martes, 10 de junio de 2014

Es hora de actuar para eliminar el crimen de la violencia sexual, también como arma de guerra, alienta el Papa


«Oremos por todas las víctimas de la violencia sexual en situaciones de conflicto y por los que combaten tal crimen», es la exhortación del Papa Francisco, en la mañana de este martes, con el #TimeToAct: es hora de actuar. El tweet pontificio se une a la Cumbre Mundial de Londres, que precisamente a partir de este martes y hasta el 13 de junio, se propone actuar contra semejante violencia. Es hora de sostener a las víctimas y sobrevivientes – a menudo menores - de detener la cultura de la impunidad y de asegurar que se aplique la justicia ahora y en el futuro.


La Cumbre es la mayor reunión internacional que se haya celebrado sobre este tema, y está presidida por el Secretario de Relaciones Exteriores británico, William Hague, y la enviada especial del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, ACNUR, Angelina Jolie, con la participación de más de cien estados.

Los debates abarcan tres aspectos principales de la cuestión global de cómo acabar con la violencia sexual en los conflictos: problema, progresos, prevención. Además de examinar el papel de las redes católicas, sus conocimientos y experiencia en zonas de conflicto; escuchar las voces de misioneros y misioneras que ayudan a las víctimas de la violencia; examinar las causas fundamentales, y promover acciones prácticas contra el crimen de la violencia sexual.



El apostolado de la Iglesia católica, misioneros y misioneras y laicos apoyando y asistiendo a las víctimas, y las redes católicas tienen un papel importante que desempeñar en este esfuerzo internacional. La Confederación de Caritas Internacional recuerda que la Iglesia provee asistencia médica a las víctimas de la violencia sexual en los conflictos, les da refugio y asesoramiento y se opone a la estigmatización. Asegurando que tenemos que decir a los victimarios que cambien sus vidas y dejen de perpetrar estos crímenes.

También se destacan las actividades comunitarias del Servicio Jesuita para los Refugiados, que ofrecen a las víctimas de la violencia sexual un espacio para reconstruir sus vidas. En todo el mundo - desde las remotas colinas del este del Congo a las zonas urbanas de Colombia – aseguran esfuerzos por construir comunidades de esperanza. Y señalan que sin embargo, un futuro más justo depende de las acciones de los gobiernos que son necesarios para financiar la prestación de servicios médicos y psicosociales que salven vidas y para hacer cumplir las leyes que garanticen que los responsables rindan cuentas de sus crímenes.

EL ENVÍO DEL ESPÍRITU SANTO. SAN IRINEO

El Señor dijo a los discípulos: Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Con este mandato les daba el poder de regenerar a los hombres en Dios.

Dios había prometido por boca de sus profetas que en los últimos días derramaría su Espíritu sobre sus siervos y siervas, y que éstos profetizarían; por esto descendió el Espíritu Santo sobre el Hijo de Dios, que se había hecho Hijo del hombre, para así, permaneciendo en él, habitar en el género humano, reposar sobre los hombres y residir en la obra plasmada por las manos de Dios, realizando así en el hombre la voluntad del Padre y renovándolo de la antigua condición a la nueva, creada en Cristo.

Y Lucas nos narra cómo este Espíritu, después de la ascensión del Señor, descendió sobre los discípulos el día de Pentecostés, con el poder de dar a todos los hombres entrada en la vida y para dar su plenitud a la nueva alianza; por esto, todos a una, los discípulos alababan a Dios en todas las lenguas, al reducir el Espíritu a la unidad de los pueblos distantes y ofrecer al Padre las primicias de todas las naciones.

Por esto el Señor prometió que nos enviaría aquel Defensor que nos haría capaces de Dios. Pues, del mismo modo que el trigo seco no puede convertirse en una masa compacta y en un solo pan, si antes no es humedecido, así también nosotros, que somos muchos, no podíamos convertirnos en una sola cosa en Cristo Jesús, sin esta agua que baja del cielo. Y, así como la tierra árida no da fruto, si no recibe el agua, así también nosotros, que éramos antes como un leño árido, nunca hubiéramos dado el fruto de vida, sin esta gratuita lluvia de lo alto. Nuestros cuerpos, en efecto, recibieron por el baño bautismal la unidad destinada a la incorrupción, pero nuestras almas la recibieron por el Espíritu.