El arzobispo de
Tánger, el franciscano español Santiago Agrelo Martínez, ha enviado una nota
explicando la situación en la que se encuentra el grupo de emigrantes
subsaharianos que están acogidos en la catedral de la ciudad marroquí. Una
situación difícil pero que, de alguna manera, entre todos, empezando por el
mismo obispo franciscano intentan superar.
“En días pasados, un cierto número de emigrantes fueron desalojados de los pisos que ocupaban en el barrio de Bujalef. El 1 de julio, entró en el atrio de la catedral un numeroso grupo de emigrantes que supusimos procedían de Bujalef. Esa noche se abrió la cripta para acoger a los desalojados y se buscó el modo de que todos tuviesen algo para comer.
Al atardecer del día 2 se celebró una misa por David, un emigrante fallecido en la bahía de Tánger, cuando intentaba atravesar el Estrecho con otros compañeros de camino.
Desde el día 3, el equipo del TAM (Tanger Accueille Migrants), de la Delegación Diocesana de Migraciones, que desde hace años se ocupa de atender diariamente a emigrantes que se alojan en Tánger, se hizo cargo de gestionar la situación, particularmente delicada por la desacostumbrada aglomeración de personas sin techo –sin nada-, y por las muchas mujeres y niños que había entre esas personas.
Se diseñó un plan de acción: se atendería en primer lugar a las embarazadas, a las mujeres con niños, a las mujeres solas, a los menores de edad, y a dos varones con niños a cargo. Mientras esa primera parte del plan no estuviese completa, los hombres tendrían que esperar.
Pero eso, que era una emergencia asumible, se transformó en una situación insostenible cuando a los emigrantes desalojados de Bujalef se unieron otros que no estaban en la misma situación de necesidad.
No nos corresponde a nosotros investigar si esas personas lo hicieron por iniciativa propia o fueron empujadas por quienes tenían interés en sacar partido de una situación que se intentaba hacer manifiestamente mediática. Se corrió la voz de que la Iglesia daba cobijo y comida a todos, y de toda la ciudad comenzaron a llegar emigrantes.
Entonces se hizo necesario clarificar el equívoco, y no solo se cerró la cripta de la catedral, sino que se dejó de celebrar el culto ordinario en la misma catedral: el sábado por la tarde, y el domingo no hubo misa.
Fue un momento extremadamente delicado y duro para todos.
En ese tiempo la Iglesia ofreció siempre acogida provisional a las mujeres y a los niños, y miembros del equipo de trabajadores del TAM hicieron un esfuerzo heroico para encontrar alojamiento según el plan establecido desde el principio.
Lo consiguieron para 69 mujeres y niños, entro los que contamos a un viudo con dos niñas. Quedan por alojar 11 mujeres y un viudo con tres hijos pequeños.
El día 6 de julio, hacia las 23:00 horas, vino a encontrarse con los emigrantes en el atrio de la catedral, el Sr. Alcalde de Tánger. Los líderes de los emigrantes –los de Bujalef y los de otros barrios, que no por estar alojados tienen pocas necesidades- expusieron al Sr. Alcalde sus problemas y pidieron que las autoridades les ayudasen a resolver al menos los que son de pura emergencia humanitaria. El Sr. Alcalde prometió tomar a pecho la cuestión, y que habría un nuevo encuentro con los interlocutores sociales para el próximo jueves o viernes. Al Sr. Alcalde, el Arzobispo le ofreció toda la ayuda que la Iglesia pueda prestar.
En el encuentro con el Sr. Alcalde había en el atrio de la catedral unas 150 personas. Por la mañana, estaban allí 71.
El Sr. Arzobispo los convocó y concordaron allí mismo un nuevo plan de acción: Hacer de inmediato la lista de los presentes. A partir de ahí, se volvía a empezar: El equipo del TAM se movería para encontrar lo antes posible alojamiento a las mujeres que estaban todavía en la calle (11 más un viudo con 3 niños). Los emigrantes se moverían para buscar ellos mismos dónde alojarse; quien lo encontrase, había de dirigirse al TAM para que alguien del equipo lo acompañase a firmar el contrato y pagar el alquiler. Y todos esperaríamos al próximo encuentro con el Sr. Alcalde para concretar una solución estable.
Y ésta es la situación a día de hoy.
En este momento, están trabajando, también los emigrantes, en la preparación de la cena”.
“En días pasados, un cierto número de emigrantes fueron desalojados de los pisos que ocupaban en el barrio de Bujalef. El 1 de julio, entró en el atrio de la catedral un numeroso grupo de emigrantes que supusimos procedían de Bujalef. Esa noche se abrió la cripta para acoger a los desalojados y se buscó el modo de que todos tuviesen algo para comer.
Al atardecer del día 2 se celebró una misa por David, un emigrante fallecido en la bahía de Tánger, cuando intentaba atravesar el Estrecho con otros compañeros de camino.
Desde el día 3, el equipo del TAM (Tanger Accueille Migrants), de la Delegación Diocesana de Migraciones, que desde hace años se ocupa de atender diariamente a emigrantes que se alojan en Tánger, se hizo cargo de gestionar la situación, particularmente delicada por la desacostumbrada aglomeración de personas sin techo –sin nada-, y por las muchas mujeres y niños que había entre esas personas.
Se diseñó un plan de acción: se atendería en primer lugar a las embarazadas, a las mujeres con niños, a las mujeres solas, a los menores de edad, y a dos varones con niños a cargo. Mientras esa primera parte del plan no estuviese completa, los hombres tendrían que esperar.
Pero eso, que era una emergencia asumible, se transformó en una situación insostenible cuando a los emigrantes desalojados de Bujalef se unieron otros que no estaban en la misma situación de necesidad.
No nos corresponde a nosotros investigar si esas personas lo hicieron por iniciativa propia o fueron empujadas por quienes tenían interés en sacar partido de una situación que se intentaba hacer manifiestamente mediática. Se corrió la voz de que la Iglesia daba cobijo y comida a todos, y de toda la ciudad comenzaron a llegar emigrantes.
Entonces se hizo necesario clarificar el equívoco, y no solo se cerró la cripta de la catedral, sino que se dejó de celebrar el culto ordinario en la misma catedral: el sábado por la tarde, y el domingo no hubo misa.
Fue un momento extremadamente delicado y duro para todos.
En ese tiempo la Iglesia ofreció siempre acogida provisional a las mujeres y a los niños, y miembros del equipo de trabajadores del TAM hicieron un esfuerzo heroico para encontrar alojamiento según el plan establecido desde el principio.
Lo consiguieron para 69 mujeres y niños, entro los que contamos a un viudo con dos niñas. Quedan por alojar 11 mujeres y un viudo con tres hijos pequeños.
El día 6 de julio, hacia las 23:00 horas, vino a encontrarse con los emigrantes en el atrio de la catedral, el Sr. Alcalde de Tánger. Los líderes de los emigrantes –los de Bujalef y los de otros barrios, que no por estar alojados tienen pocas necesidades- expusieron al Sr. Alcalde sus problemas y pidieron que las autoridades les ayudasen a resolver al menos los que son de pura emergencia humanitaria. El Sr. Alcalde prometió tomar a pecho la cuestión, y que habría un nuevo encuentro con los interlocutores sociales para el próximo jueves o viernes. Al Sr. Alcalde, el Arzobispo le ofreció toda la ayuda que la Iglesia pueda prestar.
En el encuentro con el Sr. Alcalde había en el atrio de la catedral unas 150 personas. Por la mañana, estaban allí 71.
El Sr. Arzobispo los convocó y concordaron allí mismo un nuevo plan de acción: Hacer de inmediato la lista de los presentes. A partir de ahí, se volvía a empezar: El equipo del TAM se movería para encontrar lo antes posible alojamiento a las mujeres que estaban todavía en la calle (11 más un viudo con 3 niños). Los emigrantes se moverían para buscar ellos mismos dónde alojarse; quien lo encontrase, había de dirigirse al TAM para que alguien del equipo lo acompañase a firmar el contrato y pagar el alquiler. Y todos esperaríamos al próximo encuentro con el Sr. Alcalde para concretar una solución estable.
Y ésta es la situación a día de hoy.
En este momento, están trabajando, también los emigrantes, en la preparación de la cena”.