martes, 26 de abril de 2016

La paz verdadera

Cada uno de nosotros tiene algún problema que no sabe como resolver… alguna situación que nos preocupa y nos angustia… o alguna cruz que nos parece muy pesada y quisiéramos dejar de cargar… problemas en nuestros matrimonios o en nuestras familias… problemas en nuestros trabajos… problemas de salud… o problemas financieros… en fin, cargas que nos pesan y nos oprimen hasta el cansancio… la diferencia es que algunos siguen adelante con la mirada fija en el Señor, mientras que otros permiten que estas situaciones les roben la paz y la tranquilidad… y así dan pie a que el problema o la situación tome el control de sus vidas, tanto física como espiritualmente…
Hay algo que comprendí hace mucho tiempo: NADA en nuestra vida sucede por casualidad… aún en medio de las pruebas más grandes y los problemas más difíciles, el Señor camina a nuestro lado, pendiente de cada paso que damos… la Palabra dice que «hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados» (Mateo 10, 30)… pero tenemos que esperar con fe que llegue el “tiempo del Señor”… con paciencia, confiando en que Él lo sabe y lo puede todo… aunque no entendamos lo que sucede o porque sucede… San Pablo nos dice que «en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman» (Romanos 8,28)… confiemos… y dejémosle a Dios ser Dios…
Con esto en mente, quisiera invitarte a leer esta pequeña historia,
Cuentan que había una vez un rey que ofreció un gran premio a aquel artista que pudiera captar en una pintura el significado de la paz perfecta… llegaron artistas de todos los rincones del reino, pues todos querían intentarlo…
Al fin llegó el gran día y se reunieron todos los artistas con sus pinturas en un gran salón del palacio… el rey se paseaba por el salón, observando con atención y admirando todas las pinturas… estaba la pintura de una apacible pradera llena de verdor, donde unas ovejas pastaban tranquilamente… otra de un mar sereno y cristalino que reflejaba una hermosa luna llena… pero la preferida de todos era la pintura que estaba en el centro del salón…
El rey se detuvo ante ella y examinaba cada detalle de aquella pintura… era un lago muy tranquilo donde se reflejaban unas montañas majestuosas con sus picos cubiertos de nieve… sobre los picos, un cielo azul se adornaba con unas tenues nubes blancas… los presentes miraban extasiados y suponían que esta sería la pintura ganadora…
El rey siguió su recorrido por el salón y allí, en un apartado rincón, quedaba una última pintura que todos los presentes habían relegado al último lugar… cuando el rey la vio, su rostro cambió y mandó inmediatamente a buscar el artista que la había pintado… la gente estaba sorprendida…
Esta pintura mostraba un mar embravecido que azotaba fuertemente un acantilado… era una noche oscura y lluviosa, donde el cielo se iluminaba violentamente por los relámpagos… y en medio del rugir de la tormenta, un peñasco sobresalía de entre las olas… allí, en uno de sus lados había un nido, frágil y delicado, donde un pequeño pajarito alimentaba a sus polluelos…
El rey comenzó a explicarles que paz no significa estar en un lugar sin ruidos, sin problemas, sin trabajos o sin dolor… paz significa que, a pesar de estar en medio de todas estas adversidades, a pesar de estar a la merced de las presiones y urgencias, nuestro corazón sea capaz de permanecer en calma… ese es el verdadero significado de la paz…

Fuente: Tengo sed de Ti 

Laicos en la vida pública, Iglesia y mundo. Carta del Papa al Presidente de la CAL


Los laicos, son parte del Santo Pueblo fiel de Dios y por lo tanto, los protagonistas de la Iglesia y del mundo, a los que los pastores están llamados a servir y no a servirse de ellos, recuerda el Papa Francisco, que envió una Carta al  Presidente de la Pontificia Comisión para América Latina, sobre la importancia del compromiso de los laicos en la vida pública.
En el documento - firmado el 19 de marzo de 2016, Solemnidad de San José, en el cuarto año de su pontificado -  el Santo Padre recuerda el encuentro que mantuvo (4 de marzo de 2016)  con los participantes en la Asamblea Plenaria de la CAL, sobre el tema: «Indispensable compromiso de los fieles laicos en la vida pública de los países latinoamericanos».
Recogiendo lo compartido espontáneamente y prosiguiendo su reflexión, con el anhelo de que «el espíritu de discernimiento y reflexión ‘no caigan en saco roto’» y «nos ayude y siga estimulando a servir al Santo Pueblo fiel de Dios», el Obispo de Roma hace hincapié en  que el «Santo Pueblo fiel de Dios es al que como pastores estamos continuamente invitados amirar, proteger, acompañar, sostener y servir».
«Nos hace bien recordar que la Iglesia no es una elite de los sacerdotes, de los consagrados, de los obispos, sino que todos formamos el Santo Pueblo fiel de Dios», escribe el Papa Francisco, evocando en su densa reflexión el magisterio del Concilio Vaticano II y al Beato Pablo VI. Y pone en guardia contra el clericalismo, animando la piedad popular y la pastoral popular y señalando asimismo que, ante los desafíos que la vida contemporánea presenta, los pastores deben estimular la inculturación, alentando a la gente a vivir, anunciar y celebrar su fe «en el aquí y ahora de la historia».
«Dos memorias se nos pide cuidar en nuestro pueblo. La memoria de Jesucristo y la memoria de nuestros antepasados», madres, abuelas, padres…, recuerda luego, una vez más el Sucesor de Pedro, que antes de concluir su carta recuerda también su oración en México, ante la Madre de Dios y la oportunidad de estar a solas y de dejarse mirar por Ella.
(CdM – RV)

¿Sabemos amar de verdad?

 

¿Es posible el amor en el mundo en el que vivimos? El mandamiento nuevo que Jesús nos ofrece, ¿no es acaso un ideal hermoso pero inalcanzable? Una rápida mirada a la realidad actual podría darnos suficientes razones para pensar que efectivamente es así. Y no hace falta desplazarnos hasta regiones de la tierra donde mueren hombres, mujeres y niños en una guerra fratricida, ni recordar los atentados terroristas en Francia o Bélgica, o los millones de asesinatos de bebes inocentes que se cometen año a año en los vientres maternos. Muchas veces las manifestaciones del anti-amor, del egoísmo y el individualismo, tal vez menos escandalosas pero siempre dolorosas, están mucho más cerca de la puerta de nuestra casa si es que no están también dentro.
¿Es, pues, un ideal hermoso pero irrealizable en este mundo? Una vez más, la Palabra viva de Dios nos responde con fuerza: ¡No! Y nos anuncia que el amor es posible. ¿Por qué? Porque Dios nos ha amado primero. Nos amó primero cuando nos creó de la nada; nos amó primero cuando nos perdonó por haberle dado la espalda con nuestro pecado; nos amó primero hasta el punto de enviar al mundo a su Hijo Único a dar la vida por nosotros para reconciliarnos y obtenernos la vida verdadera: «En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados» (1 Jn 4,10).
Comprender un poco mejor el alcance de lo que Jesús nos dice en el Evangelio pasa por preguntarnos por la novedad del mandamiento que nos da. ¿En qué sentido es un «mandamiento nuevo» cuando la ley de Israel también mandaba amar al prójimo (ver Lv19,18))? «¿Por qué, pues, llama nuevo el Señor a lo que nos consta que es tan antiguo?» se pregunta San Agustín. Y responde que la novedad está en que el Señor nos manda amarnos unos a otros «como Él nos ha amado». Eso lo cambia todo. «La verdadera novedad —nos dice el Papa Benedicto XVI— no es lo que hacemos nosotros, la verdadera novedad es lo que hace Él: el Señor nos ha donado su Persona, y el Señor nos ha dado la verdadera novedad de ser miembros suyos en su Cuerpo». Esta distinción, que podría parecer una sutileza, es fundamental. El amor que Cristo nos llama a vivir no es una mera expresión moral de una doctrina, que podría incluso llegar a ser heroica. Es mucho más que eso. El mismo Papa Benedicto nos señala: «Demos gracias al Señor porque nos ha sacado del puro moralismo; no podemos obedecer a una ley que está frente a nosotros, pero debemos sólo actuar según nuestra nueva identidad (…). La nueva ley no es otro mandamiento más difícil que los demás: la nueva ley es un don, la nueva ley es la presencia del Espíritu Santo que se nos da en el Sacramento del Bautismo, en la Confirmación y cada día en la santísima Eucaristía».
Amar como Él nos ha amado implica, pues, reconocer el amor de Dios que ha salido a nuestro encuentro y nos ha amado primero. Él ha transformado nuestro ser y en nuestro Bautismo realmente nos ha hecho creaturas nuevas (ver 2Cor 5,17-18), y nos ha hecho capaces de vivir el amor de Dios que ha «derramado en nuestro corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado» (Rom 5,5). Dios mismo nos sostiene y fortalece con su Espíritu para vivir cotidianamente en Cristo, es decir, para que nuestra vida se desarrolle conforme con nuestra identidad de hijos de Dios de modo que actuemos de acuerdo a lo que somos. A veces estas frases apenas enunciadas nos pueden parecer teóricas, frías y lejanas. ¡Y, sin embargo, son tan reales! Está en manos de cada uno de nosotros permitir que esa fuerza del amor de Dios nos transforme, realmente cambie cosas concretas y cotidianas de nuestra vida, de nuestra relación con otras personas.
Ser cristianos, ser de Cristo, estar unidos a Él, lleva a que nuestras obras y acciones manifiesten y anuncien la presencia de Jesús. Queda claro que la medida del amor la pone Jesús, no nosotros. Por ello cuando el Señor nos manda amarnos unos a otros como Él nos ha amado nos invita a amar a nuestros hermanos con un amor comprometido, sin distinción, hasta el extremo, incondicional, sin pedir nada a cambio… con su amor. ¿Cómo haremos esto? ¿Por dónde comenzar en el panorama de un mundo desolado por falta de amor verdadero? Quizá por los que tenemos más cerca, por aquellos que nos son más «próximos”»y, en ese sentido, son el prójimo: «ama a tu prójimo como a ti mismo» (Mt22,39).
El autor de esta reflexión es el teólogo Ignacio Blanco

China "debe estar alerta" ante infiltraciones a través de la religión. Xi Jinping advierte del extremismo religioso



Un claro ejemplo de ello es la campaña de retirada de cruces cristianas
China "debe estar alerta" ante posibles infiltraciones extranjeras a través de la religión, advirtió el presidente Xi Jinping, en un momento de aumento de la persecución contra grupos religiosos en el país.
En una conferencia de dos días sobre asuntos religiosos a la que asistió la plana mayor del Gobierno -entre ellos, el primer ministro Li Keqiang-, Xi destacó que los grupos religiosos deben seguir el liderazgo de la formación gobernante, publica hoy el diario oficial Global Times.
Según dijo el presidente en ese foro, que concluyó este fin de semana, los grupos religiosos deberían "hacer confluir las doctrinas religiosas y la cultura china, cumplir la legislación y entregarse al proceso de apertura y reforma del país y a la modernización socialista".
Además, instó a "combatir la infiltración extranjera a través de la religión" y a estar alerta ante el extremismo religioso.
El Global Times acompaña el artículo con un editorial hoy en el que explica que la religión "está muy politizada en muchos países y de vez en cuando se ve inmersa en confrontaciones políticas a nivel internacional" y defiende que, para "garantizar la coexistencia armoniosa de diferentes religiones", China pone por encima de todas ellas "el liderazgo del Partido y el Estado de Derecho".
Dada la influencia que tiene la religión sobre los creyentes, la religión se convertirá en "el punto más flaco" de China, por donde las "fuerzas extranjeras" podrán penetrar, "si está controlada por la política internacional", añade.
Las declaraciones de Xi se producen en un momento de aumento del control y la censura contra grupos religiosos en el país, criticado duramente por organizaciones de derechos humanos.
Un claro ejemplo de ello es la campaña de retirada de cruces cristianas iniciada por el Gobierno estos últimos años en múltiples partes del país, y especialmente en la provincia oriental de Zhejiang.
Desde hace más de un año y hasta el pasado febrero, 1.800 iglesias han visto desaparecer sus cruces en China, según datos de China Aid, organización que desde EE.UU. coordina una amplia red de activistas y cristianos clandestinos chinos.
Esta campaña del Gobierno motivó numerosas protestas, especialmente en la ciudad de Wenzhou, la conocida como el "Jerusalén de China" por su gran comunidad cristiana.
Zhang Kai, abogado conocido como el "defensor de las cruces" por protestar contra esa campaña, fue detenido siete meses y durante su tiempo recluido protagonizó una confesión en televisión en la que admitía haber colaborado con "fuerzas extranjeras", si bien ONG en defensa de los derechos humanos consideraron que Zhang fue "forzado" a realizar estas declaraciones.
El presidente chino ha reforzado el aparato de seguridad del Gobierno desde su llegada al poder contra las amenazas extranjeras pero también locales.
Entre sus iniciativas, se encuentra la controvertida ley de seguridad nacional que se aprobó el año pasado, y que abarca aspectos tan dispares como las finanzas, la política, el ejército, la ciberseguridad o la religión.

(Rd/Agencias)

PROCLAMEMOS LA GLORIA DEL SEÑOR



Del Salmo 144:

Que tus fieles, Señor, proclamen la gloria de tu reinado

Que todas tus criaturas te den gracias,
Señor, que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas.

Que tus fieles, Señor, proclamen la gloria de tu reinado

Explicando tus hazañas a los hombres,
la gloria y majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo,
tu gobierno va de edad en edad.

Que tus fieles, Señor, proclamen la gloria de tu reinado

Pronuncie mi boca la alabanza del Señor,
todo viviente bendiga su santo Nombre
por siempre jamás.

Que tus fieles, Señor, proclamen la gloria de tu reinado


LES DEJO LA PAZ, LES DOY MI PAZ

Evangelio según San Juan 14,27-31a. 

Jesús dijo a sus discípulos: «Les dejo la paz, les doy mi paz, pero no como la da el mundo. ¡No se inquieten ni teman! 

Me han oído decir: 'Me voy y volveré a ustedes'. Si me amaran, se alegrarían de que vuelva junto al Padre, porque el Padre es más grande que yo. Les he dicho esto antes que suceda, para que cuando se cumpla, ustedes crean. 

Ya no hablaré mucho más con ustedes, porque está por llegar el Príncipe de este mundo: él nada puede hacer contra mí, pero es necesario que el mundo sepa que yo amo al Padre y obro como Él me ha ordenado.»