domingo, 14 de agosto de 2011

¡Qué difícil es a veces aceptar tu voluntad!

Cuando todo va bien en nuestras vidas, estamos alegres, nos sentimos muy cercanos a Dios y el amor a Dios y a los demás nos sale por todos nuestros poros. Nos sentimos fuertes y capaces de realizar todo por nuestro Dios y por nuestro prójimo.

Pero cuando se tuerce nuestra vida, cuando el dolor y la tristeza inunda nuestra existencia, nos hundimos, no sentimos tan cerca a nuestro Señor, aunque sabemos ¡que es cuando más cerca se encuentra de nosotros!.

Pablo presenta el tema del sufrimiento al resumir las bendiciones que los hijos de Dios reciben: : "Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados" (Rom. 8:17).

No tenemos que perder la esperanza, debemos confiar en Dios, ya que sabemos que Jesús dijo:

"No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos.
Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores, para que se conviertan." Lucas 5 ; 31-32
Señor, ayúdanos a aceptar siempre tu voluntad, Juan Pablo II nos dijo: "Los verdaderos discípulos de Cristo tienen conciencia de su propia debilidad. Por esto ponen toda su confianza en la gracia de Dios que acogen con corazón indiviso, convencidos de que sin Él no pueden hacer nada. Lo que les caracteriza y distingue del resto de los hombres no son los talentos o las disposiciones naturales. Es su firme determinación de caminar tras las huellas de Jesús."

Ayúdanos a tener plena confianza en Ti, a saber que siempre estás a nuestro lado y sobre todo cuando más te necesitamos.

H de Carmen