miércoles, 13 de mayo de 2015

La Virgen de Fátima en la Audiencia General con el Papa

 Imitando a la Madre de Dios seamos instrumento de la misericordia y ternura de Dios. Cumpliendo un deseo del Papa Francisco, en el día en que se recuerda la primera aparición en Cova de Iría a los tres pastorcitos, una imagen - bendecida en el Santuario de Nuestra Señora del Rosario de Fátima - acompañó la cita semanal del Obispo de Roma con los peregrinos llegados de tantas partes del mundo. 
La iniciativa quiso ser un obsequio al Santo Padre, de parte de los chicos discapacitados asistidos por los voluntarios de UNITALSI, la Unión nacional italiana para el traslado de enfermos a Lourdes y a los santuarios internacionales.   
En este mes mariano de mayo unámonos en la oración a la Virgen María encomendándole en especial a nuestras familias, fue la entrañable exhortación del Papa Bergoglio, que antes de dar comienzo a la Audiencia General, se detuvo en oración ante la imagen. El Papa destacó la fecha del 13 de mayo:
«En este día de la Virgen de Fátima, los invito a multiplicar los gestos cotidianos de veneración e imitación de la Madre de Dios. Encomiéndenle todo lo que son y todo lo que tienen. Y así lograrán ser un instrumento de la misericordia y de la ternura de Dios para sus familiares, para todos los que los rodean y todos los amigos».
El Papa recordó a la Madre de Dios y madre nuestra también en sus palabras dedicadas a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados:
«Hoy es la memoria litúrgica de la Bienaventurada Virgen de Fátima. Queridos jóvenes, aprendan a cultivar la devoción a la Madre de Dios, con el rezo cotidiano del Rosario. Queridos enfermos, sientan a María presente en la hora de la cruz, y ustedes, queridos recién casados, récenle para que nunca falte en su hogar el amor y el respeto recíproco».
(CdM - RV) 


Que no falten en nuestro corazón, en nuestros hogares y en la convivencia civil las tres palabras: permiso, perdón y gracias. Catequesis del Papa

“Queridos hermanos y hermanas:
La catequesis de hoy quiere ser la puerta de una serie de reflexiones sobre la vida de la familia, la vida real, cotidiana. Sobre esta puerta están escritas tres palabras que ya hemos utilizado otras veces: permiso, gracias, perdón. Más fáciles de decir que de poner en la práctica, pero absolutamente necesarias. Son palabras vinculadas a la buena educación, en su sentido genuino de respeto y deseo del bien, lejos de cualquier hipocresía y doblez”.
Efectivamente, el Papa recordó a San Francisco de Sales que solía decir: “la buena educación ya es media santidad”. Pero aludiendo a la memoria histórica el Pontífice puso en guardia sobre el “formalismo de las buenas maneras”, que puede convertirse en una “máscara” que esconde “la aridez de ánimo y de desinterés por el otro”. De hecho, “el diablo que tienta a Jesús hace alarde de las buenas maneras y cita inclusive las Sagradas Escrituras” advirtió el Papa. “Su estilo aparece como correcto, pero su intento es el de desviar de la verdad del amor de Dios”.
Más íntimo y más profundo es el amor, más respeto exige
“La palabra Permiso nos recuerda que debemos ser delicados, respetuosos y pacientes con los demás, incluso con los que nos une una fuerte intimidad. Como Jesús, nuestra actitud debe ser la de quien está a la puerta y llama”.
Para entrar en la vida del otro aun cuando éste es parte de nuestra vida es necesaria la delicadeza de una actitud no invasiva, que renueva la confianza y el respeto - siguió diciendo Francisco – porque la confianza no autoriza a dar todo por descontado. Por eso cuando nos preocupamos por pedir gentilmente también aquello que tal vez pensamos que podemos pretender, ponemos al amparo el espíritu de la convivencia matrimonial y familiar.
La gratitud, una planta que crece en la tierra de las almas nobles
“Dar las Gracias parece un signo de contradicción para una sociedad recelosa, que lo ve como debilidad. Sin embargo, la dignidad de las personas y la justicia social pasan por una educación a la gratitud. Una virtud, que para el creyente, nace del corazón mismo de su fe”.
Muchas veces oímos decir malas palabras y utilizar malas maneras también públicamente, como si fueran un “signo de emancipación”, pero ésta es “una tendencia que debe ser combatida en el seno mismo de la familia”, porque “si la vida familiar descuida la educación a la gratitud y al reconocimiento, también la vida social lo perderá” argumentó el Papa.
Una palabra difícil y sin embargo tan necesaria

“Finalmente, el Perdón es el mejor remedio para impedir que nuestra convivencia se agriete y llegue a romperse. El Señor nos lo enseña en el Padrenuestro, aceptar nuestro error y proponer corregirnos es el primer paso para la sanación. Esposos, no terminen nunca el día sin reconciliarse”.
Esta palabra difícil pero a la vez tan necesaria, a la vez que nos hace dignos del perdón, dijo el Pastor de la Iglesia Universal, abre el camino para sanar las muchas heridas de los afectos y desgarros en las familias que comienzan cuando se pierde esta palabra preciosa: “En los hogares en los que no se piden disculpas comienza a faltar el aire, y las aguas se estancan”, por eso “¡nunca terminar el día en familia sin hacer las paces!”; basta una caricia, un pequeño gesto, una palabra, y así: “¡la vida será más bella!”
“Que el Señor nos ayude a colocar estas tres palabras en su justo lugar, en nuestro corazón, en nuestra casa, y también en nuestra convivencia civil. Muchas gracias”.
(GM – RV)