“La piedad popular- ha dicho- valoriza mucho los símbolos, y el
Corazón de Jesús es el símbolo por excelencia de la misericordia de Dios; pero
no es un símbolo imaginario, es un símbolo real, que representa el centro, la
fuente de la que ha brotado la salvación para toda la humanidad”.
Entre las
diversas referencias de los textos evangélicos al Corazón de Jesús, el Papa ha
subrayado la del relato de la muerte de Cristo según san Juan: Cuando Jesús ya
estaba muerto un soldado le atravesó el costado con la lanza, y en seguida
brotaron sangre y agua.”Juan reconoció en aquel signo, aparentemente casual, el
cumplimiento de las profecías: del corazón de Jesús, Cordero inmolado sobre la
cruz, brotan el perdón y la vida”.
Pero la misericordia de Jesús “no es sólo un sentimiento: es
una fuerza que da vida, ¡que resucita al hombre!”, como dice el Evangelio de hoy
que habla de la compasión de Cristo por la viuda de Naín, que estaba a punto de
enterrar a su único hijo cuando pasa Jesús. “Dice el evangelista Lucas: “Al
verla, el Señor se conmovió”.
Esta “compasión” es el amor de Dios por el hombre,
es la misericordia, o sea la actitud de Dios en contacto con la miseria humana,
con nuestra indigencia, nuestro sufrimiento, nuestra angustia. El término
bíblico “compasión” recuerda las entrañas maternas: la madre, efectivamente,
siente de una forma que es sólo suya el dolor de los hijos. Así nos ama Dios,
dice la Escritura”.
“Y ¿cuál es el fruto de este amor, de esta misericordia? ¡Es la
vida! Jesús dice a la viuda de Naín: “¡No llores!” y luego llama al muchacho
muerto y lo despierta como de un sueño. Pensemos en esto. La misericordia de
Dios da vida al hombre, lo resucita de la muerte. El Señor nos mira siempre con
misericordia... nos espera con misericordia. ¡No tengamos miedo de acercarnos a
Él! ¡Tiene un corazón misericordioso! Si le enseñamos nuestras heridas
interiores, nuestros pecados, nos perdona siempre. ¡Es pura misericordia!”.
Papa Francisco (11 de junio de 2013)