Últimamente con la visita de Benedicto XVI a España con motivo de la JMJ, las críticas han aumentado.
¿Hay que responder? ¿Hay que callar?. Y si respondemos, ¿cómo?.
Hay veces que hay que callar, porque en algunos casos callando es como se defiende a la Iglesia Católica, Jesús mismo se mantuvo callado cuando le estaban juzgando. En algunos momentos callando se hace la mayor defensa de la Iglesia.
En otras ocasiones hay que hablar para defender a nuestra Iglesia, pero con tranquilidad, con amor y ayudándonos de nuestro ejemplo. Es complicado, pero esperemos en tener la ayuda del Espíritu Santo:
“Igualmente, el mismo Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad porque no sabemos orar como es debido; pero es Espíritu intercede por nosotros con gemidos inefables.
Y el que sondea los corazones conoce el deseo del Espíritu y sabe que su intercesión en favor de los santos está de acuerdo con la voluntad divina.
Sabemos, además, que Dios dispone, todas las cosas para el bien de los que lo aman, de aquellos que él llamó según su designio. “
Romanos 8, 26-28
“Tengan bien presente que no deberán preparar su defensa, porque yo mismo les daré una elocuencia y una sabiduría que ninguno de sus adversarios podrá resistir ni contradecir.”
San Lucas 21, 14-15
El mensaje que la Iglesia dirige al mundo contemporáneo es exigente, como lo es el de Cristo en el Evangelio. Es coherente y quiere defender la dignidad del hombre, de todo hombre, de todo el hombre "Para conocer al hombre, el verdadero hombre, íntegro..." (Pablo VI)
H. de Carmen