lunes, 15 de febrero de 2016

Esta tierra tiene sabor guadalupano, la siempre Madre se nos adelantó en el amor, Ángelus del Papa en Ecatepec


Queridos hermanos:

En la primera lectura de este domingo, Moisés le da una recomendación al pueblo. En el momento de la cosecha, en el momento de la abundancia, en el momento de las primicias no te olvides de tus orígenes, no te olvides de donde venís. La acción de gracias nace y crece en una persona y en un pueblo que sea capaz de hacer memoria. Tiene sus raíces en el pasado, que entre luces y sombras fue gestando el presente. En el momento que podemos dar gracias a Dios porque la tierra ha dado su fruto, y así poder producir el pan, Moisés invita a su pueblo a ser memorioso enumerando las situaciones difíciles por las que ha tenido que atravesar (cf. Dt 26,5-11).

En este día de fiesta, en este día podemos celebrar lo bueno que el Señor ha sido con nosotros. Damos gracias por la oportunidad de estar reunidos presentándole al Buen Padre las primicias de nuestros hijos, nietos, de nuestros sueños y proyectos. Las primicias de nuestras culturas, de nuestras lenguas y tradiciones. Las primicias de nuestros desvelos…

Cuánto ha tenido que pasar cada uno de ustedes para llegar hasta acá, cuánto han tenido que «caminar» para hacer de este día una fiesta, una acción de gracias. Cuánto han caminado otros que no han podido llegar pero gracias a ellos nosotros hemos podido seguir andando.

Hoy, siguiendo la invitación de Moisés, queremos como pueblo hacer memoria, queremos ser el pueblo de la memoria viva del paso de Dios por su Pueblo, en su Pueblo. Queremos mirar a nuestros hijos sabiendo que heredarán no sólo una tierra, una lengua, una cultura y una tradición, sino que heredarán también el fruto vivo de la fe que recuerda el paso seguro de Dios por esta tierra. La certeza de su cercanía y de su solidaridad. Una certeza que nos ayuda a levantar la cabeza y esperar con ganas la aurora.
Con ustedes, también me uno a esta memoria agradecida. A este recuerdo vivo del paso de Dios por sus vidas. Mirando a sus hijos no puedo no dejar de hacer mías las palabras que un día les dirigió el beato Pablo VI al pueblo mexicano: 
«Un cristiano no puede menos que demostrar su solidaridad [...] para solucionar la situación de aquellos a quienes aún no ha llegado el pan de la cultura o la oportunidad de un trabajo honorable, […] no puede quedar insensible mientras las nuevas generaciones no encuentren el cauce para hacer realidad sus legítimas aspiraciones». Y luego prosigue el Beato Pablo VI con una invitación a «estar siempre en primera línea en todos los esfuerzos [...] para mejorar la situación de los que sufren necesidad», a ver «en cada hombre un hermano y, en cada hermano a Cristo» (Radiomensaje en el 75 aniversario de la Coronación de Ntra. Sra. de Guadalupe 12 octubre 1970).
Quiero invitarlos hoy a estar en primera línea, a primerear en todas las iniciativas que ayuden a hacer de esta bendita tierra mexicana una tierra de oportunidad. Donde no haya necesidad de emigrar para soñar; donde no haya necesidad de ser explotado para trabajar; donde no haya necesidad de hacer de la desesperación y la pobreza de muchos el oportunismo de unos pocos.
Una tierra que no tenga que llorar a hombres y mujeres, a jóvenes y niños que terminan destruidos en las manos de los traficantes de la muerte.
Esta tierra tiene sabor guadalupano, la que siempre Madre se nos adelantó en el amor, y digámosle desde el corazón:
Virgen Santa, «ayúdanos a resplandecer en el testimonio de la comunión, del servicio, de la fe ardiente y generosa, de la justicia y el amor a los pobres, para que la alegría del Evangelio llegue hasta los confines de la tierra y ninguna periferia se prive de su luz» (Evangelii gaudium, 288).
El ángel del Señor anunció a María…


"Bendición a quienes curan también con la cariñoterapia", el Papa Francisco en su visita al Hospital Pediátrico «Federico Gómez»


Amigas y amigos. Queridos niños
Buenas tardes.
             Agradezco a Dios la oportunidad que me regala de poder venir a visitarlos, de reunirme con ustedes y sus familias en este Hospital. Poder compartir un ratito de sus vidas, la de todas las personas que trabajan como médicos, enfermeras, miembros del personal y voluntarios que los atienden, tanta gente que está trabajando para ustedes.
            Hay un pedacito en el Evangelio que nos cuenta la vida de Jesús cuando era niño. Era bien chiquito, como algunos de ustedes. Un día los papás, José y María, lo llevaron al Templo para presentárselo a Dios. Y ahí se encuentran con un anciano que se llamaba Simeón, el cual cuando lo ve, muy decidido el viejito y con mucha alegría y gratitud, lo toma en brazos y comienza a bendecir a Dios. Ver al niño Jesús provocó en él dos cosas: un sentimiento de agradecimiento y las ganas de bendecir. O sea, dar gracias a Dios y le vinieron ganas de bendecir, al viejo.
            Simeón es el «abuelo» que nos enseña esas dos actitudes fundamentales de la vida: agradecer y a su vez bendecir.
            Acá yo los bendigo a ustedes, los médicos los bendicen a ustedes, cada vez que los curan las enfermeras, todo el personal, todos los que trabajan los bendicen a ustedes, los chicos, pero ustedes también tienen que aprender a bendecirlos a ellos y a pedirle a Jesús que los cuide porque ellos los cuidan a ustedes.  Yo aquí (y no sólo por la edad) me siento muy cercano a estas dos enseñanzas de Simeón. Por un lado, al cruzar esa puerta y ver sus ojos, sus sonrisas - algunos pillos-, sus rostros, me generó ganas de dar gracias. Gracias por el cariño que tienen en recibirme; gracias por ver el cariño con que se los cuida aquí, con el cariño con que se los acompaña. Gracias por el esfuerzo de tantos que están haciendo lo mejor para que puedan recuperarse rápido.

            Es tan importante sentirse cuidados y acompañados, sentirse queridos y saber que están buscando la mejor manera de cuidarnos, por todas esas personas digo: «¡Gracias!». «¡Gracias!».
Y, a su vez, quiero bendecirlos. Quiero pedirle a Dios que los bendiga, los acompañe a ustedes y a sus familias, a todas las personas que trabajan en esta casa y buscan que esas sonrisas sigan creciendo cada día. A todas las personas que no sólo con medicamentos sino con «la cariñoterapia» ayudan a que este tiempo sea vivido con mayor alegría. ¡Tan importante «la cariñoterapia»! ¡Tan importante! A veces una caricia ayuda tanto a recuperarse.
¿Conocen al indio Juan Diego, ustedes, o no? (Responden: Si) A ver, levante la mano quien lo conoce. Dos Cuando el tío de Juanito, Juan Diego, estaba enfermo, él estaba muy preocupado y angustiado. En ese momento, se aparece la Virgencita de Guadalupe y le dice: «No se turbe tu corazón ni te inquiete cosa alguna ¿No estoy yo aquí, que soy tu Madre?».
Tenemos a nuestra Madre, pidámosle para que ella nos regale a su Hijo Jesús. Y ahora, a los chicos les voy a pedir una cosa, cerremos los ojos, cerremos los ojos y pidamos lo que nuestro corazón hoy quiera, un ratito de silencio con los ojos cerrados y adentro pidiendo lo que queremos. Y ahora juntos digamos a nuestra Madre
Dios te salve Maria…
            Que el Señor y la Virgen de Guadalupe los acompañe siempre. Muchas gracias. Y, por favor, no se olviden de rezar por mí. No se olviden, que Dios los bendiga.

El Papa en el 'infierno' de Ecatepec advierte que no se puede "tener el pan a base del sudor del otro o de su propia vida"

"La tercera tentación, la peor: la del orgullo. Ponerse en un plano de superioridad"

"Con el demonio no se dialoga, no se puede dialogar, porque nos va a ganar siempre"

Una vez visitada a la Virgen y saldados sus compromisos con obispos y políticos del DF, el Papa Francisco se va a las periferias de Ecatepec, para dedicarse a los suyos: los descartados. Y, ante ellos, denuncia que es "pan amargo" el de la riqueza que s eacumula "a base del suro del otro o de su propia vida". E invita a no caer en las tentaciones de la riqueza, de la vanidad y del orgullo. Y a no dialogar con el Maligno, "porque nos va a ganar siempre".

Tras un recorrido de decenas de kilómetros en papamóvil, el Papa se acerca a Ecatepec. Las calles están repletas de gente a ambos lados. A su paso le cantan: "Se ve, se siente, el Papa está presente". Y "ésta es la juventud del Papa".

En la enorme explanada de 'El Caracol', le esperan unas 400.000 personas. A la entrada el papamóvil recorre varios kilómetros sobre una alfombra de flores. Mientras, por megafonía, se suceden los 'vivas' al Papa.
Impresiona el rugir de la muchedumbre, mientras Francisco no se cansa de saludar. Es la apoteosis del líder de los pobres, del Papa de los miserables.
El escenario es como una enorme tienda semicircular, decorada con motivos indígenas.El altar sencillo, presidido por una enorme cruz en su interior. Y comienza la eucaristía con un solemne 'Pueblo de Reyes'. Mientras salen los cardenales y los obispos al altar y miran. con gesto de sorpresa a la inmensa multitud congregada. Hasta el propio Guido Marini, acostumbrado a acompañar a Benedicto y a Francisco en eucaristías multitudinarias, pone caro de cierta sorpresa.

El coro, multitudinario y la orquesta, también. Y suenan magníficamente en la enorme explanada, en medio del silencio y del recogimiento de la gente que, de pronto, ha cesado sus gritos y vivas, para entrar en la oración y en la celebración de la eucaristía.
La primera lectura del libro del Deuteronomio: "Mi padre feu un arameo errante..." El Evangelio del pasaje de las tentaciones de Jesús en el desierto.

(José M. Vidal).-

'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber?

Evangelio según San Mateo 25,31-46.
Jesús dijo a sus discípulos:
"Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso.
Todas las naciones serán reunidas en su presencia, y él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos, y pondrá a aquellas a su derecha y a estos a su izquierda.

Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: 'Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver'.

Los justos le responderán: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber?
¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos; desnudo, y te vestimos?
¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?'.

Y el Rey les responderá: 'Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo'.
Luego dirá a los de su izquierda: 'Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego eterno que fue preparado para el demonio y sus ángeles, porque tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; estaba de paso, y no me alojaron; desnudo, y no me vistieron; enfermo y preso, y no me visitaron'.

Estos, a su vez, le preguntarán: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de paso o desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?'.
Y él les responderá: 'Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo'.
Estos irán al castigo eterno, y los justos a la Vida eterna".