierno, con la única diferencia que en el Purgatorio el alma ansía el purificarse para ir hacia Dios. Y en el infierno, el alma no desea purificarse ni unirse con Dios. Pero en cuanto al sufrimiento, Dios se lo reveló de igual forma.
El mayor dolor en el Purgatorio es ver que las puertas del cielo Dios las tiene abiertas para todos y que uno durante su tiempo en la vida terrenal, rechazó las purificaciones. En el purgatorio el alma puede ver el infinito amor y la infinita misericordia de Dios y las veces que le dimos la espalda por nuestros deseos y voluntades. Entonces, el alma misma reconoce y ve que aún el Purgatorio es demostración del infinito amor y misericordia de Dios
«En Catalina, el purgatorio no está presentado como un elemento del paisaje de las entrañas de la tierra: es un fuego no exterior, sino interior. Esto es el purgatorio, un fuego interior. La Santa habla del camino de purificación del alma hacia la comunión plena con Dios, partiendo de su propia experiencia de profundo dolor por los pecados cometidos, en contraste con el infinito amor de Dios».