“Estamos
hoy como el Pueblo de Dios, a los pies de nuestra Madre a darle nuestro amor y
fe”. Luego de visitar el Hospital pediátrico “Niños de Acosta Ñú” de Asunción,
el Santo Padre se dirigió hacia la Explanada del Santuario mariano de Caacupé,
donde miles de fieles esperaban deseosos y alegres la llegada del Padre y
Pastor de la Iglesia Universal, y en donde el intendente de Caacupé entregó al
Pontífice las llaves de la ciudad.
Posteriormente el Papa se dirigió al interior de la Basílica
donde presidió la Santa Misa votiva de la Inmaculada Concepción de los
Milagros.
“Estar
aquí con ustedes es sentirme en casa, a los pies de nuestra Madre la Virgen de
los Milagros de Caacupé” fueron las primeras palabras que el Sucesor de Pedro
dirigió al pueblo paraguayo en su homilía; “en un santuario los hijos nos
encontramos con nuestra Madre y entre nosotros recordamos que somos hermanos”.
La reflexión del Obispo de Roma, que partió del episodio de la
Anunciación, se centró en el «sí» de María. Aquel «sí» al sueño, al proyecto y
a la voluntad de Dios. Un «sí» que “no fue fácil”, señaló el Pontífice, con la
memoria presente en el nacimiento de Jesús, cuando «no había lugar para ellos»,
en la huida a Egipto, en la muerte en la cruz. El Vicario de Cristo explicó que “contemplando la vida de
la Virgen nos sentimos comprendidos” y “podemos identificarnos en muchas
situaciones de su vida”, porque con María, dijo, la primera discípula de
Jesucristo, “que ha estado y está” en nuestros hospitales, en nuestras
escuelas, en nuestras casas, trabajos y caminos, “en la formación de la
Patria”, “sabemos que no vamos solos”, remarcó el Papa.
Dirigiéndose a las madres paraguayas el Santo Padre reconoció
que también ellas, como María, “han vivido situaciones muy difíciles”, y que
con su ejemplo supieron “levantar un País derrotado, hundido, sumergido por la
guerra”. “Dios bendiga a la mujer paraguaya, la más gloriosa de América”,
reiteró el Pontífice.
Aquel anuncio del Ángel, «Alégrate, el Señor está contigo» es
“un llamado”, explicó el Papa, “a no perder la memoria, las raíces y los muchos
testimonios que han recibido de pueblo creyente y jugado por sus luchas”. Y
exhortando al pueblo paraguayo a “primerear en el amor” tal como lo hacía
Jesús, a ser “portadores de esta fe” y “forjadores de este hoy y mañana
paraguayo”, el pontífice finalmente los invitó a repetir todos juntos ante la
imagen de María: «en tu Edén de Caacupé, es tu pueblo Virgen pura que te da su
amor y fe».
(GM - RV)
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