jueves, 24 de octubre de 2013

Libro de la Sabiduría (Antiguo Testamento), Capítulo 1


1 Amen la justicia, ustedes, los que gobiernan la tierra, piensen rectamente acerca del Señor y búsquenlo con sencillez de corazón.

2 Porque él se deja encontrar por los que no lo tientan, y se manifiesta a los que no desconfían de él.

3 Los pensamientos tortuosos apartan de Dios, y el Poder puesto a prueba, confunde a los insensatos.

4 La Sabiduría no entra en un alma que hace el mal ni habita en un cuerpo sometido al pecado.

5 Porque el santo espíritu, el educador, huye de la falsedad, se aparta de los razonamientos insensatos, y se siente rechazado cuando sobreviene la injusticia.

6 La Sabiduría es un espíritu amigo de los hombres, pero no dejará sin castigo las palabras del blasfemo, porque Dios es el testigo de sus sentimientos, el observador veraz de su corazón, y escucha todo lo que dice su lengua.

7 Porque el espíritu del Señor llena la tierra, y él, que mantiene unidas todas las cosas, sabe todo lo que se dice.

8 Por eso no podrá ocultarse el que habla perversamente, la justicia acusadora no pasará de largo junto a él.

9 Los designios del impío serán examinados: el eco de sus palabras llegará hasta el Señor, como prueba acusadora de sus iniquidades.

10 Un oído celoso lo escucha todo, no se le escapa ni el más lleve murmullo.

11 Cuídense, entonces, de las murmuraciones inútiles y preserven su lengua de la maledicencia; porque la palabra más secreta no se pronuncia en vano, y una boca mentirosa da muerte al alma.

12 No busquen la muerte viviendo extraviadamente, ni se atraigan la ruina con las obras de sus manos.

13 Porque Dios no ha hecho la muerte ni se complace en el perdición de los vivientes.

14 El ha creado todas las cosas para que subsistan; las criaturas del mundo son saludables, no hay en ellas ningún veneno mortal y la muerte no ejerce su dominio sobre la tierra.

15 Porque la justicia es inmortal.

16 Pero los impíos llaman a la muerte con gestos y palabras: teniéndola por amiga, se desviven por ella y han hecho con ella un pacto, porque son dignos de pertenecerle.

NEWS.VA

Papa Francisco en la Audiencia General: María está cerca

Dios llega por doquier, incluso dentro de las celdas, el Papa a los capellanes de las cárceles italianas


Les agradezco, y quisiera aprovechar de este encuentro con ustedes que trabajan en las cárceles de toda Italia para hacer llegar un saludo a todos los detenidos. A todos. Por favor, díganles que rezo por ellos, que los llevo en el corazón, rezo al Señor y a la Virgen para que puedan superar positivamente este periodo difícil de su vida. Que no se desalienten, que no se cierren: ustedes saben, un día todo va bien, otro día se decaen, es esa oleada difícil...

El Señor está cerca. Pero díganselo con los gestos, con las palabras, con el corazón que el Señor no se queda afuera de su celda, no se queda fuera de la cárcel: está adentro, está allí. Pueden decirles esto: el Señor está dentro con ellos; también Él es un encarcelado... de nuestros egoísmos, de nuestros sistemas, de tantas injusticias que son fáciles para punir al más débil, ¿no? Pero los peces grandes nadan libremente en el agua, ¿no? Ninguna celda está tan aislada como para excluir al Señor, ninguna: Él está allí, llora con ellos, trabaja con ellos, espera con ellos. Su amor paterno y materno llega a todas partes. Rezo para que cada uno abra el corazón a este amor del Señor. Y también cuando recibo una carta de uno de ellos – en Buenos Aires los visitaba, ¿no? – y desde aquí cada vez que llamo a alguno de aquéllos de Buenos Aires que conozco, que están en la cárcel, un domingo, y tengo una charla, después, cuando termino, pienso: “por qué él está allí y yo no, que tengo tantos y más méritos que él para estar allí?” Y esto me hace bien. ¿Por qué el ha caído y no he caído yo? Porque las debilidades que tenemos son las mismas y para mí es un misterio que me hace rezar y me hace acercarme a ellos. También decirlo.

Y rezo también por ustedes Capellanes, por su ministerio, que no es fácil, muy arduo y muy importante: expresa una de las obras de misericordia, hace también visible aquella presencia del Señor en la cárcel, en la celda...ustedes son signo de la cercanía de Cristo a estos hermanos que tienen necesidad de esperanza. Recientemente, han hablado de una justicia de reconciliación, ¿no? También una justicia de esperanza, de puertas abiertas, de horizontes... ésta no es una utopía: se puede hacer. No es fácil, porque nuestras debilidades están por todos lados, también el diablo está por todos lados, las tentaciones están por todos lados... pero siempre buscar aquello, ¿no? Les deseo que el Señor esté siempre con ustedes, los bendiga y la Virgen los custodie. Siempre de la mano de la Virgen, porque Ella es la Madre de todos ustedes y de todos aquellos en la cárcel. Les deseo esto. Gracias.

Y pidamos al Señor que los bendiga a ustedes y a sus amigos y a sus amigas en las cárceles. Pero antes oremos a la Virgen para que nos lleve siempre hacia Jesús: Ave María...

(María Cecilia Mutual – RV).