«Oremos por todas las víctimas de la violencia
sexual en situaciones de conflicto y por los que combaten tal crimen», es la
exhortación del Papa Francisco, en la mañana de este martes, con el #TimeToAct:
es hora de actuar. El tweet pontificio se une a la Cumbre Mundial de Londres,
que precisamente a partir de este martes y hasta el 13 de junio, se propone
actuar contra semejante violencia. Es hora de sostener a las víctimas y
sobrevivientes – a menudo menores - de detener la cultura de la impunidad y de
asegurar que se aplique la justicia ahora y en el futuro.
La Cumbre es la mayor reunión internacional que
se haya celebrado sobre este tema, y está presidida por el Secretario de
Relaciones Exteriores británico, William Hague, y la enviada especial del Alto
Comisionado de la ONU para los Refugiados, ACNUR, Angelina Jolie, con la
participación de más de cien estados.
Los debates abarcan tres aspectos principales de
la cuestión global de cómo acabar con la violencia sexual en los conflictos:
problema, progresos, prevención. Además de examinar el papel de las redes
católicas, sus conocimientos y experiencia en zonas de conflicto; escuchar las
voces de misioneros y misioneras que ayudan a las víctimas de la violencia;
examinar las causas fundamentales, y promover acciones prácticas contra el
crimen de la violencia sexual.
El apostolado de la Iglesia católica, misioneros y misioneras y laicos
apoyando y asistiendo a las víctimas, y las redes católicas tienen un papel
importante que desempeñar en este esfuerzo internacional. La Confederación de
Caritas Internacional recuerda que la Iglesia provee asistencia médica a las
víctimas de la violencia sexual en los conflictos, les da refugio y
asesoramiento y se opone a la estigmatización. Asegurando que tenemos que decir
a los victimarios que cambien sus vidas y dejen de perpetrar estos crímenes.
También se destacan las actividades comunitarias del Servicio Jesuita para los Refugiados, que ofrecen a las víctimas de la violencia sexual un espacio para reconstruir sus vidas. En todo el mundo - desde las remotas colinas del este del Congo a las zonas urbanas de Colombia – aseguran esfuerzos por construir comunidades de esperanza. Y señalan que sin embargo, un futuro más justo depende de las acciones de los gobiernos que son necesarios para financiar la prestación de servicios médicos y psicosociales que salven vidas y para hacer cumplir las leyes que garanticen que los responsables rindan cuentas de sus crímenes.