sábado, 25 de octubre de 2014

Encuentro Mundial de los Movimientos Populares: Los excluidos, motor del cambio social

Ciudad del Vaticano, 24 octubre 2014(VIS).-Esta mañana en la Oficina de Prensa de la Santa Sede ha tenido lugar la conferencia de presentación del Encuentro Mundial de los Movimientos Populares que se celebrará del 27 al 29 octubre de 2014 en Roma .El evento está organizado por el Pontificio Consejo Justicia y Paz, en colaboración con la Academia Pontificia de las Ciencias Sociales y con los dirigentes de los diversos movimientos.
Han intervenido en el acto el cardenal Peter Kodwo Appiah Turkson, Presidente de Justicia y Paz, el arzobispo Marcelo Sánchez Sorondo, Canciller de la Academia Pontificia de las Ciencias Sociales y Juan Grabosi, Responsable de la Confederación de los Trabajadores de Economía Popular y miembro del Comité Organizador del encuentro, destinado principalmente a las organizaciones y movimientos de los excluidos.
Grabosi conoció al Papa Francisco cuando éste era arzobispo de Buenos Aires y subrayó que el entonces cardenal Bergoglio solidarizó con la lucha de los excluidos en momentos muy difíciles para ellos y les acompañó en el trabajo de organización de los cartoneros, campesinos, ambulantes y, en general, de ''los herederos de la crisis que trajo el capitalismo neoliberal'' . ''Francisco -afirmó- hoy nos convoca nuevamente, ya desde una perspectiva universal, a los pobres y a los pueblos pobres, organizados en miles de movimientos populares para que demos la batalla -sin soberbia, pero con coraje, sin violencia pero con tenacidad...- por esa dignidad que nos robaron y por la justicia social''.
'”Nuestro encuentro responde principalmente -prosiguió- a objetivos concretos y sencillos, que todos compartimos y deseamos para nuestros hijos y nietos, pero que están cada vez más lejos de las mayorías populares: tierra, techo y trabajo...y expresa también la necesidad de promover la organización de los pobres para construir desde abajo la alternativa humana a esta globalización excluyente que nos arrebata hasta los derechos sagrados al techo, el trabajo, la tierra, el ambiente y la paz''.
En el Encuentro Mundial de Movimientos Populares participan dirigentes sociales de los cinco continentes que representan organizaciones de base de tres sectores sociales cada vez más excluidos: los trabajadores precarios, emigrantes, temporales, desempleados y los que viven en autogestión , sin protección legal, reconocimiento sindical ni derechos laborales; los campesinos, los sin tierra, los pueblos originarios y las personas en riesgo de ser expulsadas del campo a causa de la especulación agrícola y la violencia; las personas, muchas de ellas emigrantes y desplazados, que viven en los suburbios y asentamientos informales, marginados, olvidados, sin infraestructura urbana adecuada. Junto a ellos organizaciones sindicales, sociales, benéficas y de derechos humanos que se han mostrado cercanas a estos movimientos y que han sido sugeridas por ellos mismos para acompañarlos respetando el protagonismo de los movimientos de base.
''Entre los objetivos del Encuentro están -explicó Grabois- compartir el pensamiento social de Francisco, debatir las causas de la creciente desigualdad social y el aumento de la exclusión en todo el mundo, reflexionar sobre las experiencias organizativas de los movimientos populares en la resolución de las problemáticas de tierra, vivienda y trabajo, evaluar cuál es el rol de los movimientos en los procesos de construcción de la paz y en el cuidado del ambiente, particularmente en las regiones afectadas por conflictos bélicos o por disputas sobre los recursos naturales, discutir la relación de los Movimientos Populares con la Iglesia, y cómo avanzar en la creación de una instancia de articulación y colaboración permanente''.
El Encuentro se cerrará con dos actos que Grabois espera tengan gran relieve: la publicación de una declaración final con el mayor consenso posible y con la constitución de un Consejo de Movimientos Populares que trabaje en la formulación de instancias de articulación a nivel global.Por su parte el cardenal Turkson afirmó que era esencial para la Iglesia y para el mundo ''escuchar el grito de justicia'' de los excluidos pero no sólo por cuanto respecta a sus sufrimientos sino también a sus expectativas, esperanzas y propuestas. Los marginados, dijo., ''deben ser protagonistas de sus propias vidas y no receptores pasivos de la caridad o los planes de otros. Deben protagonizar los cambios económicos, sociales, políticos y culturales que son tan necesarios...La Iglesia quiere hacer suyas las necesidades y aspiraciones de los movimientos populares y unirse a quienes, con diversas iniciativas, están haciendo cuanto está en sus manos para impulsar el cambio social hacia un mundo más justo''.

Todos debemos trabajar por la unidad de la Iglesia

Todo cristiano está llamado a trabajar por la unidad de la Iglesia. Es la exhortación que el Papa Francisco hizo en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta. De este modo, el Pontífice subrayó que debemos dejarnos guiar por el Espíritu Santo que hace la unidad de la Iglesia en la diversidad de las personas.
“Yo, prisionero, los exhorto a construir la unidad en la Iglesia”. Francisco desarrolló su reflexión partiendo de esta exhortación de San Pablo, contenida en la Carta a los Filipenses. “Hacer la unidad de la Iglesia – observó el Papa – es trabajo de la Iglesia y de cada cristiano durante la historia”. Y añadió que el Apóstol Pedro “cuando habla de la Iglesia, habla de un templo hecho de las piedras vivas, que somos nosotros”. Y, además hizo una advertencia acerca de “aquel otro templo, el de la soberbia que era la Torre de Babel”. Mientras el primer templo “trae la unidad” – dijo – ese otro “es el símbolo de la desunión, de no comprenderse, de la diversidad de las lenguas”:
 

“Hacer la unidad de la Iglesia, construir la Iglesia, este templo, esta unidad de la Iglesia: éste es el deber de todo cristiano, de cada uno de nosotros. Cuando se debe construir un templo, un palacio, se busca un área edificable, preparada para esto. La prima cosa que se hace es buscar la piedra de base, la piedra angular dice la Biblia. Y la piedra angular de la unidad de la Iglesia, o mejor dicho, la piedra angular de la Iglesia es Jesús, y la piedra angular de la unidad de la Iglesia es la oración de Jesús en la Última Cena: ‘¡Padre, que sean uno!’. ¡Y esta es la fuerza!”

El Papa reafirmó que Jesús es “la piedra sobre la cual nosotros edificamos la unidad de la Iglesia” y dijo que “sin esta piedra no se puede. No hay unidad sin Jesucristo en la base: es nuestra seguridad”. ¿Pero quién, entonces – se preguntó Francisco – “construye esta unidad?”. Éste – fue su respuesta – “es el trabajo del Espíritu Santo. Es el único capaz de hacer la unidad de la Iglesia. Razón por la cual Jesús lo ha enviado: para hacer crecer a la Iglesia, para hacerla fuerte, para hacerla una”. Es el Espíritu – prosiguió – quien hace “la unidad de la Iglesia” en la “diversidad de los pueblos, de las culturas, de las personas”. “¿Cómo se construye, entonces, este templo?”, preguntó una vez más el Santo Padre. Si el Apóstol Pedro – dijo – cuando hablaba de esto, “decía que nosotros éramos piedras vivas en esta construcción”, San Pablo “nos aconseja no ser tanto piedras, cuanto ladrillos débiles”. Los consejos del Apóstol para “construir esta unidad son consejos de debilidad, según el pensamiento humano”:
“Humildad, dulzura, magnanimidad: son cosas débiles, porque el humilde parece que no sirve para nada; la dulzura, la mansedumbre, parecen no servir; la magnanimidad, el estar abierto a todos, tener un corazón grande… Y después dice además: ‘Soportándose mutuamente con amor’. Soportándose unos a otros en el amor, teniendo como interés ¿qué cosa? Conservar la unidad. Y nosotros nos transformamos cada vez más en piedras fuertes, en este templo, cuanto más débiles nos hacemos con estas virtudes de la humildad, de la magnanimidad, de la dulzura, de la mansedumbre”.


El Papa reafirmó que este es “el mismo camino que ha recorrido Jesús” que “se ha hecho débil” hasta la Cruz, “¡y se volvió fuerte!” Y así debemos hacer nosotros: “El orgullo, la suficiencia, no sirven”. Cuando se hace una construcción – añadió Francisco – “es necesario que el arquitecto haga el diseño. ¿Y cuál es el diseño de la unidad de la Iglesia?”:
“La esperanza a la que hemos sido llamados: la esperanza de ir hacia el Señor, la esperanza de vivir en una Iglesia viva, hecha con piedras vivas, con la fuerza del Espíritu Santo. Sólo sobre el diseño de la esperanza podemos ir adelante en la unidad de la Iglesia. Estamos llamados a una esperanza grande. ¡Vamos allí! Pero con la fuerza que nos da la oración de Jesús por la unidad; con la docilidad al Espíritu Santo, que es capaz de hacer de ladrillos piedras vivas; y con la esperanza de encontrar al Señor que nos ha llamado, encontrarlo cuando se produzca la plenitud de los tiempos”.

(María Fernanda Bernasconi – RV).

El Papa a los jóvenes desempleados: No se dejen robar la esperanza

El Papa Francisco saluda cordialmente en un mensaje a los jóvenes participantes en el Congreso Nacional organizado por la Conferencia Episcopal Italiana en la ciudad de Salerno, que comenzó ayer y concluirá mañana, sobre el tema: “En la precariedad, la esperanza”.
 


Tal como el Pontífice escribe en su mensaje, fechado el pasado 16 de octubre, la finalidad de estas jornadas de reflexión es la de ofrecer perspectivas de esperanza, especialmente a las jóvenes generaciones, en un tiempo marcado por la incertidumbre y por grandes cambios.
 

Francisco les recuerda que en las visitas que ha realizado en Italia, así como en sus encuentros con diversas personas, ha podido tocar con sus manos la situación de tantos jóvenes desempleados o precarios. Y afirma que esto, no es sólo un problema económico, sino que es “un problema de dignidad”. “¡Donde falta la dignidad, la experiencia de la dignidad de llevar a casa el pan! Y lamentablemente en Italia, añade el Papa, son tantos los jóvenes sin trabajo.
 

Francisco escribe asimismo que trabajar quiere decir “¡poder proyectar el propio futuro, decidir formar una familia!”. De ahí que afirme que, “verdaderamente se tiene la sensación de que el momento que estamos viviendo represente la pasión de los jóvenes”. Porque como añade, “es fuerte la cultura del descarte”; donde todo lo que no sirve al beneficio es descartado.
 

“Se descartan a los jóvenes, escribe el Santo Padre, porque no tienen trabajo. Pero así se descarta el futuro de un pueblo, porque los jóvenes representan el futuro de un pueblo”. Y nosotros debemos decir “no” a esta “cultura del descarte”.
Ésta es la “precariedad”, escribe asimismo el Papa. Pero después hay otra palabra: esperanza. Y se pregunta ¿cómo hacer para no dejarse robar la esperanza en las “arenas movedizas” de la precariedad? Con la fuerza del Evangelio, es su respuesta. Puesto que el Evangelio es fuente de esperanza, porque viene de Dios, porque viene de Jesucristo que se ha hecho solidario con todas nuestras precariedades.
 

El Santo Padre les recuerda que son jóvenes que pertenecen a la Iglesia, y por esta razón tienen el don y la responsabilidad de poner la fuerza del Evangelio en esta situación social y cultural. ¿Y qué hace el Evangelio?, se pregunta. El Evangelio, escribe el Pontífice, genera atención al otro, cultura del encuentro y solidaridad. De modo que con la fuerza del Evangelio, les escribe, serán testigos de esperanza en la precariedad.
Francisco concluye deseando que el Señor bendiga los trabajos de su Congreso y les pide que recen por él, mientras también él rezará por todos ellos.
(María Fernanda Bernasconi - RV).