jueves, 8 de junio de 2017

El Papa en Sta. Marta: ‘Mejor callarse que hablar hipócritamente’


El papa Francisco advirtió este martes durante la homilía en la misa diaria de la Casa Santa Marta sobre la hipocresía, pecado que puede llevar a destruir una comunidad. Y aseguró en cambio que el lenguaje del cristiano debe siempre respetar la verdad.
El Santo Padre inició hablando de los ‘hipócritas’, palabra que Jesús usa varias veces para calificar a los doctores de la ley. Hipócritas porque “hacen ver una cosa pero piensan otra, como la misma etimología de la palabra lo indica”.
“La hipocresía no es el lenguaje de Jesús. La hipocresía no es el lenguaje de los cristianos, un cristiano no puede ser hipócrita y un hipócrita no es cristiano”, aseveró el Pontífice.
Precisa además que “los hipócritas son aduladores, o en tono mayor o en tono menor, pero siempre aduladores”. Y en la lectura se ve que ellos inician adulando a Jesús para “hacer crecer la vanidad” y le plantean una pregunta para hacerlo caer en error: “¿Es justo pagarle al César?”.
Pero Jesús conociendo la hipocresía de ellos les dice: ‘Por qué me quieren poner a la prueba, denme una moneda que quiero verla”. Así Jesús a los hipócritas les responde con la realidad, que es diversa de la hipocresía o de la ideología. Y responde: ‘Lo que es del César denlo al César –porque la moneda tenía la efigie de César– y lo que es de Dios a Dios”.
El Papa recordó que así fue “el lenguaje de la serpiente hacia Eva”: Comienza con una adulación para después destruir a las personas” y que no debemos olvidar que el Señor dijo: “Sea vuestro lenguaje sí, sí, no, no”.
“Cuanto mal hace a la Iglesia la hipocresía”, exclamó el Papa y advirtió de esa actitud “pecaminosa que mata”.
El hipócrita es capaz de asesinar a una comunidad. Habla dulcemente pero juzga brutalmente a una persona”. Y a ellos “solamente se responde con la realidad”, como también así se responde a la ideología.
“Que el Señor nos dé esta gracia”, concluyó: “que sepa decir la verdad y si no puedo decirla quedarme callado, pero nunca, nunca una hipocresía”.
Zenit

Francisco: «Dios es un padre bueno, capaz solo de conjugar el verbo “amar”»



Invocar a Dios como padre «nos pone en una relación de confianza con Él, como un niño que se dirige a su papá, sabiendo que es amado y cuidado por él», ha dicho Francisco durante la audiencia general de este miércoles
«Era tan fascinante la oración de Jesús» y «los discípulos estaban tan impresionados por el hecho» de que se dedicara a ella, «especialmente por la mañana y por la tarde» que «le pidieron que les enseñara a rezar», ha explicado el Papa durante la audiencia general de este miércoles celebrada en la plaza de San Pedro.
Jesús les transmite entonces «lo que se ha convertido en la oración cristiana por excelencia»: el padrenuestro. En ella se resume, según Francisco, todo el misterio de la oración cristiana: «tener el coraje de llamar a Dios con el nombre de Padre».
Invocar a Dios como padre «nos pone en una relación de confianza con Él, como un niño que se dirige a su papá, sabiendo que es amado y cuidado por él. Esta es la gran revolución que el cristianismo imprime en la psicología religiosa del hombre».
Solo amor
Para ilustrar sus palabras, el Pontífice ha recordado la parábola del hijo pródigo. En ella, Jesús habla «de un padre que sabe ser solo amor para sus hijos».
Dios es padre pero no a la manera humana, ha dicho Francisco. «No existe ningún padre en este mundo que se comportaría como el protagonista de esta parábola», que «no castiga al hijo por su arrogancia y que es capaz incluso de entregarle su parte de herencia y dejarlo ir fuera de casa».
«Dios es padre a su manera: bueno, indefenso ante el libre albedrio del hombre, capaz solo de conjugar el verbo “amar”».
Nunca solos
«Queridos hermanos y hermanas no estamos jamás solos», ha dicho el Santo Padre al final de su intervención. «Podemos estar lejos, hostiles, podemos también profesarnos “sin Dios”. Pero el Evangelio de Jesucristo nos revela que Dios no puede estar sin nosotros: Él no será jamás un Dios sin el hombre», ha añadido. «Esta certeza es la fuente de nuestra esperanza, que encontramos conservada en todas las invocaciones del padrenuestros».
Por último, el Papa ha invitado a los fieles a «acudir al padre con confianza cuando tenemos necesidad de ayuda y no cerrarnos en nosotros mismos».
José Calderero @jcalderero

Alfa y Omega
TEXTO COMPLETO DEL PAPA

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Había algo de atractivo en la oración de Jesús, era tan fascinante que un día sus discípulos le pidieron que les enseñara. El episodio se encuentra en el Evangelio de Lucas, que entre los Evangelistas es quien ha documentado mayormente el misterio del Cristo “orante”. Los discípulos de Jesús están impresionados por el hecho de que Él, especialmente en la mañana y en la tarde, se retira en la soledad y se “inmerge” en la oración. Y por esto, un día, le piden de enseñarles también a ellos a orar. (Cfr. Lc 11,1).
Es entonces que Jesús transmite aquello que se ha convertido en la oración cristiana por excelencia: el “Padre Nuestro”. En verdad, Lucas, en relación a Mateo, nos transmite la oración de Jesús en una forma un poco abreviada, que inicia con una simple invocación: «Padre» (v. 2).
Todo el misterio de la oración cristiana se resume aquí, en esta palabra: tener el coraje de llamar a Dios con el nombre de Padre. Lo afirma también la liturgia cuando, invitándonos a recitar comunitariamente la oración de Jesús, utiliza la expresión «nos atrevemos a decir».
De hecho, llamar a Dios con el nombre de “Padre” no es para nada un hecho sobre entendido. Somos conducidos a usar los títulos más elevados, que nos parecen más respetuosos de su trascendencia. En cambio, invocarlo como “Padre” nos pone en una relación de confianza con Él, como un niño que se dirige a su papá, sabiendo que es amado y cuidado por él. Esta es la gran revolución que el cristianismo imprime en la psicología religiosa del hombre. El misterio de Dios, que siempre nos fascina y nos hace sentir pequeños, pero no nos da más miedo, no nos aplasta, no nos angustia. Esta es una revolución difícil de acoger en nuestro ánimo humano; tanto es así que incluso en las narraciones de la Resurrección se dice que las mujeres, después de haber visto la tumba vacía y al ángel, «salieron corriendo del sepulcro, porque estaban temblando y fuera de sí» (Mc 16,8). Pero Jesús nos revela que Dios es Padre bueno, y nos dice: “No tengan miedo”.
Pensemos en la parábola del padre misericordioso (Cfr. Lc 15,11-32). Jesús narra de un padre que sabe ser sólo amor para sus hijos. Un padre que no castiga al hijo por su arrogancia y que es capaz incluso de entregarle su parte de herencia y dejarlo ir fuera de casa. Dios es Padre, dice Jesús, pero no a la manera humana, porque no existe ningún padre en este mundo que se comportaría como el protagonista de esta parábola. Dios es Padre a su manera: bueno, indefenso ante el libre albedrio del hombre, capaz sólo de conjugar el verbo “amar”. Cuando el hijo rebelde, después de haber derrochado todo, regresa finalmente a su casa natal, ese padre no aplica criterios de justicia humana, sino siente sobre todo la necesidad de perdonar, y con su brazo hace entender al hijo que en todo ese largo tiempo de ausencia le ha hecho falta, ha dolorosamente faltado a su amor de padre.
¡Qué misterio insondable es un Dios que nutre este tipo de amor en relación con sus hijos!
Tal vez es por esta razón que, evocando el centro del misterio cristiano, el Apóstol Pablo no se siente seguro de traducir en griego una palabra que Jesús, en arameo, pronunciaba: “abbà”. En dos ocasiones San Pablo, en su epistolario (Cfr. Rom 8,15; Gal 4,6), toca este tema, y en las dos veces deja esa palabra sin traducirla, de la misma forma en la cual ha surgido de los labios de Jesús, “abbà”, un término todavía más íntimo respecto a “padre”, y que alguno traduce “papá, papito”.
Queridos hermanos y hermanas, no estamos jamás solos. Podemos estar lejos, hostiles, podemos también profesarnos “sin Dios”. Pero el Evangelio de Jesucristo nos revela que Dios no puede estar sin nosotros: Él no será jamás un Dios “sin el hombre”. Esta certeza es la fuente de nuestra esperanza, que encontramos conservada en todas las invocaciones del Padre Nuestro. Cuando tenemos necesidad de ayuda, Jesús no nos dice de resignarnos y cerrarnos en nosotros mismos, sino de dirigirnos al Padre y pedirle a Él con confianza. Todas nuestras necesidades, desde las más evidentes y cotidianas, como el alimento, la salud, el trabajo, hasta aquellas de ser perdonados y sostenidos en la tentación, no son el espejo de nuestra soledad: existe en cambio un Padre que siempre nos mira con amor, y que seguramente no nos abandona.
Traducción del italiano, Renato Martinez/Radio Vaticano

70.000 fieles en torno a la Virgen… con ayuda de los musulmanes


«¡Qué lugar más magnífico para un santuario a la Virgen!», exclamó monseñor Picarda hace 130 años, al visitar un paraje costero de Senegal al que la fe había llegado solo dos años antes. Un año después se inauguró el santuario de Nuestra Señora de la Liberación, una devoción traída de Francia que echó fuertes raíces en África. El pasado fin de semana decenas de miles de peregrinos de varios países participaron en su gran fiesta
«Los cristianos de Senegal son conscientes de su exigüidad numérica así como de su riqueza. Orgullosos de su fe, enriquecida por sus lazos familiares, con frecuencia con padres musulmanes, están llamados, más que otros africanos, al diálogo y la comprensión. En un país musulmán, la Iglesia senegalesa cumple su propia misión con convicción y modestia al mismo tiempo». Estas palabras de san Juan Pablo II, pronunciadas en 1992 durante su visita al santuario de Popenguine, cobraron una especial actualidad este fin de semana, durante la peregrinación nacional al santuario.
Se cumplían 25 años de la visita del Papa polaco y, en un contexto internacional marcado por la radicalización del islam, la expansión del islamismo en África y el terrorismo internacional, Popenguine ofrece una prueba de que la convivencia entre musulmanes y cristianos es posible.
Pero esta mayoría de musulmanes celebra que, una vez al año, unos 70.000 cristianos «invadan» la localidad. De hecho, colaboran activamente con la peregrinación nacional. «Las familias musulmanas acogen en su casa a los peregrinos», explica a Alfa y Omega Joseph Bernard Coly, portavoz del santuario. Gran parte de los preparativos, como la limpieza y arreglo de las distintas partes del santuario, corren a cargo de un comité local de organización, presidido por el alcalde. Además, los líderes religiosos musulmanes participan en las celebraciones, y son recibidos, junto con las autoridades civiles, por el arzobispo de Dakar.
Una Virgen que hermana
La peregrinación nacional a Popenguine el fin de semana de Pentecostés. Así se ha hecho desde el 22 de mayo de 1888, cuando el santuario abrió sus puertas. Su fundación se debe a monseñor Mathurin Picarda, vicario apostólico de Senegambia. Con su apertura se proponía –afirmó ese día– «obtener el desarrollo del Espíritu y la práctica de la vida cristiana en Senegal».
El cristianismo había llegado a esa zona solo tres años antes, de la mano de un misionero francés, el padre Strus. Dos años después, durante una visita pastoral, monseñor Picarda reparó en el lugar donde ahora se eleva el santuario, y se dijo: «¡Qué lugar más magnífico para un santuario a la Virgen!».
De origen bretón, el vicario apostólico tenía devoción a Nuestra Señora de la Liberación, una virgen negra venerada en Bayeux (Baja Normandía, vecina a Bretaña). Ya había llevado esta misma devoción a Martinica, en las Antillas, donde había estado destinado diez años.
Así –recordaba Juan Pablo II hace dos años–, tres continentes quedaban hermanados por esta devoción, que además resultaba muy adecuada a Popenguine: situado en la costa occidental africana, en la época en la que se fundó el santuario todavía se recordaban las incursiones de negreros para capturar niños.

«Tengamos fe en nuestros valores»
129 años después, Popenguine es el corazón del catolicismo senegalés. Una muestra de la devoción que en este país se tiene a Nuestra Señora de la Liberación es que, de los 70.000 peregrinos de este año, unos 17.000 han realizado la peregrinación a pie.
Popenguine es también un punto de referencia para toda la región. En las últimas décadas, a la peregrinación nacional se han sumado peregrinos de países cercanos, como Gambia, Mali, Guinea Bissau, Guinea Conakry, Mauritania y Camerún.
El acto central de la peregrinación es la Eucaristía del lunes, que cada año se encomienda a una diócesis del país. Este año, la presidió mo nseñor Jean Pierre Bassène, obispo de Kolda. En relación con el lema de la peregrinación –María, madre, educadora y modelo para nuestras familias y nuestras comunidades–, monseñor Bassène lamentó la «renuncia de la sociedad en materia de educación colectiva», a la que atribuyó, al menos en parte, «el aumento de la delincuencia y la violencia en nuestras comunidades». Por eso pidió a los fieles que, como María, «tengamos fe en nuestros valores culturales y practiquémoslos».
Durante los tres días, y también durante la noche, se reza con frecuencia el rosario; tanto en la basílica como en la gruta dedicada a la Virgen. Quienes prefieran una oración más tranquila o prepararse espiritualmente para la fiesta, pueden acercarse a la tienda del encuentro a adorar al Santísimo. En ella, también hay sacerdotes disponibles para la confesión.
María Martínez López

Alfa y Omega

Cardenal Osoro: «No queremos nacionalcatolicismo ni tampoco un secularismo que quiere expulsar a la religión»



Ni subordinación política a la religión ni viceversa. «Creemos que las dos salen ganando si interactúan», ha dicho este miércoles por la mañana el cardenal Carlos Osoro al participar en las II Jornadas Universitarias de la Asociación de Jóvenes Investigadores en Ciencias de las Religiones, que reúne en la Facultad de Filología de la Universidad Complutense de Madrid a expertos académicos, representantes religiosos y miembros de los principales partidos políticos.
El arzobispo de Madrid ha participado en una mesa con exponentes del islam, la Iglesia evangélica, el budismo y el judaísmo; todos coincidieron en que no es posible restringir la presencia pública de la religión y confinarla a la vida privada, puesto que el hecho religioso comporta una comprensión de la vida que se manifiesta en todas las dimensiones. «Las confesiones religiosas son parte de la sociedad, no la sociedad. Tienen derecho a intervenir, pero como un actor más, no como si fuera el único actor», resumió Mariano Blázquez, secretario ejecutivo de la Federación de Entidades Evangélicas de España.
Esa presencia en la vida pública y en la política, en el caso de la Iglesia, corresponde en primer lugar a los laicos y se canaliza a través de diversas opciones. El arzobispo de Madrid habló de la decisión de su predecesor, el cardenal Tarancón, de rechazar la creación de un partido católico, animando por el contrario a los seglares cristianos a la participación a través de «las opciones que crean convenientes para promover la justicia, la libertad y el bien común».
«El Estado debe ser aconfesional, la sociedad es religiosamente plural y cada vez más plural», ha añadido Osoro. El principio de «a Dios lo que es de Dios supone que el Estado haga todo lo que debe hacer, que es mucho: regular la convivencia, ser transparente, asegurar los derechos de todos, promover la igualdad… Pero solo debe hacer lo que debe hacer», respetando el principio de «subsidiariedad».
«No queremos cristiandad que confunde Iglesia y Estado, al modo del nacionalcatolicismo, ni tampoco un secularismo que pretende expulsar lo religioso de la sociedad. Esto es totalitarismo, hay que decirlo así. La tentación de cualquier Estado es la propia de cualquier lógica del poder, también del religioso», que busca ocupar espacios que no le corresponden.
Para la Iglesia, el modelo de actuación es Jesús, cuyo mensaje tiene «consecuencias políticas», pero él «evita hacer política de partido» y «rechaza el poder temporal. No se deja coronar rey, sino que es coronado con espinas».
Reclamaciones de las minorías religiosas
La renuncia a la violencia y la responsabilidad de contribuir a la convivencia pacífica fueron rasgos en los que coincidieron todos los representantes religiosos, en particular el presidente de la Unión de Comunidades Islámicas de España, Riay Tatary, al responder a una pregunta sobre el vínculo entre el islam y el terrorismo.
Tatary puso también voz a la reclamación de las confesiones minoritarias, que si bien coinciden en calificar de satisfactorio el marco legal general, consideran que falta todavía mucho que hacer en su aplicación para garantizar derechos como el enterramiento según el propio culto o el acceso a la formación religiosa en la escuela.
Ricardo Benjumea

Alfa y Omega

Mi alma está triste hasta la muerte



Lectura del santo Evangelio según san Mateo 26, 36-42
Jesús fue con sus discípulos a un huerto, llamado Getsemaní, y le dijo:
«Sentaos aquí, mientras voy allá a orar».
Y llevándose a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, empezó a sentir tristeza y angustia.
Entonces les dijo:
«Mi alma está triste hasta la muerte; quedaos aquí y velad conmigo».
Y adelántandose un poco cayó rostro en tierra y oraba diciendo: «Padre mío, si es posible, que pase de mí este cáliz. Pero no se haga como yo quiero, sino como quieres tú».
Y volvió a los discípulos y los encontró dormidos.
Dijo a Pedro:
«¿No habéis podido velar huna hora conmigo? Velad y orad par ano caer en la tentación, pues el espíritu está pronto, pero la carne es débil».
De nuevo se apartó por segunda vez y oraba diciendo:
«Padre mío, si este cáliz no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad».
Palabra del Señor.