miércoles, 2 de marzo de 2016

Rezandovoy.org celebra su quinto aniversario. La iniciativa de la Compañía de Jesús llega a 150 países, con 350.000 descargas diarias


Con el objetivo de acercar el Evangelio en las redes sociales, con más de 100 millones de oraciones

La web Rezandovoy cumple su quinto aniversario y el próximo 5 de marzo lo celebrará en Valladolid con una oración especial en vivo al estilo Rezandovoy a las 17h, y un concierto de 20.30h-22.30h de músicos que ceden sus composiciones al proyecto, ambos en la iglesia Corazón de Jesús.
Esta web, nacida por iniciativa de la Compañía de Jesús para ofrecer una oración diaria a los creyentes en lo frenético de la vida cotidiana, recibe en la actualidad 350.000 descargas diarias, una cifra que ha hecho grande al proyecto. El objetivo de acercar el Evangelio se traduce en que en un año se escucharán a través de la web más de 100 millones de oraciones. En lo que va de año 2016, Rezandovoy ha recibido 800.000 visitas desde 150 países de todo el mundo.
El equipo se ha hecho grande porque se han sumado colaboradores de muchas partes del país y del extranjero: 60 redactores, 35 personas que prestan su voz, 70 músicos, 10 niños para las oraciones infantiles. 570 donantes que a lo largo de estos cinco años se han preocupado en apoyar la iniciativa alentando su autosuficiencia e incontables voluntarios que a su modo llevan esta herramienta a otras personas (el 65% lo ha conocido boca-oído).
Pero esta comunidad cuya labor principal se desarrolla en INEA, Camino Viejo de Simancas de Valladolid, ha crecido también exponencialmente en un número indeterminable de oyentes repartidos por 150 países distintos. 6 de cada diez lo hace desde Hispanoamérica, un 23% desde España y un 15% desde Estados Unidos.
Iniciaba el proyecto y el 50% nunca había utilizado internet para rezar, hoy 8 de cada 10 usuarios de rezandovoy escucha la plegaria a través del móvil (128.000 dispositivos tienen la app instalada). Sí es cierto que muchos no lo necesitan puesto que hay constatadas varias emisoras de radio que emiten regularmente la oración.
La comunidad también ha crecido en las redes sociales. Cerca de 28.000 siguen las propuestas de Rezandovoy a través de Facebook y 10.650 por Twitter. Con el tiempo se ha conformado un espacio virtual donde se encuentran cientos de miles de creyentes, donde las fronteras no existen y se ha levantado un puente entre la fe y lo cotidiano. Un santuario virtual de dimensión universal.
Recientemente, Xavier Riezu ha publicado una tesis doctoral para la Universidad de Deusto, Los medios de comunicación digital y la religión: El caso de Rezandovoy basada en 5.500 entrevistas online y entrevistas personales, que corroboraba la diversidad de usuarios, edades, su origen y sus circunstancias personales.
Actualmente, la plataforma cuenta con 1.527 oraciones diarias ya en el aire, 16 especiales (la última dedicada a tiempos de política difícil); 87 oraciones infantiles para niños y niñas menores de 12 años y 29 oraciones para recorrer el Camino de Santiago.

(Jesuitas).-

Catequesis del Papa: “Dios no repudia a sus hijos, los salva”

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hablando de la misericordia divina, hemos evocado muchas veces la figura del padre de familia, que ama a sus hijos, los ayuda, cuida de ellos, los perdona. Y como padre, los educa y los corrige cuando se equivocan, favoreciendo su crecimiento en el bien.
Es así que es presentado Dios en el primer capítulo del profeta Isaías, en el cual el Señor, como padre afectuoso pero también atento y severo, se dirige a Israel acusándolo de infidelidad y corrupción, para hacerle regresar al camino de la justicia. Así inicia nuestro texto: «¡Escuchen, cielos! ¡Presta oído, tierra! porque habla el Señor: Yo crié hijos y los hice crecer, pero ellos se rebelaron contra mí. El buey conoce a su amo y el asno, el pesebre de su dueño; ¡pero Israel no conoce, mi pueblo no tiene entendimiento!» (1,2-3).
Dios, por medio del profeta, habla al pueblo con la amargura de un padre desilusionado: ha hecho crecer a sus hijos, y ahora ellos se rebelan contra Él. Incluso los animales son fieles a sus patrones y reconocen la mano que los nutre; el pueblo en cambio no reconoce más a Dios, se niega entender. Incluso herido, Dios deja hablar al amor, e invoca a la conciencia de estos hijos degenerados para que se arrepientan y se dejen de nuevo amar. Esto es lo que hace Dios, ¡eh! Viene a nuestro encuentro para que nosotros nos dejemos amar por Él en el corazón de nuestro Dios.
La relación padre-hijo, al cual muchas veces los profetas hacen referencia para hablar de la relación de alianza entre Dios y su pueblo, se ha desnaturalizado. La misión educativa de los padres mira a hacerlos crecer en la libertad, a hacerlos responsables, capaces de realizar obras de bien para sí mismos y para los demás. En cambio, a causa del pecado, la libertad se convierte en presunción de autonomía, presunción de orgullo, y el orgullo lleva a la contra posición y a la ilusión de autosuficiencia.
Entonces, es ahí que Dios dice a su pueblo: “Se han equivocado de camino” … invita. Afectuosamente y amargamente dice “mi” pueblo. Dios jamás nos niega; nosotros somos su pueblo, el más malvado de los hombres, la más malvada de las mujeres, los más malvados del pueblo son sus hijos. Y este es Dios: ¡jamás, jamás nos repudia! Dice siempre: “Hijo, ven”. Y este es el amor de nuestro Padre; esta es la misericordia de Dios. Tener un padre así nos da esperanza, nos da confianza. Esta pertenencia debería ser vivida en la confianza y en la obediencia, con la conciencia que todo es un don que viene del amor del Padre. En cambio, está ahí la vanidad, la necedad y la idolatría.
Por eso, ahora el profeta se dirige directamente a este pueblo con palabras severas para ayudarlo a entender la gravedad de su culpa: «¡Ay, nación pecadora, […] hijos pervertidos! ¡Han abandonado al Señor, han despreciado al Santo de Israel, se han vuelto atrás!» (v. 4).
La consecuencia del pecado es un estado de sufrimiento, del cual sufre las consecuencias también el país, devastado y convertido en un desierto, al punto que Sión – es decir, Jerusalén – se hace inhabitable. Donde existe el rechazo a Dios, a su paternidad, no hay más vida posible, la existencia pierde sus raíces, todo aparece pervertido y destruido. Todavía, incluso este momento doloroso está en virtud de la salvación. La es dada para que el pueblo pueda experimentar la amargura de quien abandona a Dios, e luego confrontarse con el vacío desolador de una opción de muerte. El sufrimiento, consecuencia inevitable de una decisión autodestructiva, debe hacer reflexionar al pecador para abrirse a la conversión y al perdón.
Y este es el camino de la misericordia divina: Dios no nos trata según nuestras culpas (Cfr. Sal 103,10). El castigo se convierte en un instrumento para inducir a la reflexión. Se comprende así que Dios perdona a su pueblo, le da la gracia y no destruye todo, pero deja abierta siempre la puerta a la esperanza. La salvación implica la decisión de escuchar y dejarse convertir, pero permanece siempre como un don gratuito. El Señor, pues, en su misericordia, indica un camino que no es aquel de los sacrificios rituales, sino más bien el de la justicia. El culto es criticado no porque sea inútil en sí mismo, sino porque, en vez de expresar la conversión, pretende sustituirla; y se convierte así en búsqueda de la propia justicia, creando falsas convicciones que sean los sacrificios a salvar, no la misericordia divina que perdona el pecado. Para entenderla bien: cuando alguien está enfermo va al médico; cuando uno se siente pecador va al Señor. Pero en vez de ir al médico, va al curandero no sana. Muchas veces preferimos ir por caminos equivocados, buscando una justificación, una justicia, una paz que nos es donada como don del propio Señor si no vamos y lo buscamos a Él. Dios, dice el profeta Isaías, no le agrada la sangre de toros y de corderos (v. 11), sobre todo si la ofrenda es hecha con las manos manchadas por la sangre de los hermanos (v. 15). Pero yo pienso en algunos benefactores de la Iglesia que vienen con sus ofrendas – “Tome para la Iglesia esta ofrenda” – es fruto de la sangre de tanta gente explotada, maltratada, esclavizada con el trabajo mal pagado! Yo diré a esta gente: “Por favor, llévate tu dinero, quémalo”. El pueblo de Dios, es decir la Iglesia, no necesita dinero sucio, necesita de corazones abiertos a la misericordia de Dios. Es necesario acercarse a Dios con manos purificadas, evitando el mal y practicando el bien y la justicia. Que bello como termina el profeta: «¡Cesen de hacer el mal – exhorta el profeta – aprendan a hacer el bien! ¡Busquen el derecho, socorran al oprimido, hagan justicia al huérfano, defiendan a la viuda!» (vv. 16-17).
Piensen en tantos prófugos que desembarcan en Europa y no saben a dónde ir. Entonces, dice el Señor, los pecados, incluso si fueran como la escarlata, se harán blancos como la nieve, y cándidos como la lana, y el pueblo podrá nutrirse de los bienes de la tierra y vivir en la paz (v. 19).
Es este el milagro del perdón que Dios; el perdón que Dios como Padre, quiere donar a su pueblo. La misericordia de Dios es ofrecida a todos, y estas palabras del profeta valen también hoy para todos nosotros, llamados a vivir como hijos de Dios. Gracias.
(Traducción del italiano: Renato Martinez – Radio Vaticano)

ALABARÉ AL SEÑOR TODA MI VIDA


Salmo 146: 

Alabaré al Señor toda mi vida; mientras yo exista, cantaré a mi Dios.

No confíen en los poderosos,
en simples mortales, que no pueden salvar:
cuando expiran, vuelven al polvo,
y entonces se esfuman sus proyectos.


Alabaré al Señor toda mi vida; mientras yo exista, cantaré a mi Dios.

Feliz el que se apoya en el Dios de Jacob
y pone su esperanza en el Señor, su Dios:
Él hizo el cielo y la tierra,
el mar y todo lo que hay en ellos.


Alabaré al Señor toda mi vida; mientras yo exista, cantaré a mi Dios.

Él mantiene su fidelidad para siempre,
hace justicia a los oprimidos
y da pan a los hambrientos.
El Señor libera a los cautivos,
abre los ojos de los ciegos
y endereza a los que están encorvados.


Alabaré al Señor toda mi vida; mientras yo exista, cantaré a mi Dios.

El Señor protege a los extranjeros
y sustenta al huérfano y a la viuda;
el Señor ama a los justos
y entorpece el camino de los malvados.


Alabaré al Señor toda mi vida; mientras yo exista, cantaré a mi Dios.

El Señor reina eternamente, reina tu Dios, Sión,
a lo largo de las generaciones.



Alabaré al Señor toda mi vida; mientras yo exista, cantaré a mi Dios.

COMENTARIO DEL PAPA FRANCISCO AL EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 5,17-19.

Queridos hermanos y hermanas:

El Evangelio de hoy forma parte todavía del llamado "Sermón de la Montaña", la primera gran predicación de Jesús. El tema es la actitud de Jesús con respecto a la Ley judía. Él dice: " No piensen que vine para abolir la Ley o los Profetas: yo no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento” (Mateo 5:17). 

Jesús no quiere cancelar los mandamientos que el Señor dio por medio de Moisés, sino que quiere llevarlos a su plenitud. E inmediatamente después añade que este "cumplimiento" de la Ley requiere una justicia superior, una observancia más auténtica. Y de hecho dice a sus discípulos: “Les aseguro que si la justicia de ustedes no es superior a la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos " (Mt 5:20).

¿Pero qué significa este "pleno cumplimiento" de la ley? ¿Y en qué consiste esta justicia superior? 
El mismo Jesús nos responde con algunos ejemplos. Porque Jesús era práctico, hablaba siempre con ejemplos para hacerse entender. Comienza desde el quinto mandamiento del Decálogo: “Ustedes han oído que se dijo a los antepasados: "No matarás"; pero yo les digo que todo aquel que se enoja contra su hermano, merece ser condenado por un tribunal". (vv. 21-22). 

Con esto, Jesús nos recuerda que ¡también las palabras pueden matar. Cuando se dice que una persona tiene la lengua de serpiente, ¿qué quiere decir? Que sus palabras matan. Por lo tanto, no sólo no se debe atentar contra la vida de los demás, sino tampoco derramar sobre ellos el veneno de la ira y golpearlos con la calumnia. Ni hablar mal de los demás, porque llegamos a las habladurías: los chismes también pueden matar, ¡porque matan la reputación de las personas! 
Pablo en Atenas


¡Es muy feo chismorrear! Al principio puede incluso parecer incluso una cosa agradable, incluso divertida, como si fuera un caramelo. Pero al final, nos llena el corazón de amargura, nos envenena también a nosotros. Estoy convencido de que si cada uno de nosotros hiciera el propósito de evitar los chismes, ¡con el tiempo se convertiría en un santo! Éste es un hermoso camino. ¿Queremos llegar a ser santos, si o no?¿Queremos vivir parloteando como de costumbre, si o no? Entonces estamos de
acuerdo: ¡basta con los chismes!.
Jesús propone a los que siguen la perfección del amor: un amor cuya única medida es no tener medida, ir más allá de todo cálculo. El amor al prójimo es una actitud tan fundamental que Jesús llega a afirmar que nuestra relación con Dios no puede ser sincera si no queremos hacer la paz con el prójimo. Y dice así: “Por lo tanto, si al presentar tu ofrenda en el altar, te acuerdas de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda ante el altar, y ve antes a reconciliarte con tu hermano”. (vv. 23-24). Por esto estamos llamados a reconciliarnos con nuestros hermanos antes de mostrar nuestra devoción al Señor en la oración.

De todo esto queda claro que Jesús no da importancia sólo a la observancia disciplinar y a la conducta externa. Él va a la raíz de la Ley, centrándose especialmente en la intención y por tanto en el corazón humano, donde se originan nuestras acciones buenas o malas. 


Para obtener un comportamiento bueno y honesto no son suficientes las normas jurídicas, sino que son necesarias motivaciones profundas, expresión de una sabiduría oculta, la Sabiduría de Dios, que se pueden recibir gracias al Espíritu Santo. Y nosotros, a través de la fe en Cristo, podemos abrirnos a la acción del Espíritu, que nos permite vivir el amor divino.
A la luz de esta enseñanza, todos los mandamientos revelan su pleno significado como una exigencia de amor, y todos se reúnen en el gran mandamiento: amar a Dios con todo tu corazón y al prójimo como a ti mismo.

(Papa Francisco, Ángelus del 16 de febrero de 2014)

QUIEN ENSEÑE Y CUMPLA LOS MANDAMIENTOS, SERÁ GRANDE EN EL REINO DE LOS CIELOS



Evangelio según San Mateo 5,17-19.

Jesús dijo a sus discípulos:

«No piensen que vine para abolir la Ley o los Profetas: yo no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Les aseguro que no desaparecerá ni una i ni una coma de la Ley, antes que desaparezcan el cielo y la tierra, hasta que todo se realice.

El que no cumpla el más pequeño de estos mandamientos, y enseñe a los otros a hacer lo mismo, será considerado el menor en el Reino de los Cielos. 

En cambio, el que los cumpla y enseñe, será considerado grande en el Reino de los Cielos.»