jueves, 16 de febrero de 2017

El Papa solicita a Europa que proteja la cultura cristiana y viva el Evangelio



- Los santos patronos de Europa: Cirilo, monje y  Metodio, obispo, “todavía hoy recuerdan a Europa y a todos nosotros la necesidad de mantener la unidad de la fe, la tradición, la cultura cristiana y de vivir cada día el Evangelio”. Y concluyó: “A todos los que afrontan estos retos, sosteniéndolos con las plegarias, imparto de corazón mi bendición”.
Lo indicó el papa Francisco hacia el final de la audiencia de hoy miércoles, al saludar a los fieles y peregrinos de diversos países presentes en el Aula Pablo VI entre ellos los polacos, los francófonos procedentes de Francia y Suiza y los de habla inglesa llegados de Reino Unido, Dinamarca y Estados Unidos.
De los santos Cirilo y Metodio volvió a hablar cuando se dirigió a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados. “Que su ejemplo les ayude queridos jóvenes –dijo- a convertirse en cada ambiente en discípulos misioneros. Que su tenacidad nos aliente, queridos enfermos, a ofrecer los sufrimientos por la conversión de los alejados y que su amor por el Señor nos ilumine, queridos recién casados, para hacer del Evangelio la regla fundamental de vuestra vida familiar”.
Entre los de lengua española dio la bienvenida en particular a los formadores y alumnos del seminario diocesano de Orihuela-Alicante. “Monseñor Murgui –dijo refiriéndose a su obispo- tiene un buen seminario”.
Un saludo especial fue al grupo de párrocos católicos y evangélicos de lengua alemana, provenientes de Carinzia y acompañados por monseñor Alois Schwarz y entre los de lengua árabe a los procedentes de Oriente Medio.

Zenit

La pistola que borró los ejercicios de matemáticas


Catalina se alistó en las FARC con 13 años. Huía de su padrastro, que abusaba de ella. Manuel vivía en la calle desde los 8 y a los 15 se alistó en la guerrilla seducido por el poder y las armas. El documental Alto el fuego de Misiones Salesianas cuenta su historia y muestra el trabajo de los salesianos en Medellín, que han recuperado física y emocionalmente a 2.000 niños huidos de las filas de la guerrilla colombiana
Catalina no celebró los famosos 15, no se puso un vestido largo ni tuvo sesión de fotos. Ese cumpleaños lo pasó vestida de camuflaje, pegando tiros y contando el dinero de las vacunas –dinero procedente de las extorsiones que pagaban los amenazados–. Cuatro años después dejó a todos los periodistas boquiabiertos en Madrid cuando, al finalizar la rueda de prensa de presentación del documental Alto el fuego de Misiones Salesianas, se levantó con su bonita chaqueta plateada y afirmó que «ya no es la hora de empuñar un arma, sino de coger un cuaderno, y prepararme para ser el futuro de mi país». A continuación pidió al auditorio que recordase siempre que «la paz sale de dentro, del corazón. Muchos hablan de paz, pero lo hacen solo de boquilla».
Así a priori esta petición puede parecer un lugar común. Pero cuando quien lo dice es una niña que a los 13 años quiso suicidarse porque su padrastro la pegaba con palos ardiendo y quiso violarla; una niña que tenía una madre que encubría al abusador; una niña que se alistó en las FARC y empuñó un arma más grande que ella una semana más tarde, la dimensión de la situación cambia.
Las primeras noches en el bosque Catalina no podía dormir. Luego conoció a un chico. Se hicieron novios. Una noche, durante un bombardeo, él murió protegiéndola. «Aún conservo la cadenita que me dio», recuerda la niña que nunca pudo ser niña. Estuvo tres años alistada en las FARC. En uno de los bombardeos que sufrió su batallón murieron 22 niños. Ella resultó herida: «El brazo se me iba y llegó un momento en que no podía moverlo, estaba llena de sangre». Tardaron cinco días en curarla con inyecciones. «Tenía metralla en el brazo y en la cabeza». Cicatrices, señala risueña, «que ahora servirán para enseñárselas a mis nietos».
«Chino, cuídese»
Manuel tiene 19 años. Acompaña a Catalina en su tour por Europa –ya han pasado por Roma y Bruselas– para dar a conocer el documental y, con él, su historia. A los 8 años se escapó de casa con su hermano, y a los 15 ambos entraron en la guerrilla seducidos por el uniforme, el poder y los fusiles. «Le perdí el miedo a algo tan grande como quitarle la vida a otro. Al final era lo normal».
Todo cambió cuando los guerrilleros mataron a su hermano por incumplir las normas. «Me dejaron despedirme de él. Me abrazó y me dijo: “Chao, Chino, cuídese”. Se lo llevaron del campamento para matarlo. Para mí era como un padre y una madre».Manuel no pudo más y decidió abandonar la guerrilla. Según cifras de la Organización Internacional de las Migraciones, aún quedan en Colombia entre 8.000 y 13.000 niños soldado.
Las difíciles secuelas psicológicas
Cuando cruzan el umbral del Centro de Atención Especializada (CAE) atendido por los salesianos de Ciudad Don Bosco en Medellín los niños llegan con un profundo estrés postraumático. «Viven en el temor constante porque creen que van a ser reconocidos por la guerrilla y asesinados por haber desertado», afirma Rafael Bejarano, salesiano y director del centro. Son adolescentes, con 14 o 16 años, «pero llama la atención cómo los muñecos de peluche son su mejor compañía cuando están enfermos, viendo la televisión o para dormir, lo que demuestra los traumas y las carencias afectivas que han sufrido», añade Bejarano.
Otro de los rasgos de los niños a su llegada es «la férrea disciplina militar con la que llegan. Cuando saben que cometen algún error te buscan con la cabeza agachada y te piden que los castigues. Este es para nosotros uno de los momentos más dolorosos, porque no nos encontramos con seres humanos libres, sino con seres humanos encadenados».
Para restablecer los derechos de estos jóvenes y recuperar su autoestima, los salesianos les ofrecen una pedagogía de la confianza «donde establecemos vínculos de cercanía y reconocimiento mutuo», explica Bejarano. El segundo paso es la pedagogía de la esperanza, «etapa en la que se restauran vínculos afectivos». La tercera parte es la pedagogía de la alianza, donde culminan el proceso de autonomía personal y social. «En esta etapa los adolescentes ya cuentan con las herramientas suficientes para reintegrarse y tienen un mínimo riesgo de reincidencia en el reclutamiento».
La compañía de un sacerdote
Además de estas herramientas, «el acompañamiento de los sacerdotes es crucial para su recuperación», explica Bejarano. Fue el caso de Catalina que, sin ningún tipo de cultura religiosa –venía de hecho influenciada por supersticiones y creencias en espíritus– «tras el estrellón inicial de toparme con lo religioso, hablé con un padre, me preguntó si sentía paz en mi corazón y ahí todo cambió». Ahora, asegura, no es muy practicante, «pero soy creyente y estoy en el proceso de pedir perdón y perdonarme a mí misma». El sacramento de la Reconciliación es crucial «para que los chicos reinicien su propia existencia y tomen un camino que les ayuda a elaborar un proceso de salvación», dice el sacerdote. Catalina se está preparando para ser enfermera y quiere ser abogada y una líder de la paz. Incluso ha vuelto a ver a su madre.
Manuel llegó a la Ciudad Don Bosco «sin creer ni confiar en nadie. Ni siquiera hablaba, era muy cerrado». Pero gracias a los salesianos «participo en los eventos religiosos y he conocido cosas de mi que no sabía que existían. Olvidar algo es condenarte a repetirlo. Quiero superar el pasado y mejorar para un nuevo futuro». Ahora estudia mecánica, vive independiente en un apartamento de alquiler y sueña con ser libre en un país «donde se pueda caminar sin estar rodeado de violencia».
Cristina Sánchez Aguilar
@csanchezaguilar

Alfa y Omega

Carta del cardenal arzobispo de Madrid: Manos Unidas para ser reflejo de su luz


No puedo dejar a mi hermano. Tengo que responder con compromiso y ello me exige dar y darme en la totalidad de lo que soy y lo que tengo
Os cuento lo que este fin de semana he vivido. Me ha dado luz y creo que os puede iluminar y ofrecer un camino realizado por testigos del compromiso con los demás. Lo he vivido con los niños. Ellos, con esfuerzo, en una barriada donde no abunda el dinero, han sido capaces de decirnos con su vida y con sus obras que es cierto lo que el lema de la campaña de este año de Manos Unidas nos expresa: El mundo no necesita más comida. Necesita más gente comprometida. Se pusieron manos a la obra y han sido capaces de movilizar a todos para unir las manos, el corazón y su pensamiento hacia esos 800 millones de seres humanos que padecen hambre, entre los que se encuentran muchos niños como ellos. Así nos demuestran que si somos solidarios, si experimentamos y hacemos ver a todos eso que decimos en el padrenuestro –que somos hermanos y que lo que tenemos en nuestra familia es para todos–, podemos hacer un mundo diferente. ¡Qué bueno es vivir haciendo la voluntad de Dios! ¡Qué grande es el ser humano cuando busca hacer esa voluntad con todo su corazón! ¡Qué hondura tiene la vida cuando la construimos en y desde el Señor, que es donde adquiere firmeza y seguridad para uno mismo y para los demás! ¡Qué belleza la del ser humano cuando le pide a Dios que nos facilite abrir los ojos y contemplar las maravillas que Él quiere hacer a través de nosotros!
Los niños de esta parroquia a la que me refiero, a lo largo del año, han querido hacer un gesto y una obra significativa. Tenían una hucha de cartón en su casa e iban poniendo sus ahorros en la misma, pensando que lo suyo era para otros que estaban peor, pasando hambruna y miseria, y que ellos podían aportar algo. Y ese algo era su compromiso, su solidaridad. Ellos saben que esto es lo que cambia el mundo. Por algo el Señor dijo¬: «Dejad que los niños se acerquen a mí, no se lo impidáis». La atención que Él muestra en el Evangelio por los niños tiene su razón de ser. Son los que tienen más limpios los oídos para escuchar y más limpios los ojos para ver las necesidades de los demás. ¡Qué fácil es ver cómo un niño entiende esas palabras de Jesús en las que nos muestra que Él está en cada uno de los que nosotros ayudamos: «Tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis». Gracias por hacernos sentir en lo más profundo del corazón el deseo de revelar y mostrar con obras el amor mismo de Jesús a todos los hombres con un cambio de corazón y con la preocupación por hacer que esta tierra sea una gran familia de hermanos, donde todos nos ayudamos y nadie pase necesidad. 800 millones de seres humanos que padecen hambre pueden desaparecer. Si somos solidarios, pueden comer. Hay en esta tierra riqueza y medios para todos. Hagamos posible esto.
El escándalo del hambre, que padecen tantos millones de personas, no puede dejarnos impasibles. ¡Cómo no sentir la dicha y la necesidad de caminar en la voluntad del Señor que quiere que los hombres vivamos como hermanos! ¡Cómo no guardar sus deseos en el corazón: «Amaos los unos a los otros, como yo os he amado»! ¡Cómo no hacer el bien, viviendo y cumpliendo su Palabra! ¡Cómo no vamos a decirle al Señor desde lo más profundo de nuestro corazón: «Señor ábreme el corazón, los ojos, el pensamiento para que vea las necesidades de mis hermanos»!
El Señor nos hace tres invitaciones:
1. A acoger la sabiduría de Dios. Que nos hace ver cuáles son los mandatos de Dios que más se hunden en la profundidad de nuestro corazón, para cambiarlo. Con la sabiduría de Dios, distinguimos perfectamente la elección que Él desea que hagamos. Tenemos delante de nosotros «muerte y vida». Él nos invita a vivir de su gracia. Es su deseo que demos siempre vida. Solamente lo podemos hacer con esa sabiduría que viene de Dios, que nos revela Jesucristo con su vida entre nosotros y que nos impulsa a cambiar este mundo y las relaciones entre los hombres. Se da ese cambio cuando se transforma el corazón, y nos hace ver que no puedo dejar a mi hermano, que tengo que responder con compromiso y ello me exige dar y darme en la totalidad de lo que soy y de lo que tengo.
2. A vivir desde el horizonte que Dios da a nuestra existencia y que se nos regala en Jesucristo. Nos ha preparado el ser uno en Él. Ser su Cuerpo, que se mueve y conmueve con obras y palabras que son las de Jesucristo. ¡Qué hondura tiene vivir en comunión con el Señor! ¿Puede un ser humano desentenderse de quien está a su lado si dice que su vida es la del mismo Cristo? Por supuesto que no. La relación y la vida de Cristo en nosotros crea tal comunión con el hermano que no puede permanecer impasible ante quien no tiene lo necesario para vivir con la dignidad que Dios mismo le reconoce, al «ser su imagen».
3. A escuchar siempre a Dios y a vivir según lo que somos, «imagen de Dios». Como tal acogemos el deseo del Señor: «Habéis oído que se dijo, pero yo os digo». ¡Qué novedad nos trae Jesucristo! Creo que se puede resumir en estas realidades:
a) Cambio de las relaciones entre los hombres, pues «se dijo no matarás, yo os digo mucho más, ni siquiera tener cólera e insultos»: matamos cuando no reconocemos en quienes nos encontramos la imagen de Dios, cuando dejamos que se estropeen esas imágenes por falta de los medios necesarios para subsistir o por otros motivos. Regalemos esa imagen que somos: regalad vida, entrega, esperanza, ilusión, verdad, fortaleza, generosidad. Ofreceos para ser puentes, distanciaos de ser muros. Sed mediadores para que todos los hombres puedan desvivirse por los demás sin imposiciones ni proposiciones que nada tienen que ver con construir una vida digna.
b) Regalemos siempre perdón. Esto debe ser tu ofrenda y tu pasión: vivir la reconciliación con el hermano. La ofrenda que debes hacer es tu vida entera a tu hermano. Antes él que tú.
c) Construyamos la cultura del encuentro que se inicia desde el mismo momento de la Encarnación. Hemos sido creados para encontrarnos y, por ello, para ocuparnos y preocuparnos por los demás.
d) Necesidad de hacer un trasplante de los ojos, el corazón y el pensamiento: hemos de aprender y pedir como regalo la mirada de Jesucristo que es ternura, compasión, misericordia. Que nunca nos adueñemos de lo que no nos pertenece. Que nunca sean los impulsos instintivos los que muevan nuestra vida, pues destruyen las relaciones. Devolvamos la dignidad de las personas, algo que se consigue cuando amamos sin reservas y no convertimos al otro en un objeto. No nos dejemos contaminar por la mentira, la ambigüedad de las palabras, el doble sentido y la falsedad.
Con gran afecto, os bendice,
+Carlos Card. Osoro Sierra, arzobispo de Madrid
Alfa y Omega

Tú eres el Mesías. El Hijo del hombre tiene que padecer mucho


Lectura del santo Evangelio según san Marcos 8, 27-33

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Filipo; por el camino, preguntó a sus discípulos:
«¿Quién dice la gente que soy yo?».
Ellos le contestaron:
«Unos, Juan el Bautista; otros, Ellas; y otros, uno de los profetas».
Él les preguntó:
«Y vosotros, ¿quién decís que soy?».
Tomando la palabra Pedro le dijo:
«Tú eres el Mesías».
Y les conminó a que no hablaran a nadie acerca de esto.
Y empezó a instruirlos:
«El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser reprobado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días».
Se lo explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Pero él se volvió y, mirando a los discípulos, increpó a Pedro:
-« Ponte detrás de mí, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!».
Palabra del Señor.

El Papa Francisco resume en español su catequesis de hoy sobre la esperanza.