sábado, 11 de noviembre de 2017

Capilla Hospitalaria de oración on line


Jóvenes San Juan de Dios acaba de poner en marcha una capilla on line que invita a orar juntos por aquellas realidades que hoy día más lo necesitan, como las personas refugiadas, en situación o riesgo de exclusión social, enfermas o inmigrantes. En cada una de las temáticas, el usuario podrá acceder a un texto bíblico, una canción, una oración y un espacio para dejar su petición o acción de gracias.
Orar por los pobres y por todas aquellas personas que están pasando un momento de dificultad, por los presos, por los ancianos, por los desempleados o por las personas sin hogar. Estas son algunas de las 21 temáticas que el internauta podrá elegirpara hacer una pausa y "conectar sus sentimientos con los de todos los hombres y mujeres de la tierra y presentárselos a Dios en una oración común", explica el Hno. Luis Marzo, responsable de Jóvenes San Juan de Dios.
La página web también facilita un espacio de oración por la Iglesia católica, por los misioneros que han sentido la llamada de llevar el Evangelio por todo el mundo, por las vocaciones en la Iglesia y en especial en la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios y por los jóvenes y los frutos del próximo Sínodo de 2018: Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional, entre otros.
Este espacio web pretende ser una herramienta dinámica y en permanente actualización. Periódicamente se incorporaran nuevas temáticas para orar, teniendo siempre presente la realidad de nuestro mundo.
Más información sobre Jóvenes San Juan de Dios
Jóvenes San Juan de Dios está formado por un pequeño grupo de jóvenes y Hermanos de San Juan de Dios que intentan ofrecer a otros jóvenes que lo deseen la oportunidad de entrar en contacto con el carisma de la Hospitalidad. Al mismo tiempo se encargan de promover y difundir los valores y actitudes que fomenten la sensibilización y compromiso con el mundo de la salud y la marginación. Y, para ello, ofrecen espacios y tiempos para el compromiso, el servicio y la reflexión desde la fe. Al mismo tiempo quieren hacer presente y cuidar la dimensión de la oración tanto personal como de grupo y dar conocer la posibilidad de transformar la sociedad con actitudes hospitalarias y de acogida.
(Orden Hospitalaria San Juan de Dios)

Olvidado siglo XX



Las experiencias políticas posteriores a la Primera Guerra Mundial ocasionaron una espantosa degradación moral que debe servir de severa advertencia para quienes deseen hoy traspasar los espacios de seguridad de nuestra civilización
El siglo XX fue, según Albert Camus, el siglo del miedo. Y el nuestro como hijo del anterior ha heredado, además, su gran paradoja de suma de tragedia y esperanza, de poder y abuso, de falsas libertades y sentimiento de inseguridad, de humanismo y barbarie. Las experiencias políticas posteriores a la Primera Guerra Mundial permitieron que el terror cobrara forma, adquiriera nombres, ganara adictos e, incluso, buscara dignificarse con mitos que prometían la liberación de los compatriotas mediante el exterminio de quienes habían sido designados como enemigos del pueblo. Aquellas experiencias ocasionaron una espantosa degradación moral que debe servir de severa advertencia para quienes deseen hoy traspasar los espacios de seguridad de nuestra civilización; han de actuar de cordón sanitario ante el radicalismo político y las ideologías que justifican el desprecio a la libertad individual y el envilecimiento comunitario bajo liderazgos mesiánicos y populismos desbordados.
Conmemoramos en estos días el centenario de la Revolución rusa y, con la perspectiva de un mundo tan influido por ella, el acontecimiento brinda una ocasión magnífica a los historiadores para ofrecer una interpretación adecuada del discurrir de una utopía que terminaría convirtiéndose para millones de personas en una horrible pesadilla. Ya lo había profetizado Lenin cuando dijo que la violencia acompañaría forzosamente el hundimiento del capitalismo y el parto de la sociedad comunista. Con idéntica indecencia, pero con más poesía, lo escribió Louis Aragon: «Los ojos azules de la revolución brillan con una crueldad necesaria».
Gentes sumisas que nunca reían
Después de que los bolcheviques disolvieran la Asamblea Constituyente rusa en nombre de la libertad, Rosa Luxemburgo les dijo: «La libertad de opinión es siempre la libertad de aquel que no piensa como nosotros». Su libertad es condición de la mía. Pero, lamentablemente, no fue esa la idea que empujó los vientos de la revolución. «Nosotros nunca hemos hablado de libertad sino de dictadura del proletariado… El problema no es de libertad, pues respecto de esta siempre preguntamos: Libertad, ¿para qué?». Fernando de los Ríos se debió de quedar atónito en 1920 cuando escuchó, de labios del mismísimo Lenin, el acta de defunción de una de las grandes conquistas de la humanidad. En su libro Mi viaje a Rusia, el intelectual socialista confesaría la penosa sensación que le había producido la capital de la revolución mundial, poblada de gentes sumisas que nunca reían. Su voz, sin embargo, sería acallada muy pronto por las de otros viajeros de la izquierda española, más maleables al espejismo, que recorrieron fascinados la Rusia de los soviets en trenes henchidos de pasión propagandística.
¿Queremos olvidar el siglo? ¿Olvidar sus utopías sumergidas en el terror? El amor por Stalin, el Gran timonel, el Padre de los pueblos, el Libertador de los oprimidos, el Guía supremo con los ojos prendidos del alba es uno de los capítulos más siniestros del siglo XX. En un país donde la gente que iba a trabajar se despedía de su familia todos los días porque nadie estaba seguro de regresar por la noche, Stalin obligó a los desgraciados cronistas de su despotismo a una reescritura permanente de la historia para escapar del pelotón de fusilamiento o de los campos de muerte del Gulag. Al mismo tiempo, los líderes de los partidos comunistas europeos no solo ocultaban la atroz realidad del paraíso soviético, sino que difundían por Occidente la farsante imagen de un régimen benefactor del pobre y el obrero.
Civilización sin recursos espirituales
Stalin dijo que mientras una muerte es una tragedia, un millón de muertes es simple estadística. No. Como mínimo un millón de muertes es un millón de tragedias. Como mínimo todo expediente es un destino humano descuartizado. La propaganda del estalinismo es estremecedora: innumerables intelectuales que vivían a resguardo del terror, que no se resistieron a la seducción del poder y el dinero, vitorearon a una de las mayores tiranías de todos los tiempos. ¿No escribió Alberti que sin Stalin ni siquiera el sol podía brillar como brillaba? Y cuando la opinión mundial empezaba a darse cuenta de la mentira del padrecito Stalin, del Educador de la humanidad, ¿Neruda no se había despedido de él con unos versos desmesurados «al capitán lejano que al entrar en la muerte / dejó a todos los pueblos, como herencia, su vida?».
«Te enseñaré el miedo en un puñado de polvo», escribió el gran T.S. Elliot en su Tierra baldía. Nosotros hemos aprendido la lección del miedo entre los cascotes de un siglo expoliado que dejó a toda una civilización sin los recursos espirituales para comprenderse a sí misma y preservar sus principios. Y nos defenderemos de ese vitalismo irracionalista, de esa orgía de fanatismo y envilecimiento, de esa mezcla de desesperación y utopía, de esa violencia atroz contra el sentido de las palabras que tantas veces han alumbrado en Europa las formas más perversas del populismo antiliberal. Nos protegeremos de quienes nos quieren arrebatar nuestra condición moral, la sabiduría de nuestra tradición, el legítimo orgullo y el grave deber de conservar esa herencia siempre acosada, siempre pendiente de la fuerza de nuestra voluntad.
Fernando García de Cortázar, SJ
Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Deusto
Alfa yOmega

«Sois dioses e hijos del Altísimo todos»


Quienquiera que fuese el autor de la primera carta de Juan en los comienzos del s. II, probablemente en Asia menor, y en el seno de una tradición de autoridad apostólica que se remontaba a Juan, no disponía aún de signos de exclamación cuando escribía con caracteres griegos continuos y mayúsculos: «¡Mirad qué gran amor nos ha concedido el Padre para que seamos llamados hijos de Dios! ¡Y lo somos! A causa de esto, el mundo no nos conoce, porque no Le conoció. ¡Queridos! ¡Ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado qué seremos! Sabemos que, cuando se manifieste, ¡seremos semejantes a Él, porque Le veremos como es!» (1 Jn 3, 1-2).
Somos… pero aún no lo que seremos… cuando lo seamos… será porque Le veremos. La filiación divina, ser hijo de Dios, no resulta ser un dato adquirido de una vez por todas, sino una vocación, ¡la vocación!, que se va cumpliendo en la vida del hombre. No es de extrañar que el autor de la primera carta de Juan se conmoviera confundido de amor por un Amor tan alto que persigue de ese modo ahijar a los hombres. Ya nos gustaría que con un asombro similar nuestra Facultad de Literatura Cristiana y Clásica San Justino no dejara de celebrar puntualmente, en cada mes de noviembre, sus Jornadas de estudio sobre la filiación en los inicios de la reflexión cristiana.
Ser hombre entraña una variada experiencia de filiación: somos hijos de nuestros padres, de los maestros, de Dios… Siendo todos hijos de Dios a título de criaturas, no lo somos necesariamente de igual modo a partir de ahí. Nos vamos perfeccionando, con un salto cualitativo merced a la gracia del Bautismo, y un camino de plenitud abierto que culminará solo cara a cara glorificados ante el Padre. ¿Podríamos acaso nosotros soñar con una vida tal si Cristo, Unigénito Hijo eterno de Dios, no hubiera vivido también, como hombre, ese camino de filiación que es nuestra salvación?
Nuestro tema se abre a perspectivas múltiples, en torno a la Trinidad, a Cristo, al hombre, al cosmos… A lo largo de 15 años lo venimos estudiando con ayuda de distintos especialistas de la Antigüedad y el cristianismo. Todo nos interesa (filosofía pagana, praxis política imperial de adopción, pedagogía, religiones, religión de Israel, reflexión cristiana, ortodoxa o no, etcétera) con tal de poner de relieve los tesoros más preciados de nuestra fe. Y si nuestra fe es preciosa, solo tiene una razón de ser que consiste en mover a los hombres para que fructifiquen, fructifiquemos, en un dinamismo de caridad, en un dinamismo animado por ese amor tan grande que nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios…
Patricio de Navascués
Decano de la FLCC (Universidad San Dámaso)

Si no fuisteis fieles en la riqueza injusta, ¿quién os confiará la verdadera?






Lectura del santo Evangelio según san Lucas 16, 9-15

En aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos:
«Ganaos amigos con el dinero de iniquidad, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas.
El que es fiel en lo poco, también en lo mucho es fiel; el que es injusto en lo poco, también en lo mucho es injusto.
Pues, si no fuisteis fieles en la riqueza injusta, ¿quién os confiará la verdadera? Si no fuisteis fieles en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará?
Ningún siervo puede servir a dos señores, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero».
Los fariseos, que eran amigos del dinero, estaban escuchando todo esto y se burlaban de él.
Y les dijo:
«Vosotros os las dais de justos delante de los hombres, pero Dios conoce vuestros corazones, pues lo que es sublime entre los hombres es abominable ante Dios».
Palabra del Señor.

PAPA: REZAR POR QUIENES ELIGEN LA CÁRCEL DE LA CORRUPCIÓN

Una historia de corrupción cotidiana. Es cuanto narra el Evangelio de San Lucas propuesto por la liturgia del segundo viernes de noviembre, a través de la figura del administrador que despilfarra los haberes del patrón y que, una vez descubierto, en lugar de buscar un trabajo honesto sigue robando con la complicidad de los demás. “Un verdadero grupo de corrupción”, fue la definición que dio el Papa en su homilía aludiendo a los acontecimientos de nuestro tiempo.
“¡Son poderosos éstos, eh! Cuando arman los grupos de corrupción son potentes; incluso llegan a tener actitudes mafiosas. Esta es la historia. Pero ésta no es una fábula, no es una historia que debemos buscar en los libros de historia antigua: la encontramos todos los días en los periódicos, todos los días. Esto sucede también hoy, sobre todo con los que tienen la responsabilidad de administrar los bienes del pueblo, no los propios bienes, porque este administrador de los bienes de los demás, no de los propios. Con los propios bienes nadie es corrupto, los defiende”.
De manera que la enseñanza que Jesús saca de este Evangelio – prosiguió diciendo el Papa Francisco – es precisamente la mayor sagacidad “de los hijos de este mundo” con respecto “a los hijos de la luz”: su mayor corrupción, su astucia llevada adelante “incluso con cortesía”, con “guantes de seda”.
Si hay algo que el cristiano no puede permitirse es ser ingenuo
¿Existe entonces – se preguntó el Santo Padre – “una astucia cristiana?”:
“Si estos son más astutos que los cristianos – aunque no diré cristianos porque también tantos corruptos se dicen cristianos – si estos son más astutos que los que son fieles a Jesús, yo me pregunto: ¿Existe una astucia cristiana? ¿Existe una actitud para quienes quieren seguir a Jesús – pero que no terminen mal – que no acaben siendo comidos vivos – como decía mi mamá: “Comidos crudos” – por los demás? ¿Cuál es la astucia cristiana, una astucia que no sea pecado, pero que sirva para llevarme adelante al servicio del Señor y también de ayuda a los demás? ¿Hay una astucia cristiana?”.
Sí, hay una “intuición cristiana para ir adelante sin caer en los grupos de los corruptos” y en el Evangelio – explicó el Papa – el Señor lo indica con algunas contraposiciones, cuando habla, por ejemplo, de los cristianos que son como “corderos en medio de los lobos” o “prudentes como las serpientes y mansos como la paloma”. Y entonces, ¿qué hacer?
Como cristianos tenemos un tesoro dentro: el tesoro que es el Espíritu Santo
Con tres actitudes Francisco indicó, ante todo una “sana desconfianza”, es decir, estar atentos a quien “promete mucho” y “habla mucho” como “aquellos que te dicen: ‘Haz la inversión en mi banco, que yo te daré un interés doble’”. La segunda actitud es la reflexión, ante las seducciones del diablo que conoce nuestras debilidades. Y, en fin, está la oración.
“Pidamos hoy al Señor que nos dé esta gracia de ser astutos, astutos cristianos, para tener esta astucia cristianaSi hay algo que el cristiano no puede permitirse es ser ingenuoComo cristianos tenemos un tesoro dentro: el tesoro que es el Espíritu Santo. Debemos custodiarlo. Y un ingenuo allí se deja robar el Espíritu. Un cristiano no puede permitirse ser ingenuo. Pidamos esta gracia de la astucia cristiana y de la intuición cristiana. También es una buena ocasión para rezar por los corruptos. Se habla del smog que causa la contaminación, pero también hay un smog de corrupción de la sociedad. Oremos por los corruptos: pobrecitos, que encuentren la salida de la cárcel en la que ellos han querido entrar”.
(María Fernanda Bernasconi - SPC).

PAPA FRANCISCO: LOS ESTADOS GASTAN EN ARMAS EN VEZ DE LUCHAR CONTRA LA POBREZA Y PROMOVER LA SANIDAD, LA EDUCACIÓN Y LA PAZ


El Papa Francisco recibió esta mañana a los participantes en el congreso internacional “Por un mundo libre de las armas nucleares y por el desarme integral”, que se está celebrando en el Vaticano. Participan en esta reunión once Premios Nobel de la Paz, altos cargos de la ONU y la OTAN, diplomáticos, representantes de los Estados, entre ellos Rusia, Estados Unidos, Corea del Sur, Irán. 





En su discurso, el Papa Francisco dijo, entre otras cosas: 

“Es un hecho que la espiral de la carrera armamentista no se detiene y que los costos de modernización y desarrollo de las armas, no solamente las nucleares, representan un gasto considerable para las naciones, hasta el punto de dejar en segundo plano las prioridades reales de la humanidad que sufre: la lucha contra la pobreza, la promoción de la paz, la realización de proyectos educativos, ecológicos y sanitarios, y el desarrollo de los derechos humanos.

Además, no podemos por menos que sentir una aguda inquietud si consideramos las catastróficas consecuencias humanitarias y ambientales derivadas de cualquier empleo de las armas nucleares. 

Por lo tanto, considerando incluso el riesgo de una detonación accidental de esas armas, tenemos que condenar enérgicamente la amenaza de su uso, así como su posesión, precisamente porque existen en función de una lógica del miedo que no concierne solamente a las partes involucradas en el conflicto, sino a todo el género humano. 

Las relaciones internacionales no pueden estar dominadas por la fuerza militar, la intimidación mutua o la ostentación de los arsenales bélicos. Las armas de destrucción masiva, en particular las atómicas, no generan nada más que una engañosa sensación de seguridad y no pueden constituir la base de la convivencia pacífica entre los miembros de la familia humana, que debe inspirarse en una ética de la solidaridad...

Es necesario, en primer lugar... ocuparse de las personas y de los pueblos que sufren las desigualdades más dolorosas, a través de una labor que dé prioridad, con paciencia, a los procesos solidarios en vez de al egoísmo de los intereses... Debemos promover lo humano en su unidad inseparable de cuerpo y alma, de contemplación y acción”.

La conferencia ha sido organizada por el el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral del Vaticano. Participan también miembros de las Conferencias episcopales católicas; representantes de otras religiones; y delegaciones de profesores y estudiantes de universidades de Estados Unidos, Rusia y la Unión Europea.

Papa Francisco: Si hay algo que el cristiano no puede permitirse es ser ingenuo

Durante la Misa celebrada en la Casa Santa Marta este viernes 10 de noviembre, el Papa Francisco advirtió contra la tentación de caer en la corrupción, y señaló que los cristianos no pueden permitirse ser ingenuos: «ante la astucia de la corrupción se debe responder con la astucia cristiana».
El Santo Padre reflexionó sobre los orígenes y consecuencias de la corrupción a partir del Evangelio del día en el que San Lucas habla del administrador corrupto.
Francisco advirtió sobre el poder que tienen los corruptos y el mal que pueden hacer. «Son poderosos. Cuando tienden las redes de la corrupción se vuelven poderosos, van hasta el fondo de su corrupción e incluso pueden terminar desarrollando actitudes mafiosas».
La historia del administrador corrupto que figura en el Evangelio «no es una fábula, no es una historia que podamos encontrar solamente en los libros de historia antigua. La encontramos todos los días en los periódicos, todos los días», lamentó.
«Es algo que sucede también hoy, sobre todo entre aquellos que tienen la responsabilidad de administrar los bienes del pueblo, no sus propios bienes, si no los bienes de los demás. Con los bienes propios, nadie es corrupto», ironizó.
El Papa destacó cómo el Evangelio es actual incluso cuando describe a los «corruptos de guante de seda», cuando al administrador se le descubren sus irregularidades, en vez de actuar con honestidad decide actuar con deslealtad, pero con astucia y gentileza para tratar de mantener su trabajo. Y se preguntó: «¿Qué ocurre si la astucia de los corruptos se vuelve más efectiva que la astucia de los cristianos?».
«Bueno, no diría astucia de los cristianos, porque también hay muchos corruptos que se definen cristianos –se corrigió–, digamos más bien qué pasaría si los corruptos son más astutos que los hijos fieles a Jesús».
Para evitar que la corrupción entre en los cristianos fieles el Papa indicó que «existe una actitud para aquellos que quieren seguir a Jesús de forma que no terminen mal, que no terminen devorados vivos por los demás. O como decía mi madre, que no terminen ‘comidos crudos’».
«¿Cuál es esa astucia cristiana, esa astucia alejada del pecado y que sirve para llevarme hacia el servicio al Señor y la ayuda del prójimo?», se preguntó. «En el Evangelio se explica cuál es esa estrategia cristiana para ir adelante sin caer en las redes de la corrupción. Lo dice Jesús cuando habla de ser ‘astutos como las serpientes y sencillos como la paloma’. ¿Y eso cómo se hace?».
Lo primero es «tener una sana desconfianza que permita estar vigilantes ante los que prometen demasiado, los que hablan demasiado, como aquellos que te dicen: ‘Invierte en mi banco y te daré el doble de interés’».
Lo segundo es «reflexionar, ante las seducciones del diablo que conoce nuestras debilidades, meditar con la oración».
«Si hoy rezamos, el Señor que nos dará la gracia de ser cristianos astutos, de poseer esa astucia cristiana. Si hay algo que el cristiano no puede permitirse, es ser ingenuo», destacó. «Como cristianos, tenemos un tesoro dentro: el Espíritu Santo. Debemos custodiarlo. El ingenuo deja que le roben el Espíritu. Un cristiano no puede permitirse el ser ingenuo», finalizó su homilía. 
ACI