viernes, 24 de junio de 2011

El cuerpo y la sangre de Cristo

Melquisedec ofrece el pan y el vino como elementos para un sacrificio incruento agradable a Dios. O signo anunciador del sacramento eucarístico.

Lectura del libro del Génesis 14, 18-20

"En aquellos días, Melquisedec, rey de Salén, sacerdote del Dios altísimo, sacó pan y vino y bendijo a Abrán, diciendo:
- «Bendito sea Abrán por el Dios altísimo, creador de cielo y tierra; bendito sea el Dios altísimo, que te ha entregado tus enemigos.»
Y Abrán le dio un décimo de cada cosa."

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 11, 23-26

"Hermanos:
Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido:
Que el Señor Jesús, en la noche en que iban a entregarlo, tomó un pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo:
- «Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía.»
Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo:
- «Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre; haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía.»
Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva."
San Pablo nos recuerda la presencia real y sutancial de Cristo en la Eucaristía, que significa "acción de gracias", Jesús está presente en cada fragmento de la Eucaristía.

Gracias Jesús, después de marcharte con tu Padre, no nos dejaste solos, nos dejaste el mejor regalo, tu cuerpo y tu sangre para que nos sirva de alimento. Te pedimos que aumentes nuestra fe y que cada vez que nos acerquemos a comulgar seamos totalmente conscientes que Tu te estás dando a cada uno de nosotros como alimento.
H de Carmen