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viernes, 12 de diciembre de 2014
12 de diciembre, Fiesta de la Virgen de Guadalupe
Reflexión del Papa Francisco por la fiesta de la Virgen de Guadalupe (Audiencia General,11 de diciembre de 2013):
Cuando la Virgen se apareció a san Juan Diego, su rostro era el de una mujer mestiza y sus vestidos estaban llenos de símbolos de la cultura indígena. Siguiendo el ejemplo de Jesús, María se hace cercana a sus hijos, acompaña como madre solícita su camino, comparte las alegrías y las esperanzas, los sufrimientos y las angustias del Pueblo de Dios, del que están llamados a formar parte todos los pueblos de la tierra.
La aparición de la imagen de la Virgen en la tilma de Juan Diego fue un signo profético de un abrazo, el abrazo de María a todos los habitantes de las vastas tierras americanas, a los que ya estaban allí y a los que llegarían después.
Este abrazo de María señaló el camino que siempre ha caracterizado a América: ser una tierra donde pueden convivir pueblos diferentes, una tierra capaz de respetar la vida humana en todas sus fases, desde el seno materno hasta la vejez, capaz de acoger a los emigrantes, así como a los pueblos y a los pobres y marginados de todas las épocas. America es una tierra generosa.
Éste es el mensaje de Nuestra Señora de Guadalupe, y éste es también mi mensaje, el mensaje de la Iglesia. Animo a todos los habitantes del Continente americano a tener los brazos abiertos como la Virgen María, con amor y con ternura.
Pido por todos ustedes, queridos hermanos y hermanas de toda América, y también ustedes recen por mí. Que la alegría del Evangelio esté siempre en sus corazones. El Señor los bendiga y la Virgen los acompañe.
De News.va
Dios nos ama con la ternura de una mamá, dijo el Papa en su homilía
Dios salva a su pueblo no desde lejos, sino haciéndose cercano, con
ternura. El Santo Padre,
inspirándose en la lectura del profeta Isaías, hizo una comparación:
“Es tanta la cercanía que Dios se presenta aquí como una mamá,
como una mamá que dialoga con su niño: una mamá, cuando canta la canción de
cuna y toma la voz del niño y se hace pequeña como el hijito y habla con el
tono del niño hasta el punto de parecer ridículo, si uno no entiende qué cosa
grande hay ahí: ‘No temas gusanito de Jacob. Pero, cuántas veces una mamá dice
estas cosas al niño mientras lo acaricia, ¡eh! He aquí, te convertiré en una
trilladora acuminada, nueva… te haré grande… Y lo acaricia, y lo acerca a ella.
Y Dios hace así. Es la ternura de Dios. Está tan cerca de nosotros que se
expresa con esta ternura: la ternura de una mamá”.
Dios nos ama gratuitamente – afirmó el Papa –
como una mamá a su niño. Y el niño “se deja amar”: “ésta es la gracia de
Dios”. “Pero nosotros, tantas veces, para estar seguros, queremos controlar la
gracia” y “en la historia y también en nuestra vida tenemos la tentación de
cosificar la gracia”, hacerla “como una mercancía o una cosa controlable”, tal
vez diciéndonos a nosotros mismos: “Pero, yo tengo tanta gracia”; o “tengo el
alma limpia, estoy en gracia”:
“Y así, esta verdad tan bella de la cercanía de Dios se desliza en
una contabilidad espiritual: ‘No, yo hago esto porque esto me dará 300 días de
gracia… Yo hago aquello porque me dará esto, y así acumulo gracia’. Pero, ¿qué
cosa es la gracia? ¿Una mercadería? Y así, parece que sí. Parece que sí. Y en
la historia esta cercanía de Dios a su pueblo ha sido traicionada por esta
actitud nuestra, egoísta, de querer controlar la gracia, cosificarla”.
El Papa también recordó algunos de los grupos que en tiempos de
Jesús querían controlar la gracia: los Fariseos, hechos esclavos de tantas
leyes que cargaban “sobre las espaldas del pueblo”. Los Saduceos, con sus
compromisos políticos. Los Esenios, “buenos, buenísimos, pero tenían tanto
miedo, no querían correr riesgos” y terminaban por aislarse en sus monasterios.
Los Zelotes, para los cuales la gracia de Dios era “la guerra de liberación”,
“otra manera de cosificar la gracia”.
“La gracia de Dios – subrayó el Papa
– es otra cosa: es cercanía, es ternura. Esta regla sirve siempre. Si tú
en tu relación con el Señor no sientes que Él te ama con ternura, aún te falta
algo, aún no has comprendido qué cosa es la gracia, aún no has recibido la
gracia que es esta cercanía”. El Papa Francisco recordó una confesión de hace tantos
años, cuando una mujer se atormentaba acerca de la validez o no de una Misa a
la que había asistido un sábado por la tarde por un matrimonio, con lecturas
diversas de las del domingo. Ésta fue su respuesta: “Pero señora, el Señor la
ama tanto a usted. Ella había ido allí, había recibido la Comunión, había
estado con Jesús…
Sí, pero quédese tranquila, el Señor no es un comerciante, el Señor ama, está
cerca”:
“Y San Pablo reacciona con fuerza contra esta espiritualidad de la
ley. ‘Yo soy justo si hago esto, esto, esto. Si no hago esto no soy justo’.
Pero tú eres justo porque Dios se te ha acercado, porque Dios te acaricia,
porque Dios te dice estas cosas bellas con ternura: ésta es nuestra justicia,
esta cercanía de Dios, esta ternura, este amor. Incluso con el riesgo de
parecernos ridículo, nuestro Dios es tan bueno. Si nosotros tuviéramos el valor
de abrir nuestro corazón a esta ternura de Dios, ¡cuánta libertad espiritual
tendríamos! ¡Cuánta! Hoy, si tienen un poco de tiempo, en su casa, tomen la
Biblia: Isaías, capítulo 41, desde el versículo 13 hasta el 20, siete
versículos. Y léanlos. Esta ternura de Dios, este Dios que nos canta a cada uno
de nosotros la canción de cuna, como una mamá”.
(María Fernanda
Bernasconi - RV).
“Nuestro mañana parece traer sólo lágrimas y penurias”, las hermanas dominicas de Santa Catalina de Siena desde Irak
Desde
Irak, la priora de las Hermanas Dominicas de Santa Catalina de Siena ha ido
relatando en diversas cartas la terrible situación de los cristianos. Estas
hermanas llevan compartidas con su pueblo muchas tragedias, guerras y dolor.
Sus conventos, escuelas y orfanatos, 19 edificios en total, han sido ocupados o
destruidos. Una de sus últimas “crónicas” es del 24 de noviembre, y acaba de
hacerla pública la familia dominica, que está muy cerca de estas religiosas y
del pueblo de Irak: “Después de cuatro meses de exilio, no hay signos de esperanza de que la situación aquí en Irak se resuelva de manera pacífica. Incapaces de pensar o tomar decisiones, todo es vago, y sentimos que estamos viviendo una pesadilla. El cristianismo en Irak está sangrando; muchas familias se han ido, muchas están yéndose al Líbano, a Jordania y a Turquía, preparándose para una segunda inmigración y un futuro incierto. No sabemos cuánto tiempo podrán aguantar estas familias el peso de sobrevivir económicamente.
La situación sigue siendo la misma para los que estamos en Irak. Muchos todavía se ven obligados a quedarse en edificios sin terminar en zonas de obras. En un sitio, se ha remodelado un centro comercial para acomodar familias, con el hall apenas dividido con paredes. A pesar de ser mejor que las tiendas, parecen jaulas oscuras y húmedas sin ventilación. Lo más difícil de todo es la falta de privacidad.
Ha habido algunos intentos de poner contenedores y alquilar casas y pisos, pero no ha sido suficiente porque el número de personas desplazadas aumenta cada día. Muchos vienen de fríos lugares montañosos. La gente, psicológicamente, está cansada, preocupada, confundida, e irritada - ¿Quién podría culparlos? No tienen trabajo, sus hijos no van a la escuela, y los jóvenes todavía están a la espera de comenzar su año académico en la universidad – algunos han intentando inscribirse en universidades kurdas, pero no han sido aceptados. Todo esto está causando enormes tensiones en las familias, y el resultado son abusos y mala relación. Los problemas son absolutamente abrumadores, y parece como si nuestros esfuerzos no valieran para nada.
A la gente se le ha despojado de su dignidad y se le ha privado de modo injusto de todo su dinero y posesiones. El dinero que tienen no puede retirarse de los bancos porque el gobierno central ha congelado sus cuentas. Además, algunos buscan trabajo de manera desesperada, dispuestos a trabajar por el más mínimo salario.
A pesar de esto, las cosas irían mucho peor si no fuera por las ayudas que hemos recibido de ustedes y de muchos otros benefactores que han contribuido con lo que han podido.
Gracias. Les estamos muy agradecidas, y hemos intentando ayudar al mayor número de personas con estas donaciones. No nos hemos dedicado a los centros y campos de refugiados, porque los refugiados de estos centros están apoyados por las organizaciones y por la Iglesia. Estamos intentando ayudar a aquellas familias que alquilan casas, pero no pueden sostenerse a sí mismas. Así que las ayudamos dándoles ropa de cama y de vestir.
En cuanto a nuestra comunidad, estamos extremadamente cansadas por la preocupación por la familia y los amigos que hemos sido injustamente forzadas a abandonar. Cada día esperamos que el mañana sea mejor, pero nuestro mañana parece traer sólo lágrimas y penurias. ¡Desde lo más profundo clamamos a Ti, Oh Señor! ¿Cuándo vas a rescatarnos?
Contamos muchísimo con sus oraciones y necesitamos que nos lleven hasta Jesús como los hombres que le llevaron el paralítico. Dios les bendiga”.
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