La gente
necesita a Jesús y lo busca. Hay algo en él que los atrae, pero todavía no
saben
exactamente por qué lo buscan ni para qué. Según el evangelista,
muchos lo hacen porque el día anterior les ha distribuido pan para saciar su
hambre.
Jesús
comienza a conversar con ellos. Hay cosas que conviene aclarar desde el
principio. El pan material es muy importante. Él mismo les ha enseñado
a pedir a Dios «el pan de cada día» para todos. Pero el ser humano
necesita algo más. Jesús quiere ofrecerles un alimento que puede saciar para
siempre su hambre de vida.
La gente
intuye que Jesús les está abriendo un horizonte nuevo, pero no saben qué hacer,
ni por dónde empezar. El evangelista resume sus interrogantes con estas
palabras: «y ¿qué obras tenemos que hacer para trabajar en lo que Dios
quiere?». Hay en ellos un deseo sincero de acertar. Quieren
trabajar en lo que Dios quiere, pero, acostumbrados a pensarlo todo desde la
Ley, preguntan a Jesús qué obras, prácticas y observancias nuevas tienen que
tener en cuenta.
La respuesta
de Jesús toca el corazón del cristianismo: «la obra (¡en singular!) que Dios
quiere es esta: que creáis en el que él ha enviado». Dios solo quiere que crean
en Jesucristo pues es el gran regalo que él ha enviado al mundo.
Esta es la nueva exigencia. En esto han de trabajar. Lo demás es secundario.
Después de
veinte siglos de cristianismo, ¿no necesitamos descubrir de nuevo que toda la
fuerza y la originalidad de la Iglesia está en creer en Jesucristo y seguirlo?¿No necesitamos pasar de la actitud de
adeptos de una religión de «creencias» y de «prácticas» a vivir como discípulos
de Jesús?
La fe
cristiana no consiste primordialmente en ir cumpliendo correctamente un código
de prácticas y
observancias nuevas, superiores a las del antiguo testamento. No. La identidad
cristiana está en aprender a vivir un estilo de vida que nace de la relación
viva y confiada en Jesús el Cristo. Nos vamos haciendo cristianos en la medida
en que aprendemos a pensar, sentir, amar, trabajar, sufrir y vivir como Jesús.
Ser cristiano
exige hoy una experiencia de Jesús y una identificación con su proyecto que no
se requería hace unos años para ser un buen practicante. Para subsistir en
medio de la sociedad laica, las comunidades cristianas necesitan cuidar más que
nunca la adhesión yel contacto vital con Jesús el Cristo.
Juan 6,24-35
José Antonio Pagola