miércoles, 10 de agosto de 2016

10 de agosto, san Lorenzo, mártir



San Lorenzo (mártir), nació en Huesca, Aragón, España , en el siglo III. Era uno de los diáconos de la iglesia romana, fue una de las víctimas de la persecución de Valeriano en el año 258, al igual que lo fueron el Papa Sixto II y muchos otros clérigos romanos.

A comienzos del mes de agosto del año 258, el emperador emitió un edicto ordenando matar inmediatamente a todos los obispos, curas y diáconos.

Esta orden imperial se ejecuto inmediatamente en Roma. El 6 de agosto, el Papa Sixto II fue capturado en una catacumba y ejecutado de inmediato.

Cuatro días más tarde, el 10 de agosto del mismo año, Lorenzo, el último de los siete diáconos, también sufrió la muerte de un mártir.

San Ambrosio de Milán y el poeta Prudencio, dieron detalles concretos sobre la muerte de San Lorenzo. Ambrosio relata ( De officiis min. Xxviii ) cuando se le preguntó a San Lorenzo por los tesoros de la Iglesia, este, hizo comparecer a los pobres entre los que, en lugar de darles limosna, había repartido el tesoro.

También contó que cuando se llevaban al Papa Sixto II para ejecutarlo, éste reconfortó a San Lorenzo que deseaba compartir su martirio, diciéndole que le seguiría en tres días.

El santo Obispo de Milán también explica que San Lorenzo fue quemado hasta la muerte en una parrilla de hierro (De offic., xli). De igual manera, pero con más detalles poéticos, Prudencio describe el martirio del diácono romano en su himno a San Lorenzo("Peristephanon", Hymnus II).


“Roma no se entiende sin su aportación española”

 Pasear y vivir en Roma y leer sobre su rica y abundante historia, ha llevado al profesor Sergio Rodríguez López-Ros, director del Instituto Cervantes en esta ciudad, a escribir este libro para profundizar en la “lectura española” que ofrece la ciudad eterna. “Un Jubileo en español. Itinerario por la Roma iberoamericana“, publicado por la Libreria Editrice Vaticana, ofrece a los lectores un recorrido por las calles y plazas de esta urbe donde se puede ver y sentir esta aportación española. 
Cuatro doctores de la Iglesia son españoles: san Isidoro de Sevilla, san Juan de la Cruz, santa Teresa de Ávila y san Juan de Ávila. Los países de lengua española están a la cabeza en cuanto a número de santos canonizados, con un total de 802. Cinco de las grandes órdenes – dominicos, jerónimos, mercedarios, jesuitas, escolapios-  fueron fundadas por un español. Son solo algunos datos que ayudan a entender la huella española en la historia de la Iglesia. Y como no podía ser de otra manera, Roma, centro de la Iglesia católica, refleja también esta marca.
Fue un español, Joan B. Vives, quien fundó en 1622 el Colegio de Propaganda Fide, actual Congregación para la Evangelización de lo Pueblos. De las 7 universidad pontificias en Roma, 4 han sido fundadas por españoles: Angelicum, Gregoriana, Urbaniana y la Santa Cruz. El cardenal español Francisco de Lorenzana, arzobispo de México, fundó la Pontificia Accademia di Religione Cattolica en 1801, institución que en 1879 se transformó en la Pontificia Academia de Santo Tomás de Aquino. Hoy en día, el español es el idioma del 46% de los católicos. Y España es el primer contribuyente a las misiones.
Sergio Rodríguez cree que esta ciudad no se entiende plenamente sin su aportación española y así lo muestra en este volumen. “Poner en valor que Roma tiene un carácter universal pero también es lo que es gracias a la aportación española de personas e instituciones”, este sería el objetivo de su libro “Un Jubileo en español. Itinerario por la Roma iberoamericana”, según explica a ZENIT.
Asimismo, explica que es una obra muy didáctica porque no está pensada como tratado de historia, está pensada para alguien que viene a Roma y tiene que hacer una lectura rápida y descodificar rápido los elementos que se ofrecen. Es una análisis muy estructurado, sintetizado y organizado a través de recorridos que permiten “pasear” por la ciudad en clave de fe.
Sobre todo, precisa, en clave de fe desde las pautas culturales españolas. Es decir, “uno ve los lugares donde se han fundado órdenes españolas, donde españoles han escrito libros, iglesias vinculadas a España”. Además, subraya Rodríguez López-Ros, como este año es el año del Jubileo, la guía está vista en esta clave.
El director del Instituto Cervantes en Roma reconoce que la labor de documentación ha sido muy intensa porque se han consultado muchos archivos, bibliotecas e ir in situ a los lugares. De este modo se han preparado unas fichas con una introducción sobre la larga vinculación entre Roma y España. Arranca con la España romana, continúa con la etapa de esplendor de las coronas de Aragón y Castilla en Roma, luego con la Roma española desde el siglo XVI al XVIII y finalmente la etapa del siglo XIX desde la visión iberoamericana. De este modo, explica Rodríguez López-Ros, se pone en valor la gran comunidad iberoamericana de naciones, que tiene como colofón que hoy en día el 46% de los católicos habla español.
En este trabajo han surgido algunos “elementos especiales” sobre los vínculos Roma  – España. Se sabe, explica, que plaza Navona acogió una comunidad española, por tanto en torno a ella surgieron iglesias españolas y luego el centro de gravedad pasa a la plaza España. Y en torno a ella, muchas órdenes fueron ubicando sus casas y se crea así un barrio español. Estas dos zonas “son las más españolas de Roma”, precisa. Pero también existe una vinculación muy estrecha con Santa María la Mayor. Una curiosidad, por ejemplo, es el caso de un santo español, san Lorenzo, que después de san Pedro es el santo con más iglesias dedicadas en Roma, ocho en total.
Este trabajo, asegura el autor de libro, también ha llevado a descubrir muchas zonas desconocidas de Roma. Por ejemplo, San Lorenzo in fonte, antigua terma romana donde san Lorenzo estuvo recluido, una pequeña iglesia detrás de Largo de Torre Argentina, donde se puede bajar y ver la celda. Y como este detalle se encuentran muchos más.  
Por otro lado, también asegura que España no solo crea obras sino que crea modelos, formas de hacer. Y esto es lo que configura una influencia muy grande en toda la cristiandad durante los siglos. ¿Cómo ayudará este libro a los peregrinos que vengan a Roma para vivir el Jubileo? El director del Instituto Cervantes en Roma insiste en la idea de “poner en valor” y así los peregrinos españoles al conocer Roma se reconozcan a ellos mismos y la aportación de sus antepasados y su cultura.
A propósito de la huella de América Latina en Roma, recuerda que el país que tiene relaciones diplomáticas más antiguas con la Santa Sede es España, desde 1480. Pero de Iberoamérica también nos encontramos por ejemplo con Colombia, desde 1831. Además, México y Argentina tienen iglesias nacionales propias en esta ciudad.
Finalmente el profesor Rodríguez López-Ros subraya que es fácil darse cuenta en Roma que el diálogo entre fe y cultura es esencial. En esta ciudad se ve que “a lo largo de la historia la Iglesia siempre ha trabajado en obras que sean perceptibles por la gente de esa época”. Esa es la clave: que la transmisión de la fe sea comprendida por las personas de cada época.
Zenit

El que tiene apego a su vida la perderá; y el que no está apegado a su vida en este mundo, la conservará para la Vida eterna.


Evangelio según San Juan 12,24-26. 

Les aseguro que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto. 


El que tiene apego a su vida la perderá; y el que no está apegado a su vida en este mundo, la conservará para la Vida eterna. 


El que quiera servirme que me siga, y donde yo esté, estará también mi servidor. El que quiera servirme, será honrado por mi Padre. 

Santa Teresa Benedicta de la Cruz, Edith Stein



Edith  Stein, un itinerario hacia la verdad
«Una se siente trasladada en el tiempo en que nuestra Santa Madre Teresa, la fundadora del Carmelo reformado, atravesaba España de norte a sur y de este a oeste, plantando  nuevas viñas para el Señor. Y querría trasplantar en nuestro tiempo algo del espíritu que invadía a esta gran mujer que, en un siglo de luchas y turbulencias, construyó un maravilloso edificio. Quiera ella enviarnos su bendición para que, al menos esta pequeña descripción sobre su vida y obras, reciba algunos rayos de su espíritu y los contagie en el corazón de los lectores; y que despierte el deseo de conocerla más cercanamente en las fuentes, en el rico tesoro de sus propios escritos; y quien aprenda a beber de estas fuentes, no se cansará de recoger allí de nuevo ánimo y fuerza».
(Edith Stein,  Amor con amor. Vida y obra de Santa Teresa de Jesús ).

Hoy, 9 de agosto de 2015 celebramos la fiesta de Santa Teresa Benedicta de la Cruz, Edith Stein, carmelita descalza mártir que entregó su vida en el campo de concentración de Auschwitz, hace 73 años. Su vida y sus escritos constituyen el mejor legado de esta mujer judía que desde niña mostró una profunda sed de verdad, que la llevaría a descubrirla en su vida, en los acontecimientos, en el ser humano, en la naturaleza, en Dios.

Resulta indudable que Santa Teresa de Jesús provocó en Edith un fuerte deseo de centrar su vida en la auténtica Verdad. Sin embargo, este acontecimiento no se puede considerar un hecho aislado sino que vino precedido  por la influencia de personas y acontecimientos que la llevaron a disponerse a ese encuentro con la persona de Jesucristo, en el seno de la Iglesia católica.

Una de estas personas que, durante sus años universitarios de Gotinga, ejerció influencia en su espíritu, fue el filósofo Max Scheler, del que Edith refiere en su Autobiografía :

«Tanto para mí como para otros muchos, la influencia de Scheler en aquellos años fue algo que rebasaba los límites del campo estricto de la filosofía. (…) Este fue mi primer contacto con este mundo hasta entonces para mí completamente desconocido. No me condujo todavía a la fe, pero me abrió a una esfera de “fenómenos” ante los cuales ya nunca más podía pasar ciega. No en vano nos habían inculcado que debíamos tener todas las cosas ante los ojos sin prejuicios y despojarnos de toda “anteojera”. Las limitaciones de los prejuicios racionalistas en los que me había educado, sin saberlo, cayeron, y el mundo de la fe apareció súbitamente ante mí. Personas con las que trataba diariamente y a las que admiraba, vivían en él. Tenían que ser, por lo menos, dignos de ser considerados en serio. Por el momento no pasé a una dedicación sistemática sobre las cuestiones de la fe; estaba demasiado saturada de otras cosas para hacerlo. Me conformé con recoger sin resistencia las incitaciones de mi entorno y  –casi sin notarlo–, fui transformada poco a poco ».

Esta última afirmación de Edith podría dar la clave de su itinerario de conversión. Evoca rasgos de una personalidad abierta a lo diferente, resuelta a permanecer siempre en constante búsqueda y acogida de todo aquello que le pueda ir enriqueciendo y haciendo madurar, y constituye de alguna manera, su seña de identidad, como mujer reflexiva y ponderada que era.

“Recoger sin resistencia”, “dejarse transformar poco a poco” son actitudes interiores, que, a su vez, comportan decisiones que afectan la vida de la persona. La trayectoria espiritual de Edith viene jalonada por una serie de acontecimientos que hemos conocido en sus escritos y en los testimonios de personas que la trataron a lo largo de su fecunda vida.

En este sentido, resulta particularmente  iluminador el testimonio de Paulina Reinach, hermana de Adolf Reinach, filósofo y profesor en la Universidad de Gotinga, al que Edith admiraba por su grandeza de espíritu y afabilidad en el trato, y que murió en el campo de batalla (1917). 

Paulina refiere en los Procesos de Beatificación de Edith lo siguiente:
«En el verano de 1921, cuando la Sierva de Dios se iba a despedir de nosotras, mi cuñada (Ana Reinach) y yo le pedimos que escogiera un libro de nuestra biblioteca. Su elección recayó en una biografía de Santa Teresa de Ávila, escrita por ella misma. De este detalle, estoy absolutamente segura» (Cf. SACRA CONGREGATIO PRO CAUSIS SANCTORUM,  Canonisationis servae Dei Teresiae Benedictae a Cruce , Roma, 1983, p. 437).

Con toda probabilidad, este libro no lo pudo leer en la Universidad de Gotinga, así que seguramente se lo llevaría a Bergzabern, a casa de los Conrad-Martius, Theodor y Hedwig, matrimonio de filósofos, con los que Edith trabó profunda amistad. Podría ser, por tanto, que la lectura de la Vida de la Santa la efectuara en la casa de los amigos Martius, si bien Edith ya llevaba consigo el libro, regalo de Ana y Paulina Reinach.

Dado que Edith era una persona reflexiva, la lectura de la Vida de Teresa de Jesús, la rumiaría con sosiego en el tiempo de vacaciones que pasó junto a sus amigos, a quienes les regaló dicha obra, de la que Hedwig, hizo un asiento a mano en el libro: “Bergzabern, verano de 1921”. Es probable que más tarde, cuando Edith ya estaba en el Carmelo de Colonia, la señora Conrad-Martius, se lo volviera a regalar, pues el libro lleva el sello del convento. Y actualmente, se encuentra en la casa parroquial de Bergzabern.

Por tanto, se puede atisbar que la conversión de Edith no se produjo de manera espectacular ni inmediata, sino que fue a lo largo de un itinerario, en que la tierra  fértil de un espíritu abierto como el suyo, iba asumiendo con profunda convicción, su paso a la Iglesia católica, de la mano de Teresa de Jesús. De hecho, su experiencia de conversión cabría situarla a finales de 1918 y no en el verano de 1921, con la lectura de la Vida de Santa Teresa. Edith no afirma que en el Libro de la Vida encontrase la verdad, sino que «puso fin a mi larga búsqueda de la verdadera fe» ( Cómo llegué al Carmelo de Colonia)¹.
Y a quien fue uno de sus compañeros de estudios y con quien mantuvo una intensa correspondencia epistolar, el filósofo polaco Roman Ingarden, le escribe:

«Si realmente se toma usted en serio la búsqueda de la verdad en las cosas religiosas, es decir, la búsqueda de Dios, no de la prueba de la experiencia religiosa, entonces encontrará usted, sin lugar a dudas, un camino. Solo puedo aconsejarle lo que ya le escribí una vez: apoyarse en los escritos de los grandes santos y místicos, ahí tiene usted la mejor documentación: la Vida de santa Teresa, escrita por ella misma (no le recomendaría empezar con el Castillo interior, si bien esta es la principal obra mística), los escritos de san Juan de la Cruz» (Bergzabern, 1 de enero de 1928).

Hace referencia a una carta fechada un mes antes, en la que Edith le decía:
«Uno debe apoyarse en testimonios de  homines religiosi . De esto no hay escasez. Según mi modo de entender, los más impresionantes son los místicos españoles Teresa de Jesús y Juan de la Cruz» (Espira, 20 de noviembre de 1927).

Concluyo con un texto que puede resultar iluminador, porque expresa la esencia de la vida de Edith Stein y Teresa de Jesús, dos mujeres profundamente libres que, en la medida que se dejaron alcanzar por el Espíritu, fueron capaces de vivir en plenitud su entrega a la humanidad:
 «La autoentrega es la más libre obra de la libertad. Quien se entrega a la gracia tan enteramente despreocupado de sí mismo –de su libertad y de su individualidad- se fundirá en ella de ese mismo modo, siendo enteramente libre y enteramente él mismo. Sobre este trasfondo destaca claramente la imposibilidad de encontrar el camino mientras uno  aún se mire a sí mismo» (Naturaleza, libertad y gracia).
Paqui Sellés, ocd Puzol