miércoles, 22 de enero de 2014

“Que todos sean una sola cosa”: Invocación del Papa durante la Audiencia General recordando la Semana de oración por la unidad de los cristianos

Como cada miércoles la Plaza de San Pedro volvió a ser escenario de la Audiencia General del Papa. Ante miles de fieles y peregrinos Francisco dedicó su catequesis a reflexionar sobre la Semana de oración por la unidad de los cristianos: “un tiempo dedicado a la oración para seguir la voluntad de Cristo”. El Obispo de Roma recordó que cada año un grupo ecuménico de una región del mundo, bajo la guía del Consejo ecuménico de las Iglesias y del Pontificio Consejo para la unidad de los cristianos, sugieren un tema para la Semana de Oración. Este año, la pregunta es: “Acaso está dividido Cristo?”. No, Cristo no está dividido, dijo el Papa. “Sin embargo, notó debemos reconocer con dolor que en nuestras comunidades se dan divisiones que son un escándalo y que afectan a la credibilidad y eficacia de nuestro compromiso evangelizador”. “También nosotros, a pesar del sufrimiento causado por las divisiones, debemos aprender a reconocer con gozo los dones que Dios ha concedido a otros cristianos, y a recibirlos con un corazón grande y generoso. Y para esto se requiere humildad, reflexión y una continua conversión”.

Resumen de su catequesis y palabras del Papa en nuestro idioma:
Queridos hermanos y hermanas:
Estamos celebrando la semana de oración por la unidad de los cristianos, que concluirá el próximo sábado, fiesta de la Conversión de san Pablo. Se trata de un tiempo dedicado a la oración para que, como quiere el Señor, todos los bautizados seamos una sola familia (cf. Jn 17,21). El tema propuesto para este año se refiere a la pregunta que san Pablo dirigió a los cristianos de Corinto, que se encontraban divididos en distintas facciones: «¿Acaso está dividido Cristo? (1 Co 1,13). No, Cristo no está dividido. Sin embargo, debemos reconocer con dolor que en nuestras comunidades se dan divisiones que son un escándalo y que afectan a la credibilidad y eficacia de nuestro compromiso evangelizador.
Ahora bien, Pablo no sólo les reprende por sus disputas, sino que también da gracias a Dios por los dones que ha derramado en ellos.
También nosotros, a pesar del sufrimiento causado por las divisiones, debemos aprender a reconocer con gozo los dones que Dios ha concedido a otros cristianos, y a recibirlos con un corazón grande y generoso. Y para esto se requiere humildad, reflexión y una continua conversión. Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos venidos de España, Argentina, México y otros países latinoamericanos. Invito a todos a que llenos de gozo por el don de la filiación divina recibida en el bautismo, sepamos reconocer con alegría y humildad los dones que Dios concede a otros cristianos. Que Dios les bendiga.